sábado, 20 de enero de 2007

De Gilda, la tos y una gripe de escritores

Gilda como Webster Mi vecino y amigo escritor, Lluis Maria Todo, que sufrió esta misma gripe, me recomienda mucha paciencia y me cuenta que el autor de Ígur Neblí también la tiene. Si añadimos Bertini a la colección, deduzco que es una gripe de escritores, algo así como un hombre de Porlock a lo bestia. Cuando ya parecía que la fiebre se acababa, ha llegado la tos, una tos como explosiones volcánicas, eléctricas en el pecho. La tos ahuyenta a Gilda, que me mira desde el umbral con esa expresión preocupada y reprobadora que tienen a veces los gatos, como aquel Webster del cuento de P . G. Wodehouse . "Tú, con tus manías de medicinas alternativas", parece decirme. "Primero la fiebre y ahora esto... Un jarabe de esos que dopan es lo que te convendría..." Lo dice aunque a ella le ha ido siempre muy bien con la homeopatía. Qué invento tan estúpido la tos... Tanto estruendo para arrancar ínfimas mucosas invisibles. ¿Por qué no hacerlo todo de una vez? Quan creus que ja s'acaba... decía la canción de Raimon. Me vuelvo a la cama. Mi estado de debilidad es tan completo que no parece posible mejorar. Fuera hace sol... el mundo sigue sin mí.

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