viernes, 30 de enero de 2009

Pobre Barcelona

Foto: I.N., S y M en San Petersburgo, 2002
Los que paseamos por la ciudad vamos descubriendo edificios destruidos y arboricidios por todas partes. No sólo es el viento, ese viento huracanado del cambio climático. Hoy una amiga me acaba de avisar: la placita que hay entre las calles Ganduxer, Beethoven y la Diagonal, la plaza Wagner, que era un jardín, ha sido destruida. En silencio y sin que la prensa diga nada. Al parecer en este país los ciudadanos no tenemos derecho al verde y pueden arrebatarnos la frondosidad a capricho del temible ayuntamiento de Hereuville y sus arrogantes arquitectos amigos del cemento. No tenemos derecho al oxígeno que los árboles expanden a la atmósfera todos los días, y que mitiga la contaminación excesiva de la ciudad. El estilo Lesseps, la "falsa vanguardia", según la definió Victoria Combalía, va creciendo y extendiéndose por la ciudad como una mancha de aceite. Ayer vi el dibujo del proyecto de los nuevos Encants, de auténtica pesadilla. Más Lesseps. Todo es feo, sin historia, sin árboles, sin dimensiones humanas. Es la Barcelona que le gusta a este equipo municipal. Pronto habrá que cruzar la frontera para ver un árbol, para respirar... y para tener silencio. Hace poco, alguien que vive en París pasó unos días aquí por trabajo y al volver allí escribió a sus amigos: "No creo que vuelva pronto a Barcelona. Al llegar aquí me parece que París es una ciudad muy silenciosa." El otro día se lo contaba a una amiga médica y me decía que en efecto, las sirenas de las ambulancias son injustificadas en la mayoría de los casos. Además hablamos de esa normativa que no limita los decibelios de las obras y que sólo contempla como derecho el silencio nocturno. Ella misma me contaba que una vez, al volver de otra ciudad europea, salió al P. de Gràcia y tuvo que taparse los oídos, impresionada del ruido. Así es siempre, gracias a nuestro equipo municipal.
Es cierto que me han invitado a asistir a una reunión de la reforma de la Diagonal, el día 17 de febrero, pero no tengo muchas esperanzas. Dicen que consultarán a los ciudadanos (podremos elegir entre dos proyectos, ¿y si no queremos ninguno? ¿y si los dos se cargan nuestra Diagonal, con su diversidad arbórea?). Da mucha rabia ver cómo destruyen lo que era nuestro, la historia, el patrimonio arquitectónico, la identidad de esta ciudad, la frondosidad, el oxígeno y quietud de los árboles (el silencio que procuran al absorber el ruido), y encima pagados por nuestros impuestos. La única solución que tienen nuestros políticos para la crisis es la construcción. Sin innovación, ni cuidado del medio ambiente, ni dinero para la educación o la investigación. Ya sé que se me ha colado aquí algo de Polis.
En realidad, yo sólo debería estar pensando en la presentación de mi libro balcánico, que es el martes 3 de febrero a las 19.30 en La Central de la calle Mallorca. Y en mi conferencia del lunes en el CCCB, y en las entrevistas de la radio del 4 y el 5, y en las Jornades Identitat i Exili en las que participaré el sábado 7 de febrero. Pero me queda aún un espíritu furioso de dríade y no puedo separarlo mentalmente ni callarme.
No sé si dije que en esa sala Mirador del CCCB se creó cierta atmósfera mágica, con los espíritus de Isabelle Eberhardt y Anna Atkins flotando en imágenes y palabras por aquel espacio frente a un cielo nocturno recorrido por aviones silenciosos. Algunos asistentes vinieron a felicitarnos al acabar y hubo dos o tres que dijeron que ya estaban deseando que llegara el siguiente lunes. El público ayuda, definitivamente, como ayudan los lectores.

martes, 27 de enero de 2009

Presentación del libro y conferencias

Foto: Montse Fuster, árbol caído en La Tamarita, 2009
Hoy me ha escrito mi editor de La plaza del azufaifo para felicitarme porque en la librería La Central, Si un árbol cae está en la lista de los más vendidos de no-ficción. Siempre hacen ilusión esas noticias. ¿Será posible que, contra todo pronóstico, mi libro balcánico atraviese las barreras y llegue a los lectores? ¿Ayudará a demostrar que se equivocan quienes creen que sólo puede interesar lo más simple y cercano? ¿Que hay más gente que se interroga acerca de las guerras? Tal vez no, tal vez sólo haya sido la consecuencia de la hospitalidad de una librería que me ha acogido bien. Veremos.
Éste es el texto de la presentación del libro (junto con el logo de la editorial y el de la librería)
Martes 3 de febrero a las 19:30h. Presentación del libro de Isabel Núñez Si un árbol cae. Conversaciones en torno a la guerra de los Balcanes, publicado por Alba Editorial. Os invitamos a la presentación que tendrá lugar en la librería La Central a las 19:30h. Hablarán del libro el antropólogo Manuel Delgado, Luis Magrinyà, editor del libro y la autora, Isabel Núñez La Central, c. Mallorca, 237, Barcelona. Martes, 3 de febrero a las 19:30h.
Una vez le dije a un periodista, andando por un parque: «¿Ve ese árbol? Si un árbol cae, nadie lo ve, no cambia la vida de los árboles». Y eso era exactamente la vida en Sarajevo durante el asedio, eso era el individuo en Sarajevo. Marko Vesović Ayer, frente al cielo nocturno del Mirador acristalado del CCCB, Lydia Oliva y yo presentamos a nuestras primeras dos Olvidadas y aunque yo sólo escuché un silencio expectante mientras leía a Isabelle Eberhardt, sin ojos para ver las imágenes de Lehnert y Landrock o de Gaétan Gatian de Clérambault que dibujaban su paisaje desértico y romántico, pude contemplar el hechizo que las imágenes de Anna Atkins añadían a la explicación de Lydia, frente a algún avión silencioso que atravesaba la cristalera. Creo que fue un buen principio, había bastante gente y algunos nos felicitaron generosamente. En El Periódico lo seleccionaron como propuesta cultural del día. Seguiremos el lunes que viene.
He pasado una mañana maratoniana de correcciones de un informe de memoria histórica de dos psicoanalistas, en cuya investigación he colaborado humildemente. He recibido, a través del librero de la calle Berlinès, un mensaje de un escritor, nieto de un republicano asesinado y sustraido de una fosa para llenar perversamente ese valle de los caídos y que ahora empieza a recibir reconocimiento. El miércoles por la noche, a las 12 de la noche, Antena 3 emitirá el programa Franco: Operación Caídos que recoge su testimonio, entre otros.
Qué belleza melancólica ese árbol caído con su cabellera verdosa y que nadie intente salvarlo. MF me mandó esa foto (no es que quiera competir con Cacho, más bien apoyarle en su desaliento arbóreo; al fin y al cabo, el título de mi libro habla -aunque sea una metáfora- de eso) y sus terribles arquitectos no han destruido todavía, ni talado. Pero el cambio climático y sus huracanes les apoyan.
Lean en Polis algo interesante y breve sobre eso. Parece que algunas instituciones empiezan a reaccionar... Y firmen aquí para salvar árboles de la ciudad y aquí para el Tibidabo...

sábado, 24 de enero de 2009

Viento huracanado que barre las ideas

Foto: I.N. Autorretrato compasivamente borroso y alegre de hoy, 2009
A pesar de las advertencias he cruzado la ciudad. Por el camino he visto árboles caídos, primero aligustres, luego una altísima y preciosa palmera de la Diagonal y amargamente he pensado, como Cacho, que el viento (hijo del cambio climático) les ahorraba trabajo a nuestros políticos municipales arboricidas. En Le Monde he visto imágenes de árboles gigantes quebrados (allí crecen árboles de verdad, los dejan vivir a sus anchas, sin apretujarlos en alcorques diminutos ni someterlos a escabechinas, como aquí, pero el calentamiento llega a todos). James B. me ha mandado un artículo del Time magazine que habla de la muerte masiva de árboles en Norteamérica debido al calentamiento global. Pero yo andaba azotada por el viento, que me recuerda a mi niñez en Figueres, cuando iba al colegio tocando las paredes de las casas para no salir volando como la niña del cuento, con mi abrigo demasiado grande, y me tapaba los oídos porque al pasar cerca del matadero oíamos chillar a los cerdos y a mí me parecía que había algo triste y prisionero que compartíamos.
¡Prisionero! Como era este país en el franquismo y como recuerda brillantemente la exposición de Joan Rabascall en el Macba. Alguien me discutió ayer que yo quisiera ver esa muestra "menor" en lugar de visitar lo realmente importante y con enjundia que fue la exposición anterior. Pero yo creo en la subjetividad, le dije, y lo poco que había visto de Rabascall -que me recordaba un poco a aquella poética urbana e irónica callejera y arrancada de Villeglé, de Restany y de Hains- me despertaba ecos que quería explorar. Y en efecto, es ese brillo de la mirada del artista interpelado por las imágenes fragmentadas de los medios de comunicación, por la obscenidad que une sin reparos la sangre y los lodos -dijo Marx que el capital venía al mundo respirando sangre y lodo por todos sus poros, lo citan en Babelia hoy, ahora que la venta de sus libros ha aumentado en un 300% en Alemania- con la fragmentación erótica del cuerpo femenino, labios que sonríen como aquellas vallas de anuncios gigantes de chicas sexies en la destruida Sarajevo, eslóganes publicitarios que nos interpelan irónicamente descontextualizados, poemas visuales como entradas de diccionario, en medio de un mundo sufriente, dirigido por tramposos, un mundo que tiembla. Y la belleza ahí en medio, como pedacitos de mundo, como nuestro reflejo en los añicos de un espejo, como los sobres de cartas lejanas, con caligrafías que reconocemos, revueltas en pensamientos. Me ha agitado interiormente una proyección triple (¿demasiado grande?) que unía reportajes pornos de Interviu con imágenes del país en el tardofranquismo, como lo llaman, la época deprimente del destape con aquellos políticos tan feos -Fraga entre ellos- y tristemente dictatoriales, con olor a naftalina y a cadáveres y a censura y a curas perversos y a pobreza de espíritu. En ese momento he pensado con tristeza en el país del que venimos, en el peso excesivo, terrible del pasado en el presente (al lado había carteles del Psuc con aquella tipografía de finales de los setenta), en que Franco lo dejó todo tan atado y bien atado porque la democracia sin educación no funciona y porque queda aquí un miedo terrible, un horror no sólo a la guerra sino a toda discusión (V dixit), a todo enfrentamiento reflexivo, y la gente no sabe que se puede disentir sin ser el enemigo, oponer, objetar, pensar distinto sin que eso suponga guerrear e insultarse. Era gracioso -y siniestro- ver aquellas miniaturas de programación de la radio y la tele en el franquismo, aquella pobreza, aquella penuria mental, la crónica del pequeño y sangriento caudillo pescando, y aquel ridículo pensamiento oficial... Aquellos fangos trajeron estos lodos, he pensado de pronto, con desaliento. Tal vez, he pensado entonces, sea yo ya una de esas viejuzas que se entristece por cualquier cosa, tan lleno de fantasmas está ya mi mundo, donde la memoria pesa más cada día. Pero me gustaba mucho el resto de piezas, un paseo suyo como el mío en el viento de hoy, poblado de fantasmas y de interpelaciones y del peso de la historia.
El otro día pasé por la que fue casa de mi padre y por alguna razón extraña (paso otras veces e incluso saludo su espíritu con un ademán falsamente distraído) se me clavó como un cristal, como en el cuento de Andersen, pero mientras tosía, en la Farmacia (donde comprábamos su morfina) vi un anuncio: "¿Se imaginan un mundo sin tos?" y me reí de mí misma y de la proximidad de la muerte.
No, la muestra de Rabascall no es para mí menor, sino que muestra un corpus de obra y una trayectoria coherente y sin concesiones, como ya me dijo L.O, pero también poética y sugerente y llena de guiños y aristas, que recuerda y muestra con su ojo crítico cómo ve el mundo y de qué país venimos (lección de historia reciente para todos esos olvidadizos y arrogantes que ahora se rasgan las vestiduras ante lo malo que fue el comunismo y aplauden al final de La vida de los otros, compadeciendo a aquella pobre gente, sin darse cuenta de que aquí mataban y torturaban y encarcelaban a la gente por pensar distinto y ni siquiera teníamos como ellos el colegio gratuito, como el transporte y el teléfono) o el troceado carnal y agresivo del cuerpo de las mujeres, esos pedazos que me inquietan en los periódicos o me pinchan al andar por la calle, como un mensaje que nos descabezara.
Quien ayer incomprendía mi interés por esa muestra tampoco aprecia -o no confía, ya que nunca me ha leído- lo que yo escribo, tiene una tendencia a aleccionar(me), a reconducir al mundo por su camino recto y sin meandros. Yo vivo en los meandros. De mi Crucigrama dijo que no lo compraba porque temía que (lógicamente) no le gustara. Añadió que no comprendía mi proyecto balcánico y finalmente me preguntó cómo podía hacer ese libro sin hablar serbo-croata. También sugirió que yo lo hacía ¡por un hombre! Tal vez le costaba imaginar que alguien como yo pudiera tener otra clase de motivaciones. O talento. O capacidad para hacer nada que no fuese mecánico. Por sus comentarios concluí que teníamos intereses distintos, lo cual tiene su lógica, pero ¿por qué entonces le irrita que me interesen las exposiciones que él detesta y que me pierda las que le entusiasman? En el arte y en la música, a mí me interesan cosas distintas que a él. Pero yo sólo soy una intrusa. Tal vez por eso de nada me sirve que el discurso ideológico me sea cercano si la forma de llegar no me toca de alguna manera. Seguramente él querría aconsejarme que dejara de escribir y me limitara a traducir o a leer esas cosas importantes que ignoro.
The only wisdom we can hope to acquire
Is the wisdom of humility: humility is endless.
(T.S. Eliot, esta vez citado por Vinyoli)
Yo he seguido andando, ya fuera del museo. "¡Resistid!" he pensado alegremente mirando a las sólidas palmeras erguidas junto al Cidob. Más tarde, ya más arriba, admiraba las tramas telarañosas de los árboles caducos contra el cielo y pensaba: "Algo bueno pasará... Lograremos cambiar la dirección simbólica, abrir una grieta..." Pensaba en la multitud que reacciona de Hardt y Negri. Pensaba en la poesía, porque leo aquel libro de Vinyoli y no puedo evitar pensar que ahí está todo, todo lo que yo pueda querer desplegar en mil cuentos posibles, mis pensamientos, mis obsesiones, las visiones y epifanías y la autoburla, todo parece estar ahí... Y también pensaba en aquellos tiempos de mi infancia en Figueres (cuando los pájaros cantaban sólo para mí, ya que nadie más parecía oírlos) y Roses (al dejar el camino de pinos y algarrobos y salir a la bahía luminosa, o sumergiéndome en un mar incendiado de sol, que me hacía pestañear y las pestañas también brillaban) o ya en Barcelona (cruzando la Diagonal en plena luz de primavera al volver del colegio, sin jersey, con el aire tocándome los brazos bajo la camisa blanca del uniforme, cuando las bandadas de estorninos pasaban lanzándome extraños besos y arrancaban el peso de mi condición presa y me hacían reír).
Ayer recibí la felicitación por mi libro balcánico de alguien de La Vanguardia que no desperdicia elogios, tiene olfato y criterio, y me sentí feliz. También mi amigo serbio, desde Berlín, me aclaró un malentendido con un mensaje que me pareció lleno de bombillas pequeñas, bañado en luz como la pintura que vi hace años en el Louvre. Hoy he sabido que Enrique Vila-Matas está en la final de un premio literario británico muy suyo, que premia la complejidad, con su Montano's Malady, o sea El mal de Montano (hay títulos que ganan y otros que pierden al traducirlos, a mí me gustaron el Journal volubile y Dalla città nervosa; como sus libros se han traducido a 29 lenguas, habría donde escoger... una pared de biblioteca) Me alegra que en la interesante y pérfida Albión no sólo descubran escritores pompiers sentados en una especie de ridícula cumbre del saber arrogante, dando sus lecciones al mundo, y que apuesten por los que adoptan una posición libre y perpleja, la de la literatura en un sentido callejero, la de Li Bai, la que descubrió Chéjov (pues sólo los estúpidos pretenden comprender el mundo y creen saber las respuestas) y vio Yeats (Only that which does not teach, which does not cry out, which does not condescend, which does not explain, is irresistible, citado por Maeve Brennan).
Y en Babelia Alberto Manguel, Cristina Fernández Cubas y otros defienden los cuentos como género, a pesar de los editores-que-detestan-los-cuentos. Ha sido un buen augurio. De pronto, me ha escrito un buen editor, que quiere publicar mis cuentos este año. Se lo he dicho a E., que ayer vino un rato a consultar oráculos y airearse y me ha llamado para darme su buena noticia y se ha reído alegremente, con esa risa cavernosa del túnel del Tibidabo que yo intento en vano imitarle. He visto unas nubes rosadas justo antes de que anocheciera, asomadas a mi ventana. Yo necesito que salgan al aire mis cuentos para seguir escribiendo ficción. Lo digo aquí discretamente, aun falta confirmar y hablar, y mientras me preparo para bailar mi rara felicidad por la casa.
Oh, casi lo olvidaba, en el Macba he entrado un momento a las salas de la colección, he mariposeado gozosa ante un bonito Klee, unos Chillidas, poéticos trazos de Michaux, un brillante Fontana negro (el que más me gusta de la serie Concetto spaziale) y he entrado en una sala donde proyectaban una película de Rossellini, Germania anno Zero, y me he quedado allí hipnotizada por aquellas imágenes (casi expresionistas y otras veces beckettianas) del niño en los escombros del fin de la guerra y del nazismo, y su expresión vieja, viejísima, y la resaca del horror nazi, y sus saltos energéticos de niño junto con su salto suicida y la imagen final, aquella especie de pietà laica, oh dio. Y he pensado inevitablemente en la extrañeza de nuestro mundo, siempre palpitante y girando sin parar a pesar de todo, como el tiovivo de una película de Hitchcock.
El lunes empieza el ciclo de conferencias de escritoras y fotógrafas Las olvidadas, en el Institut d'Humanitats (CCCB)

miércoles, 21 de enero de 2009

Ritmos gatunos, ritmos frenéticos

Foto: Guillermo Aguirre, Yo en el Met, con la loba capitolina, Nueva York, 2002
Hoy hacía un sol maravilloso, como ayer (y aproveché para dedicar mi libro balcánico en una terraza que ardía con llamas suaves), y yo me sentía como la gata Gilda, que necesita calentarse siempre con esos rayos como las plantas para la función clorofílica y tras un rato de ordenador invadido de sol me he ido a dejar los folletos de nuestro ciclo de conferencias por algunas librerías, ya que no se ha hecho mailing terrestre y éstos son tiempos extraños.
En una de mis paradas he visto una edición manejable de la Poesia completa de Vinyoli y al abrir el libro, un prólogo de Casasses recorrido por otro rayo soleado y lleno de pasión como el campo de mayo de JRJ, y que escogía las mejores citas no me ha dejado opción y he tenido que comprarlo enseguida (el precio también era manejable). Empieza diciendo Casasses que "aquests poemes no necessiten 'protecció ni companyia de cap mena' perquè 'armats únicament de llur força' han arribat a dalt de tot, allà on 'ja l'escala no segueix i dóna al buit'. Des d'Ausies March no hi havia hagut cap altre poeta així de compromès 'amb l'indret on neixo cada vegada, que és on mai no es toca fons'." He llamado a EC para felicitarle y me ha dicho que el cuaderno donde copiaba citas para ese prólogo era inmenso y tuvo mucho donde elegir. Todo el prólogo está tan bien escrito que parece recitarse y se apoya alegremente en citas magníficas. Me ha hecho ilusión además leer algo casi prohibido por desviado de mis quehaceres de estos días. Claro que ayer mordisqueé el Lectura y locura de Chesterton que le encargué hace tiempo al librero de la calle Berlinès, y está en mi montoncito de espera.
Mientras, ¿cómo explicarlo? Mercurio retrograda y algunas cosas van muy despacio (la distribución, el reparto de mi libro balcánico), mientras que otras se acercan tan deprisa que mi ansiedad crece, sobre todo porque coinciden en el tiempo las conferencias, la presentación de mi libro balcánico, las jornadas Identitat i exili en las que participo, una reunión municipal, un viajecillo a Madrid, muchas películas que esperan, los textos que tengo que escribir y pronunciar en algunos de esos eventos y hoy se ha añadido a la agenda una cena misteriosa con un viejo amigo al que perdí completamente de vista (espero que no se asuste al verme treinta años después). Mi amigo serbio me escribe desde Berlín, donde disfruta de una beca de escritor: ayer corregí uno de sus cuentos castellanos. Hoy he tenido que traducir un contrato escrito en esa lengua jeroglífica que usan algunos abogados, esos que hace tiempo perdieron completamente los usos que el resto de los mortales hacen de la sintaxis y el léxico. Me había comprometido y creí que sería un momento, pero fue como volver a aquella película de los Hermanos Marx, "la parte contratante de la primera parte"... Ayer, mientras alguien recibía un premio merecido de El Mundo por su empresa innovadora, yo volví felizmente a yoga y al salir estuve escuchando una historia bien contada por Tigridia. Mañana me he prometido a mí misma no salir de aquí y revisar mis textos de conferencias y las imágenes. Algunos amigos me avisan de que se han apuntado. Otros me anuncian que se han comprado o han empezado a leer mi libro balcánico. Espero no decepcionarles; quisiera advertirles a todos que sólo soy una intrusa, nunca una experta, que sólo ofrezco mi lectura de esas escritoras y que es una lectura parcial y subjetiva, necesariamente ("No es mi Natalia Ginzburg", me dijo una vez una profesora de geografía urbana, italiana y amiga, que vino a ver nuestra conferencia del Ateneu). Y claro, yo no puedo garantizar a nadie que mi visión encajará con las suyas, y no pretendo más que ofrecer mi pasión lectora (pasión por la materia de esas escritoras), como siempre. En cuanto al libro balcánico... ahí confío en que las voces de mis entrevistados se unan a mi pasión exploradora y hagan más interesante la travesía balcánica a mis hipotéticos lectores. El día 3 presentaremos el libro, pero ya les avisaré.
Ayer tuve otra de esas llamadas de las que no voy a hablar aquí pero que me llenan de una extraña alegría a ratos y pese a mis asideros de contención, no puedo evitar que se disparen redes de esperanzas. También ayer vi a Obama y aun sabiendo que es difícil y que tal vez no haya margen real de cambio, era inevitable no conmoverse ante la esperanza de la gente, ante el significado simbólico e histórico de su presencia ahí, ante la idea del retorno de esa tradición democrática americana que admirábamos, de esa capacidad de transformarse, y era imposible no admirar su mensaje tan distinto del de su horrible predecesor, y no alegrarse incluso de esa belleza y esa discreción que le rodea y de sus alusiones al sufrimiento reciente de tanta gente, y al cambio climático y a la necesidad de coraje frente a la crisis. Justamente estaba yo furiosa estos días de la falta de coraje de un vicepresidente que nos dice que se le han acabado los recursos y no dimite. ¿Cómo se atreve a confesar su impotencia y seguir ahí? ¿Creerá que su sueldo lo pagamos graciosamente a cambio de sus lamentaciones? Ya sabemos que es difícil, pero hace falta coraje y recursos y yo entendía mejor lo que decía Obama que el lenguaje de Solbes, aunque mi lengua materna sea castellana.
Hay muchas otras cosas, pero no me queda tiempo. Tengo que mandarle un cuento a una amiga poeta que no quiere esperar a que se publiquen (¿se publicarán?). Lean mi breve artículo de hoy en La Vanguardia Culturas. Y en El País digital, Mª Ángeles Espinosa, corresponsal en Irán, habla de mi amigo blogger persa-canadiense detenido en Irán, sin asistencia legal, aislado, sin que sepa nada.
La gente de BTV del barrio vino a filmar la plaça Joaquim Folguera, cuyos almeces (lledoners) están amenazados y me pidieron una pequeña entrevista, hablaron con el florista y filmaron los árboles, pero me han dicho que no salí. ¿Tal vez me censuraron? Por lo visto, ahora quieren modificar el proyecto y dejarnos unos pocos árboles, según ese nuevo estilo municipal, que consiste en cortarlos todos menos uno o dos. ¿Para qué más? En una ciudad seca, ruidosa y contaminada, no los necesitan. Y lo peor es que aún hay gente que merece esos políticos, gente que cree que los árboles molestan y más vale cortarlos. Gente que arroja basuras al azufaifo o que cree que no vale la pena salvar un árbol bicentenario si eso les aleja el parking de casa. Ellos mismos llorarán por los árboles perdidos cuando tengan que andar con máscaras o se ahoguen en gases contaminantes. Aquí, a diferencia de otros lugares, nadie pide estudios para analizar por qué el cáncer aumenta y aumenta. ¿A quién le importa? El negocio de la quimioterapia es más importante. Eso sí, no dejen fumar, es peligroso. No importan las radiaciones, ni hay que cuestionar esas antenas, ni los productos tóxicos de la construcción o la limpieza, ni los transgénicos cada vez más extendidos en España (todos comen piñas Delmonte, es decir, Monsanto, sin pensar que consumen antibióticos y otros fármacos que no vienen en la etiqueta), ni los pesticidas, y siguen cortando árboles. Ya sabíamos lo que ocurriría con la construcción y nuestros políticos lo han propiciado sabiéndolo. Ya sabemos lo que ocurre con el cambio climático y nuestros políticos siguen propiciándolo.

domingo, 18 de enero de 2009

Un post rápido de emergencia arbórea

Foto: I.N., Bruselas, donde sí protegen y cuidan a los árboles, diciembre 2008
Esta mañana me he encontrado a una ex editora que vivía por aquí y me ha contado del nuevo proyecto arboricida del barrio, dejando aparte los hermosos almeces condenados en la Plaça Joaquim Folguera, con el pretexto de la ampliación de la línea 9 del metro y que convertirá un lugar frondoso y humano en otro calco en miniatura de la terrible Lesseps. El nuevo proyecto es asombroso. Para construir una biblioteca en este barrio sin equipamientos, nos castigan aun más. No sé si ustedes han visto lo que ahora se llaman Jardins de Vil·la Florida, la antigua Escuela de Puericultura o la Torre Sivilla, un lugar que fue magnífico y frondoso, no sólo la mansión, sino el jardín romántico con su fuente de piedra y sus árboles altísimos, que creaban un microclima, un lugar que disfrutaban en su interior gatos y algún que otro okupa y en el exterior todos los que pasábamos, notábamos la frescura y el olor y el oxígeno de aquellos ochenta y tres árboles... hasta que el Ayuntamiento decidió "reformarlo". Un proyecto arquitectónico inculto y deshumanizado afeó la mansión y destruyó el jardín y el entorno. De los 83 árboles quedaron sólo unos pocos, y dejaron visibles los horrores arquitectónicos que se han sucedido en las calles que rodean la propiedad, una vez derruidas todas las casitas. Los okupas eran mucho más civilizados que el ayuntamiento y sus arquitectos. Pues bien, ahora el ayuntamiento, para construir una biblioteca subterránea, proyecta una obra faraónica que condena a muerte a todos los árboles que dan a Sant Gervasi de Cassoles. Alta palmera incluida. Creo que sólo se salvará un eucaliptus. No sé quién es el arquitecto, si el mismo que perpetró el horror anterior. Siguen arrancándonos todos los árboles. Un proyecto sin duda aplaudido por la regidora de Sarrià Sant Gervasi, que se opuso fieramente a la conservación del azufaifo y sé que en distintas reuniones ha manifestado esa opinión (parece extraño, pero hay políticos municipales a quienes le molestan que los árboles existan en su propio barrio y que defienden el cemento hasta la muerte). Lo increíble es que no hacía falta todo esto para tener una biblioteca. Ni que fuera subterránea. En este barrio, a bote pronto, se me ocurren dos edificios públicos, dos casals desaprovechados donde se podría alojar una biblioteca. O hacer una en el mismo lugar, entre los árboles. O utilizar las salas del edificio (siniestras por el suelo y la iluminación que han puesto, como en ese bar tan disuasorio) que ahora se usan no se sabe para qué. Pero el ayuntamiento quiere seguir haciendo su negocio del cemento y arrancando árboles. En cualquier otro país de Europa, un buen arquitecto respondería con imaginación al reto de hacer una biblioteca en un espacio limitado o entre los árboles, algo respetuoso con el entorno. Aquí el lema es: primero, destruir lo que haya. Luego, hacer una obra enorme, que llene de polvo y ruido durante años todos los alrededores. Tercero: que no quede ningún árbol, ninguna frondosidad. Cuarto: levantar un edificio mediocre y feo y llenar el subsuelo de aparcamientos y más cemento.
Al final, en esta ciudad, decía V. esta tarde, la gente se asustará al ver un árbol de buen tamaño, porque sólo quedarán esos palitroques ridículos y árboles artificiales, y todos tendremos que andar con máscaras para soportar la contaminación. Como esa señora que le dijo a L. que le desesperaba pensar que sus nietos no conocerían el silencio. Y es irónico que ese ayuntamiento que más arboricidios ha practicado incluya un grupo llamado "verds"... The Culture of Lies se titulaba un libro de Dubravka Ugresic que retrataba bien nuestra sociedad. También 1984 de Orwell y el estupendo prólogo de Thomas Pynchon en una edición americana de hace unos años.
A los que preguntan, mi libro balcánico ya está en la mayoría de las grandes librerías y creo que el lunes llegará a las pequeñas. Y si alguien más quiere firmar nuestro manifiesto arbóreo para intentar evitar males mayores, puede hacerlo aquí. Ah, y en mi otro blog Polis, pueden leer una historia de abuso policial leve.
Me guardé para última hora una parte de la prensa, Sagarra estaba contento con algunas editoriales y echó flores con razón a Acantilado, Minúscula y Libros del Asteroide. También leí a Reyes Mate sobre la memoria histórica (muy atinado) y a Benjamín Prado (muy bien). Y a Richard Ford sobre América (me gusta su forma y cómo fluye su pensamiento escrito, pero a veces me parece light, o demasiado americano acomodado en su perspectiva. Le perdono porque me gustó traducirle y porque estaba dispuesto a irse de EEUU si no ganaban los demócratas). Leí cómo ahora los medios reconocen el horror que trajeron Bush y Cheney, sólo ahora, ¿por qué?. Pero sobre todo fue una suerte porque acabé leyendo a Vila-Matas casi antes de dormir, un artículo que recomiendo vivamente: comprendí que había visto el mismo noticiario y que su percepción de las cosas y la forma de dibujarla tenía l'envolée que le faltaba a lo demás. No se lo pierdan.

viernes, 16 de enero de 2009

No puedo explicar aquí

Las cosas que me ocupan estos días y que tienen mi alma en vilo en lo personal y en lo colectivo. Sólo diré que mi libro balcánico ya existe en las librerías y muchos acontecimientos giran en torno a eso, o se mezclan. En La Central de la calle Mallorca lo han puesto en tres secciones distintas, convirtiendo lo que para otros libreros es un hándicap -ser multigénero- en una ventaja. Y considerando la dificultad, cuando no imposibilidad, que tenemos los escritores no-mediáticos en encontrar espacio en los medios, en los suplementos literarios, en las escasísimas y a veces olvidadas revistas y no digamos en los también escasos programas de libros de las televisiones que, a veces, para rematar la dificultad nos vetan, por haber nacido aquí o allí o por lo que imaginan que somos, es muy importante que las buenas librerías nos acojan, hospitalarias. Como también es importante para los libros la hospitalidad de algunos editores, que se entusiasman, apoyan, están ahí. Y que tienen diseñadores inteligentes, capaces de captar con sutileza el espíritu del libro, y de aceptar que legibilidad es importante. También a veces, alguien que admiramos, por su criterio, su trayectoria y su libertad de pensamiento se interesa por nuestros libros, nos felicita, incluso decide que intentará escribir sobre ellos.
Estaría bailando por la casa para celebrar esas acogidas para mí tan importantes de no ser porque alguien ha venido a instalar un equipo de música y que me ha permitido desembarazarme de mi viejo equipo obsoleto y rebelde (ya sólo podía escuchar los CDs que aceptaba ese equipo y el criterio del aparato no coincidía con el mío), y ahora mismo está aquí, moviendo libros en las estanterías, con remolinos de polvo y las protestas de la gata, expulsada afuera por la alergia del visitante.
Así que he dejado por un momento mi conferencia de MB y mis conversaciones telefónicas del día o incluso la invitación para asistir a una inauguración (la verdad es que no tenía ánimo para lo social, tan frío y villano en esta ciudad, y pensaba proponerle a E. que la esperaría en el café de La Central, rodeada de los hospitalarios libros) para escribir aquí, que tengo este blog muy abandonado.
Ayer vi un programa en Arte tv sobre los escritores y Nueva York: salían algunos escritores familiares; uno al que estuve a punto de llamar cuando estuve allí, por razones múltiples y porque encontré su teléfono (y sólo no le llamé por el mal humor de G, que se estaba independizando de mí sin saberlo). Entonces no sabía que trabajaba en el edificio más feo de la calle, ni que se definía como un frikie que sólo se interesa por la literatura y que hace cosas inútiles. Pero sí sabía que siempre cita a escritoras que le han influido o que ha leído (ayer Flannery O'Connor) y que él ayudó a rescatar del olvido a Paula Fox. Otro al que traduje y que respondió a una pregunta mía: me gustó su manera de clasificar y definir las distintas tradiciones de la literatura norteamericana y a cuál se adscribía él, y cómo juzgaba la política americana en el mundo y acabó su novela justo antes del 11/9 con una frase casi augurio, porque estaba conectada esa política con lo que ocurrió. Otro al que había leído en los ochenta. Otra joven escritora judía a la que reseñé en La Vanguardia y cuya primera novela y talento defendí y que ayer también me pareció seria. Y otro, su partner, también otro talentoso e inteligente escritor judío, al que he leído, regalado y seguido con interés; incluso me gustó la película inspirada en su novela y ese paisaje de la memoria.
Ayer también había quedado con un amigo director de documentales y profesor de cine en Ciutat Vella y hablamos de nuestros respectivos trabajos y de la memoria y posibles proyectos de cada uno. Él escribía sobre el factor imprevisto en el documental, algo que a mí me fascina y que conecta con todo lo imprevisto de mi libro balcánico, y me trajo dos películas de los Balcanes y otras que añadió, relacionadas con el tema de la memoria, con muy buen criterio.
A todo esto el aparato de música ya suena maravillosamente y si sigo así me arrancaré por bulerías, como dicen en el Sur. Mi instalador ha querido cambiar completamente de música para comprobar la versatilidad del equipo. Hemos pasado de la música sacra y luego casi contemporánea, a un dj versionando, piezas de los setenta, fusión y coros celestiales clásicos que no me había atrevido a poner tras la muerte de mi padre... ¡Cuánto tiempo escuchando un equipo viejuzo y telarañoso... Me han vuelto escenas antiguas de un robo y una reposición generosa, que enlazaba con la de ahora. ¿Cómo explicarlo? En esas escenas de generosidad o de apoyo dedicados a mí, resucita un viejo espíritu herido en la infancia, un encapuchado con una guadaña o el nombre de mi maltratadora, tengo que hacer momentáneamente el proceso de aceptar que yo pueda merecer tales impulsos, ya que viví mucho tiempo con la idea interiorizada de que sólo merecía punición y procuré incluso no alejarme de ese terreno. O tal vez sólo era la mejora técnica y ese extraño efecto de la música que, de pequeña, en una iglesia barroca y con un órgano magnífico, creí confundir con la fe (descubrí que no creía cuando nos cambiaron a la capilla pequeña y sin órgano ni coro). Y había más: G. acababa de levantarse de una siesta y estábamos de pronto los tres y yo recordaba otra escena con música los tres, muchos años ha, y era inevitable pensar en lo roto. El pasado en el presente en medio del polvo y el desorden de mi cueva. Por suerte, estoy rodeada también de seres irónicos y aun puedo reírme de mis disfunciones. Mi editor, para celebrar, me ha mandado una escena kitsch. Hilarante. Confieso que al escuchar el sonido transparente y cálido que ahora llena mi cueva de Alí Babá casi me echo a llorar, en tres ocasiones, pero me he contenido.

martes, 13 de enero de 2009

Esta mañana de sol radiante

Foto: Manel Sòria, Presentación de La plaza del azufaifo, 2008
He tenido que madrugar y olvidar mis ejercicios para visitar un lugar misterioso del que por desgracia no puedo hablar aquí. El decorado era increíble, una especie de catacumba profana, un lugar novelesco y extraño donde quien me acompañaba fue prisionero durante una hora, por la negligencia de quien vigilaba. Al alejarme he pasado junto a dos magnolios inmensos, un ciprés, un ficus... extraña isla en el desierto de cemento de esta ciudad. Por cierto, siento muchísimo que Bohigas defienda Lesseps. Me extraña que no se dé cuenta de que la pérdida de la frondosidad, la quietud, la tierra, los pájaros y la sustitución por más cemento y esa horrible escultura de hierro, de falsa vanguardia como dijo Victoria Combalía, es de juzgado de guardia y una ofensa para los que tenemos que atravesarla. En cuanto a los vecinos que se dejaron engañar por los forajidos que la hicieron... sólo se me ocurre citar a Moisès Broggi: "Sin educación, la democracia no funciona." Ya sé que Bohigas encargó esa otra plaza de pesadilla al mismo arquitecto hace años, y creí que habría cambiado de opinión con el tiempo. Pero no. Por cierto que Combalía habló de otra posición polémica de Bohigas con la destrucción del Museu Tèxtil i de la Indumentària: la extraña política barcelonesa de destruir todos los museos pequeños e históricos, llenos de encanto, para albergarlos en macromuseos mal hechos; estoy de acuerdo con ella.
Pero otra vez mezclo temas de mi otro blog en éste. Y es que a veces, mi cabeza no separa como debería, a pesar de mi estrategia de los compartimentos y del sueño del costurero chino... Y hablando de sueños, anteanoche soñé que alguien que conozco y al que vi hace poco intentaba explicarse, pedirme, pero sólo movía los labios y yo no podía oírle. Yo le miraba muy de cerca: era un momento de emoción contenida y de estupefacción. Luego, yo se lo contaba a V. y ella me preguntaba: "¿Pero cómo los movía?" y yo entonces, en uno de esos extraños gestos de los sueños, movía los labios como lo hacía él, o a veces se le veía en un rebobinado, rehaciendo sus gestos, y V. explicaba el significado, explicaba que no podía, me pedía que le dejara acercarse... Sus frases daban lugar a otras preguntas. Cuando le preguntaba de nuevo a V., ella se encogía de hombros sonriendo y me enseñaba una habitación preciosa, dedicada a una promesa suya. Yo le preguntaba por el objeto de aquel deseo y ella me lo mostraba entonces, creciendo, en otra de esas transfiguraciones de los sueños. V, estaba muy guapa, como lo estaba el sábado cuando la vi en la manifestación.
Después he vuelto a la vida corriente, con sus cops amagats, sus largas series de imprevistos y todos los obstáculos que retrasan mi preparación de la cuarta conferencia del ciclo. Por cierto que algunos me dicen que se han apuntado, esperemos que haya quórum... ¡Y espero no decepcionarles!
Ayer estuve en una reunión de la memoria histórica y el psicoanálisis. Se acercan unas jornadas sobre el exilio que reharán ese recorrido de entonces, con la emoción de los supervivientes que lo revisiten en un homenaje. Mi participación consiste en presentar una mesa de alcaldes de todas esas localidades donde ocurrieron hechos importantes, enterrados en el olvido forzoso de la dictadura, durante tanto tiempo. Y para mí se añade algo simbólico más: es en La Jonquera, donde mi padre trabajó un tiempo, mis primeros cinco años, en mi cautiverio de Figueres, de donde sólo su retorno a casa me liberaba, al menos en parte, de los golpes y del cuarto de la caldera. Será como visitar su territorio mucho tiempo después, cuando ya no puedo decírselo. Y ése es el extraño azar de las cosas, que actúa de nuevo añadiendo elementos simbólicos internos a los colectivos, que para mí también resuenan y significan.
También hablamos de Palestina e Israel. Yo sólo me asombro de que tanta gente crea que uno tiene que posicionarse con Hamás o con el gobierno de Israel. Sigo preguntándome cuánto tardarán en darse cuenta palestinos e israelíes de que han elegido el gobierno equivocado; y no es arrogancia, no es que yo sepa nada, es sólo que desde lejos, a veces, se ve con claridad que todo está equivocado. La desigualdad es monstruosa y la vida en Palestina casi imposible, asfixiada, estrangulada ya con el muro y antes de esta guerra, pero con Hamás no parece fácil que ninguna negociación prospere. A mí me asombra que el mundo no presione más a Israel, que no les fuerce a ese alto el fuego y a abandonar esa ocupación. Porque las consecuencias, además de toda esa sangre derramada, que no tiene vuelta atrás, nos afectan a todos. Y encima, esa gente que confunde todo o que aprovecha para expresar su antisemitismo: en Barcelona han atentado contra la sinagoga. Todo equivocado e injusto (Y una vez más, mi blog Polis se me ha colado en Crucigrama).
He escrito un artículo para la revista Metrópolis sobre el azufaifo, la ciudad, los árboles, el ayuntamiento. Es martes. En dos días mi libro balcánico empezará a llegar a las librerías. Hoy llamó la primera radio.
Dos cosas más. Ayer E. decidió darle otra vida a un sombrero suyo regalándomelo. Yo subí la cuesta de Muntaner sintiéndome como si j'avais mille ans, en una de esas oleadas hormonales que parecen ensombrecerlo todo estúpidamente, y preguntándome por qué me miraban entonces. Esta mañana E. ha llamado con gran griterío de fondo para contarme un sueño. "Oigo el ruido de bar español", le he dicho. Y ella se ha reído. Ayer intentamos tomar algo y conversar en dos bares, en vano. El ruido era siempre ensordecedor. Al fin le leí mi cuento homenaje a Dorothy Parker en el saloncito de su casa familiar, rodeadas como siempre de sus pinturas y su talento envolvente. Y la segunda. Me gusta esa foto de Manel Sòria. Las cámaras analógicas tenían esa simpatía hospitalaria y nos acogían con justicia, no como el horror digital. O tal vez es que mi tercer plano siempre es mejor que el primero y el segundo. En cualquier caso, es una bonita foto. Y tres: mi amiga de NY me ha puesto un poema dedicado en su blog.
¡Por cierto, no se olviden de los árboles! Pueden firmar aquí. Y recuerden que no hay que hacer caso de esa petición financiera de la web... ¡nada que ver con nuestro manifiesto!
MI ARTÍCULO DE LA VANGUARDIA CULTURAS AQUÍ

domingo, 11 de enero de 2009

El deber cumplido... a trancas y barrancas

Foto: I.N., Puerta de Marguerite Yourcenar, en un jardín público semioculto de Bruselas, 2008.
Ayer fui a la manifestación de apoyo a Palestina (pueden ver una crónica en Polis). La cantidad de gente nos emocionó y acabamos haciendo todo el recorrido, aun desde los márgenes, lo que significó más de cuatro horas en la humedad fría de la calle. Hoy he pagado las consecuencias: mi constipado ha empeorado y mi tendinitis, que parecía ya anticipar felizmente su final, ha vuelto a rabiar. Me habría gustado pese a todo irme por ahí también por la tarde, pero no podía. Dorothy Parker me esperaba en casa: tenía que acabar el texto de mi conferencia, cosa que en efecto, he cumplido. Más vale tarde que nunca. Lo curioso es que lo paso tan bien con mis escritoras elegidas que luego me cuesta horrores no seguir leyéndolas. Naturalmente, dado que yo no soy experta en nada, mis conferencias sólo son lecturas particulares de esas autoras, no exhaustivas ni completas, sino simplemente inmersiones caprichosas y llenas de mis conocidos meandros. Espero no decepcionar a nadie. La verdad es que cada vez que alguien amigo y con criterio me dice que se ha apuntado al curso, por un lado me alegro y por otro me echo a temblar. Pero una vez oí decir a un diseñador que antes de crear algo siempre tenía un momento negro, en el que pensaba que no podría cumplir el encargo y que sus clientes se habían equivocado dirigiéndose a él. Y luego, en medio de esa oscuridad, surgía la idea.
Por cierto que ayer E. me dijo que plasmara en uno de mis cuentos una historia que me ocurrió con alguien que trabajaba en un museo y yo le dije que sí, sin darme cuenta de que ya lo había hecho. Fue V. quien me recordó que precisamente en un cuento mío que homenajea a Dorothy Parker incluí la historia del chico del museo, aunque le trasladé a otro tipo de institución. De haberlo hecho ahora habría afilado aún más el final... ¿O aún podría hacerlo? Lo comprobé visitando un momento el archivo de esos cuentos, y sentí a la vez una alegría de recordar cómo es ese libro y una tristeza de que ninguno de los editores a quienes se lo he dado haya dicho aún nada. Y por otra parte es lógico: uno lo tiene hace unos días, otra no lo ha recibido aún por las fiestas y por un cambio de dirección, otros dos o tres hace dos meses o uno y medio. Es poco tiempo... Tal vez. ¿O quizás con la crisis es imposible que una escritora como yo -que no es famosa- publique unos cuentos en este país? ¿O debo esperar que mi libro balcánico arrastre con su fuerza a esos cuentos hasta la edición? Es terrible la impaciencia de mi deseo, la urgencia de ver esos cuentos en la calle, de que alguien pueda leerlos y devolverme algo encontrado, de que se hagan públicos. Yo creo que en esos cuentos hay una gran agitación vital que se despliega, pero quién sabe, nunca sabemos del todo lo que escribimos hasta que lo leen otros. Y por otra parte, las lecturas en voz alta que fui haciéndole a mis interlocutores de confianza fueron muy reveladoras y me llenaron de expectativas. ¿Pero queda algún editor por estos lares a quien interese descubrir literatura contenporánea que no sea novela ni tenga un éxito garantizado por haberse publicado en otro país o haberse vendido los derechos en cine o ser un clásico?
G. ha venido un momento. Su nuevo proyecto de estudiar cine documental empieza a dibujarse vagamente. De pronto, hablando de la pancarta, que L. comparaba a un poema visual de Brossa, G. se ha acordado de una especie de caligrama de Salvat Papasseit sobre las hormigas que leyó en el bachillerato y que está reproducido en no sé qué calle. Cuando habla así vuelvo a pensar que G. tiene su cabeza prodigiosa de vacaciones y me pregunto si alguna vez y cuándo volverá utilizarla para leer.
Entre el jueves y el viernes se distribuirá mi libro balcánico. Supongo que algunos libreros no lo recibirán hasta el lunes siguiente. ¡Qué impaciencia! Yo sé que en ese libro, si se molestan en leerlo, encontrarán algo que falta, algo que no se ha hecho en este país, algo que conecta con las guerras del momento y con la reflexión necesaria para entender nuestro agitado mundo. Y no soy yo, son las voces que he recogido y su animada conversación, que se une a la fascinación balcánica de mis trayectos.
Y ahora llega el momento de concentrarme en MB, mi tercera autora del ciclo. Otro placer. L. me decía el otro día que lo pasaba tan bien que desearía trabajar siempre en esto. Yo también. Investigar en autores favoritos, leerlos, escribir sobre ellos, buscar fotos, contárselos a gente interesada. Si hubiera más instituciones proclives y con presupuesto... (Ahora tengo ganas de proponer alguna charla balcánica, aparte de la presentación de mi libro, que será el martes 3 de febrero en la Central, y de la charla que daré en abril en Amics de la Unesco). Vuelvo a aquella escena del colegio en que, cuando llovía, en la clase me pedían que contase algo y yo me sentaba en una mesa y contaba lo que fuera: podía ser un libro, una película, un sueño... Yo no entendía por qué querían que yo hablase, si sería que todo el mundo era perezoso y a mí me gustaba contar...
Por cierto, he leído a VM en su Dietario Voluble del domingo y me ha producido ese efecto cálido y reparador que las heroínas de Jean Rhys encontraban en una copa y la fosforera de Andersen en una cerilla encendida y Johnathan Safran Foer en... Me gusta mucho cómo empieza. Cómo se forcejea y batalla por eso que cambia y que algunos lectores fijan en un momento que ya no existe. Y eso que él no tiene que esperar a que sus editores se decidan, sino que ya están esperando sus libros para llevarlos a la imprenta. En cambio mis cuentos... ¿hasta cuándo? ¿Habrán envejecido cuando les llegue el momento? ¡¡¡Algunos editores ya me han dicho que tienen lleno hasta 2011!!! Quién sabe qué habrá sido de mí entonces...

jueves, 8 de enero de 2009

Me han mandado un poema

Foto: I.N. Árbol enmarañado del invierno belga, dciembre 2008
AYER
Ayer fue miércoles toda la mañana.
Por la tarde cambió:
se puso casi lunes,
la tristeza invadió los corazones
y hubo un claro
movimiento de pánico hacia los
tranvías
que llevan los bañistas hasta el río.
A eso de las siete cruzó el cielo
una lenta avioneta, y ni los niños
la miraron.
Se desató
el frío,
alguien salió a la calle con sombrero,
ayer, y todo el día
fue igual,
ya veis,
qué divertido,
ayer y siempre ayer y así hasta ahora,
continuamente andando por las calles
gente desconocida,
o bien dentro de casa merendando
pan y café con leche, ¡qué
alegría! La noche vino pronto y se encendieron amarillos y cálidos faroles,
y nadie pudo
impedir que al final amaneciese
el día de hoy, tan parecido
pero
¡tan diferente en luces y en aroma!
Por eso mismo,
porque es como os digo,
dejadme que os hable
de ayer, una vez más de ayer: el día
maravilloso que ya nadie nunca
volverá a ver jamás sobre la tierra
PALABRA SOBRE PALABRA - Ángel González
La convocatoria para la manifestación de mañana sábado por la tarde aquí.
Y el manifiesto para evitar que sigan talando los árboles de Barcelona, aquí. Y recordad que la petición de dinero de la web nada tiene que ver con nuestro manifiesto: ¡ignoradla!

miércoles, 7 de enero de 2009

Con este frío

Foto: I.N., Al pie de un árbol cualquiera, en Bruselas, 2008 Ayer me quedé refugiada en casa todo el día, aprovechando que J me trajo los periódicos a cambio de un té y que los camellos habían hecho su trabajo para G, que durmió hasta tarde. A mí no me trajeron nada, que quede claro, pero ya me habían traído las musas o Atenea o Hermes mi nuevo libro balcánico, y hoy se dispara mi impaciencia de que llegue a la prensa y alguien se dé cuenta de que es el primer libro que aborda esa guerra organizada y perpetrada por escritores, desde el punto de vista de los escritores, y de que sus primeros lectores son entusiastas. Y de que esté en todas las librerías. V. volvió a escribirme para contarme (con su generosidad entusiasta) que ya lo había acabado: "Acabé tu libro hace ya un rato, además como temía que acabara lo he ido alternando esta tarde con esa efervescencia intelectual china que has despertado en mí y he estado leyendo sobre una Carta presentada por la disidencia china este mes de diciembre con motivo de la declaración de derechos humanos y sobre un intelectual que me ha gustado mucho, Liu XiaoBo que está arrestado desde entonces... Tu libro me ha abducido y me ha transportado a muchos lugares y estados, he disfrutado MUCHO de la discusión inteligente, de tu tesón, del alcance de tu deseo de saber, de entender, de que los demás transmitieran. De tu escucha, compartible. He entendido mis resistencias frente a muchos discursos sobre lo social que siempre me acaba pareciendo falso o superficial, lejano a cualquier verdad, en cambio aquí, esa pluralidad de voces que propones, al estar hablando desde la subjetividad y desde la intimidad no devienen nada de eso, son todas verdaderas... He aprendido mucho además sobre la historia de Europa, sobre el encuentro de ese enclave con Oriente, de la memoria, lo cultos que son, los cruces y la multiculturalidad (aquí los modernis se quedan cortos) También admiro mucho tu talento para leer la ficción, para desvelar su esencia, para justificar su lugar. La entrevista de IM está llena de humor y de ironía, el viaje a Kosovo también, y chapeau por haber dejado tal cual y haber sido tan comedida la 'entrevista con el vampiro'. Es escalofriante leer su aparente civilización, su discurso perfecto y medido. Y ayuda eso que dices sobre aquel médico que vais a escuchar el día anterior, que ni es ni un convencido ni un corrupto sino un cínico... Tus conclusiones son impecables. Yo siempre encuentro cosas que me llevan a tu lugar psicoanalítico. Ahora todo está aún bullendo, he de volver a todas esas cosas que ignoraba sobre la historia más reciente y cercana, ¡Europa! Y que son reveladoras de tantas cosas que nos ocupan, atañen, preocupan y rodean. Es además un "objeto" amable y bello como libro, como recorrido, en su arquitectura, como decía tu amigo, en fin, que te fumes un puro esta noche, porque este libro va a suponerte un reconocimiento muy grande, no lo imagino de otro modo. Y felicidades a tus editores!!!"
La presentación será el martes 3 de febrero, pero ya lo anunciaré aquí con sus detalles.
Mientras, sigo preparando las conferencias, el seminario del Institut d'Humanitats que empieza el lunes 26 de enero (siempre que haya bastantes asistentes apuntados) y ocupa cinco lunes seguidos. Lo estoy pasando muy bien preparándolas, aunque como siempre, me falta tiempo. Toda investigación se burla de nosotros, seguimos encontrando y recibiendo material y respuestas y más preguntas cuando ya hemos dado por acabado un tema... Hoy me llega un libro que se añade y que plantea nuevas posibles búsquedas sobre una autora cuando yo ya había pasado a la siguiente...
Esta mañana se había perdido el mando de canal satélite y no podía ver ARTE tv ni nada en el desayuno, G y yo hemos hecho una batida en vano. He llamado a canal satélite, me han pedido el DNI, la dirección, el teléfono y otros datos más para revelarme la lista de tiendas (secreta) donde podría comprar otro mando. Todas estaban en la periferia y además, me han dicho que sólo llevando mi contrato, que naturalmente no tengo localizado, me lo podrían vender. ¡Parecía la URSS pero pagando! Les he dicho: "En vez de cuidar al cliente y premiarle por su fidelidad, en un momento en que otras compañías nos tientan con ofertas y mejores precios, ustedes procuran que se vaya..." Pero los que contestan esas llamadas siempre son impenetrables, si no no estarían ahí. O bien no están programados para pensar y cuando se les dice algo imprevisto, repiten otra respuesta prefijada, aunque no encaje. Como en aquella escena de la llamada grabada de Misterioso asesinato en Manhattan. Luego, naturalmente, he encontrado el mando haciendo de señal en un libro de Dorothy Parker.
Por cierto que le estaba contando a Cacho de los destrozos que el temporal hizo en Cadaqués (algunos hablaban de tsunami, ya que dos días antes hubo un terremoto en Milán y luego otro menor en la Seu d'Urgell), rompiendo los muros de piedra seca y destrozando la costa, desmoronando el camino de Sa Conca, haciendo un agujero enorme en la Riva, cerca del Café de la Habana, por donde cayó el coche de bomberos, con olas de seis metros que invadían las casas costeras. Hubo una casa en Els Caials que una ola arrasó y encontraron los muebles en Sa Conca, al otro extremo del pueblo! Y Cacho ha interpretado con cierta justicia poética que tal vez el espíritu de su amigo JLGF, justamente enfadado con el pueblo, les había sacudido...
Lean si quieren mi primera reseña crítica en la red; hace ilusión (y abruma) una lectura tan atenta, inteligente, capaz de llevar el libro más allá para explicarlo con sus múltiples sentidos.
Y lean en Polis algunos pensamientos sobre lo que está ocurriendo en el mundo y sobre el amigo blogger iraní, con links de nuevos datos.
La foto está dedicada a esos políticos municipales que van diciendo que en Barcelona hay más árboles que en el resto de Europa, y es porque cuentan esos palitroques escuchimizados y reprimidos en alcorques diminutos. Ese pie de árbol belga muestra lo que es un árbol, las dimensiones que tiene, no sólo por el clima, que también, sino también porque se les deja crecer, se les poda convenientemente y no se los acuchilla, castiga ni tala como aquí.
¡No olviden seguir firmando aquí el manifiesto para salvar los árboles de la ciudad!

domingo, 4 de enero de 2009

En medio

Foto: I.N., pavimento en Bruselas, diciembre 2008
Me he pasado la tarde forcejeando con mi texto de una conferencia, accediendo desde los bordes, recopilando notas deshiladas desde anoche, muy tarde, porque parece que a última hora se acaba mi bloqueo... Iba a ir al cine a ver una italiana, pero al final me he acabado quedando aquí con Jean Rhys. Tengo un montoncito de libros para cuando acabe, sueño con ellos, se añaden más, uno era una recomendación de Vila-Matas, Mis dos mundos de Sergio Chejfec, otro Desde la ciudad nerviosa del propio VM, y Lectura y locura de Chesterton (que reservé en el librero de la calle Berlinès), aparte de todo el pack Alba navideño del que ya hablé. Pero sigo fascinada explorando el mundo de Rhys y pensando en mis hilos, en la nervadura de las ideas que quiero contar.
He hablado con E. y ella me decía que la maldición que me lanzó Jacques le fataliste era materia de cuento. Y es verdad, pero tengo abandonado ese género, no sé si por las conferencias inminentes o por la espera a que algún editor me diga que sí a ese libro.
Y mientras, V. está leyendo mi libro balcánico y me dice cosas magníficas [me gusta muchíiiiisimo, me he leído de un tirón 90 páginas, y lo subrayo y encuentro muchas cosas que me gustan y es una mezcla de relato, crítica literaria, historia, periodismo (bueno) y mucho, mucho pensamiento, se lee como si nada y me gusta cómo se alternan las voces, la tuya y la de los otros, y las distintas vidas y edades y lugares... Estoy segurísima de que va a ser un libro que interesará a mucha gente... Pues sí, el libro me está gustando, y lo encuentro necesario, está lleno de cosas buenas, de inteligencia y de vida, me parece además importante que puedas compartir con la gente todo ese trabajo, lectura, viajes, conversaciones, todo el trabajo tan cuidado, tan pensado... Está lleno de preguntas que se contestan con múltiples respuestas, las cuales se cruzan, se completan, se matizan, y sobre todo que invitan a pensar a cada uno en lo suyo, en lo otro... y esa mediación de la literatura es perfecta, permite hablar de otras cosas y hablar de la guerra transversalemente, conectarla con otras cosas, quizá la única manera de hablar de ella implicando lo personal; en fin, lo estoy disfrutando mucho, mucho...] me hace auténtica ilusión que lo lea, hoy me hablaba de esas voces del libro, de la escucha, como la escucha psicoanalítica, de ser atravesado por esas historias de otros (no se pierdan su post de hoy, ni esa foto!). Ayer o anteayer me escribió un amigo crítico que milagrosamente lo había leído (por un azar de las cosas llegó a sus manos; cosa que parecía imposible, pues aún no se ha distribuido ni a la prensa) y decía cosas como: "Me ha gustado la acendrada arquitectura de perspicaces entrevistas e inteligentes respuestas. Hay una progresión en la información y, sobre todo, queda patente el espectro de sentimientos y emociones de todos los entrevistados respecto al drama acontecido en aquellas remotas tierras. El repaso a los escritores balcanico hace justicia a su buena (y aquí­ prácticamente desconocida) literatura. Tu tenacidad y valor para escribir este ensayo-reportaje es encomiable. Enhorabuena de nuevo."
Y esas primeras lecturas se agitan como mariposas en mi cabeza, y alivian mi impaciencia, esa prisa por repartir el libro, que todo el mundo lo tenga. Hoy la Belle Hélène me ha dicho que esta vez quería comprarlo.
En medio ha venido G. y una frase suya, tan natural, me ha parecido clave para despreocuparme de un pensamiento oscuro. Luego ha llegado un mensaje de Linda, conectando su mirada de los árboles con la mía. Alguna conversación con J. Muchos mensajes sobre lo que está ocurriendo en Palestina. La renovación de las afinidades. Finalmente un momento yoga. Y ahora me retiro, a seguir leyendo y anotando...
Por cierto, algunos siguen firmando el manifiesto arbóreo y esa lista es ya muy colorida y significativa. Hoy han firmado dos arquitectos más, Zaida Muxí y Josep Maria Montaner. La republicaré un día de estos aquí arriba. Me pregunto si dará que pensar a nuestros arboricidas políticos municipales.
Y aquí una elegante y sutil animación de Aurora Gasull para Yamaha...

jueves, 1 de enero de 2009

¡2009!

Foto: I.N., árbol en un parque, Bruselas, 2008.
Había anochecido y las estrellas trepaban por el cielo.
Nos paramos, en silencio, al pie de la casa.
Había en nosotros y sobre nosotros algo eterno.
Friedrich Hölderlin, Hiperión