martes, 30 de diciembre de 2008

¡Mi libro balcánico ya existe!

Ha llegado a mi casa en el mismo momento en que salía fugazmente el sol, como una promesa de cambio. Ha quedado precioso, o eso me parece a mí. Estoy feliz de que no tenga tapas duras, confieso que no me atrevía a preguntar a los editores. Y es que yo quería darle justamente la ligereza que ahora tiene, por sus trescientas y pico páginas. El grafista de Alba (P. Moll) ha hecho su trabajo a conciencia, e inteligentemente. Volveré a sacarlo aquí cuando salga en la web de Alba, mejor fotografiado. Cuando llegue a las librerías, el 15 de enero aproximadamente. Ahora sólo quería mostrar aquí mi celebración porque ha culminado el esfuerzo de mucho tiempo, pero vivido como una aventura de búsqueda e interrogación, con toda mi pasión balcánica convertida en un objeto libro, para que otros lo lean. Mi impaciencia para que llegue a los lectores es grande. Ojalá alguien en los medios quiera darle el espacio que necesita para llegar a ellos. En cualquier caso, yo procuraré apoyarlo desde aquí.
Copio aquí un extracto del texto de presentación del libro, para dar una idea:
Isabel Núñez, Si un árbol cae. Conversaciones en torno a la guerra de los Balcanes La autora viajó a Sarajevo, Ljubljana, Zagreb, Belgrado y Pristina, las principales ciudades de la antigua Yugoslavia para hablar con escritores de ficción, poesía o ensayos literarios sobre la guerra, intentando comprender lo que ocurrió y cuáles fueron las razones del único conflicto militar en Europa en la segunda mitad del siglo XX. Por primera vez, un libro da la palabra a escritores para explicar una guerra donde los escritores fueron protagonistas (muchos de los principales actores de la guerra se definían como escritores, poetas, historiadores o intelectuales: Slobodan Milošević, Mira Marković, Radovan Karadžić, Franjo Tudjman, Miroslav Toholj, Ivan Aralica y muchos otros). Es un libro de viajes, pero también de crítica literaria, y conversaciones: Los entrevistados parecen hablar entre sí en esas páginas y en su animada discusión empezamos a comprender cómo es posible organizar una guerra en nuestro mundo. Escritores de tres generaciones componen el paisaje del fin de la era de Tito, con su particular especie de comunismo soft y la fraternidad multicultural que se destruyó con un fiero y sangriento nacionalismo. Vemos cómo algunos intelectuales y políticos, para mantenerse en el poder tras la caída del Muro y del comunismo, se convirtieron en nacionalistas excluyentes y manipularon el difícil legado de la II Guerra Mundial en Yugoslavia, con sus duras historias familiares y las heridas de cada grupo étnico.. Nos interrogamos con ellos sobre la parálisis de Occidente y su responsabilidad en ese conflicto... Y surgen algunos de los hechos que contradicen la visión oficial de las guerras balcánicas, y los estereotipos. Casi nos parece andar por esas ciudades desconocidas, con su combinación de mezquitas turcas, iglesias ortodoxas y católicas, edificios austro-húngaros y urbanismo de estilo soviético, con bosques frondosos y pastelería de tradición vienesa, y el drama que aún humea en los lugares destruidos.
Y al mismo tiempo nos llegan los efluvios de la mejor literatura eslava contemporánea, con su humor negro, su acerada ironía, su mezcla cultural, la visión Östeuropea del siglo XX. Porque la ficción y la poesía pueden ser una fuente de conocimiento para entender cosas que no encontramos en los libros de historia o en la prensa. Entrevistas con: Andrej Blatnik, Grozdana Čvitan, Aleš Debeljak, Slavenka Drakulić, Ferida Duraković, Zoran Ferić, Tatjana Gromača, Aleksandar Hemon, Nerimane Kamberi, Ozren Kebo, Migjen Kelmendi, Igor Lasić, Shzelken Maliqi, Igor Marojević, Jadranka Pintarić, Nenad Popović, Roman Simić, Simona Škrabec, Svetlana Slapsak, Igor Stiks, Flaka Surroi, Vladimir Tasić, Jasmina Tesanović, Miroslav Toholj, Dubravka Ugrešić, Dusan Velicković, Nenad Velicković, Marko Vesović, Vule Zurić.
Tengo que decir que ayer recibí la copia del programa de Sánchez Dragó en el que participé, Las noches blancas, para promover la antología de Funambulista editada por José Ovejero. Aún no me he repuesto del shock. Me alegro de que no se haya emitido aún (espero que será útil para mi libro balcánico y para La plaza del azufaifo) y no pienso avisar a nadie de la fecha de emisión. Y no hablo del contenido, que me pareció interesante, aunque estaba demasiado horrorizada por lo que veía para apreciarlo. Verme en esas imágenes fue terrible. Sólo logré encontrar parecido con aquel monstruo de Star Wars que no tenía contornos ni separación entre cara, cuello y tronco. Humpty Dumpty era una belleza estilizada comparado con lo que vi. Fue espantoso y no sé cómo logré que no se filtrase en mis pesadillas. Creo que, si vuelvo a la televisión, será con burka. Por suerte, yo no me veo así; creo que los espejos son más clementes que ese invento demoníaco del vídeo y la imagen digital. En cambio, dos de los autores se veían impecables. Y es que este formato no perdona la falta de angularidad o de arquitectura, o de aristas en una cara. No pude verlo entero; de haberlo visto, habría pedido hora a Pitanguy. Y es que tal vez ha llegado el momento de ser sólo una voz y mirarme sólo en los espejos más hospitalarios, o en las miradas de algunos.
Por cierto, en cuanto a los árboles, vayan al blog de Manel Armengol. Allí también se puede firmar el manifiesto arbóreo, además de contemplar imágenes de los árboles que nuestros políticos municipales y sus arquitectos pretenden arrebatarnos. Y mucha gente significativa sigue firmando aquí: creo que esto debería hacer reflexionar a nuestros políticos municipales, que se han alejado tanto de la opinión de la ciudad, con esa arrogancia típica en este país de quien lleva tiempo en el poder y cree que el electorado es incondicional.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Retorno belga y pequeño homenaje

Foto: I.N. Árboles enmarañados en Bruselas, 2008
He vuelto de la helada Bruselas. Al llegar al aeropuerto vimos a Trichet, que salía huyendo y quise pararle y preguntarle "Trichet, com ho tenim?", pero él tenía demasiada prisa. Otro día pasamos frente al Parlamento europeo y los edificios de ministerios, rodeando ese inmenso parque de árboles enmarañados y tropezamos con un pelotón de periodistas llenos de micros gigantes que acosaban a un diputado, al que intenté fotografiar, pero se enfadó por una pregunta, agachó la cabeza y se alejó con gracia equina, y tuvimos que preguntar a la pareja de policías de qué partido era: "Mr. Di Rupo, socialiste", nos contestaron. Todo estaba rodeado de camionetas de tv. "¡Un país sin gobierno!" me escribió Tigridia. Pero aunque cuesta concluir algo sobre la idiosincrasia belga, creo que la excentricidad, las contradicciones y las situaciones extrañas son inherentes al espíritu del país. De todas formas, paseábamos siempre por donde ocurrían las cosas. Un día retuvieron a unos rehenes muy cerca de donde estábamos, otro día salimos del ascensor de un hotel para encontrar policías con perros.
La ciudad es una extraña combinación de maravillas arquitectónicas y patrimonio espléndidamente conservado, con árboles y parques maravillosos, e inmensas zonas grises de oficinas sin vida, o barrios llenos de multitudes, con tiendas feas y olor a salchicha perruna. Tuve la suerte de ver el fondo del Musée de la Ville, con Boscos y Brueghels magníficos, que piden una contemplación larga y ensimismada, llenos de todos esos personajes entre la realidad y el sueño, una exposición Cobra montada con inteligencia, buen gusto y sentido común como no suelen verse en nuestro país (oh esos Alechinskys, esas piezas de Asger Jorn, Christian Dotremont, Karel Appel... y las mujeres artistas del grupo, como Else Alfelt, ese espíritu lúdico y colaborativo, de grupo, lleno de ironía poética, sin grandes egolatrías...), y recorrimos los lugares de la Bienal por la ciudad, la estación de tren, un Banco, etc. También fuimos al horrible lugar que es Charleroi (eso sí, con árboles inmensos y bien cuidados que se erguían desmañados como esculturas) al museo de la foto, donde vimos una colección importante y muchas fotos ya conocidas. Por cierto que esa noche, cuando nos fuimos de Charleroi tras una confusión de trenes que casi nos lleva a Essen pasando por Amberes, se celebró allí el concurso de mises y resultó elegida Miss Bélgica una chica turca.
En medio de esa estancia en Bruselas, leí inesperadamente en El País la sentida nota de Corredor Matheos de la muerte de José Luis Giménez Frontín y la noticia me impresionó y conmovió. Tal vez por su manera de ser tan británica, esa cortesía suya civilizada y reservada, yo no puedo decir que le conociera bien, pero siempre tuve la impresión de alguien cálido, empático, además de culto, inteligente y crítico, y sobre todo, algo inusual en el mezquino mundillo cultural de esta ciudad, alguien que era de verdad. Colega de La Vanguardia Cultura/s, amigo de mis amigos, hospitalario y buen conversador, como su mujer, Pilar Brea (y las historias de sus gatos). Ahora no puedo evitar recordarle tal como le vi en la presentación de sus memorias, radiante y agradecido a los amigos que acudimos a arroparle, reconocido y apoyado por personalidades significativas o incluso reconocido por ese mismo mundillo cultural barcelonés que pocas veces apoya a nadie, a menos que haya recibido previamente honores ailleurs, y que a mí me resulta tan árido y alergénico, tan escasamente hospitalario. Creo que alguien lo dijo en su funeral, que José Luis ha sido discreto y considerado incluso en su enfermedad, tan rápida, y en su muerte, como si no hubiera querido cargar a nadie con su sufrimiento. También recuerdo cómo me presentó en la conferencia de bloggers de ACEC, dijo "amiga de la casa y de siempre". Sirva este rinconcito de pequeño homenaje, como aquellos pequeños altares romanos a sus lares y penates, o como el poema de Vinyoli donde aconseja que cuidemos la memoria de nuestros muertos.
En esos días helados y grises de Bruselas (allí, cuando el sol aparece al fin, no sólo no calienta, sino que baja la temperatura y una acaba deseando que vuelva la grisaille), llegaba al hotel agotada y me sumergía en la lectura para mis conferencias. Vi una vieja película del coreano Kim Ki-Duk que me gustó, en la que el protagonista pasa las noches en casas ajenas aprovechando que están momentáneamente vacías y contribuye arreglando algo roto o haciéndoles la colada. Me perdí una película muda que pintaba bien, por el frío brutal. Nos costó encontrar las librerías (antes la ciudad estaba llena, según me han dicho), y fue una alegría llegar al Tropismes de la galerie du Prince, no sólo por el sutil artesonado de los techos sino por la selección maravillosa de literatura francesa y sus ediciones más cuidadas. En las librerías inglesas busqué un libro de Ford Madox Ford que necesitaba para mi conferencia. En la primera, bien dotada y con empleados cultos o más inteligentes, tenían tres o cuatro libros de ese autor, pero no estaba el que me interesaba. Al llegar a Waterstones, en cambio, la empleada no sólo no sabía quién era (Have you ever heard of him? le preguntó a su compañero, pensando que yo estaba loca), sino que intentaba desdeñar lo que no sabía como algo démodé. Es un clásico del siglo XX, le dije, como George Orwell o Virginia Woolf. ¿Tampoco los conocía?, no me contestó. Le hice buscar The Good Soldier en la red para que comprobara que existía Ford Madox Ford, que yo no lo había inventado. Pero ella era imbatible. Dijo con desprecio: This author is completely out of print! Le dije que en la librería inglesa cercana tenían tres libros suyos reeditados y flamantes, que estaba publicado en Penguin. Pero no me creía, o no sabía qué era Penguin, o tal vez pensaba que si uno ha cumplido más de treinta no tiene derecho a la vida. Como insistía en su desdeñosa ignorancia, insinué que tal vez Shakespeare le parecería anticuado. Ella se excusó diciendo que ella sólo había hecho un curso de literatura alemana. Esas situaciones me sacan de quicio. ¿Cómo puede ser que alguien que trabaja en una librería desdeñe autores clásicos y a sus libros maravillosos como si fueran ordenadores obsoletos? En la recepción del hotel había una empleada que no sabía nada de nada sobre su ciudad. Le preguntamos por el museo Horta (es como preguntar en Barcelona por Gaudí) y no sabía quién era, ni dónde estaba el museo, ni cómo se escribía. "Conserva la inocencia", pensé para mis adentros, recordando a una directora de publicaciones siempre empeñada en corregirme y que una vez me preguntó qué era "eso del Santo Grial". Hay gente que logra vivir impermeable a toda noción, a todo concepto, a todo nombre y que se enorgullece de su ignorancia. Por supuesto, la joven empleada, que parecía contenta de sí misma, nada sabía de la tumba de Magritte (tal vez ni siquiera sabía que el trompe l'oeil de la plaza le homenajeaba ni que hasta en los restaurantes aparece su famosa lluvia de siluetas con bombín), ni menos aún de quién era Broodthaers. Por cierto, me encantó ver algunos misteriosos y poéticos Magritte que no conocía y que no encuentro en Internet para mostrar aquí, y no digamos algunos Marcel Broodthaers. Es gracioso que yo tuviera durante años una postal de una pieza suya hecha de mejillones sin pensar que era una alusión a los belgas. Aún recuerdo nostálgicamente cuando le descubrí, su Musée de les Aigles, el catálogo que traduje para la Fundació Antoni Tàpies.
Otra exposición maravillosa que vi fue L'Un pour l'Autre, les écrivains dessinent, en el Musée d'Ixelles, comisariada por J.J.Lebel, con dibujos y cartas dibujadas de Apollinaire, Baudelaire, Proust (un dibujo sin ninguna perspectiva, muy gracioso, seguramente sólo un recordatorio de escena para su escritura), Althuser, Artaud, Breton, Burroughs, Michaux, Merimée, Jarry. Jouffroy, Maupassant, Valéry e tutti quanti... Una gozada. Para llegar al museo pasamos por una pequeña plaza preciosa, concebida sólo como homenaje a un árbol, algo que nuestros políticos municipales se niegan a darle al azufaifo (y amenazan con matarlo construyendo en la parte de abajo del terreno). Los árboles del museo también eran hermosos y sobre todo, esa manera de tratarlos, dándoles espacio para crecer y no considerándolos como en Barcelona mobiliario de quita y pon, maltratándolos y rematándolos constantemente. No, en Bruselas, como en toda Europa exceptuando España, los árboles son considerados patrimonio valioso y crecen a sus anchas, como esculturas extravagantes y libres. L. no se cansaba de mi manía de fotografiarlos, de hecho, los admira tanto como yo, y descubrimos ejemplares asombrosos que iré mostrando aquí. Dice L. que "en invierno los árboles desnudos de hojas toman otra dimensión y otra estética. Yo los veo muy musicales, me parece que bailan, al son de una música muy particular y cada uno a su aire, y con ese cielo gris crean un paisaje muy armónico, que casa muy bien..."
La cuestión es que lo he pasado muy bien estos días con L. en Bruselas, por la afinidad de gustos y costumbres y algunas manías comunes o al menos no incompatibles. A L. se le ocurrió un proyecto de guía europea que nunca se ha hecho y que podríamos proponer a un buen editor de guías, si tal cosa existe por estos lares. Por lo menos, la idea nos hizo reír. Ayer, mientras esperábamos en el aeropuerto, contemplábamos un auténtico desfile de personajes excéntricos y era tan interesante y divertido como una película. Al llegar al aeropuerto de Barcelona vi otra vez la horrible uniformidad de un país enormemente convencional, tradicional y asfixiantemente familiar, donde la mayoría de gente no sólo no lee sino que no sabe hablar, y van vestidos todos iguales. Siempre me resulta duro volver a mi realidad (mi persistente tendinitis, la necesidad de enclaustrarme para acabar lo pendiente, la ciudad sin árboles, llena de obras y ruido), pero esperaba un poco de sol para consolarme... Y es que la única consolación son las conversaciones con los amigos, la visita de V., que ha cuidado muy bien a Gilda estos días (dice G. que creará un grupo en Facebook titulado "Vanessa también cuidó a mi gata en Navidad") o la visita de S. con sus talentosos niños, o algunas conversaciones telefónicas...
En Polis, lean el artículo de Mas de Xaxàs en La Vanguardia sobre Hossein Derajshan.
Lean también sobre Palestina, Israel y la manifestación de esta tarde del lunes 29.
¡Y no olviden firmar el manifiesto arbóreo aquí todos aquellos que se oponen a la tala indiscriminada de plátanos, palmeras y acacias de la Diagonal para que pase el tranvía, la tala de los´almeces en la plaça Joaquim Folguera para ampliar la línea 9 (tala prevista para enero, que convertirá una placita frondosa y tranquila en una pequeña y nueva Lesseps), la tala de diversas especies arbóreas en el parc de la Ciutadella para hacer un aparcamiento. En estos últimos días han firmado Enrique Vila-Matas, Marcos Ordóñez, Sergio Vila-Sanjuan y otros tantos. No dejemos que sigan transformando Barcelona en un parque de cemento.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Los espíritus que nos habitan

Foto: Guillermo Aguirre. Yo en NY, desenfocada, el año en que vivimos peligrosamente.
A pesar de las predicciones apocalípticas, de la crisis que se extiende a todas partes, de los augurios de Jacques le Fataliste para conmigo, de su maldición chamánica, parece que los resultados de los análisis no son malos, aunque mañana tengo que visitar al dr. U., pero la sage homeopathe ha sido muy tranquilizadora por teléfono. La cuestión es que me he pasado el día en la calle, abstraída en recados diversos y en los trayectos leía despacio, a sorbos pequeños porque lo quería guardar para el avión, a la maravillosa Jean Rhys, en este caso After Leaving Mr. McKenzie, y en cada página hay al menos una muestra fulgurante de su insight, de su inteligencia poética, de su humor, aunque todo sea un charco negro de melancolía y yo siga pensando en E. aunque la acción ya no transcurra en Londres sino en París, pero esa chica solitaria, pensando en las musarañas horas y horas en su cuarto y recibiendo la carta semanal del señor McKenzie hasta que... Iba pensando yo que siempre ha habido injusticia en el mundo y gente talentosa y perdida en habitaciones cutres de las grandes ciudades, forcejeando contra el destino, y siempre la razón de las cosas ha estado sobre todo o casi sólo en la literatura.
Y pensando eso andaba feliz en el aire no tan frío de la ciudad iluminada. Me ha dicho una de las jefas de una charcutería de lujo que la gente seguía comprando, pero todo más barato. "Caviar por ejemplo -me ha dicho-, no tengo, me parece ofensivo ponerlo, porque hay mucha gente que está cayendo, incluso gente rica de siempre..." Yo no podía explicarme en qué consistía esa especie de nostalgia walseriana, como en aquellas excursiones suyas montaña arriba, a pesar de su pobreza, de su falta de recursos, había una ensoñación feliz, algo que... He visto a mi editora del libro balcánico, ella es muy alegre pese a su realismo, y se moría de risa con mis historias, dice que tengo vis cómica y que no es extraño que escriba cuentos. "Sólo tienes que hacer un volcado de lo que me has dicho", me dice... Y es verdad, pero una parte de mí se resiste a escribir esos nuevos gérmenes de cuentos hasta que un editor haya querido pujar por los ya acabados.
Y es que ayer, mientras forcejeaba yo en un probador con un vestido de Isabelle M., tuve dos llamadas insospechadas, una política pero que acabó tomando por sorpresa un cariz histórico-personal (el pasado que se agita en el presente, sí, con su fondo de tristeza e ineptitud mía frente a ciertas cosas, ¿qué sabía yo entonces, cómo podía haber ayudado a alguien que no quería, si a duras penas podía conmigo? y pese a todo, cuánta belleza y vitalidad perdida) completamente insospechado, y otra de Dubai, de emergencia metafórica y con un paisaje onírico. Y me preguntaba qué pasa con el teléfono en los probadores, y tal vez ésa sea la razón de que yo nunca me decida a ir de compras porque hace tanto calor con luces halógenas y el teléfono suena siempre con llamadas misteriosas e imperativas y yo no consigo salir nunca y al fin acabo comprando tal vez más o menos de lo que quería, ansiosa por salir de esos no-lugares y sospechando de los espejos trucados...
Una amiga italiana me ha pedido que le recomiendo un libro de VM para regalar y por un momento me ha convencido de que El viento ligero en Parma se llama en italiano Dalla città' nervosa, aunque parece que es otro, y el título de la ciudad nerviosa me ha gustado aún más en italiano, era como si Barcelona se convirtiera en una ciudad trémula, vibrante, un poco como aquella noche que se movía de Arthur Penn o como La notte de la que hablaba VM en los dos libros y en el deseo que esa película, donde Mastroiani era escritor, despertaba en él, que decidió convertirse en escritor para ser como Mastroiani y casarse con una mujer como Jeanne Moureau, escribiera lo que escribiese. Así que lo encargaré, si realmente es otro, Desde la ciudad nerviosa.
¿Por qué será que ese libro tan triste de Rhys me pone alegre? ¿Será Scrooge en la calle iluminada, la locura del consumo y la idea de que me voy y dejo atrás la atmósfera cutre de villancico franquista que predomina aquí durante la Navidad? Aún no he mirado las temperaturas de Bruselas. Aún no sé qué voy a meter en la maleta que me ha regalado J quien por cierto regala La plaza del azufaifo por Navidad y me hace dedicarlos), me pregunto si sabré abrirla o si me quedaré mirándola impotente, sin poder leer ni cambiarme de ropa ni... O si la reconoceré en la cinta transportadora. O si me sentiré como una hormiga en Bruselas, rodeada de frío y lluvia y moules et frites. Y si el frío será terrible y si resistiré la pesadilla de los aeropuertos. O qué dirá mañana el doctor U. De todas formas, los agoreros me han sugerido que podía tener enfermedades terribles estos días, y yo, que no soy hipocondríaca, estaba ya pensando en que tal vez era el momento de morir, que mis huesos se habrían hecho finos como papel de fumar, como insinuó con una sola palabra alegórica incluso la Belle Hélène. Y hoy parecía que nada de eso está cerca y que sigo siendo la que era. Pero, ¿a qué ese espíritu fogoso y vital que me anima?
En realidad, esto no es un post, es sólo la ampliación de un mensaje que he mandado a alguien, o un simple volcado, como dijo Paulina. ¿Saben qué libros me gustaría leer pero tengo que añadir al montón de espera? Mi autorregalo navideño: Hazlitt, El espíritu de las obligaciones, Dostoievski, Diario de un escritor, Zweig, Sueños olvidados, Stevenson, El emigrante por gusto, Kierkegaard, Johannes Climacus o De todo hay que dudar, Turguéniev, Páginas autobiográficas y una Guía de cementerios y tumbas literarios. Qué ratos maravillosos de tiempo robado...
Y dos cosas completamente en serio, que irían a Polis si yo tuviera claro que quiero mantener mi blog político y no dejar que todo se mezcle:
1) ayer me propusieron que participara en el debate sobre la Diagonal en instancias más oficiales; véanse, como muestra, los comentarios del post (yo le pedí al experto jardinero Joan Bordas que me acompañase) y 2) Lean a Vicenç Navarro en El País de hoy: 'Spain is different' o la impunidad mantenida. La tercera es que se ha muerto el escritor F. Casavella, a los 45 años.
Y una vez más, si les importa que no talen los plátanos, palmeras y acacias de la Diagonal, los almeces de la plaça Joaquim Folguera, la diversidad del Parc de la Ciutadella, firmen aquí.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Creí que nevaría

Foto: J. Aguirre, G y yo en la calle Muntaner nevada, 1993
Esta mañana he salido temprano, sin desayunar, lo que para mí es casi dramático, ya que el desayuno es una celebración y la razón principal para levantarme por las mañanas. Pero tenía que hacerme unos análisis -el traumatólogo tiene una tesis, y de paso se comprobarán, ay, los estragos de la medicación en mi pobre higadillo, tan melancólico como el misterioso bazo (que en inglés se llama spleen, es decir, que el bazo encierra también su propia e inexplicada melancolía). ¿Serán más melancólicos o más alegres aquellos a quienes se les ha extirpado el bazo? Al llegar a los laboratorios, me han dicho que ya no trabajan con mi mutua. Yo me sentía incapaz de salir otra mañana de mi casa sin desayunar y me han recomendado otra dirección. He tenido que andar un buen trecho y me sentía doblemente vulnerable en la calle helada, llena de rugientes leones y humos tóxicos, sin el confort interno y los placeres de mi desayuno. Al fin he llegado a esos otros laboratorios, que eran feos, estaban llenos de gente y tenían una iluminación que convertía la escena en una pesadilla. ¡Y la zona! Me había acercado peligrosamente a la parte baja o trasera del barrio de mi adolescencia y concretamente a la calle donde vivía un amigo flaco y moreno y burlón, que compuso para mí una canción (en la que yo no me reconocía). Al salir he visto su puerta, he recordado una escena en un bar de por allí y otra en el portal de mi casa y un sabor a fresas y cómo nos reíamos, o cómo era la habitación donde tocaba la guitarra. Todo sin duda distorsionado por ese ayuno insalubre, pensaba yo. Y me acordaba de Sherlock Holmes, que siempre dejaba de comer cuando tenía que pensar en serio y llegar a una conclusión o valorar los indicios. Me preguntaba si ese hambre matinal tan malsana me estaría produciendo más insight sin que yo lo advirtiera... o si sucedía lo contrario. He recordado un pasaje de mi libro balcánico donde un entrevistado serbo-bosnio habla del hambre que pasó durante el asedio de Sarajevo y cómo influía en sus lecturas. También sentía que había pasado una barrera y que tal vez no volvería a sentir hambre y eso me producía una sensación de ligereza y cierta euforia... hasta que he concluido que no desayunar era triste y que la vida sin desayuno no valía tanto la pena. Y entonces he llegado a mi casa y me he tomado mis litros de té.
He pasado la tarde envuelta en la melancolía ingeniosa y brillante de JR, mi segunda escritora de las conferencias. Uno de sus cuentos me recordaba tanto a mi amiga londinense, no sólo por la ciudad, sino por su espíritu. me he dado cuenta de pronto de que E. es un personaje de los libros de JR., o su reencarnación. Justamente E. me escribió ayer contándome unas escenas que podían haber estado en estos cuentos, con esa misma mezcla de romanticismo iluminado y condición desheredada por puro fatalismo y saludable autoironía y una inteligente risa argentina además del talento.
Más tarde he ido con J. a comprarme una maleta, su regalo navideño, y la maleta parecía idónea, pero el sistema de cierre era complicado y habrá que volver mañana. Mañana a mediodía he quedado para estrenar un café literario recién inaugurado. Hace tanto frío y al empezar la lluvia parecía que fuese a nevar. La gata Gilda sólo sale a la terraza de vez en cuando y enseguida pide que le vuelva a abrir. J. me ha pedido que le mandara unas fotos del año noventa y tres, cuando nevó en Barcelona. Me he quedado mirando el jardín enmarañado de palmeras que había en nuestro patio de manzana, ahora ya invadido por el cemento y las casas feas, pues han derruido con saña todas las casitas y han talado todos los árboles. Por eso ya no se puede respirar. Y por eso tal vez, a pesar de mi baja forma física de este año, es buena cosa que me vaya a Bruselas estos días, para andar por una ciudad racional, donde conserven el patrimonio arquitectónico y no borren la historia, ni se hayan empeñado en sacrificar todo el verde para cubrirlo de cemento.
Por cierto, ¿no quieren firmar para evitar las talas indiscriminadas? (Recuerden que la petición de dinero de la web nada tiene que ver con nuestro manifiesto).
En Polis, lean la carta de protesta indignada por esa maratón de tv3, que reduce el sufrimiento psíquico y la tristeza a la pura química para apoyar al poderoso lobby de los laboratorios farmacéuticos. Pueden manifiestar su repulsa aquí.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Vuelve Scrooge

Arthur Rackham, ilustración para A Christhmas Carol de Dickens.
Para bien y para mal, aquí está ya el espíritu de las Navidades pasadas. Y es que el pasado vive y se agita en el presente, como algunos sabemos. Eso sí, ha salido el sol y el destinatario de mi desafortunado mensaje de ayer no sólo me ha entendido, sino que ha dicho cosas muy buenas de mí, ¡qué alivio feliz ser comprendida! Y aunque no merezca yo sus elogios, siempre alegra que nos miren con buenos ojos (sobre todo los que tenemos miradas torvas de la infancia interiorizadas y prisioneras, a veces amordazadas y otras inquietantemente libres y atacantes, en un gabinete interno de la cabeza...). Y también alegra ver a alguien receptivo, a quien no le cuesta nada cuestionarse o ser autocrítico. Ya dije que mi interlocutor es ecuánime y reflexivo, cualidades que siempre he admirado y que son también curiosamente cualidades de G.
Por mucho que me desespera que G. no se decida nunca a estudiar, sigo admirando su forma de pensar, su ironía, su humor ingenioso, y me alegra (aunque me impaciente) verle por aquí. En el mismo día le suelto un bufido por haber venido demasiadas veces y luego paso a echarle de menos. ¡Es Scrooge, sin duda! Cuanto peor me encuentro (y anoche volvió la tos, a lo bestia, y varios síntomas más), más necesito saber de G., como si su condición joven me recargara las baterías.
También J. está sin duda poseído por Scrooge porque me ha anunciado que quiere hacerme un regalo de Navidad, un regalo especial, en su línea alegremente antiminimalista.
Al dorso, un blogger parece intentar convencerme de que cambie mis ideas sobre la familia, institución para mí maldita. Que cada cual haga lo que quiera. Yo siempre defiendo mis afinidades electivas. Ahora bien, dentro de ellas, está siempre G., tal vez porque yo elegí traerle al mundo y no podía ser más afín. ¿Lo ven cómo me domina Scrooge? ¿O será la gripe? Por cierto, para fortalecer mi espíritu contra la gripe, he encargado un Chesterton al librero de Berlinès, tiene un pintazo... Y eso me recuerda que no he ido a recoger mis libros navideños de Alba...
Ayer estuvimos ultimando resúmenes L. y yo para el programa de mano de nuestras conferencias en febrero-marzo de 2009, en otra institución. Me agobiaba mi retraso pero me gustan tanto mis protagonistas que sólo explicar su trayectoria y presentarlas, intentar explicarlas, me alegra. También buscábamos fotos de cada pareja escritora-fotógrafa y era divertido decidir cómo combinarlas. Ya he empezado a leer a la segunda, ¡placer de dioses!
No he contado aquí que la blogger mexicana Odette vino a la ciudad y nos convocó a unos cuantos para conocernos fuera del espacio virtual. Así que osé salir de mi encierro griposo y valió la pena. Estaba Nmp, que se iba hacia el sur, Antídoto, la brillante V. y el Dr. Frikosal , que añora a sus libélulas en invierno, y salí contenta de esa animada conversación con ellos. Odette sonreía como en las fotos de su blog, nos contó de Irlanda y de su periplo por este país (más incómodo y frío que en la sólida hospitalidad irlandesa).
Voy a tener que enclaustrarme de nuevo. Un librero-escritor vecino me ha prestado dos películas para esta noche. Cuando he bajado a buscarlas, había un grupo de mujeres de edad madura preguntándole por extraños lugares... ¡para una ginkana! En lugar de leer o ir al cine, se divierten con juegos de niños...
Voy a leer la prensa y a copiar en Polis un interesante artículo de Patricia Gabancho sobre el triste y feo urbanismo del cemento que se practica en Barcelona. No se lo pierdan...
El librero de la calle Berlinès ha enviado a la lista el texto que los compañeros de Alexandros Grigoropoulos, ese pobre estudiante de 15 años asesinado por la policía en Atenas, han leído en su funeral. Lo copio aquí (a mí me recuerda a mis propias palabras a mi padre, cuando era adolescente, una vez):
Queremos un mundo mejor. Ayudadnos. No somos "terroristas", ni "encapuchados", ni "conocidos-desconocidos". Somos vuestros hijos. Esos conocidos, desconocidos... Tenemos ilusión, no matéis nuestra ilusión. Tenemos ímpetu, no detengáis nuestro ímpetu. Recordad, una vez fuisteis jóvenes vosotros también. Ahora perseguís el dinero, solo os importa vuestra "vitrina", engordasteis, os habéis vuelto calvos, OLVIDÁSTEIS. Esperábamos que nos defendiérais, esperábamos que os interesarais, que nos hiciérais sentir orgullosos por una vez. EN VANO. Vivís falsas vidas, habéis bajado la cabeza, os habéis bajado los pantalones y esperáis la muerte.No tenéis imaginación. No os enamoráis. No sois creativos. Solo compráis y vendéis. Materia por todo. Amor en ninguna parte. Verdad en ninguna parte. ¿Dónde están los padres? ¿Dónde estan los artistas? ¿POR QUÉ NO SALEN A LA CALLE? Ayudadnos, a los niños.
PD.: No nos tiréis más gases lacrimógenos. Lloramos por nosotros mismos.
(Traducción al castellano: Alicia R.)
En Polis se me ha colado al final del post, un fragmento que en realidad pertenece a este territorio.
Si queréis evitar que corten los árboles de la Diagonal, la plaza Joaquim Folguera y la Ciutadella, firmad aquí. ¡Ni caso a la petición de dinero de la web! Nada que ver con este manifiesto...

viernes, 12 de diciembre de 2008

Recuperación

Matisse, Marruecos
Ha sido una semana casi aciaga, con fuerte gripe que se ha unido a otros inesperados achaques en una combinación casi diabólica. Como hoy era el día en que debía cumplirse la maldición chamánica, me temo que se ha ido cumpliendo por adelantado. Hoy no ha ocurrido nada relevante, excepto tal vez que he enviado un mensaje sin duda torpe y desafortunado que ha sido completamente malinterpretado por el destinatario; yo sólo quería expresarle mis dudas por un texto suyo como objeciones o más bien preguntas, y él ha entendido que yo pretendía darle lecciones (nunca he pensado que yo pueda dar lecciones a nadie; incluso me siento obligada a aclarar en mis conferencias que no soy experta en nada, sino sólo una intrusa que osa dar su lectura subjetiva de las cosas), así que probablemente la gripe ha mermado mi capacidad de expresión y la maléfica luna de hoy ha rematado la jugada. Me da rabia no haber podido explicarme mejor, porque se trata de alguien a quien suelo leer y que me parece ecuánime y reflexivo. Con todo, hoy he pasado mi primera noche descansada en una serie de cinco o seis, y aunque aún toso, lo peor parece haber quedado atrás.
Mientras me adentraba lentamente en el texto de mi conferencia sobre Isabelle Eberhardt, estuve leyendo El secreto del cristal, Aforismos y desafueros, donde a veces domina un ingenio poético refinado, o la metáfora casi gongorina (aquel Góngora de "La mano oscurece el peine" o de la cueva de Polifemo como "bostezo de la Tierra"), o el casi exabrupto contra los críticos, o la pura greguería; vale la pena, y el epílogo de Salvador Foraster me encantó. En los peores momentos de la fiebre, me consolé con esos cuentos maravillosos victorianos de Alba, de los que ya hablé, algunos de escritoras para mí desconocidas hasta ahora, como Ada Leverson, Mabel Wotton o Constance Fenimore Woolson. Y ya acabando con mi texto, que aún estoy puliendo, he empezado ya a releer a la siguiente protagonista de mis conferencias, que también es muy inspiradora.
La agitación navideña ya se deja notar. La gente despotrica de sus familias. La sola idea de tener que sentarse a comer con ellos en una especie de felicidad obligatoria y a veces impostada resulta difícil y ya se sabe que, a veces, algunos comen y beben demasiado para soportarlo y se multiplican los patatuses. Yo siempre huyo en esa fecha, aunque esté mal visto y nunca falta quien me critique por hacerlo, pero para mí, lo simbólico duele y por eso me voy. Y es que aunque yo me contuviera, siempre hay alguien dispuesto a sacar los esqueletos del armario. El año pasado estuve en Luxemburgo y algunas llamadas telefónicas que me siguieron allí acabaron precipitándome a una imprevista aventura con fondo de nieve, debo decir que felizmente. Me gustaría hacer un cuento de Navidad con lo que ocurrió allí, pero tal vez alguien vendría a buscarme con el hacha o el caldero. Esta vez, si de verdad me recupero, estaré en Bruselas. Cuando no me llega el dinero, me voy por aquí cerca, como recomendaba atinadamente Patricia Highsmith en Suspense contra el bloqueo. Viaje, váyase de la ciudad y si no tiene dinero, coja un autobús a un barrio inhabitual...
Ayer, sumida en esa furia impaciente ante la dificultad de abrir un paquete que los anglosajones llaman wrap rage (de hecho, en amazon y otros comercios han empezado a promover envoltorios más "humanos", que no precisen de herramientas para abrirse), pensaba por enésima vez en la pereza de este país para poner nombre a las cosas. Muchos se quejan de que la lengua del imperio se imponga, pero ¿cómo no? Hay que decirlo, los españoles son perezosos y ¿para qué sirven todos esos académicos tan rimbombantes, que jamás sugieren un término para algo? En fin, supongo que no es culpa de ellos la pereza de la calle, sin duda debida a la incultura y la burramia del país, que ni siquiera recuerda ya cómo jugar con las palabras, ni tampoco tiene la tendencia de la lengua alemana a juntar palabras diversas a modo de fragmentos que formen otras más largas. Nosotros no tenemos wrap rage, ni muchas otras expresiones más necesarias, y casi todo lo que tenemos se lo debemos a Cervantes, que nos inculcó la ironía y la parodia en el lenguaje.
Al bajar un momento a la calle helada, una sorpresa. ¡Ya ha salido mi artículo Los meandros de la traducción en Vasos Comunicantes, la revista de la Asociación de traductores! Ha tardado tanto que me parecía una causa perdida. Me ha hecho ilusión verlo, no sin autocrítica. Hay alguna cosa que habría eliminado, para acortarlo. Pero hay párrafos que siguen palpitando con esa vibración secreta oculta en cada palabra.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Reacciones en El País

Foto: I.N., Diagonal, 2008
Parece que este humilde y espontáneo manifiesto con algunas firmas de personajes con resonancia en la ciudad empieza a tener repercusiones. Desde aquí, una vez más, GRACIAS a todos los que han firmado. Yo me alegro, porque me parece imposible que los barceloneses prefieran seguir dejando que los alcaldes les destruyan la ciudad, siguiendo la más vil tradición porciolista. La negativa del Col·legi d'Arquitectes a pronunciarse les incrimina, a mi modo de ver. En cuanto a los argumentos de la antiverde Mayol o la idea antisostenible del líder del PP (que se replanten, como si los árboles fueran sillas, como si cortar casi un millar de árboles y sustituirlos por otros no fuese nada), se contestan solos. A mí no me parece precipitado pronunciarse (la plaça Joaquim Folguera va a ser destruida en unas semanas, ya está aprobada y decidida la tala de los 33 almeces, nos usurpan la única frondosidad y quietud que teníamos en medio de esta gran cantera ruidosa y contaminada en la que han convertido Sant Gervasi, con el entusiasmo talador de la regidora y del distrito, que consideran un logro la tala y reforma espantosa de Vil·la Florida (ayer alguien me decía que ese antiguo jardín frondoso parece ahora "un pollo desplumado y escuálido"). El presidente de la FAV considera prematuro considerar que se talarán árboles. Y es que ellos han aprobado esa reforma de la Diagonal incondicionalmente, no sabemos si por ignorancia, mentalidad pro-cemento o a cambio de qué. No han aprendido la lección de la desoladora Plaça Lesseps, cuya belleza y armonía no comprendemos los ciudadanos ignorantes, según la visión del arrogante arquitecto que la ha perpetrado. Ayer pasé por allí y es de echarse a llorar. El único oasis verde de la porcioliana Travessera de Dalt está amenazado y condenado por nuestro magnífico ayuntamiento de Hereuville (con sus pancartas traducidas al alemán para los turistas). En diez años o un poco más habrá verde, promete el arquitecto. Sólo en la parte baja de la plaza, naturalmente, porque no han dejado metros de tierra donde quepan las raíces de ningún árbol. La lección de Joaquim Folguera tampoco les serviría. ¿Pero esa gente no sale nunca del país? ¿No ven la diferencia del trato a los árboles en París, Berlín o Londres? ¿No saben que ninguna obra atenta contra ellos en esas ciudades? Al menos un diario ha querido hacerse eco del malestar de muchos, ya que en otros, que sí apoyaron la defensa del azufaifo, nos han dicho que el tema infraestructuras era "intocable". (Y ya sé que estos dos posts son más propios de polis que de aquí, y los trasladaré...)
La oposición se suma al manifiesto para salvar los árboles de la Diagonal
ICV defiende que se minimice el impacto y Urbanismo pide que se aplace el debate B. CIA / F. ARROYO - Barcelona – El País - 10/12/2008 El movimiento a favor de que el tranvía sobre la Diagonal no comporte la tala de los árboles existentes recibió ayer el espaldarazo de todos los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento de Barcelona, salvo el socialista. En opinión de Ramon García-Bragado, responsable del Urbanismo barcelonés, se trata de un debate precipitado, ya que apenas se ha iniciado la discusión con vecinos y grupos políticos. Los primeros proyectos estarán listos, sostuvo un portavoz de Urbanismo, a principios de verano y entonces se verá qué se propone, aunque "se buscará el acuerdo máximo en todos los ámbitos, incluida la salvación de los árboles". CiU, el PP y ERC están claramente contra la tala, aunque aceptarían que hubiera que trasplantar algún árbol. La teniente de alcalde de ICV, Imma Mayol, defendió la conveniencia de "minimizar" el impacto de la obra, pero recordó que lo importante es "el efecto global". La reforma de la Diagonal, dijo Mayol, busca "la mejora ambiental en la ciudad a través de más transporte público y menos privado, menos ruido y menos emisión de gases tóxicos". El Departamento de Política Territorial y la Autoridad del Transporte Metropolitano, responsables últimos de la obra, coincidieron en señalar que la urbanización de la avenida es "responsabilidad municipal", para añadir que es "muy pronto" para saber cómo quedará la Diagonal. "En cualquier caso", precisaron ambos portavoces, "la relación entre los técnicos de la ATM, responsables de la ejecución de la obra, y los del Ayuntamiento, que prescriben cómo debe ser el urbanismo, es "muy buena", por lo que no habrá discusiones entre ambos. De "condición inamovible" calificó Jordi Portabella (ERC) el hecho de que la reforma de la Diagonal no suponga perder la actual cobertura vegetal de la avenida. Y añadió otra cautela: que los jardines del centro de la plaza de Francesc Macià se mantengan intactos. El dirigente republicano considera, además, que debe ser la ciudadanía la que elija entre varias opciones en la consulta ciudadana que el bipartito se comprometió a realizar. Xavier Trias, presidente del grupo municipal de CiU, cree que "una vez más" el problema es que el alcalde lanza una idea que no tiene madurada. "Lo que no se puede hacer es no definir el modelo y dejar esa misión a los técnicos. Las prioridades corresponde fijarlas a los políticos, no a los técnicos", apuntó. Trias cree que la reforma de la Diagonal no puede representar "nunca" la pérdida de los árboles. "Vamos, si hacen una cosa así, me hacen alcalde", ironizó. Alberto Fernández Díaz, presidente del PP, entiende que si se toca un árbol por la reforma de la avenida, "hay que replantarlo, el mismo o la especie que se decida". Jordi Giró, representante de la Federación de Vecinos de Barcelona (FAVB) en una de las comisiones abiertas por la reforma de la Diagonal, considera que es "prematuro" dar por sentado que se talarán árboles. "El proceso acaba de empezar y hay muchos meses por delante para presentar y estudiar las posibilidades", concretó. El que no quiso pronunciarse a preguntas de este periódico sobre la que será una de las reformas más importantes de la ciudad en los próximos años fue el Colegio de Arquitectos. Mi artículo de La Vanguardia Cultura/s de hoy aquí (sobre Natalia Carrero)
Pueden seguir firmando el manifiesto aquí, siempre que pongan nombre y apellido (profesión mejor, aunque no sea obligado), y sin hacer caso de esa petición ajena de dinero de la web.`
En la web de Millán también se puede firmar.

martes, 9 de diciembre de 2008

Hoy, en EL PAÍS Cataluña

Foto: I.N. Diagonal, 2008
Un manifiesto exige que el tranvía no comporte tala de árboles en la Diagonal Intelectuales y ciudadanos critican la política 'verde' del Ayuntamiento FRANCESC ARROYO - Barcelona - 09/12/2008 Son casi 300 los firmantes de un manifiesto que tiene un eje central: la política verde del Ayuntamiento de Barcelona va a acabar con los árboles de la ciudad. La última gota ha sido la amenaza que pende sobre la arboleda del eje central de la Diagonal, un millar de árboles (sobre todo plátanos y palmeras) amenazados por la llegada del tranvía. El manifiesto es claro: no hay que rechazar las infraestructuras, pero tampoco tienen que arrasar todo lo preexistente. "Ya es hora de que el Ayuntamiento se apee de tanta arrogancia" El manifiesto ha sido impulsado "de modo espontáneo" por la escritora Isabel Núñez, que, tras redactarlo, lo envió a algunos amigos que le habían comentado la inquietud por lo que ocurre en Barcelona. Empezó a circular por Internet la semana pasada. El sábado había un centenar y medio de firmas y ayer rondaban las 300. Entre los firmantes figuran la fotógrafa Colita, el dibujante Javier Mariscal, el arquitecto Cristian Cirici, la crítica de arte Victoria Combalía, el escritor Lluís Maria Todó, la escritora Rosa Regàs, la historiadora del arte Erika Bornay, la periodista Patricia Gabancho, el poeta Joaquim Sala Sanahuja y el artista Frederic Amat. Hay también firmas que aparecieron en su día en movimientos a favor de otros árboles, como las de los contrarios a la reforma del Turó Park y quienes rechazaban la tala de encinas en el Tibidabo para instalar una nueva montaña rusa. El texto denuncia que se subordine todo a las obras de infraestructuras. "No es sostenible talar árboles centenarios como los que hay en la Diagonal. Es cierto que dicen que los trasplantarán, pero el índice de supervivencia apenas supera el 25%, de modo que lo que se hace es cargarse plantas para las que ha hecho falta mucha agua", dice Núñez. El punto de partida es la Diagonal, pero el manifiesto recuerda que en Barcelona no sólo las plantas de esa avenida están amenazadas. La propia Núñez empezó a batallar por asuntos similares con ocasión de la amenaza sobre un azufaifo (finalmente salvado) en Sant Gervasi. Luego, muy cerca de ese mismo árbol, fueron los de la plaza de Joaquim Folguera los condenados. En este caso para construir una estación de la línea 9 del metro. Y hay más. El manifiesto recuerda que el proyecto de un aparcamiento en la Ciutadella también se llevará un montón de árboles por delante ("nuestros políticos no se deciden a dar ejemplo y utilizar el transporte público", señala). Sin olvidar la dureza gris cemento con la que se yergue la nueva plaza de Lesseps o la muerte rusa de las encinas en el Tibidabo. "Lo más desconcertantes es la falta de diálogo que muestra un gobierno de izquierdas. Creemos que ya es hora de que se apeen de tanta arrogancia", dice la redactora del texto. Y ciñéndose a la Diagonal, añade: "Es cierto que es un desastre, pero no los árboles, sino el tráfico. Que lo cambien". El texto va acompañado de una cita de un artículo de Javier Marías titulado Árboles y grosería: "España es un país patanesco y no de fiar cuando hay por medio cemento, políticos, constructores y dinero. Y eso es lo que nos domina y define, lamentablemente, en el siglo XXI. Nuestro mayor problema, y no exagero".
[Gracias a todos los que ya han firmado. Pueden seguir firmando aquí. No hagan caso de las peticiones de dinero de la web! Nada que ver con este manifiesto. Pero es inútil firmar como Anónimo o sin apellido, como hacen muchos].
Mi artículo de La Vanguardia Cultura/s aquí (sobre Natalia Carrero)

lunes, 8 de diciembre de 2008

Enclaustrada


Foto: I.N., Jardines del Palacio de Invierno, San Petersburgo, 2005
Llevo tres días encerrada monásticamente (aunque sin maitines ni otros rezos), y con algunas llamadas y mensajes de amigos, ya que por las noches me posee la tos, ese extraño espasmo violento con el que el cuerpo intenta en vano expulsar pequeñísimas sustancias que no vale la pena nombrar. El ruido y las sacudidas son exageradas, el cuerpo tiembla y se agota en el esfuerzo, sudo, y todo me parece tan exagerado e inútil, ¿por qué no habrá otro método mejor y más rápido de eliminar lo que sea? Me pone de mal humor y me extenúa.
Eso sí, la gripe me da sueños. Hoy he soñado con H y estaba tan sonriente como antes, libre y sin acusaciones. Ayer soñé que G. tenía un piso en mi antigua casa de la calle Herzegovina y el mosaico estaba precioso y las puertas de cristal esmerilado, y la antigua portera, que ya debió de morir, asentía en el sueño al verme con una sonrisa significativa, en vez de hablar a gritos como hacía en la realidad. Al G. real le pareció un buen augurio que él pudiera tener un piso, aunque fuese en mis sueños. También soñé que hablaba con mi antigua psicoanalista y la conversación era emocionante y esclarecedora, ¿o era la Gina de In Treatment? La verdad es que las dos tienen algo que ver o sólo es que la tal Gina es la única que se porta como una psicoanalista real en esa serie.
Hoy ya tenía que estar recuperada e iba a unirme a Tigridia en expedición pictórica (si quedáramos, tendrías que traer el estetoscopio, le he dicho, ya que ¿cómo evitar esa relación si una de las dos está enferma y la otra es médica?), seguiré aquí, con estos cielos grises recortados por todas las ventanas y la casa derivando peligrosamente hacia el caos, ya que los lunes es el día en que vienen a limpiarla y hoy es fiesta, una palabra que no me acaba de cuadrar, y nadie vendrá a poner orden.
Ayer corregí un cuento ajeno y luego una traducción de una historia hechizante en la que colaboro por razones míticas de apellido y pasiones otras y no sé si estoy autorizada para hablar de eso aquí; antes tengo que consultar a la Belle Hélène.
En el Babelia encontré una interesante reseña de Álvaro Pombo sobre el para mí casi desconocido Ernesto Calabuig; y una justa alusión al trabajo pionero de Alba editorial buscando clásicos y rarezas (por cierto que uno de esos pequeños editores que ahora publican exclusivamente clásicos nos confesó sin rubor que así no tenían que leer manuscritos ni valorarlos; no es el caso de Alba, donde me consta que sí leen y corrigen con atención), y luego leí un artículo sobre una biografía de Einstein. Aunque simpatizo con esa sensación dolorida del reseñista científico de que la ciencia sea tantas veces ninguneada en esos libros (y recuerdo a mi sobrina científica contándome que cuando en las fiestas le preguntaban "qué estudias?" y contestaba "Físicas", los chicos salían huyendo, hasta consideró la opción de mentir; no sé qué ocurrió cuando pasó a Matemáticas), no comprendo que para él, lector de varias biografías de Einstein, sea aún un modelo ético alguien que escribió aquellas cartas sádicas a su mujer, también científica y con muy baja estima, a juzgar por lo se dejó hacer, su esclava según el tono de desdén, repulsión y tiranía que esas cartas muestran. Mi conclusión es que en el fondo no estamos tan lejos de esos imanes que proponen castigos brutales a las mujeres, ya que, por lo visto, la ética personal de un científico no desmerece si su víctima es una mujer. (Nada de lo humano le era ajeno: pero claro, algunos no consideran humanas a las mujeres). Otra cuestión es la enfermedad mental que llevó a una mujer culta y brillante en su carrera a sacrificarse y aceptar ese maltrato y esos abusos sin alejarse, incluso colaborando invisiblemente con él. Y la otra cuestión es que tal vez yo soñé esa correspondencia y el largo artículo que leí sobre ella. En cuanto a la reseña de otro libro de Grossman, me desconcierta que alguien pueda parecerse a Chéjov en su narrativa siendo ensayístico y llenándola de quejas morales. Pero tal vez todas estas percepciones mías sean sólo producto de esa convulsión de nombre corto, que afecta a mi percepción de las cosas, así que por favor, pónganlas en interrogación, no me hagan mucho caso hoy.
He leído con retraso el estupendo y cómicamente melancólico artículo de VM, que a mí, sumida en el mal humor de la tos y la conciencia imperfecta debida al encierro y la debilidad, me ha parecido más triste de lo que seguramente es, y otros se reirán simplemente, sin confundir la ficción con lo real, ¿pero qué es lo real? ¿Existe fuera de nuestras ficciones? ¿Existimos nosotros o sólo somos verdad cuando sentimos? ¿o cuando tosemos? Me pregunto si esa tos me hará comportarme como ese exótico y primitivo animal marino que vomitaba sus vísceras para desconcertar a potenciales depredadores.
Confieso que he salido, no sólo a comprar kiwis y naranjas, sino también a pisar y admirar la hojarasca que G. me ha anunciado en un sms, diciendo "com quan eres petita". Y es que G. recordaba mi comentario sobre el paseo de la Bonanova de cuando yo iba al colegio, que en otoño se convertía en una alfombra de hojarasca por los jardines de las torres que ya no existen. Con la tos, no me he atrevido ir a la húmeda y frondosa Tamarita y la visión del horror que han hecho con la pobre Vil·la Florida me ha malhumorado más (yo pensaba en el jardincillo frondoso de la LiteraturHaus en Berlín, por poner un ejemplo modesto, y en los jardines de Luxemburgo). Qué bonita era Vil·la Florida (o Sivilla) y su jardín -¡entonces era un jardín!- cuando la habitaban gatos y okupas... Pero ni al PSC ni a los falsos Verds les gusta la frondosidad ni la calma ni el patrimonio arquitectónico. Han destrozado la casa con su mal gusto y un suelo que remueve las tripas, han destruido la fuente romántica y han talado el 75% de árboles para hacer un parking (eso sí les gusta) y descubrir la fea arquitectura mediocre de esa parte de Muntaner, Bisbe Sivilla (por lo visto el obispo nunca existió, se debe a un error de alguien) y Sant Gervasi de Cassoles, calles más feas cada día que pasa y sin cada casita que tiran. Por suerte, en ese parquecillo sin nombre que hay entre la parte baja de Mandri y Ganduxer, donde G de pequeño se cayó peligrosamente del tobogán, los árboles habían sembrado el suelo de tierra de unas hojas gigantescas y elegantes, que me han reconciliado conmigo.
Para consolarme más aún, he robado más tiempo a mi conferencia de Eberhardt leyendo un cuento estupendo, bastante jamesiano, de Constance Fennimore Woolson (quien fue, dicen, más que amiga de Henry James), que ahora mismo acabaré, burlándome de los horarios, lo cual es un privilegio de mi encierro y de la fuga de G. El cuento, "La calle del Jacinto" encabeza una magnífica antología sobre mujeres victorianas editada por Marta Salís, publicada por Alba y titulada Cuando se abrió la puerta. Cuentos de la nueva mujer (1882-1914). Ideal para días así, ya que yo no suelo arrastrar libros de tapas duras y voluminosos cuando voy por ahí. En el cuento, un desconocido le dice a una americana recién instalada en Roma con su madre, y materialmente pobre, que espera que estén contentas de su apartamento, a lo cual la joven da una respuesta que me ha hecho pensar en nuestra envilecida y expuesta forma de vida:
"Lo soportamos porque no hay otro remedio, ya que no parece que haya otra forma de vivir en Roma. La idea de tener solamente un piso de una casa, y no toda la casa a su disposición se le hace muy desagradable a mi madre. Y con tantas familias aquí abajo (tenemos a un relojero, una modista, un grabador, un vendedor de estampas y un zapatero) y una sola escalera, debo confesar que esto me parece atrozmente público.
- Tiene que pensar en la escalera como si fuera una calle," le contesta el desconocido.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Malaise

Foto: Linda Danz Willows in Central Park, 2008

No puedo apenas escribir aquí, he caído enferma y paso las horas echada, leyendo a Isabelle Eberhardt sin acabar de hilar mi conferencia, entre los estragos que produjo en mi estómago la medicación para mi brazo, los excesos del día del aniversario de mi padre (alguien me invitó a comer en un restaurante maravilloso, pero mi aparato digestivo ya no podía resistir siquiera el maná), la lluvia de mensajes apocalípticos y agoreros que me predicen lo peor, las voces internas que celebran esas maldiciones chamánicas, y un trancazo con el que me he levantado hoy, con la garganta como si me la hubiera arañado un gato.
Todo se mezcla, en ese estado intermedio entre el sueño y la vigilia y la lectura de ese espíritu errante y loco. He logrado, eso sí, reunir fuerzas para imprimir y enviar mis cuentos a una editora, y ayer recibí un mensaje de otro editor que me conminaba a mandárselos inmediatamente (¡no todos los editores del país son alérgicos a los cuentos!), y me pidió que añadiera una nota con mis "intenciones". Esa idea me desconcertó un momento, como cuando un prestigioso crítico acabó su comentario sobriamente elogioso de mi escritura diciendo: "Falta ver si hay detrás un proyecto literario". "No tengo ningún proyecto literario", pensé yo, contrita. Y es que los que escribimos a ciegas no tenemos proyectos ni intenciones, no pensamos: "Ahora escribiré una tetralogía sobre... el legado del nazismo", por ejemplo, como los escritores que sí planifican. "Escribimos para saber lo que escribiríamos si escribiésemos", decía Marguerite Duras. El proyecto es del inconsciente y sólo se ve luego... "Se hace camino al andar", me dice V., citando a Machado (por cierto que ayer me escribió alguien que procede también del Alosno y desciende como supuestamente yo de Machado y me ofrecía un intercambio de copias de legajos y le he remitido a mi hermana que investigó).
Así que cogí una hoja de papel -metafórica- y escribí lo que yo creo que son esos cuentos, a posteriori, porque antes de escribirlos no sabía nada, excepto una frase, una imagen, una escena, como Flannery O'Connor, o como aquel hombre de Carver que "estaba pasando el aspirador cuando sonó el teléfono".
Y hablando de Carver, hoy ha habido algo que me ha parecido un cuento suyo. Los compañeros de juego del empresario asesinado por ETA continuaron jugando la partida, con un sustituto. Las caras de todos, tal como aparecían en la portada de un periódico, inmutables y sorprendidos del revuelo, me han recordado a aquellos hombres del cuento de Carver, que no interrumpen su excursión de pesca al encontrar el cadáver de una mujer desnuda. ¿Es ésa la naturaleza humana? Como aquellos personajes de Aleksandar Hemon que arrastraban camillas de heridos por los desfiladeros, sorteando a los francotiradores, entre aullidos y sangre de los heridos, pero que, si morían, sentían alivio de poder sentarse a fumar.
Y dicho esto vuelvo a mi retiro de enferma, no sin despotricar un momento contra los estúpidos trolls, que vienen muy de vez en cuando aquí a descargar su agresividad, su ignorancia y sus tonterías; hoy uno que no entiende la relación entre mi texto y la imagen y pasa al ataque. Yo no espero ni necesito que me entienda ni que le interese. Esos anónimos no pasarán. Aquí es mi casa virtual y está reservado el derecho de admisión.
Al día siguiente...
Escribo aquí, escondida y refugiada, para hacer sitio y dar visibilidad a mi manifiesto arbóreo. Ayer osé salir de casa (fui adonde P., que me hizo yuki, y pasé por La Central, pero no tuve fuerzas ni para subir al piso de arriba) y lo he pagado con una noche tormentosa. El arsenicum album me curó el estómago y ahora ya no estoy triplemente enferma (sólo doblemente). Mi gripe es sobre todo ósea (Ossi di sepia!) y de noche sentía dolor en todo el cuerpo, la tendinitis al rojo vivo y eso sí, la noche estuvo llena de ensoñaciones y aunque todo parecía dramático y cercano a la muerte, la belleza de ese material que produce mi inconsciente me subyuga y lo agradezco. Tenía tanta nostalgia de mis sueños que los he agradecido, pese a los precipicios y al vacío y a los sobresaltos. Los contaré aquí tal vez... Anoche me alegró un email. Hoy otro. Mi editor de la plaquette me preguntaba si quería corregir algo porque está preparando la plaquette de la conferencia que di en La Pedrera, Els meandres de la traducció. Iba a publicarse primero en castellano en la revista de ACETT, Vasos comunicantes, pero por alguna razón misteriosa, ese hecho no se produjo. Así que la proximidad de la plaquette me ha llenado de alegría. He impreso y releído el texto, he cambiado una coma, dos negritas y poco más. ¡Los textos necesitan salir y ser leídos! La escritura necesita ese aire de las publicaciones, salir al ruedo, exponerse al feedback de los lectores, escuchar sus interpelaciones... Por eso yo, impaciente aún en plena gripe y con los tendones machucados, sufro por mis cuentos que he entregado apenas hace semanas a unos pocos editores... Y necesito que mi libro balcánico aparezca ya y que salgan mi audiolibro Crucigrama y que todo el engranaje continúe...

martes, 2 de diciembre de 2008

Décimo aniversario

No sé quién le hizo la foto. Se había separado hacía poco y estaba en Cadaqués, seguramente en la mejor época de su vida, y cantando ópera como era su costumbre. Mi hermana Pati hizo este recordatorio para uno de los ritos de despedida que le hicimos, cuando fuimos a Cadaqués a tirar sus cenizas al Perefet. Soplaba tramuntana, hacía un sol radiante y mucho frío. Éramos bastantes, aunque no tantos como en Barcelona y Collserola. Cogimos una de esas barcazas que van de Roses a Cadaqués. Yo leí lo que había escrito (que imprimimos con este recordatorio) y en un momento dado una ola me mandó una salpicadura fuerte, especie de comentario del ausente. L.M.T. me dio la idea de poner este fragmento de un aria mozartiana del Così fan tutte que le gustaba a Gaspar y que parecía perfecta como despedida. Todo esto seguramente ya lo he contado aquí, pero qué importa, es un aniversario y no puedo evitar asombrarme de que el viejo dolor no se cure nunca, aunque haya encontrado su sitio en mi cabeza, aunque se vea distinto desde aquí, aunque sea verdad que el tiempo da perspectiva. Seguramente el sentimiento de orfandad, y esos momentos en que aún estoy a punto de preguntarle algo, durarán siempre.
Soave sia il vento
tranquilla sia l'onda
ed ogni elemento
benigno risponda
ai nostri desir.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Más cine

Foto: I.N. Pino en Collserola, 2008
Vi otra película de Bergman, Passion, de 1969, oscura y luminosa al mismo tiempo, muy dura y extraña, alternando recursos experimentales o inesperados con toda naturalidad, sin que eso estorbase a la narrativa. En esos personajes aislados, solitarios, hay una mezxla de ternura y violencia, de humor y de hostilidad desesperada. Hay una atmósfera de jauría humana de fondo, pero también se habla de afinidades y amistad y se retrata a los personajes con empatía.
Y ayer aproveché un descanso en mi traducción para irme a ver La question humaine. Los que me la habían recomendado -una psicoanalista de la lista del librero de la calle Berlinès y un librero-escritor- no me habían avisado de la longitud, ni tampoco de la película que vería. Confieso que la primera parte se me hizo casi insoportable, cansina, pesada. Luego empecé a ver por dónde iba y entonces fue como una estocada. Como Cronemberg (según dijo Vila-Matas), se trataba del peso del pasado en el presente (una obsesión casi dolorosa en mí, como saben los que me leen aquí y acullá -me encanta esa palabra última). Y también del nazismo en la empresa, de las resonancias de la limpieza étnica y la idealización aria y el racismo feroz que negaba el derecho a la vida de los "imperfectos", enfermos, "débiles", no arios, etc. en la selección de personal de las empresas (y en las leyes de inmigración). Tiene razón el librero que escribe en que es poskafkiana, pero yo tengo mis divergencias a su visión, que copio aquí entre paréntesis (Al principi l'anava mirant i pensava que era pedant i prou, però al final m'he quedat totalment pasmat davant la pantalla, i ara sé que em perseguirà. És un efecte semblant al que vaig tenir quan fa anys vaig mirar pel·lícules del Resnais, Marienbad o Muriel, que em va agradar molt. Si em poso molt pedant et diria que La question humaine és una peli postkafkiana, que parla de la violència del llenguatge i del llenguatge de la violència, que al principi té un aspecte Fight Club (tu que ets proPahlaniuk, potser després d'un dia com avui hauria d'haver anat a veure aquesta versió que fan ara d'Asfixia, tot i que ara no m'arrepenteixo d'haver anat a veure La question humaine!), és abstracta, es va fent abstracta, és una obra d'art dura i dolorosa, gens gratuïta, em temo, que no he acabat d'entendre i percebre en la seva totalitat i que potser torno a mirar.) Para mí, a diferencia de Resnais y de El verano pasado en Marienbad, la ausencia de una poética visual propia, de unas imágenes que cuenten mejor, de cierta innovación y de capacidad de síntesis lastran el relato. Hay un solo momento, un casi monólogo (de Arie Neuman) con fuerza poética, además de algunas ideas: la lengua que está muerta y proscrita, las palabras que el jefe de la empresa (hijo de un colaboracionista) deja en blanco en alemán (y la compasiva secretaria rellena por él en su traducción francesa), palabras ligadas para siempre a aquel dolor, lengua utilizada perversamente en el genocidio, lengua que no puede ya ser. Fragmentos de una psicosis que nace de ese dolor. Y está bien que todo eso se diga en una película y que haya un trabajo de abstracción, aunque sea en la segunda mitad. Con todo, pensé que cinematográficamente podría haber hecho un esfuerzo, no sólo en la forma de narrar (tal vez yo estaba condicionada por las películas maravillosas e innovadoras ya entonces, con un universo visual propio, que había visto estos días, Bergman, Truffaut..., me molestó esa falta de poética visual, ese exceso de hiperrealismo contemporáneo y la estética convencional de la empresa y el sexo), y me irritó la falta de economía (la primera parte es lenta y alambicada). Y pese a todo, me atacó de lleno. Había ido sin pensar, a la escapada. Me encanta decidir de pronto e ir al cine sola, en cualquier momento (un sábado me encontré a una pareja que casi me dio palmaditas en la espalda, lo vi claramente; y es que a algunos, de los que van cada fin de semana al Empordà o la Cerdanya, les parece incomprensible la vida de los singles, no pueden creer que esto sea voluntario, que nadie necesite preservar su propio espacio o que prefiera irse de viaje cuando todos ellos vuelven) pero salí abrumada. Me dolía la cabeza y sentía náuseas. Claro que mis síntomas se debían a mi hígado, que protestaba por el tratamiento de antiinflamatorios para mi brazo, pero en mi mente todo se mezcló. El asco y la tristeza del mundo y del hígado (según los chinos, el alma está en el hígado), el peso de mi pasado remoto en el presente, el viejo dolor, el "¿qué puedo hacer con lo que me han hecho?" Y aunque en mi caso hay una respuesta feliz, en este momento no estoy escribiendo y eso siempre pincha como un collar de espinas. Por suerte, encontré a V. que me hizo de Lucy Van Pelt en su quickie telefónico de Psychiatric Help.
Hoy he acompañado a G. a ver a P.A., director de documentales y profesor de cine, para que le aconsejara en su posible cambio de rumbo. Yo sabía que a G. le caería bien P.A. y creo que la conversación le ha sido útil. A la vuelta, en moto, el frío era inhumano. (A la ida, por el camino me ha llamado un periodista de La Vanguardia: publicarán una nota sobre mi amigo persa detenido en Irán. Hoy la crónica de María Ángeles Espinosa en El País era escalofriante. ¡Penas de muerte y ejecuciones a menores por la ley del Talión! A veces me acuerdo de H. y me pregunto cómo estará. Hoy también me han escrito de Amnistía, y he hablado con una diplomática experta). Un artículo que me gusta sobre él en The Washington Post.
Antes de llegar a la cita en Banys Nous, he hecho una visita fugaz a la Belle Elaine, que me ha enseñado cómo montar película en el ordenador (yo tengo 17 cintas balcánicas para montar y reconvertir... tal vez para la conferencia de abril en Amics de la Unesco sí que podría tenerla lista... ¡qué margen!). Elena estaba con su material mexicano, he visto su metraje de cielos asombrosos, una pirámide sin muertos dentro, ¿monumento megalítico? ¿templo?, y chumberas y bonitos cactus y un cardenal rojo que cantaba en un árbol...