A algunos, la huelga de los camioneros aún nos recuerda a Chile y a la muerte de Salvador Allende. Me lo ha dicho mi vecino (convaleciente, pero mejor organizado que yo en sus provisiones). Sin transportes, todo se paraliza. Alguien lo escribió el otro día: tal vez los responsables caigan en la cuenta de que fue un error abandonar el tren como medio de transporte de mercancías, mucho más ecológico que el transporte por carretera (que no me oigan los de los piquetes). Mientras, en la farmacia ya no tenían mi medicina homeopática y me han recomendado que buscara por ahí, porque ellos ya no pueden encargar nada. Mi editor me dice que algunas imprentas tendrán que parar la producción, porque no tienen espacio para acumular todo lo que van imprimiendo y los transportistas no se llevan.
Mi libro, que ha quedado tan bonito y bien editado, no puede llegar a la distribuidora ni a las librerías, pero si alguno quiere comprarlo, puede recurrir al librero de la calle Berlinès, el único que, prodigiosamente, tiene ejemplares a pesar de la huelga. Seguramente los tiene porque él mismo es un personaje del libro (el librero, que es fan de Vila-Matas, se ha entusiasmado con el prólogo, con la edición y con el modo en que la escritura del blog ha podido convertirse en libro).
Si seguimos así, pronto se acabarán las medicinas, los medicamentos, el papel para imprimir y todas las demás cosas. Pero los que nos gobiernan ya sabían que todo esto ocurriría y no hicieron nada para evitarlo. Es una sensación extraña en la que todo parece incierto. Salgo a la calle sin saber si habrá periódicos o si podré encontrar nada. Casi como en aquellos restaurantes (paladares) o bares de hotel de La Habana, donde tenían que pasar sin tantas cosas: "no hay, no llegó" era la frase constante. Y la gente acarreando cubos de agua por la calle. Y esa sensación de tiempo detenido. Sólo que aquí, de momento, el tráfico y las obras siguen. El portal de mi casa recuerda a una trinchera. Todos los días hay que saltar para no caer al hoyo y atravesar barreras de ladrillos y estruendo. "¿Es que le molesta el ruido?" ironiza el capataz. "Lo que me sorprende es que no le moleste a usted, que trabaja sin casco... Se va a quedar..." "¿Sordo? -dice él-. Ya lo estoy".
Y héte aquí que, después de un mes de llamar todos los días al Distrito para conseguir que nos dieran una respuesta sobre la presentación del libro, un periodista (no un periodista cualquiera, un periodista pensante, filósofo) de El País consiguió con una llamada que le dijeran lo que a nosotros nos negaban. Y con el apoyo de la carta del editor a la prensa. Ahora ya lo sabemos. El libro se presentará el 30 de junio en la Plaça Joaquim Folguera. No sé de dónde sacaremos un equipo de sonido, ni si podremos tener sillas para la gente mayor. Pero allí estaremos. Cualquier voluntario que tenga camioneta y/o sillas será bienvenido. Y todos aquellos que quieran traerse sillas plegables donde acomodarse, también. La hermana de mi amiga de Austin, lectora vilamatiana de ojos verdes, me ofrece su apoyo también verde, energético y ajardinado.
No sabría decir cuál es mi estado de ánimo. Con todo este ajetreo de las dificultades de la presentación en la calle, el libro que Melusina y yo hemos engendrado, la huelga que impide que se reparta, la conferencia de mañana (¡espero que alguien venga! Mucha gente se excusa o tiene otros lugares importantes adonde ir, y yo me temo que seamos sólo cuatro amigos en el Ateneu), y las solicitaciones filológicas de G., llevo varios días sin escribir mis cuentos y ya lo echo de menos. Hoy he retomado un rato (demasiado breve) mi corrección del libro balcánico y sentía otra vez esa alegre quietud y reconexión con mi escritura de peregrinaciones croatas, serbias, bosnias, eslovenas y albanokosovares. Espero que mañana pueda volver a lo mío. Y la falta de sueño no ayuda. Pero a mediodía, en la comida, alcachofas aparte, me he descubierto un gesto que reconozco, un guiño de la infancia que evoca abandono y melancolía.
He ido a la presentación de Los ojos prohibidos de Alberto Hernando. Reconozco que, además de restablecer un diálogo interrumpido, tenía el aliciente de que lo presentara Kalman Barsy, un nombre para mí talismánico porque de no haber ido hace años a la presentación de su sugestiva novela La cabeza de mi padre no habría conocido a mi amigo serbio y no habría retomado mi entonces abandonado libro balcánico, que ahora publicará Alba. Y cuánto más aburrida y limitada habría sido mi vida sin las montañas rusas ex yugoslavas de mis viajes y las relaciones que se tramaron. O sea que yo no sería tan yo si Leonardo Valencia, que entonces era redactor de Lateral y hoy estaba también en Laie, no me hubiera invitado a esa presentación. Y si Kalman Barsy no hubiera creído tener un antepasado de Novi Sad. Y si Mihaly Dés, que presentaba el libro en aquella ocasión, no hubiera dicho: "Aquí tenemos un escritor serbio..." Y si, cuando le dije a LV: "Yo no sabía que teníais ese amigo serbio... me habría servido para mi proyecto balcánico, si lo hubiera seguido...", él no me hubiera dicho: "Escríbele. Le gustará" y no me hubiera dado su dirección de email. A veces las cosas... Así que le he contado eso a Kalman Barsy, tras escuchar su interesante presentación y la lectura de esos ojos hernandianos, llenos de horror marcelschowiano, de fascinación sexual por la reescritura sacrílega del mito y de humor negro. Y Kalman Barsy me ha contado de su novela inédita, que pronto publicará Pre-Textos.
16 comentarios:
QUE GUAPA ESTAS EN LA FOTO!!!! Es en Menoca? Yo busque ayer el libro en La Central y aún no lo tienen, si me da tiempo me iré a buscarlo a la calle Berlinés, no me extraña que J ya lo haya leido, no es en este libro donde hablas de él también?? Si puedo esta tarde ire al Ateneo al menos asi serán 6 jejejeje!!! Qu ebien por el periodista no que ya consiguio que la presentación del libro se haga en la plaza!!! plasplasplasplas!!!!para el por el logro...
Besikis guapa y nos vemos a la tarde!!!!!!
Uf, en La Central no lo tendrán al menos hasta que no acabe la huelga! Qué bien que vengas hoy!!!! Gracias, yo me veo parecida a mi madre en esa foto, y no a su mejor época, pero me gusta la atmósfera... menorquina, sí.
El próximo sábado toca excursión a la librería de la Calle del Berlinés (por cierto ¿quién debe ser ése "berlinés"?). Conspiraremos para que las páginas del libro se desprendan de su lomo, se extiendan por las calles, y vuelvan más leve y más coloreada y más justa, esta ciudad hoy tan corrompida.
Gracias, Oriol! También yo me he preguntado hace años por ese berlinés. No sé si Huertas Clavería o alguno de los que escribieron de los barrios lo dirían. Y hay un nomenclátor de las calles de Barcelona, a mí me lo prestaron, lo miraré en internet, ahí lo debe de poner. Me alegra mucho que me leas, ya sabes
AVISO A ORIOL:
Este mes de Junio en la librería Xoroi de la calle del Berlinès hemos empezado el horario de verano: los sábados tenemos cerrado. Te recomiendo que no hagas la excursión ese día.
Respecto al señor berlinés, me contaron una especie de leyenda, hace años, que decía que un señor alemán locamente enamorado de una mujer de Granada, se instaló en esta calle e hizo construir el edificio Alhambra en honor a su amada. Los habitantes del barrio fueron los que dieron nombre a la calle: "el carrer del berlinès". Esto cuenta la leyenda... (que me contaron).
A lo mejor Oriol puede comprar el libro por email... o encontrar otro día. Gracias por la precisión, yo no recordaba lo del horario de verano! En cuanto a la leyenda, se non è vero...
Gracias famoso librero de la calle Berlinés yo tambien pensaba ir el sabado...me ahorro el viaje...
Hola, guapa Gise! Al final no nos hemos despedido! Y es que yo tenía que subir al bar del ateneu porque había un tipo con el que teníamos que hablar para otra propuesta de conferencia.. Y Dante se moría de hambre y quería irse. Pero no habían cortado la luz y había incluso un catering con croquetas, etc... Aunque era pesado lo de la peli en el jardín.
Si al final me fui y no te salude le dije a Vane cuando subio que te saludara, y me imagine que habria compromisos laborales por eso no te viniste, fuimos al Gaucho de cena. Espero vernos prontito, mañana preguntaré en la Central lo del libro, sino me ire el lunes a la calle Belines, tengo mucha curiosidad de conocer al famoso librero!!!!
Me encantó volver a escucharte y conocer a Natalia a travez de tu mirada!!!!!
Besotes corazon!!!!!
Gracias, Gise!!! A La Central no llegará hasta que no acabe la huelga y se pongan en marcha... por desgracia no podemos llevarlos nosotros para que no se mosqueen en la distribuidora, pero si la distribuidora no distribuye, en fin...
Ah, has cambiado la foto! Y la playa?
me ha encantado la leyenda de la calle y el señor berlinés! no sé si es verdad pero la voy a hacer verdadera,
a mi me encanta ese edificio neo-granadino porque me recuerda al hotelucho residencia de ancianos donde pasé las primeras semanas en san francisco, el hotel Alhambra, y de repente le daba un aire surreal a General Mitre
me ha gustado esa idea del tiempo en suspensión, y que en cambio los libros y cuentos, las palabras avanzan
Gracias, Objeto a!!! También a mí me fascinaba la casa neomoruna, por su fantasía arquitecturizada, como la casa gaudiniana de las carolinas, que tiene fumadero decimonónico...
Y sí, tiempo detenido, libros y sueños que avanzan, tomando la delantera...
¡Gracias por el aviso (y por la leyenda, y por...)!
Felicidades Isabel por el comentario de Joan de Sagarra en La Vanguardia de hoy.
Sólo deseo que esta confabulación entre la justicia y la belleza siga creciendo, recordándonos (a pesar de los señores del ayuntamiento) que la ciudad nos pertenece
Gracias, Oriol! Yo creo que lo de Sagarra es importante, espero que sí, que lo lean los señores del ayuntamiento!
Mi querida amiga: he tenido a bien poner algunos enlaces en una entrada de mi blog, referidos al suyo. Que bien puede un extremeño escribir con libertad y bondad de tan exquisito fruto como es el algafofio, de fruta mucho más peqeuña y dulce que el resto de azufaifos...
Un beso. Y vea, vea...
http://www.poetaenllerena.com/2008/10/algafofio.html
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