Un árbol convertido en libro

Ilustración: Portada del libro, con el dibujo de Aurora Altisent (el diseño es de Jordi Llobet)

Mientras el azufaifo se enseñorea de la calle con su tono verde intenso y sus dimensiones exuberantes, a pesar de la basura que le arrojan los vándalos y constructores y que el ayuntamiento no se molesta en recoger, el libro donde yo cuento esa historia, La plaza del azufaifo, con su flamante prólogo de Vila-Matas, ha llegado a la editorial en plena huelga de transportistas. No sé cómo se distribuirá. Hay que batallar hasta el final, batallar siempre.

Dice Vila-Matas al principio de su prólogo;

"Este libro debería dejar mudos de la sorpresa a todos aquellos que tan insensatamente hablan maravillas de Barcelona. Este libro habla de la otra ciudad, la que no llegan a ver nunca sus múltiples y entusiastas visitantes. Este libro quedará como uno de los testimonios más lúcidos de la destrucción general de Barcelona a principios del siglo XXI."

No he podido resistir y me he escapado a buscar algún ejemplar. Me gusta mucho ver todo eso, ese tiempo, esa batalla, ese proceso sorprendente convertidos físicamente en un libro, ese objeto sutil y magnífico que ha quedado con el dibujo finísimo de Aurora Altisent. El editor me ha recordado en la puerta lo rápido que había sido todo desde que le mandé el manuscrito por email hasta que ha salido. "Sí, el editor ideal", le he dicho yo. Y es que ya lo puse aquí porque lo pienso. Por el camino, tras mirar algunas ilustraciones tan mías, iba leyendo ese prólogo, que siempre me pone de buen humor.

Le he dedicado el primer ejemplar a G, naturalmente. Creo que le ha gustado su dedicatoria, le ha gustado verse con copyright de fotógrafo (¡él está por todo ese libro!) y sobre todo, el prólogo de Vila-Matas, Quina sort!, me ha dicho. Y me ha comentado justamente algunos de mis pasajes favoritos.

Por cierto, en La Vanguardia digital han publicado la carta que mi editor arbóreo ha mandado a los medios en protesta por la incomprensible actitud del ayuntamiento de Distrito, al intentar impedir que presentemos el libro.

La copio aquí:

¿Será que no quieren que se celebre?
JOSE PONS BERTRAN Barcelona 09/06/2008 Actualizada a las 18:03
Deseo llamar la atención sobre la política cultural de nuestro Ayuntamiento. Causa perplejidad comprobar cómo, cuando una entidad –como es que caso de mi editorial– ajena al Consistorio intenta promover un acto lúdico de marcado carácter cívico, el distrito de Sarrià-Sant Gervasi muestra su cara menos amable entorpeciéndolo con el interés manifiesto de que desistamos en el empeño.
Llevamos un mes intentando que el distrito autorice la presentación del libro de Isabel Núñez, La plaza del azufaifo, sobre la lucha de todo un barrio barcelonés para salvar un árbol centenario frente a la voracidad urbanística. La respuesta ha sido denegarnos la solicitud para celebrar una fiesta en la plaza Joaquim Folguera y sugerir, acto seguido, que la hiciéramos en la Vil·la Florida, a lo que accedimos gustosamente, sin embargo teníamos que abonar unas tasas municipales. No nos sorprendió que el Ayuntamiento nos cobrara una vez, a través de impuestos que pagamos ciudadanos y empresas, para gestionar equipamientos culturales y una segunda vez para poder utilizarlos. Esa parece ser la nueva lógica de nuestros gobernantes: dos por uno. Ahora también surgen problemas para que la fiesta tenga lugar en la ubicación propuesta por el propio Ayuntamiento de Barcelona. ¿Será que no quieren que se celebre? Causa perplejidad viniendo de un bipartito progresista y de izquierdas.

Para rematar el día, hoy también he firmado el contrato con ALBA Editorial para mi libro balcánico. Creo que es una suerte estar ahí, con tan buena compañía, en ese fondo tan interesante y cuidado. Y han venido las editoras de Llibres de Veu para firmar el contrato de grabación en audio de mi primer libro. La semana que viene grabaremos el audio de Crucigrama. Así que casi podría concluir que hoy era un día señalado por las estrellas editoriales.

Lástima que el Distrito Sarrià-Sant Gervasi no haya querido dar su brazo burocrático a torcer.