Arthur Rakham: Gulliver en Lilliput
"Lunes 27 de abril, noche: (...) Hoy todos me han traicionado. El diálogo delirante con mi madre. Es un peso gravísimo, terrible, temible, que me hará perder la vida del modo más cruel. Ella sabe, ahora, del fracaso de toda su vida. ¿Cómo compensarla? ¿Cómo ayudarla? Y ese temblor en los labios, ese tic que le obliga a mover los labios como una criatura que va a llorar. Ésa es mi madre, la que hizo de mi infancia un laberinto de tristezas sin nombre. Y ella y yo estamos tan vencidas que desapareció la culpable, así como la víctima. la quiero mucho, pero sobrellevar su vida (en mis hombros que tanto me duelen) implica inmolarme. Y claro que me inmolo. Por supuesto que me doy en holocausto. ¿Y qué?" Alejandra Pizarnik, Diarios.
Conozco esa sensación, sólo que frente a la escritura, donde interesa más lo enfermo, lo perplejo, lo perverso, lo débil, lo fusional, lo paralizante (la prueba es que en la Comedia de Dante, el Infierno vendió siempre mucho más que el Paraíso, Philippe Sollers dixit, o que "Todas las familias felices se parecen", león tolstoi dixit, y Carlos Fuentes), en la vida hay que huir de todo eso, no autoinmolarse, protegerse, poner barreras, al menos algunos tenemos que hacerlo, no podemos permitirnos esa inmersión... salvo en la escritura... Y a veces, el miedo de que los monstruos de la escritura salgan de la pantalla o del papel y nos devoren o contaminen nuestra vida puede bloquearnos. A veces. Y otras pensamos en la suerte de poder escribir, o como dijo mi antigua psicoanalista: Los escritores no tenéis que esperar a soñar para pescar en el inconsciente...
Y aquí viene al caso un post último de V. "del deseo y la libertad en china" que conecta precisamente con el bloqueo y con el terror de la fusión, la identificación el hundimiento con los fantasmas de nuestros progenitores...
2 comentarios:
cuánto sufrimiento esta pobre alejandra!!!
una vez, durante una comida, un amigo contó una historia aparentemente estúpida: dos hermanos cenan en familia; uno es rebelde, inconformista, y (se)pregunta como hacer para romper con la rutina cotidiana, con las ataduras burguesas y familiares; el otro, silencioso hasta ese preciso momento, se levanta decidido de la mesa y se dirige hacia la puerta.
¿Dónde vas?, pregunta el de las dudas.
He decidido abandonarlo todo. Irme de aquí para siempre.
Y cierra suavemente la puerta tras de sí.
No sé si volvieron a verse.
El hermano misterioso... Mi historia preferida de dos hermanos es El señor de Ballantrae, de Stevenson, ¿la leíste? Es genial, historia de una injusticia...
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