viernes, 2 de febrero de 2007
Montaigne, Betteredge y Robinson
Michel de Montaigne
El volumen II de sus Essais (Les Essais de Montaigne ) es uno de los libros que han aterrizado en el cuarto de baño para quedarse ahí en los últimos meses. Michel de Montaigne es inteligente, agudo y sutil, a veces me cuesta imaginarlo con ese aspecto tan antiguo porque me parece insólitamente cercano. Hoy he abierto una página donde decía: "Or, de moi, j'aime mieux être importun et indiscret que flatteur et dissimulé." Qué consuelo para mí... Una vez, un amigo antropólogo me dijo: "Tú no puedes evitar ser excesiva..." ¿O dijo excéntrica? ¿O exagerada? ¿O extravagante? No, ya lo recuerdo, dijo: "Tú no puedes evitar ser desmesurada..." También recuerdo que la madre de una amiga, cuando éramos adolescentes, le dijo algo elogioso de mí, pero añadió: "És una llàstima que sigui tan extremada"... Mi caos personal, o mi despiste o mi tendencia a abstraerme me impide ser realmente discreta, y también una urgencia de expresar, una impaciencia, una especie de obsesión por mi verdad o la percepción de las cosas, todo eso me impide ser siempre oportuna, diplomática, discreta. Aunque esa desmesura o esa supuesta radicalidad sea también malgré moi. En cuanto a flatteuse, alguna vez habrá que practicar ese deporte, como tragar, pero me produce una cierta repulsión. Tal vez por eso me monté mi arriesgado e independiente chiringuito, para sustraerme a ciertos imperativos sociales cotidianos...
Se pueden leer Les Essais de Montaigne como Betteredge, el mayordomo de The Moonstone (Penguin Popular Classics) ,de Wilkie Collins- leía Robinson Crusoe , como si fuera una especie de Yi king: el libro de las mutaciones. Betteredge lo abría al azar (al azahar, como dijo alguien) para resolver una situación o un dilema de su vida cotidiana. Yo probé a hacerlo una vez, cuando me comunicaron que no iban a renovarme el contrato de Prensa de Seix - Barral y Ariel, hace muchos años (antes de montar el chiringuito). Sentada en los FGC, línea Tibidabo, abrí mi Robinson y me encontré con una frase perfecta de sus Diarios, donde decía que no había que lamentarse por la pérdida, sino pensar en lo que se tenía. La verdad es que no he vuelto a probarlo...
Años después, un músico del silencio (cagiano) llamado Tres (Tres _____ elsilencio.com ///////////////////////////// )me contó que había coincidido conmigo en ese metro una vez, pero que yo iba leyendo tan abstraída que ni siquiera levanté la vista, mientras él me observaba a su antojo, sentado frente a mí, hasta que alguno de los dos se bajó. Yo pensé que tal vez fue el día de Betteredge y Robinson.
Y para rematar este post, un bibliófilo inquieto y particular como es Pérez Andújar,. Javier, a quien antes veíamos en el desaparecido Saló de Lectura ( El Llibreter: Tanquen Saló de lectura ), al leer mis cuentos de CRUCIGRAMA, dijo, generosamente: "Leídos todos seguidos dan una impresión robinsoniana, de selva como medio de vida preferible a lo que se cuece en el océano cuando el agua se pone a hervir. Me encanta tu manera de tomar la anécdota para darle un sentido dramático, pero sin elevarla a categoría (y disculpa aquí el retruécano dorsiano, pero me sirve para explicarme..., creo). Y lo que más me ha admirado es que si todos los ingredientes están tomados de escenas, anécdotas, impresiones nacidas o que llevarían al pesimismo, queda un regusto de supervivencia, de noble robinsonismo, ya te digo, y eso es mucho contar."
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