viernes, 27 de junio de 2008

La ciudad no es para nosotros


Foto: I.N. Yo viví en esta casa, calle Herzegovina 1, en 1976 y hasta 1981, diría... Pero mi balcón daba a la calle del Camp.
En el ABC del domingo, Alfonso Armada comentaba la Última oda a Barcelona, de Lluís Calvo y Jordi Valls y citaba a Vila-Matas en el prólogo de La plaza del azufaifo. Que nadie crea que me he repuesto de los últimos disgustos arbóreos. En el reverso, una comentarista me recuerda la historia de Dafne, que perseguida por Apolo se convirtió en árbol, como contaba Ovidio en sus Metamorfosis, y lo pintó Poussin, y tal vez lo comentó John Berger, y ya salió aquí.
Los libros y las críticas me consuelan de noche, cuando se apaga al fin el estruendo de las obras. De día apenas hay reposo. Grúas y máquinas perforadoras y polvo nos rodean y el calor multiplica la sensación de vivir en el infierno. Cuando las máquinas paran un momento, la radio ensordecedora de los trabajadores, que sufren sordera hace tiempo y siguen trabajando sin casco ni protección alguna. He salido a hacer unos recados y he vuelto agotada de calor y estruendo. He hablado con el florista de la plaça Joaquim Folguera, que es naturalmente partidario de los árboles y me ha dicho (porque se lo han contado los jardineros) que el ayuntamiento tiene planeada la muerte de los elegantes lledoners (almeces) para principios de 2009. Tendremos que encadenarnos, eso está claro (vayan a Polis a leer mi carta a los periódicos), y antes armaremos escándalo. "No hay muchas plazas como ésta", me ha dicho el florista, que disfruta de esa sombra y esa visión todos los días durante el buen tiempo. "Mira este tronco... seguro que tiene más de cien años..." Me ha contado que él llegó hace 25 y el árbol era como ahora...
Ayer G. y sus amigos de la facultad estaban estudiando en la plaça de la Revolució (algo insólito en ellos, incluso en época de exámenes) y unos miembros armados de ese cuerpo policial municipal de acción que va de azul marino (no sé qué policía es esa, tienen pinta de cuerpo de acción y ataque, y mi confusión sobre las actuales fuerzas de seguridad me hace sentir aún más fuera d'eixè món) procedieron a desalojarles, eso sí, en lengua catalana, como precisa un comentarista al reverso. "¿Pero qué cosa mejor podíamos hacer nosotros que estudiar?", me dice G. A pesar de todo los echaron. "Aquí no pueden estar", les dijeron los agentes. Si hubieran sido turistas... Pero la ciudad tampoco es para ellos.
¿Y el mundo? ¿Acaso el mundo no se está convirtiendo en un lugar inhóspito? La ominosa directiva de retorno, con la demagogia de Zp y otros que defienden lo indefendible, a saber, que los inmigrantes puedan ser retenidos sin cargos durante dieciocho meses(!), que los niños puedan ser repatriados y confinados a un país ajeno con el que haya acuerdos, entre otras muchas cosas que atentan contra los derechos humanos básicos, o la semana de 65 horas, rompiendo una conquista social que tanto costó conseguir, o el tribunal estadounidense que ratifica el derecho de todos los habitantes a llevar armas... Cada vez más, leer el periódico me produce la sensación de estar viviendo una broma amarga, que en realidad no tiene ninguna gracia. ¿Para quién es el mundo? Cada vez me parece más claro que no es para mí.
Y en mi micromundo, a medida que se acerca la presentación del libro, me invade la inquietud. Cómo me gustaría una presentación en una pequeña librería, sin tener que pensar en sillas, tráfico, electricidad, sonido, locos voluntarios que intentan intervenir, etc. És la última vez, me prometo a mí misma. Y aún no he pensado qué diré. Desearía saltar directamente al martes... He pasado por la librería Jaime's y se les habían acabado los ejemplares de La plaza del azufaifo, pero habían pedido más. En La Central había una buena pila. Y me ha dicho el editor que en la Casa del Libro de Madrid tenían otro generoso montón (en cambio en la del Passeig de Gràcia ni uno, ¿será que los de allí leen más a Sagarra que los de aquí?).
Ni siquiera he conseguido aún pergeñar mi reseña para La Vanguardia. Y esta noche me iré al cine a olvidar. A la vuelta pasaré junto al mágico azufaifo...

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta la escena de la policía municipal (esos que llevan mono azul, gorrita como de legionario también azul y botas por fuera) desalojando a G. y sus amigos, correctamente y en catalán, eso sí, (éste anónimo comentarista recabó el dato del catalán) de la plaza de la Revolución en Gracia. ¿Qué era lo subversivo para las fuerzas del orden municipales?¿Que estuvieran estudiando?¿Que estuvieran estudiando fuera de las horas lectivas?¿O que estuvieran estudiando en la plaza de la Revolución? Tal vez el señor Casas, comprador del libro del azufaifo y responsable Comunicació i Qualitat del Ayuntamiento de Barcelona podría contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué normativa municipal impide que unos chavales estudien en la plaza de la Revolución de Gracia a la una de la mañana, supuestamente para no molestar a los vecinos, y permite que Barcelona sea una de las ciudades más ruidosas del mundo?

Belnu dijo...

Exacto! Y me parece que ya sé quién eres, Anónimo veneciano... Pues he decidido contradecirme a mí misma y me voy al cine a olvidar

jarta dijo...

Absolutamente sensibilizada gracias a tus flagrantes descubrimientos.
Me adhiero al encadenamiento, y a lo que sea necesario.

Intentaré venir a la presentación, aunque ya tenga el libro, leído y dedicado (recordes? sóc la de la petició de l'amic blogger. Una abraçada).

Gise =) dijo...

Pero yo me pregunto, porque no he pasado una sino miles de veces por la Plaza de la Revolución, y además conozco a G osea no pongo en duda que lo que estuvieran haciendo fuera estudiar, y está lleno de gente hablando, tomando algo, el mismo 23 estaba lleno de gente con petardos, y cuando no hay gente vendiendo cerveza eso es legal? a esos los desalojan? o es que para poder estar en la calle en un grupo de amigos solo es posible si se arma jaleo....
Por favor a que extremos hemos llegado, porque la policia no actua donde debe, en el metro cuando la gente salta para pasr gratis, con los vendedores de cerveza que abundan en esta época, con los chorizos que arrebatan moviles, como me pasó hace una semana en la salida del metro del Putxet...todas estas situaciones no las ven? no las viven?
Por favor paren el mundo que me quiero bajar!!!!
La presentación será un exito ya lo verás, y por lo que dices la venta también lo es!!!!
la gente que me conoce y sabe que me gusta leer, me pregunta que estoy leyendo ahora y super feliz les muestro tu libro y les cuento la historia, muchos alucinan por la causa no tienen ni idea de lo que está pasando a nivel urbanistico en Barna...
Besotes Bel y espero haya sido buena la peli!!!!!
Bon cap de setmana!!!!!!!!!!

el objeto a dijo...

La verdad es que hay que hacer algo por esos lledoners de la plaza, yo me apunto de verdad, esa plaza es un oasis en medio de la fealdad de balmes, mitre, y todas esas calles inóspitas de alrededor, siempre hay niños, gente sentada en los bancos, a pesar de los coches y el resto, y es que esos árboles protegen, guarecen, refrescan y ordenan el resto del paisaje,

en fin, Bel, que me parece que este azufaifo cada vea se hace más importante!

yo bailé semidesnuda una performance de butoh hace muchos años en las ramblas de madrugada, con un público algo siniestro y variopinto, y los mossos vinieron, pensábamos que querían desalojarnos, y cuando les preguntaron respondieron que no, que se quedaban ahí para asegurarse de que no nos pasaba nada!
esta ciudad ya no es la que era!
me gustaría volver a probar ahoa

Belnu dijo...

Sí, ahora me temo que sería imposible, Objeto a!
Aunque a mí no me parece mal que algunos se cuelen en el metro, a diferencia de lo que dice Gise y como me recordaba "alguien" hace un rato. Es más, cuando veo las barreras de polis que ponen en Gràcia cortándonos el paso algunos viernes por la tarde y pidiéndonos el billete me dan muchas ganas de rebelarme.
No, esta pobre ciudad sin sombra donde refugiarse, perdida la historia y la personalidad en tan gran parte, con bares de franquicias y tiendas de cadenas... Hay que resistir(se)!

Belnu dijo...

Ah, y lo repito aquí: Yo no necesito que se pare el mundo para bajar, como dice Gise, pues hace tiempo que dejé de ser de aquí, no lo era cuando raimon lo cantaba y sigo sin serlo ahora, porque mi mundo ha muerto y sólo vivo en esas hogueras humanistas, ya sólo con brasas humeantes, en esos reductos de resistencia donde se despotrica alegremente y se vive autrement y a veces hasta se fuma.

jarta dijo...

...y a veces hasta se fuma...¡Me encanta que lo añadas al reducto de resistencia! A menudo pienso que éste tampoco es mi mundo, ya.

Belnu dijo...

Tú eres joven, Antídoto. Yo me iré y este mundo que no comprendo se quedará aquí, y G y sus colegas (y tú también) serán quienes tengan que resistir e intentar transformarlo... Me iré a un otromundo particular de fumadores humanistas, lleno de árboles y ambrosías y contradicciones y dudas y cafés viejos y poetas chinos que alzan su copa frente a las ocas salvajes.

jarta dijo...

Gracias por considerarme joven. A mis cuarenta y cinco, empiezo a dudar de mi capacidad para transformar nada. Tu G, y mis M y S, deberán llevar ahora el peso de de este incomprensible mundo, mientras nosotras velamos por ellos bajo un manto verde y prieto de copas antiguas, atadas a los troncos en activa resistencia.

Belnu dijo...

Yo no puedo imaginarme vivir sin resistir y poner objeciones, sin intentar corregir a mi manera simbólica lo que me parezca injusto y equivocado, así seguiré mientras pueda... En cuanto a G, él sabe que estoy ahí, aunque sólo sea para hablar cuando vuelve...

civisliberum dijo...

Durante mas de 10 años disfrute cada jueves tarde de la fantastica arboleda de la Plaça Joaquim Folguera desde la terraza del Bar Hidalgo en Balmes. Eran un par de cervezas que tomaba con un amigo de toda la vida frente a los frondosos arboles. Hace un par de años se traspaso el Hidalgo, con el también el ambiente de bar de toda la vida, tampoco aguantaron los camareros de toda la vida y el bar fué sustituido por una especie de Restaurante, con camareros poco profesionales y extraños de otras latitudes. Una parte de mi vida desapareció, ahora solo falta que desaparezcan los arboles, todo acaba siendo irreconocibnle, acabará dejando de ser mi tierra y mi ciudad.

Belnu dijo...

Pues sí, Civislib., bares y antiguos cafés desaparecen y son sustituidos por lugares impersonales y de franquicias. Pero ahí sólo podemos lamentar que los propietarios mueran o se jubilen y que nadie tenga la sensibilidad de protegerlos como parte de la identidad urbana. ¡Pero los árboles! Aún en una ciudad sin bares ni tiendas de siempre, temer una sombra bajo la que respirar en el calor y el asfalto, una frescura, y el paisaje histórico de esos árboles que han crecido ahí durante un siglo... Yo creo que en eso tenemos derecho a defender y reclamar y exigir, porque es nuestro patrimonio, y más en esta época de contaminación, sequía y cambio climático. Esos árboles son nuestra mejor garantía de oxigenación y de lluvia!