Nunca recuerdo cómo era la explicación esotérica de esta aceleración general, algo como que la inclinación del eje de la Tierra propiciaba este fenómeno global. Claro que la explicación marxista sería muy otra, hablaría de la globalización, de este neocapitalismo salvaje que explota vilmente a todo el mundo (la gente trabaja tres veces lo que antes y cobra menos y todo vale más). Y luego habría algo de contagio, y ahora estoy improvisando, algo asociado al ruido, las obras, esa fiebre constructora terrible que me rodea y que sólo lleva al suicidio, es decir, a la destrucción del paisaje y la ciudad fantasma, ya que con la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria, ¿quién comprará estos feos pisos nuevos? Claro que, como ya dije, tal vez se los quede la mafia rusa, o la propia camorra, para sus asuntos aquí, pues al fin y al cabo son ellos los que invierten en este pobre país. Mi idea es que en medio de esa algarabía, ¿cómo mantener un ritmo reflexivo y tranquilo?
Ayer empecé a avisar a algunas de las televisiones que nos hicieron caso con el azufaifo, para que sepan que vamos a presentar el libro. Mientras, el Distrito, que no nos perdona haber recuperado un árbol bicentenario e histórico para la calle, nos niega precisamente el permiso para celebrarlo en la calle, o mejor dicho, nos sugiere que lo hagamos en los pobres mutilados y afeados jardines de Vil·la Florida por un módico precio que no quieren desvelar. Ahora, la política municipal consiste en cobrar por todo, como si no pagáramos impuestos, así que los locales públicos se alquilan, también a la asociación de vecinos, según me dijeron ayer.
Todo lleva a una pesada aceleración, donde nada cesa. Tengo correcciones colombianas pendientes, y los textos no paran de llegar. Mi conferencia de la semana que viene en el Ateneo apenas está esbozada. Hoy, a las 20h, leeré un cuento en el restaurante Taxidermista, de la Plaça Reial, donde el primer miércoles de mes se leen textos literarios diversos en lo que se llama EAT THE BOOK, gracias a la iniciativa de la inquieta Berta Muñoz. Quien quiera venir, está invitado. Ya he decidido qué cuento leeré: se titula "La noche que murió Franco" y forma parte de mi nuevo libro. Lo malo es que hoy me comprometí también a hacer una coca de verdures (mallorquina) para una cena que tengo justo después, en el otro extremo de la ciudad, con una invitada ilustre del mundo del cine a la que no he visto hace años. Y aún no he comprado los ingredientes. Y el estruendo de las obras sigue: los obreros me dijeron que ayer acabarían el ruido de romper el suelo de abajo. Lo que no dijeron es que volverían a romperlo todo con máquinas peores en el piso de arriba, es decir, sobre mi cabeza. Y que en el edificio de enfrente, el propietario está abriendo todo el suelo del jardín de su casa. Recuerdo con nostalgia aquellos tiempos en que las obras significaban golpeteo de picos y canciones de los trabajadores. Ahora todo son máquinas y gritos.
En medio de todo esto, G me pidió asesoramiento ayer para dos trabajos, con nocturnidad y alevosía, uno que había titulado "El fin del humanismo: Una Universidad mercantilizada" y que hablaba del terrible plan de Bolonia: confirmé leyéndolo que Jordi Llovet tenía toda la razón (él dijo que Alemania y Francia, con sistemas educativos más sólidos, resistirían un tiempo, pero también caerían, los ingleses ya cayeron con Thatcher, y en cuanto a nosotros, vamos derechito al hoyo) y que el título era acertado. Yo ni siquiera sabía que ese maldito plan había surgido de una reunión de ejecutivos de Nestlé, Siemens, British Telecom, etc. que redactaron un informe con sus objetivos educativos (es decir, sus intereses mercantiles para los "nuevos esclavos" que necesitan sus empresas en los próximos años). En esa Universidad no hay espacio para los pobres, pues la carga de horas lectivas impide trabajar y la financiación privada orienta qué becas y ayudas se conceden, según intereses del mercado, y ya no se investigará nada que no interese a los laboratorios. Tampoco habrá espacio para ninguna materia humanística, ni reflexiva, ni especulativa o poética, ni sobre todo para aquellas materias que sólo unos pocos querían estudiar. La lectura de ese trabajo me produjo una pesadilla que se parecía efectivamente mucho a Atmósfera cero. Y el otro trabajo era de inglés, también pesimista, pero más poético, ya que trataba de The Quiet American, de G. Greene, novela favorita mía de años atrás, conradiana en lo tristemente profética, y llena de su sensibilidad, y tenía que establecer comparaciones con las dos versiones cinematográficas que yo no he visto (Mankiewicz y Noyce). Ahí al menos hay espacio para la literatura. G había hecho una buena lectura y eso me consuela, aunque ya le dije: "Si me hubieras pedido ayuda para un trabajo sobre la desamortización de Mendizábal te habría dicho que no". Él me miró sorprendido. No recordaba mi anécdota. Ese tema me producía una pereza horrible y no me lo estudié. Y en el examen final de historia en Cou me pusieron dos preguntas: la guerra civil española y la susodicha desamortización. Yo me dediqué sólo a la primera, con toda mi pasión y el poso de mis lecturas de Vilar, Fontana, Tuñón de Lara e tutti quanti. Y la profesora me dijo que comprendía que era un tema demasiado extenso y que no me había dado tiempo, así que me puso un 9,5. ¿Será que a veces la fortuna ayuda a los audaces? Con todo, la desamortización de M. volvió a mí años después, cuando una amiga madrileña hermana de una política nefasta me llevó a la que entonces era una propiedad familiar, extensísima, hectáreas y hectáreas de terreno castellano, paisaje melancólico e invernal, edificación medieval con mazmorras, todo adquirido con la desamortización. Hace poco, en Menorca, supe que el hermano de esa misma familia, que es un promotor inmobiliario (lo cual para mí es igual que decir carnicero de Milwaukee, como poco), tan tristemente famoso como su hermana política madrileña, les ha comprado su parte a los demás. Yo siempre me asombré de que hasta en las familias más malignas haya siempre un espíritu interesante: lo difícil es sobrevivir a esos entornos teniendo sensibilidad y sin renunciar a ella.
También pienso en la muerte. Tengo la sensación de que todos los días o al menos todas las semanas muere alguien significativo para mí. Algunos son maestros, personajes que me enseñaron algo o cambiaron en algo mi vida. Otros son sólo fragmentos del paisaje que componía mi mundo, y también siento una pérdida otra con ellos, como ese Yves Saint-Laurent, de quien me gustaban piezas como su smoking femenino, y su cara, su apariencia física, tan enfermizamente tímido, frágil y acartonado, pero con esa intoxicación de belleza decadente tan teatralmente gay, como el olor de las flores descompuestas de Bombay. Todo lo que yo encontré en el mundo, lo que ya estaba antes de mi llegada, desaparece. Es una orfandad generalizada y que afecta a todos los aspectos. Y también recuerda siempre, como esa relojería de Muntaner llamada "Tempus" que siempre me hace asociar "fugit"...
Pero todo esto son proyecciones de otro tiempo y yo tengo que seguir girando en el torbellino de la aceleración de Corioli, aunque sin crecer, no como la palmera desmochada que se yergue en ese campo de Menorca, en la casa que me albergó.
10 comentarios:
precioso post.
una joshha, que dirían mis compatriotas lejanos.
GRacias, Casho!!! A mí me encantan esos acentos, ya sabes. Si alguien quiere convencerme de algo, que me hable así, muy aspirado y con sh...
¡Como me gustaría poder asistir a la lectura!
La mañana después de La noche que murió Franco yo me desperté con la feliz noticia de que no había colegio. Pasado el entierro, el luto oficial y la coronación yo pensé (Dios me habrá perdonado por que yo que era inocente) que otro deceso del nuevo jefe del Estado nos dejaría sin colegio hasta Navidad.
La aceleración si que la he notado pero al mismo tiempo a mi me parece que a causa de tanta mierda como se ha acumulado, la tierra ha perdido las ganas de girar y sigue más que nada por inercia. Pero seguro que si se midiera con precisión el efecto de este cansancio general sobre la rotación del planeta se pondría de manifiesto.
Esperando, eso si, poder venir a la presentación del libro. Por favor avisa del día y hora con tiempo para poder programarlo.
Si tú dices eso de la Tierra yo te creeré, aunque sea tu parte poético-científica la que habla, es decir, la que sabe ver belleza en los ojillos de los renacuajos e inteligencia en los de las tarántulas. Esta lectura de hoy se me olvidó a mí y no he podido avisar más que tarde. El libro del azufaifo se presenta el 26 de junio, eso está ya hecho, lo que no sabemos es dónde.
qué cóctel más interesante este post (empezando por la punta de la palmera) y que cierto eso del "mercantilismo escolar" (aunque no con esas palabras, pero así es como queda rebotando en mi cabeza)
Gracias, E! Hay un poema de Mireia Mur (Metis) en el que increpa a una palmera torcida... debería ponerlo aquí. Ésta era desmochada...
Que bueno todo lo qu enos cuentaas pero alucine con que conoces a Berta!!!! es conocida de mis ex jefes del Liceo, asidua clienta de alli y yo la atendia muchas veces... es más tuve con ella una entrevista de trabajo para formar parte de su staff el problema es que no se escribir en catalan =(
Besikis!!!!!!
Sí, éste es un mundo bien pequeño. A Berta la conozco desde que éramos pequeñas. Yo era amiga de su hermana pequeña y su padre fue para mí importante: él me metió en el mundo editorial y era un personaje muy muy especial, productor de Buñuel y Berlanga, maravilloso con sus amigos y implacable para decir las verdades, yo reseñé su biografía en Qué leer y hablé de él en este blog, se llamaba Ricardo Muñoz Suay.
menos mal que como buena "marionetista" sabes combinar los acelerones con ciertas paradas en el tiempo, y se para todo para ayudar a G. en sus trabajos, para leer atrás a la Ginzburg (me muero de ganas de que llegue el próximo jueves!! qué lujazo en escucharos en el Ateneu sobre esas dos mujeres)o irte de cena con una coca...
me duele leer y escuchar lo que la gente cuenta de la nueva universidad, te conté creo aquel matemático que me explicaba que dentro de unos años las matemáticas desparecerían para hacerse una pieza más del mercado laboral,
dónde irán los jóvenes a buscar algo que les forme de verdad???
Sí, ¿dónde irán y cuántos de ellos tendrán el impulso de buscar en otra parte para no convertirlo todo en un tropel o un rebaño de esclavitos laborales? Y claro, las matemáticas, su lado poético especulativo, como la poética de la física! Cómo iban a encajar en los no-pensamientos de siemens, nestlé y british telecom?
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