miércoles, 1 de noviembre de 2006
Alea jacta est
Votar en mi barrio, qué depresión. Sólo estaban los que votan a CIU y los que votan al PP. A los que votan al PSC (y alguna rara avis incluso a ICV) sólo les vi el 14-M y se notaba; tenían aspecto de leer a Marsé y a Paul Auster, Ruth Rendell, aunque no conocieran a Marina Tsvietáieva. Hoy, una encuesta de lecturas, a pie de urna, en ese colegio gerontológico de la calle Bertran, habría resultado en un 50% de "No leo" y otro tanto de: "Maria de La Pau Janer". Si la enfermedad se debe a la falta de belleza, como dice Jodorowski, de allí al hospital directo. Pero más que fealdad física es la falta de espíritu (de esprit, en el sentido francés) lo que convierte a la gente en un espectáculo uniforme, convencional, triste, sin ninguna alegría excéntrica. Tal vez con la supuesta "invasión china" se animará el panorama. Una amiga me cuenta que le ha entrado un ataque de pánico, también a pie de urna, y por votar contra Mas, ha cambiado su voto tradicional a ICV por un voto al PSC. Otra me dice que ha votado en blanco y los de la mesa electoral la observaban con disgusto.
Como consuelo, el artículo de Mosterín en El País, sobre el rey (el último oso que mató con trampa) y su tendencia a apretar el gatillo (Jesús Mosterín. El dedo que acciona el gatillo) Vale la pena. Como una censura tácita suele silenciar cualquier crítica hacia la familia real, el hecho de que salga este artículo parece la buena noticia del día.
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