lunes, 6 de noviembre de 2006
Un amigo poeta
Carles Hac Mor, que lleva una actividad frenética de bolos y actuaciones y escribe y presenta libros sin parar, me dice que a él también le gustaron estos "totxos" berlineses de la memoria, y he decidido poner aquí uno de esos casos en que coinciden cuatro (lo que sólo significa que en esa casa vivían cuatro personas que fueron deportadas y asesinadas por los nazis), y es esa discreción de una obra que está en el suelo, con la que podemos tropezar, pero también pasar sin verla, y su sutileza contrasta con la obsesión de la espectacularidad y las grandes exposiciones e inmensas esculturas públicas y edificios efectistas que domina en estos tiempos (perquè l'art pot anar contra l'art, dice él). La foto es anónima, la he pescado por ahí, buscando los Stolpersteine de Günter Denmig, en unas cuantas ciudades alemanas.
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