martes, 7 de noviembre de 2006
Marina Tsvietáieva
Ayer, en el premio Herralde de novela, me encontré a la traductora mexicana Selma Ancira y me dijo que estaba traduciendo Vivre dans le feu, una selección de textos autobiográficos hilada por Tzvétan Todorov, llena de más raras joyas de la talentosa poeta y prosista rusa. El invierno pasado reseñé para La Vanguardia Cultura/s un librito maravilloso de Marina Tsvietáieva que publicó Editorial Minúscula y también tradujo Selma Ancira, Natalia Goncharova, retrato de una pintora, pero por desgracia la reseña nunca salió (y es la tercera vez que me pasa con Minúscula, una editorial que publica siempre buena literatura, pero ya no me atrevo a proponerles nada!). Selma Ancira, con su buen castellano, es responsable de que se conozca la prosa de Tsvietáieva en este país (aparte de Berberova, Tolstoi, Brodski, Osip Mandelstam y otros), tradujo aquella maravilla en Anagrama, El diablo , y también Un espíritu prisionero (en Galaxia Gutenberg, con un interesante prólogo de Anna Maria Moix). Alguien dijo que Tsvietáieva siempre se burla de los géneros, o juega con ellos, miente cuando es autobiográfica, cuenta su vida cuando es ficción, o hace ficción y poesía cuando es ensayo... En cualquier caso, Vivre dans le feu es una locura llena de sus fogonazos y de su horror. Escribió A.M. Moix que Tsvietáieva se había equivocado en todo menos en su obra. Y ciertamente, su obra está llena de luz, de ligereza, de juego, de talento desbordado, y en su vida sólo hay errores, abandono y drama.
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