viernes, 17 de noviembre de 2006
Traductores reunidos
Art Spiegelman: Maus
Ayer se produjo la Tertulia de Traductores de la ACETT para hablar de las tarifas miserables. La base de la charla era el estudio que Carlos Milla y Marta Pino han hecho para demostrar la bajada perversa de tarifas (en un 20-15%) de traducción que los editores lograron al introducir el cómputo de caracteres y palabras por ordenador, y que ha llegado a poner en peligro la profesión como tal. El estudio, que propone una compensación para no perpetrar esa vergonzosa bajada de tarifas a costa del ya empobrecido traductor, coincide con uno efectuado por una editora de Random House Mondadori.
Ahora bien, esa posible compensación es insuficiente para dignificar una profesión envilecida porque además, las tarifas no se han modificado desde hace años, de forma que en el resto de Europa los editores pagan tres veces más que en España, y si la vida es más cara en Londres o París que en Barcelona o Madrid, no lo es en Arles o Manchester, por poner un ejemplo.
Un traductor inglés propuso que se aplicara una iniciativa que en Inglaterra ha dado buenos resultados para los traductores. La Sociedad de Autores efectúa un estudio de una editorial al azar, habla con sus colaboradores, averigua si envían liquidaciones de derechos, si los pagan, cuáles son sus tarifas, cómputos y modos, y publica los resultados en una revista.
La reunión se convirtió además en un largo memorial de agravios, humor negro e ironía sobre la mezquindad, los abusos y los equilibrios de profesionales que aman su profesión y que siguen en ella con toda la precariedad, a pesar de los pesares. Ese es, no me cansaré de decirlo, el reverso del panorama de la vida cultural de este país.
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