Hago tiempo para la medianoche de G., que cumple 21 años. Muy cerca, Gilda duerme ovillada con su ratón y su foca de peluche: su cuerpo peludo se adapta a todo, siempre confortable. Bromeamos con que Gilda le regalará unas moscas y un ratón de peluche. Mis regalos están escondidos, esperando la hora señalada. "¿A qué hora tiene su cumpleaños?", me ha preguntado dos veces M, en su lenguaje misterioso. No sabía si se refería al cumpleaños astrológico o a una hipotética celebración. Siempre me pregunta por él y diga lo que diga yo, ella siempre le defiende. Me ha llamado una amiga de siempre, que vive aún cerca del Botánico en Madrid: hace años yo pasé largas temporadas en su casa y me reservaban una habitación preciosa, frente a los rescoldos de la chimenea.
Ha reaparecido un amigo lejano. He empezado a escribir al fin uno de los dos artículos que tengo pendientes. Leo otro novelón para reseñar, esta vez contemporáneo. Sigo con mi extraño resfriado a cuestas; espero pasar mejor noche que ayer. Por cierto que una escena de anoche se mezcló extrañamente con mis sueños o se onirizó tanto que parecía formar parte de ellos.
Murió Willi Ronis, fotógrafo rojo del París popular, fotógrafo humanista, él sí que era un memorioso. A los 99 años, viendo una foto suya podía recordar el momento en que la hizo y datarla. Assouline le homenajea tácitamente y linkea sus fotos con la entrevista de Le Monde. Dice que sus fotos se hacen signos entre sí, forman el tejido de su vida, componen su retrato. Vi una retrospectiva suya magnífica en Madrid, hace pocos años.
G. ha puesto una música brasileña. He estado buscando Bleak House para citar algo en mi artículo y me he vuelto a maravillar ante el principio. En esa escena dickensiana hay tanto barro que es como si se hubieran retirado las aguas, los perros son indistinguibles del barro, los caballos están cubiertos de él hasta las orejeras, el clima de noviembre es implacable, la gente entrechoca sus paraguas en una infección generalizada de mal humor e incluso los copos de nieve, oscurecidos por el hollín de las chimeneas, parecen guardar luto por la muerte del sol. Y el barro y la niebla componen la metáfora de la falta de transparencia de la justicia, la corrupción, la melancolía... Y el lenguaje está lleno de ecos metafóricos y aliteraciones, y el ritmo también se somete al mismo efecto poderoso, y lo encaja todo con ese humor suyo, y trata los sufrimientos de los niños (de su propia infancia) sin patetismo, con su poder literario... Bleak House y Great Expectations fueron mis preferidos en un tiempo especial para mí y los guardo en una lujosa suite de mi memoria, como decía mi amiga M.A.. Así que mientras escribo de traducción surgen mis temas y la novela que no escribo y tal vez todo sirva en esa marmita gigante e invisible, pienso...
Y mi artículo en La Vanguardia Cultura/s de hoy, sobre un libro magnífico de Álvaro de la Rica.
4 comentarios:
Per molts anys!.
Curiosidad golosa: ¿hubo "sacher" este año también?
Gracias por recordar a W. Ronis y tus descripciones de descripciones de ciertas atmósferas londinenses del pasado.
La habrá hoy, en efecto, ya está encargada!
Gracias a ti por estar ahí...
Felicidades a G a quien no tengo el placer de conocer y felicidades, también a ti, a la que si tuve el placer de conocer. Ayer por la noche volvió a diluviar sobre Palma. Truenos, relámpagos, infinidad de rayos, hasta tal punto que me fui con la cámara a filmarlo.
Tus escritos siempre tan interesantes, ademas de inestimable fuente de información. Gracias
Qué bien, Fernando, filmar la tormenta sobre la isla! Imagino un principio de novela... Transmitiré tus felicitaciones a G.
Gracias por leerme con buenos ojos.
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