lunes, 18 de mayo de 2009

En el diario de Mallorca, José Carlos Llop

Foto: I.N., Balcón en París, 2009
La primera vez que oí hablar de Aleksandar Hemon fue en París. No es mal sitio para saber de un escritor, París, pero en aquella ocasión oí sólo un nombre entre otros, un nombre que no retuve. Fue en un encuentro casual en el carrefour de l´Odéon, en pleno Saint Germain y cerca de los jardines de Luxemburgo. Un encuentro entre dos amigas que hacía años que no se veían. Una era la mujer de un buen amigo mío, la otra una escritora barcelonesa especialista en literatura balcánica, que es, me da la impresión, una especialidad dolorosa. La escritora barcelonesa se llamaba –se llama– Isabel Núñez y se alojaba cerca de nuestro hotel. Quedamos en un café del quartier, que el pasado año descubrí que estaba en el lugar donde se encuentra Le Condé, el café de la juventud perdida, la última novela de Modiano. Estas cosas fueron París y estas cosas siguen siendo París y por eso es la mejor ciudad del mundo para los escritores. Entre ese café y otro adonde fuimos luego a cenar, Isabel Núñez nos habló de aquel escritor de Sarajevo con el que había quedado en París, de que él vivía en Chicago, de cómo no había podido conseguir su teléfono, pero que hacía dos días que ya debía de estar en la ciudad, aunque –dijo preocupada– no contestaba a sus e-mails. Yo pensé en esos correos sin destinatario como en las llamadas telefónicas a un número que nadie contesta. Eso que tantas veces ocurre en las novelas de Modiano, pensé entonces, sin saber aún que estábamos en el mismo escenario donde él situaba la novela que en esos días ya debía de estar escribiendo. Sin saber que en aquel momento nosotros mismos éramos personajes de Modiano oyendo hablar de un escritor de Sarajevo exiliado en Chicago, cuyo nombre escuché varias veces y sin embargo no retuve. Se trataba, ya digo, de Aleksandar Hemon.
La entrevista de Isabel Núñez con Hemon formaba parte del proyecto de un libro sobre los escritores balcánicos y la gestación de la reciente guerra de Yugoslavia. Una guerra que cambió la visión de Europa a la gente de mi generación, que no creíamos ver jamás –después de los campos de exterminio nazis y el gulag comunista– nuevos campos de concentración en el Continente. Aquel escritor del que yo no retuve el nombre había tenido la suerte de estar en Chicago cuando estalló esa guerra. Allí se quedó y allí cambió –como Conrad o Nabokov– de lengua. La conversación derivó después hacia posibles editoriales españolas interesadas en un proyecto como el de Isabel y luego, hacia otras cosas de la vida, más amables. Era París y era otoño de 2006.
A principios de junio de 2008 estuve en Lyon, invitado a los Encuentros Internacionales de Novela que organizan Le Monde y Villa Gillet. Recuerdo que uno de esos días murió el modisto Yves Saint-Laurent, que era una especie de personaje secundario de Marcel Proust. La ciudad estaba maravillosa, entre el sol y la lluvia, y en una de las sesiones disfruté escuchando a un escritor con la cabeza rapada y gafas, aunque sin rastro alguno de dureza en el rostro. Nunca lo había visto, ni sabía –creía yo– nada de él. Aquel escritor hablaba de su última novela sobre un emigrante judío en Norteamérica al que el jefe de policía de Chicago había dado muerte, acusándolo de anarquista, sólo por su aspecto –´siciliano o armenio´, dijo el policía– y porque había golpeado la puerta de su casa. La novela partía de una investigación sobre un caso real y recuerdo que no pude dejar de escuchar todo lo que contaba aquel escritor de unos cuarenta años, que era, claro, Aleksandar Hemon y que fue, sin duda, uno de los mejores participantes de aquellos Encuentros. La novela se titulaba The Lazarus Project. A la hora de la cena, Hemon tenía a su pequeña hija en brazos –me saludó amablemente y cruzamos unas palabras– mientras su mujer preparaba lo que debía comer la niña. Esa escena –después de su exposición sobre Lazare Averbuch– me lo hizo todavía más simpático. La vida, en fin, que siempre gana.
De regreso en Palma encargué su libro de relatos –magníficos, como esperaba: desde Lyon yo ya era incondicional– titulado La cuestión de Bruno. En él hay un cuento –´Una moneda´– que retrata la vida en el Sarajevo cercado por los francotiradores y ese cuento es una precisa y espeluznante anatomía de la naturaleza humana, tanto desde el punto de vista del cazador como del objetivo a abatir. Y una pieza muy bella titulada ´El Acordeonista´, que sucede durante el atentado que inauguró la Gran Guerra. Y no sigo porque he de volver a París. Al despedirme de Isabel Núñez prometió que me enviaría su libro, una vez estuviera editado. Lo acabó publicando otro mallorquín, Luis Magrinyá, en Alba. Se titula Si un árbol cae, y con las palabras de todos esos escritores ex-yugoslavos traza un mapa desolador. Sigo pensando que es un libro que sólo podía escribirlo alguien de mi generación. Alguien que hubiera conocido la Barcelona de los 70 y lo que vino después. Alguien que creyó que el mundo –y su propio país– podía ser una cosa distinta a la que es. Alguien como Isabel Núñez que en sus páginas, habla, entre otras cosas, de aquel encuentro en París y –aquí nunca hay azar– resalta cuentos como ´Una moneda´ o ´El acordeonista´. Creo que Si un árbol cae –junto con el cuento de Hemon, ´Una moneda´– deberían ser de lectura obligatoria en Bachiller. Como lo son las vacunas.
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Y en otro orden de cosas, la noticia triste de la muerte de Mario Benedetti. Lean lo que ha escrito Alejandro Gándara en su blog El escorpión.

16 comentarios:

Andrés dijo...

Hola Isabel,

perdona el "off-topic", pero quería saber si te has hecho eco aquí del último arboricidio (realizado con nocturnidad y alevosía) cometido por nuestro querido ayuntamiento: eliminiación total del parque situado delante del Hospital Clínico para construir el "mercado provisional del Ninot", cuando se podía haber construido cerrando una de las calles colindantes, como se ha hecho en Sant Antoni.

Un fuerte abrazo, Andrés

Belnu dijo...

¿Es una broma o es que de verdad no lo has visto?
http://polis-zbelnu.blogspot.com/2009/05/todo-al-reves.html

Andrés dijo...

No, no es una broma: me quedé estupefacto el otro día cuando ví la tropelía en marcha al hacer un traspbordo entre autobuses en la parada que hay delante. Veo que sí te hiciste eco, pero eso, querida Isabel, no llega a consolarme. AM

Belnu dijo...

Lo comprendo muy bien, Andrés. Lo que no comprendo es la actitud del Col·legi d'Arquitectes, que me parece vergonzosa, ante ésta y todas las tropelías que se cometen diariamente en esta ciudad, contra los árboles y el patrimonio arquitectónico. En mi barrio siguen tirando edificios antiguos a diario y talando árboles con cualquier excusa. Y todos los días al pasar por la plaça Joaquim Folguera me desespero de pensar que se acerca su destrucción sin que ningún partido ni institución intente detenerlo.

Esther Planas Balduz dijo...

Esta Ciutat
no tiene remedio?
Que hay que hacer?
Hay algo que hacer?
Me ha encantado el texto
de LLOP!
Le recuerdo hace siglos
en Palma..tan dandy..y culto
y sensibilisimo .
Aparte de muy buen escritor!
Fuimos en su coche por Valledemosa
bajando bajando hacia la costa...

Belnu dijo...

Y así sigue, en efecto, paseando por Palma y con éxito francés... Vi a una librera de La Hune recomendando su libro a la gente, le entrevistaban en La Matricule des Anges, en fin, aquello es otra cosa, una suerte...

Linda Danz dijo...

Beautiful photograph!

Belnu dijo...

Thank you, darling!

nomesploraria dijo...

M'agrada com parla de tu. Ho mereixes.

Belnu dijo...

Gràcies, Nmp. Avui estic malenconiosa i m'ha consolat el teu comentari

el objeto a dijo...

Es muy bonito lo que dice JCLlop, me encanta ese camino tranquilo y seguro que hace tu libro... a mí también me gusta como a Nmpl cómo habla de ti, porque habla de un lugar importante y valiente desde donde mirar la realidad al que no sé por qué tenemos que renunciar, aunque nos arranquen los árboles y el paisaje,
aunque vivamos rodeados de gente cobarde que no hace más que abdicar

qué horror lo del ninot...

Belnu dijo...

Gracias, Objeto a! Vuelvo con el ánimo cambiado de comer con un amigo que me contaba la historia de la ciudad y planeábamos acciones contra la desmemoria! Y vuelvo además con un regalo suyo precioso y mi plan de lecturas para el refugio antiaéreo. Me anima también tu comentario combativo y supportive!

Anónimo dijo...

enhorabuena por la buena crítica.
Lpor cierto, la fotografía me recuerda a un cuadro de Caillebotte.
iluminaciones.

Belnu dijo...

¿Cuál, Iluminaciones? Les raboteurs de parquet? Allí se veía un balcón como éste, a lo lejos... Me encanta ese pintor...
http://www.postershop-espana.com/Caillebotte-Gustave/Caillebotte-Gustave-Les-Raboteurs-de-Parquet-8300035.html

Anónimo dijo...

sí, ese es parecido, pero me refiero a éste cuadro.
Qué diferencia de balcones con los de hoy...
http://www.latribunedelart.com/images/Caillebotte_-_Vue_dun_balcon.jpg

Belnu dijo...

Oh, qué bonito, Iluminaciones! Pero yo lo he fotografiado hace unos días, en París siguen en pie, allí está prohibido tirar edificios de París central, no es como aquí; todos los días se destruyen esas maravillas para levantar porquerías mediocres. Y hacen mucho ruido!