martes, 1 de enero de 2008

Para protegerse de la fealdad



Foto: I. N. Intento (¿fallido?) de fotografiar una foto de Andrea Razzoli junto a la Place Claire Fontaine, Luxemburgo, 2007

He salido a pasear un rato hacia arriba. He visto en Muntaner dos tiendas nuevas, a cuál más fea. Una (en un local donde hubo un laboratorio fotográfico hace años y que se quedó vacío muchos más), se llama algo así como Pierre déco y en el escaparate sólo se veían mantas horrorosas, todo de mal gusto. A su lado, una tienda de Carpintería de aluminio, que debería estar en aquel infierno de Woody Allen donde Billy Cristal era el gerente. Esta zona se parece cada vez más a la Meridiana y las tiendas tienen el mismo estilo. Por suerte, allí al lado hay una especie de kiosquillo (cerrado, naturalmente; hoy es una de esas fiestas que hasta chinos y paquistaníes aprovechan para cerrar; sólo quedaban las farmacias, lugares de encuentro de este barrio, y algunos bares de pesadilla, a cuál menos atrayente) donde una chica centroeuropea hace tartas y quiches con ingredientes biológicos, y zumos de verdad; un lugar donde refugiarse (yo le compro cuando me acuerdo, para evitar que cierre). A medida que derriban todos los edificios de antes y que construyen más y más horror, las tiendas feas y los bares-restaurantes malolientes y grasientos, contagiados de ese espíritu, proliferan. Ayer justamente se extrañaban mis amigos de mis ranas tailandesas de hierro y de unos camellos indios, todos de la liquidación de una hermosa tienda que ya no existe, Bayt, que al cerrar, fue sustituida por una obscena ortopedia gigante, rabiosamente notoria y sin sutileza ninguna. Recuerdo la belleza discreta y naïf de las tiendas de ortopedia antiguas, con cuerpos humanos dibujados y didácticas superposiciones en cartulina o sobre láminas transparentes de órganos, musculatura y huesos, esqueletos sonrientes, con hermosos grabados del ojo humano y sus partes, etc. No es el caso. Aquí, el escaparate está lleno de horribles y chillones orinales, palanganas, bragueros, sillas de ruedas, mostrando los productos y con rotulaciones espantosas, en fin, ya se sabe, la ciutat del disseny es así.
He entrado un momento en Vil·la Florida, pero me he puesto inmediatamente enferma, ¿cómo habrán conseguido convertir un edificio tan bonito en algo tan escandalosamente feo? "Por dentro aún es peor", me recuerda B. por teléfono. Y la tala de árboles ha sido tan radical que han logrado desnudar el jardín, destruyendo la antigua Fuente Rocosa, llenándolo de cemento e impidiendo que, como antes, uno dejase de ver por un momento los edificios mediocres de Muntaner y Sant Gervasi de Cassoles. Antes, al pasar por la reja de esa casa abandonada, el clima y el olor cambiaban: refrescaba y olía a espesura. Ni siquiera los okupas lograron esta degradación.
Me he acordado entonces de La Tamarita y me he ido para allá. Eso sí que es un jardín hermoso, romántico, húmedo y silencioso, con árboles altos que extrañamente nadie ha logrado talar, con franjas adoquinadas y ¡franjas de tierra! He acariciado algunos de esos troncos musgosos sintiendo su palpitación invisible y mirándolos hacia arriba, y he recorrido el parque casi sola, esquivando a una familia rancia de niños chillones que amenazaba con salpicar su zafiedad al lugar. Me habría gustado casi apoyar el oído en la tierra para escuchar la hierba crecer, como en aquel cuento. A pesar de unos focos despiadados que han puesto en el edificio, los mediocres arquitectos municipales no han intervenido apenas y el resultado es un lugar feliz, que recuerda al Sant Gervasi de otro tiempo.
Por cierto, y antes lo comentaba al reverso, ayer, con el pie torcido, andaba dolorida por la calle y leí "Falàcia Sant Gervasi", donde decía "Farmàcia", claro. Como muchas veces he leído "Instituto Mental" cuando es "Dental" y otras cosas similares, estoy acostumbrada a reírme de mi ensimismamiento y mis lapsus de lectura. Pero en cierta manera, este barrio se ha convertido en una falacia. Todo es más caro, pero las razones que justificaron esos precios ya no existen. Es un barrio cada vez más degradado y feo (valle de cemento, como aquella foto de M. Sòria), que nadie con sensibilidad o buen gusto elegiría para vivir... exceptuando ciertos rincones. Imagino que en esos rincones está mi futuro. Pronto saldré a la calle con máscara contra la contaminación y procuraré no ver hasta que llegue por lo menos a la Tamarita, o hasta salir del metro en algún lugar del Eixample donde aún no hayan actuado conjuntamente excavadoras, arquitectos mediocres y tiendas-museos de la fealdad.
Al salir reconfortada de La Tamarita, me ha sobresaltado el tráfico. Si esta mañana había una quietud absoluta, ahora la calle estaba llena de coches rápidos que la atravesaban como leones rugientes (sin su belleza). ¿Adónde irían esos falsos leones con tanta prisa? ¿Acaso no pueden prescindir de sus fogosos y humeantes vehículos ni siquiera en un día como hoy? Había otra tienda muy fea, con nombre anglosajón significando casa en los árboles, de juguetes y objetos de niños, de un mal gusto sorprendente. "Es la falta de cultura y de buen gusto", dice B. Y nos enfrascamos en la conversación sobre este pobre país, que se perdió en la República. Justamente había sacado hace unas horas de la estantería a María Zambrano, para recomendarle el título a un blogger... B. está aún reponiéndose de su revellón obligado de ayer, donde creo que acabó bailando en un improvisado pódium, como en los años setenta.
Al llegar a mi pequeño reducto libresco, tengo la música o el puro silencio y los mensajes (muchas felicitaciones de año balcánicas que no había leído), además de mis libros y la irradiación relajante del sueño de mi gata, que parece misteriosamente agotada tras la recepción de ayer.

12 comentarios:

el objeto a dijo...

en mi paseo paralelo al tuyo al empinado parquecillo del Putxet he descubierto las primeras flores de mimosa!! los días se empiezan a alargar y la primavera a despuntar, aunque sea tímidamente, como en los poemas de aquella poetisa china del siglo XI LiQningzaho y sus flores de ciruelo, casi siempre prendidas en el pelo, a conjunto con sus vestidos de seda, que simbolizaban este tiempo

desde el jardín del Putxet se veía el mar rosado, la sagrada familia, el edificio de las aguas de J Nouvel, y Barcelona toda quietecilla bajo la luz del sol anaranjada,
menos mal, que como dices, quedan rincones...

Belnu dijo...

Qué bonita crónica (china) del principio intuido de la primavera! Una celebración auténtica del solsticio. A finales de febrero empiezan a cantar los mirlos, primero uno, una tarde, luego otro, una mañana, y luego ya abiertamente, sonoros, todos los días. La gente no parece prestarles atención (por eso yo creo que cantan para mí). Y sí, recuerdo sus flores de ciruelo y todos esos pequeños rituales de LiQningzaho, del libro que me prestaste: ella estaba rodeada de belleza, y nosotros tenemos que buscar los rincones!

frikosal dijo...

Allí estoy yo dentro de la masa de cemento. Me pone muy enfermo. Al pasar por las calles a veces me pregunto cual es su propósito. Esto es duro, por que en las casas vivimos las personas.

Es que me estoy radicalizando y creo que no me gusta ninguna ciudad, la mia es especialmente fea, pero estoy empezando a pensar que ninguna construcción humana mejora el espacio natural que hubo antes. No, no lo estoy empezando a pensar: ya estoy casi seguro.

Acabo de leer un libro de un biologo muy famoso (merecidamente). Es un alegato impresionante de un hombre mayor que con los datos en la mano argumenta que el se está terminando la vida en la tierra, o gran parte de ella.

Belnu dijo...

Sí, te estás radicalizando (hasta hace poco yo era la más radical que conocía en ese sentido!). Ya sabes que yo he dicho que los arquitectos deberían estar todos en la cárcel con los constructores, incluso se lo decía a mis alumnos (les daba literatura a estudiantes de arquitectura y diseño en la uic y elisava) pero en fin, ahora creo que deberían dedicarse sobre todo a restaurar y a derribar. De todas formas, aquí es muy distinto y mucho peor que en otros lugares. Estos días en la verde Luxemburgo me lo han demostrado una vez más.
No sé si soportaría leer ese libro (de quién? cómo se titula?), aunque seguramente tiene razón: es muy duro lo que está pasando en la pobre Tierra.

frikosal dijo...

Si, restaurar y derribar. Eso es. Ajaja que bueno, ir a la facultad y decirles que todos deberían estar en la carcel.

El libro: "La creación. Salvemos la vida en la Tierra", Edward O. Wilson. Creo que escribiré algo sobre este libro, hay muchas ideas interesantes.

Belnu dijo...

Gracias! Pero el título da cierta esperanza... Espero que no s elo impusiera el editor. Sí, escribe ese post!

Anónimo dijo...

En cuanto a los objetos de las tiendas, tienes razón, las tiendas son cada vez son más estéticas", los objetos no tiene un valor, son igualados por el precio, todos el mismo. Y no por su material o forma de elaboración, que es lo que inprimía antes su valor como objeto único. Todo tiene un aire industrial que elimina los matices y la personalidad de las cosas.
feliz año..
impromptu.

Belnu dijo...

Gracias, Impromptu, igualmente!
Y sí, los objetos, las tiendas... a mí me encantaba buscar y encontrar cosas raras en tiendas anticuadas, distintas. Íbamos al centro (al círculo interior) del Mercat de Sant Antoni y comprábamos cuentas de azabache, y en una tienda cercana, ropa interior de seda, antigua, y en otra tienda del Poble Sec, antiguos estocs de ropa de los años 50 y 40. Me gustaba hasta hace unos meses hablar con un zapatero remendón que adoraba su oficio y no comprendía que se acabase, y siempre distinguía unos zapatos bien hechos, pero ya se jubiló. Recuerdo una bisutería de la calle Almirante de Madrid donde compré auténticos tesoros, habían surtido a los teatros... O los dibujantes de telones de la calle Carretes, o el antiguo Rey de la Magia y tantas otras cosas...

Dante Bertini dijo...

desde hace muchos años digo, y me digo, que no los mandaría a ninguna cárcel: los obligaría a vivir en los atroces cubículos que construyen o al menos enfrente de ellos, cosa de que cada día tuvieran que ver sus vergüenzas a la luz del sol.
intento caminar por la ciudad, flanear un poco, pero es tan feo todo lo que crece, es tan horrible todo lo que inventan que me vuelvo a mi kutxa muy contento.
el nouvel, una joya en medio del desierto... y muchos se atreven a criticarlo.
he pasado por leseps, vaya desgracia, y por el casco antiguo, decorado con meadas británicas, suecas, nacionales.
la rambla de catalunya destruída, agujereada, con los tilos talados, ¿cuánto tiempo más? ¿hasta el próximo gobierno?
a veces me pregunto si no es sólo resentimiento, una callada y sórdida revolución del mal gusto.

Belnu dijo...

Es una buena medida, Cacho, pero como son tan autocomplacientes, ¡igual hasta les gustaba! Tienes toda la razón, pero fíjate que yo os envidio, por lo menos ahí no tiran todos los edificios históricos, absolutamente todos como en mi pobre y cada vez más feo barrio!! Si vieras cómo era y cómo es... Cuesta muchísimo encontrar un rinconcillo

civisliberum dijo...

Realmente desde que la decoración de las tiendas se realiza por los "profesionales" de la decoración, la fealdad ha subido exponencialmente. Todo es de un horrible carton piedra, desde las supuestas cadenas de cafeterias jamaicanas con paredes de falso ladrillo (son de carton) y toneles de ron (evidentemente tambien falsos), hasta las nuevas tiendas de ropa de tendencia fria y minimalista, por no hablar ya de los talleres de la llamada carpinteria de aluminio de una cutrez insuperable. Pocas tiendas quedan de las de antes, las de ropa de toda la vida, con puertas de calida madera y propietaria de siempre aún más calida, alguna merceria y poco más. De todas formas hemos mejorado en la reducción de Bancos y Cajas de Ahorro, las Sucursales frias y bunquerizadas han ido a mucho menos, el Passeig de Gracia ha mejorado mucho, en los últimos años han cerrado la mayoría de ellas y han abierto nuevas tiendas, pasando de ser un Passeig desalmado a partir de las tres de la tarde a tener mucha mayor calidez.
Por otra parte, es una lástima lo que comentas de Villa-Florida, conozco el jardín y realmente da pena.
Vivo junto a la Plaça Molina y en Brusi-Copernic existe la Torre Sanllehy, ahora pública con unos jardines algo expoliados desde su uso público, pero que aún mantiene sus altos arboles. Más abajo, en la Calle Alfonso XII, entre Laforja y Madrazo una antigua Torre abandonada y medio derruida con un frondoso u extenso arbolado, un oasis dentro de la ciudad, los vecinos hacen campañas diversas y chocolatadas para que sea comprada por el ayuntamiento y abierta al público, pero desde la Casa Gran no dan respuesta, quizas a los vecinos les falte alguna Isabel que les de empuje.

Belnu dijo...

Sí, sí, Civisliberum, yo también me he fijado en esas casas hermosas y tiemblo al pensar que puedan tirarlas también, como tantísimas otras. Ojalá la gente se quejara más a la Administración y fuera más consciente de que sí sirve y de que tenemos derechos como ciudadanos y de que los políticos están a nuestro sueldo, aunque no lo parezca. Yo no tengo más recursos que los demás, sólo fue mi saturación y cómo todo fue saliendo. Ojalá más gente lo haga!