Ayer fui a comer con un viejo amigo. Llovía furiosamente y fue una aventura llegar hasta allí. El lugar donde trabaja se ha convertido en un jardín frondoso y los árboles y las enredaderas cubren los edificios industriales de principios del siglo pasado. El reencuentro fue alegre. Me enseñó lo que estaba haciendo, estallidos de color y pasiones y obsesiones, una expo en Londres, una película de animación, varios libros... Me enseñó artistas del cómic favoritos del mundo. Me anunció que se reeditará a color el cómic donde yo salía, el mismo que aparece citado en un libro mío. Yo le llevé mi azufaifo y le dije que le he dibujado yo también (a mi manera) y eso le hizo gracia. Le veo y recuerdo por qué conectamos hace muchos años, in the first place. Su entusiasmo me parece contagioso y ayer le vi energético y plácido a la vez. Me regaló un libro de retratos, y cuando ya me alejaba, me dieron ganas de hacerle una propuesta de libro juntos... pero primero tengo que pensar...
Una amiga me escribe desde Austin hablando del origen celta de Halloween, "Halloween (All Hallow's Eve), el fin de año celta, samhain. Según el calendario celta el invierno empezaba hoy, y el día antes llevaban al ganado desde los prados a los establos a pasar el invierno. Y también era el día en que los espíritus salían a apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar y volver de algún modo al mundo. Para asustar a los espíritus, los celtas decoraban y ensuciaban las casas con huesos y calaveras. Más adelante, a esta tradición se añadió la fiesta romana de la diosa de los arboles frutales "Las Fiestas de Pomona", y las manzanas y otros frutos se añadieron a la fiesta..." Aunque parece absurdo que esa tradición icónica de la calabaza y los disfraces se haya trasplantado aquí por vía mercantil, a mí me gusta la idea -tradición compartida- de que haya un día para todos los muertos. Hace años, en la vieja BTV, más alternativa, pusieron un programa espléndido sobre la muerte, que trataba todos los aspectos, desde el forense y el policial, el biológico (salía un antiguo amigo biólogo hablando de los huevos de mosca que tenemos en los brazos aunque nos duchemos), el de la eutanasia, el religioso, el filosófico (faltaba el psicoanalítico, como siempre ocurre aquí, y en su lugar había un psiquiatra lletraferit), el de pompas fúnebres, etc.
Me he pasado el día enclaustrada, primero forcejeando con la corrección de los cuentos en castellano de mi amigo serbio y debatiéndome también mentalmente con uno de esos espíritus (¿celtas?) que me persigue desde el lunes pasado, me obliga a interpelarme con desplantes y pequeños conflictos absurdos.
Curiosamente, ese espíritu alevoso coexiste en mi cabeza con la rara felicidad de la proximidad de la publicación de mi libro balcánico, mi búsqueda (también esperanzada) de editor para mis cuentos (me hace ilusión recibir algunas respuestas animosas de editores que quieren leerlos, que no reniegan del género ni de mí), el final de ese libro (aún corrijo mientras imprimo copias para mandar) y los primeros interrogantes sobre un viejo proyecto de libro rescatado que aún no sé cómo arrancar. A veces me recorre un escalofrío al pensar en la publicación de estos cuentos, en dar la cara por ellos, en equivocarme, pero seguramente es el mismo espíritu celta. Otras veces me alegra mostrarlos y siento la vieja necesidad de ese intercambio que es publicar. Y por otra parte me hace ilusión encontrar el editor de esos cuentos, convencida -a ratos- de que cada libro encontrará el suyo, de que todo es cuestión de pensar y de seguir los consejos que me han dado los que mejor conocen ese mundo. El lunes iré a registrar el libro completo.
Y al mismo tiempo, he empezado a preparar mi fuga navideña, alertada por mi hermana italiana, que en un mensaje me preguntó adónde iba a escaparme este año. Esta vez tengo compinche y espero que ese viajecillo europeo a una ciudad helada nos salga comme sur des roulettes... La verdad es que ya necesito airearme, para rescatar a mis mejores espíritus y encerrar en un cuartucho a ese espíritu de los desplantes que tanto me ha zarandeado esta semana... La búsqueda me ha llevado a conversaciones con viajeros que me recomendasen hoteles: "Es propicio tener adónde ir", dice el I Ching.
Ayer vi una película interesante, Encuentros en el fin del mundo de Werner Herzog, un documental distinto sobre la Antártida. Las imágenes submarinas bajo el hielo eran de paisajes surreales, a veces parecidos a cuadros de Tanguy o Max Ernst, era maravilloso imaginar cómo sería estar allí, ver aquellas especies, extrañas estrellas de mar y seres muy distintos y voraces, depredadores salvajes que viven bajo la capa de hielo. Oír las conversaciones con los científicos que allí se encuentran, escuchar sobre todo las preguntas que se hace, les hace, nos hace el propio Herzog, que habla ya del fin de nuestra especie en una Tierra demasiado amenazada (aunque haya quien, como el feo bigotazos, prefiera negarlo). Contemplar la locura de esos pingüinos que un día abandonan la manada para encaminarse a las montañas, andar kilómetros y morir, en un extraño y obstinado suicidido. El paisaje terrestre también era maravilloso: "There is something almost sacred about being there,” dice WH, “something that does not belong to our planet anymore. As if it were science fiction, as if we were confronted with the essence of creation.” En cambio, la base era terrible, un lugar industrial deprimente, con largos túneles construidos, banderas y espantosos estandartes y rótulos de países, alacenas kitsch para dejar a unos habitantes del futuro, unos extraterrestres que visitaran la Tierra cuando ya no estemos. Un lingüista hablaba de la extinción de las lenguas. Los vulcanólogos estudiaban al borde de la herida agitada de la tierra. El biólogo que estudiaba los pingüinos era muy taciturno y Herzog le provocaba con preguntas que mantuvieran la conversación. Había una mujer aventurera y osada que había recorrido los lugares más peligrosos, y también la parodia de los que intentan batir récords Guinness, como si eso sirviera de algo. Es verdad que, como dijo L., habría sido mejor reducir las escenas de la horrible base y ampliar las del paisaje helado y subacuático, pero a mí me gustó mucho ver la película y oír la voz de Herzog preguntándose así.
Por lo demás, he estado leyendo la Vida de Manolo de Josep Pla, que es una biografía llena de charme, por el personaje y por la forma y el ángulo del escritor, además de seguir picoteando en el librito de Olivier Rolin que leo a trocitos, y releo! No lo acabaré nunca porque vuelvo a releer la parte de Kawabata, que justamente habla de su obsesión por la muerte y de las raíces de esa obsesión. Y la foto de K me fascina.
Llega una amiga viajera y me llama desde el autobús del aeropuerto. No sé si tendré fuerzas para salir a verla bajo la lluvia o si pospondremos para mañana... (Por cierto, "el hombre que llamaba demasiado", que sigue sumido en su silencio post-blog, no me llamó pero me avisó de que salía ayer en El Mundo, pero yo no estoy suscrita y no puedo darles acceso a la página entera...) Ah, y en el blog de Martín, lean algunas de las cosas que Assouline le dijo a Sergio Vila-San-Juan sobre los blogs...
16 comentarios:
A mi esta fiesta de los muertos me gusta desde que viví en San Francisco, pero curiosamente no recuerdo el lado celta de las calabazas sino el mejicano de las calaveras disfrazadas, los bailes, los margaritas, los conciertos y la danza. Lo celebré en el Yerbabuena center con un concierto de kronos Quartet!
la celebración de lo que nos aterra me parece necesaria, una cierta ritualización, en todo caso
Hay que dejar que los espíritus engorrosos nos visiten, hagan de las suyas y dejarlos marchar!
precioso el relato de la película de Herzog. Me ha hecho pensar en las imágenes abrumadoras de tormetans de nieve en el tibet estos días
y en una experiencia cercana a la muerte que relataba esta mañana Bill Viola en la radio francesa, cuando a los 6 años casi muere ahogado bajo el agua. parece ser que ese hecho tiene gran influencia en su búsqueda posterior, el el uso del agua en su obra y en ese sentido de renacimiento de sus personajes
No sabía lo de Bill Viola, me ha venido a la mente una imagen de un individuo bajo una lluvia fulgurante...
Sí, esas buenas celebraciones, ritos que necesitamos para comprender y mirar...
Yo entiendo y comparto lo que dices del día de los muertos y la celebración de lo que nos aterra que dice V pero al mismo tiempo la muerte me parece que está presente siempre, el recuerdo de los muertos para mi es casi constante o por lo menos diario. Después, la mercantilización y el adisneyamiento de todo me da repelús, pero claro los celtas ni los mexicanos no tienen la culpa de nada de eso. Yo quise hablar del tema en una entrada del blog pero he borrado el texto y he dejado solamente una foto que no se entiende.
Uno modestamente se imagina el lugar donde tu amigo está trabajando y le parece una maravilla.
Se agradece la recomendación de la película, como me gustaría poder verla, ¿aguantará dos semanas? No me gustan las ciudades pero por lo menos hay una vida y se puede ir al cine. Aquí, de las ciudades solamente tenemos los inconvenientes, el tráfico y los humos.
El bigotes.. yo no se si le llamaría feo, a mi no me gusta llamar feos o guapos a la gente, eso es algo que viene dado, pero a él en concreto yo le veo siniestro, parece que se haya revolcado en los infiernos después de la derrota, ya cada vez son menos los que le invitan para que lance su bilis, él que comió con el emperador.. que mal me sentiría yo en su lugar, no creo que pudiera soportarlo. ¿Te imaginas despertarse una mañana, ir al espejo y ver que eres él?
Sí, Friks, todos tenemos nuestros muertos y la Muerte se acerca y se aleja a diario. Y su presencia y su límite también hace según cómo más gozosa la vida.
En cuanto a la fealdad, de pequeño, G. decía "lleig" de una forma moral. Por ejemplo, la primera vez que el pediatra, al que consideraba amigo, le puso una vacuna se enfadó mucho, y volviéndose a él exclamó, furioso e incrédulo: Lleig, m'has punxat al cul!!! En ese sentido, la fealdad de espíritu de ese bicho bigotudo le hace merecer el apelativo (más que al pobre pediatra, aunque las vacunas, en fin..).
Eso es la Metamorfosis de K, Friks, ni más ni menos.
Ah, y sí, donde trabaja mi amigo... y ese lugar es municipal, pero fíjate, tiempos de Maragall, no de Clos ni de Hereu, que ya lo habrían destruido...
Iba a decir que la peli estará al menos esta semana, y luego, pues a bajársela los que hacéis esas cosas o a esperar que llegue a videoinstan o la papaya verde los más clásicos...
Hace un año visitaba esta tumba en el cementario de Montmartre:
http://ephemeralthing.blogspot.com/2007/11/cimetire.html
Si pienso en los cementerios barceloneses me doy cuenta que sólo conozco los que en ellos yacen familiares, por ejemplo no conozco el de Montjuich. En la novela de Vila-Matas que estoy leyendo el protagonista visita el de Poble Nou, otro en el que nunca he estado. Me gustaría en un momento dado hacer un tour por ellos, porque conozco más cementerios de otras ciudades que de la mía.
Supongo le pasa a mucha gente, y es aquí siempre son lugares escondidos o situados de manera que no es fácil llegar o acercarse.
En cambio yo los conozco aunque no tenga familiares. Las cenizas de mi padre se quedaron en el mar en cadaqués, en el Perefet aproximadamente y allí vamos cada 2 de diciembre a poner pétalos de flores y ese es mi único ritual. En cambio había ido en expedición al de Montjuïc con amigos alocados tras una noche sin sueño y a otros ritos más políticos que familiares en collserola y el de poblenou me lo encontré pasando, tengo una bonita foto de ángeles esculpidos que hizo mi hermana italiana, ese me gusta, el de les corts no me gusta pero he ido porque allí enterraron a unos abuelos con los que nunca congenié, lo único que me gusta de allí es que está el cementerio judío, adonde fui a otro rito una vez. Yo siempre que puedo visito los cementerios. El de Cadaqués me encanta. Y sin familiares más...
Por cierto, Eph, busca la peli de Heddy Honnigman sobre el cementerio Pere Lachaise, es buenísima; en la Filmo la pusieron
Tinc moltes ganes de veure la peli del Herzog. Fa dos anys vaig tenir la oportunitat d'anar a les Malvines a amb un dels tius que sap més de fotografiar pingüins del mon. Al final no va poder ser. Una pena.
Crec que t'agradarà, Nmp, encara que sigui una part...
Ei, m'agrada molt aquest especialista de fotografiar pingüins! Deia L. que semblaven monges i era veritat
¿Dónde encuentro yo la película de Honnigman?, ... ya me gustaría ya.
Suelo tomar en préstamo películas en la biblioteca municipal, me vi unas cuantas de Chabrol estos últimos meses, pero el fondo que tienen suele ser cine muy comercial.
Me gustaría ver también la de Herzog, investigaré las sesiones en el Maldà.
Dibujar puede ser un buen ejercicio, si se tienen ganas, incluso hay dibujos de no profesionales que merecen estar en una pared. Recuerdo un café que colgaba algunos cuadros de su dueño y amistades entre otros objetos. Pintar igual que se mira. En esto reside el arte, y no porque tenga un valor únicamente artístico o de mercado. Luego viene la educación de la mirada para saber dilucidar, entrever, aprender. Esperemos que este invierno venga con mucho samhain..
Creo que te podría poner en contacto con el editor de pepitas de calabaza, editorial Logroñesa, por si te interesa ofrecerles el libro de relatos.
iluminaciones.
Gracias, Iluminaciones, ya sabes que yo ando a la caza de editor! Ahora precisamente en el premio herralde he hablado con una que...
Y sí, hay dibujos... Mirar, la mirada es justamente la clave.
Eph, quizás en la filmo te sepan decir, ellos la pusieron. Yo puedo decirte el título, que ahora buscaré...
acabo de caer en la cuenta:
me olvidé de la entrega del Herralde, coño!
soy un frívolo...
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