Foto: Jose Aguirre, G. (en el centro) haciendo escalada en Lisboa, 2008.
Me he despertado con una percepción completamente distinta de la misma realidad. Lo que ocurrió ayer parece otra cosa visto desde hoy. No una cosa, sino todo ha adquirido otro sentido. ¿Significa eso que necesito tiempo y lentitud para valorar lo que ocurre? ¿O bien significa que la grisaille del cielo, el cambio de temperatura, los misteriosos humores hormonales o el precio de ciertos excesos están distorsionando mi visión de lo real? ¿Existe lo real? Por otra parte, no sólo lo ocurrido ayer ha cambiado de color o de significado, sino también lo que ocurrió hace unos días. En general, todo parece más sombrío y complejo con esta luz. Tampoco Peter Hobbs, con sus personajes siempre al borde de la psicosis, parecía una alternativa, pero confieso que me encanta trabajar leyendo y que es justo lo que apetece hoy.
Por cierto, el otro día tuve que hacer por primera vez una reseña sin haber logrado que el editor me mandase el libro. Algún responsable de prensa de esa editorial me llamó diciéndome que le constaba que el libro debía estar ya en mi casa. Pero no era así. Concluyó que me mandarían un ejemplar desde Barcelona (al parecer, lo habían mandado desde Madrid). Seguramente, nada más colgar el teléfono olvidan sus promesas, los libros que deberían mandar y mi dirección. O tal vez utilizan tortugas mensajeras. O bien hay un agujero negro en el camino que devora los libros. Quién sabe. El caso es que yo he sido clemente citando la editorial, he leído el libro en francés, y no he podido valorar la traducción castellana. Pero me sorprende. ¿Se trata de la misma tendencia de los vendedores que no quieren vender? Una vez escribí una pieza sobre ellos. De una ferretería en Castellterçol a la que yo iba una y otra vez, de un hombre que se negaba obstinadamente a vender nada. Yo le pedía, por ejemplo, una sartén. El hombre me decía que no tenía. Yo le señalaba entonces una que veía allí colgada. Él objetaba que aquella estaba rota y no podía vendérmela. La escena se repetía siempre con cualquier pieza. Luego supe que el hombre no quería jubilarse e intentaba retrasar el momento negándose a liquidar sus existencias. Pero Carles Hac Mor me contó de un charcutero de pueblo al que le pedía, por ejemplo, una botifarra negra. "No n'hi ha", decía el charcutero. "Però si la veig aquí...", insistía el poeta. "Ara em faràs aixecar?..." concluía el vendedor, exasperado. Y ayer uno de los editores de mi libro balcánico me aseguró que en Mallorca ocurre algo parecido, pero no es por desidia, ni por jubilación, sino por unas razones otras... que intentaré comprobar este fin de semana en la isla.
Llegué tarde al homenaje a Alexandre Cirici en La Pedrera. No me dejaban entrar, aunque insistí en que soy de la familia: al fin y al cabo, mis sobrinos llevan ese apellido y para mí, Cirici fue una figura especial, que yo admiraba. Pero una empleada de la institución muy preocupada por la seguridad (la sala podía caer o incendiarse, nos dijo a las atónitas seis personas que esperábamos fuera) nos lo impedía. Era difícil entender que 6 personas más pudiéramos ponerlo todo en peligro. Al fin me dejaron pasar, cuando acababa. Alguien que sólo parecía hablar de sí mismo, y erráticamente, nombrando sólo el apellido Cirici, acabó su parlamento aludiendo a una obra de Carlos Pazos que Cirici había sido el primero en comprender y valorar. Miré por los ventanales que dan al Passeig de Gràcia, los plátanos aún en pie. Recordé una escena en la puerta de la Galería Ciento en que Cirici consolaba a un Pazos desanimado por las críticas adversas: "Deberías estar contento", le dijo. "Si esos te apoyaran, ¡significaría que vas por mal camino! Sus críticas demuestran que no te has equivocado..." En ese momento vi, detrás de los oradores, la foto inmensa de un Alexandre Cirici que miraba hacia mí, me miraba como muchos años antes, en una comida sentado frente a mí, y yo, muy joven y tímida, me preguntaba inquieta qué estaría pensando, por qué me miraría así. Pensé en aquel Cirici que, cuando le enseñaban una pieza, enseguida la asociaba a unas figurillas chinas de la dinastía fu o a cualquier momento de la historia del arte, y le daba otro contexto y otros sentidos. Y también en aquel día, tras su funeral, en su casa, en que personajes como Josep Benet (él sí le habría presentado bien) o Francesc Vicens (ayer le vi entre el público) o tantos otros y otras contaban anécdotas y recuerdos y aquel montón de historias entre el humor, la ironía y quizá alguna lágrima privada le iban recomponiendo en una auténtica celebración. Así imaginaba yo lo de ayer...
Me contaron que todos los oradores excepto uno (Raimon Obiols, que sí habló de Cirici) habían hablado sólo de sí mismos. ¡Me remito a lo que me contaron! Mi hermana señaló que ella ya se está acostumbrando. Dice que en los tribunales de tesis, nadie parece haberse leído la tesis y hablan sólo de sus propias investigaciones. D. Cirici me dijo que había esperado que Pujol contara de unas discusiones perennes que él mismo había presenciado, a sus 7 años, tantas veces, volviendo de Queralbs a Barcelona, entre su padre y Pujol (cuando Cirici no tenía coche y Pujol sí). D. era pequeño, pero recordaba algunas frases que se repetían: "Ara és moment de construir, no de fer batalla", decía Pujol. Y Cirici se oponía: era la dictadura y había que batallar. También discutían de iglesia y laicidad. Pero Pujol no recordaba o no quiso recordar. Eso sí, me dijo DC que la biografía es espléndida, que aparece Cirici tal como era, un gran intuitivo, que improvisaba e inventaba cuando no sabía, pero daba en el clavo. Fuimos a tomar algo y hablamos no sólo del Pam a Pam, sino de aquel Cirici que anotaba en su cuaderno las combinaciones de colores que llevaban los gitanos, porque le atraían. Que diseñó los gegants i capgrossos, del publicitario de "Es Búuuufalo", que hacía las ilustraciones del diccionario de latín y se dibujaba a sí mismo en el triclinium. O dibujaba edificios que encontraba (una vez se puso a copiar lo que resultó ser un cuartel o una sede de espionaje militar. Le tomaron por espía y lo encerraron en el calabozo. Veía los pies de la gente que pasaba por la calle y al fin reconoció a alguien y le pidió ayuda...). O cuando, en el frente, haciendo de topógrafo, añoraba a Carme, su mujer e imaginaba conversaciones con ella, imitando su voz que le decía "Sandre, Sandre"... Por cierto, también vi a Carme, que se acordaba de todo como siempre. Dijo una amiga de la familia que parece como si las montañas la reforzaran; cuando vuelve de allí está siempre mejor.
Un poco más tarde tenía yo una cena en Ciutat Vella con dos amigos croatas, un agente literario amigo, una crítica literaria del Babelia que no se presentó (tal vez porque había despedazado la primera novela del escritor croata y prefería no encararse con él; mientras que a él le hacía gracia el encuentro) y una editora. En un restaurante que siempre echo de menos (aunque ahora no dejan fumar. "¡Pide la lasagna de butifarra negra!", me dijeron varios, olvidando que yo no como esas cosas. Pero mi rape estaba delicioso). En el trascurso de la cena, Marijana, hinduísta casada con el autor croata, me dijo algo triste y revelador, que me habría gustado incluir en mi libro balcánico. Pero ya está cerrado, así que lo contaré tal vez en la presentación o en alguna conferencia o exposée.
Dejé a mis amigos buscando un bar y llegué a casa agotada (no estoy acostumbrada a pasar el día por ahí, y lo que para otros es el pan de cada día, para mí es un esfuerzo que me deja resaca), tras un trayecto con un taxista extrañamente afín, que se preguntaba quién nos gobierna y comentaba las obras de infraestructuras como lo que son, chanchullos en los que algunos se enriquecen y el fin de la quietud, la armonía, el verde, la posibilidad de lluvia. Y aquí estaba G., milagrosamente, esperándome para hablar un rato y enseñarme las fotos de Lisboa.
22 comentarios:
He leído hoy lo siguiente:
"...Una advertencia previa: adultos y niños, es bien sabido, no tienen la misma percepción del tiempo. Diez años no son nada para el adulto que calcula en decenios la duración de su existencia. ¡Pasan tan deprisa diez años cuando se tienen cincuenta! Sensación de rapidez que, por lo demás, agudiza la inquietud de las madres por el porvenir de sus hijos. Le quedan cinco años para el examen de bachillerato, ¡pero si ya está aquí! ¿Cómo va a poder el pequeño cambiar radicalmente en tan poco tiempo? Ahora bien, para el pequeño cada uno de esos años vale un milenio; para él su futuro cabe por completo en los pocos días que se acercan..."
(Daniel Pennac, "Mal de Escuela", Ed. Mondadori, Barcelona 2008)
Quizá lo que la está ocurriendo a usted con el ayer y la realidad sea algo parecido. Piénselo, a lo mejor tiene usted una percepción del tiempo diferente.
He seguido leyendo su artículo y... ¡¡¡no puede ser!!! ¡¡¡No puedo creerlo!!!
Yo lo oí a mi padre y luego lo comprobé personalmente. En Madrid, en plena calle de Serrano, cerca de Goya, había una famosa Librería, la de Don León Sánchez Cuesta. Mi padre sostenía, había comprobado varias veces y yo también lo hice, que cuando se le pedía un libro al librero solía decir que no lo tenía.
-¿Pero si lo tiene usted ahí, en el escaparate? -decía desesperado mi padre.
-¡Ah, bueno! -decía el librero -ése es el del escaparate y no debe quitarse de ahí.
Sencillamente, Don León Sánchez Cuesta se negaba a vender los libros que tenía, hasta que cerró la librería.
Se lo prometo.
Tiene razón Pennac con esa distinta percepción de los niños... aunque no sé si tiene eso que ver con este caso.
En cambio ese librero pertenece y debería estar en mi columna de vendedores que no quieren vender, bartlebianos donde los haya, y para mí, siempre interesantes. Aunque lo cierto es que hay un librero que sí suele vender pero no quería venderme a mí. Incluso se atrevía a afirmar que nunca se reeditaría un libro de Roland Barthes en Francia, para intentar evitar que yo siguiera yendo a su librería. Descubrí que podía puentearle con otros del mismo establecimiento y al fin él se mudó a otro...
A cada uno de tus posts descubro un mundo desconocido. Que personaje debió ser Alexandre Cirici, y esas conversaciones con el futuro president, hablando de laicidad.. quien pudiera oírlas.
Yo hoy me he ido de una tienda, prácticamente me han echado por mi pretensión de mirar las instrucciones de un aparato antes de comprarlo. Los dependientes de las tiendas de informática no tienen este punto surrealista del ferretero y el carnicero, son simplemente unos ignorantes y unos maleducados.
Ah sí, Friks, conozco el percal, por desgracia, y es para no volver a esos sitios, lo contrario de los que hablaba...
Gracias por el comentario
Debe ser el cambio de luz y temperatura que nos afecta más de lo que parece.A mi no me gustaría vivir en un lugar donde siempre fuera verano. Es como si en la vida sólo existieran los momentos felices.El dolor forma parte de la vida ,aunque lo importante es detectar lo que a uno le aflige y le molesta.El dolor y el placer son las dos grandes fuerzas conservadoras de la especie.
Por cierto me encanta que existan tenderos asi.
A mí también me gusta que haya estaciones, y sobre todo que cambie la luz, aunque llevo peor que oscurezca muy temprano. Yo languidecería en esos países fríos donde la luz se acaba a mediodía. Lo que dices del dolor lo suscribo, es exacto: ¿pero hablaba yo de dolor? Ah, y bienvenida Tigridia entre los comentaristas que atraviesan la barrera de los lectores silenciosos...
me has agotado con tu periplo, casi tanto como mi sabatina noche bailantera...y qué de los que quieren vender pero no saben, como algunos libreros de cara amargada a los que les compras porque no hay otro remedio?
Tiernos tenderos estos, que no quieren trabajar pero tampoco retirarse.
Siento haberte agotado, siempre queda la opción de no seguir leyendo! En cambio cansarse bailando es bueno para la salud, no dejes de hacerlo...
Del librero ese ya he hablado aquí, pero yo siento que le gané la partida, empecé a puentearle y él pronto cambió de librería y los que quedaron sí me aprecian...
hummmmm, qué mal rollo señora...
debería hacer como el iluminado (del que borró mi comentario)decidir el mutismo total y cerrar su entrada libre.
Cuál es el mal rollo? No entiendo nada... Qué he dicho mal? Yo comprendo que por escrito no oyes el tono ni ves la sonrisa, pero mi tono era desenfadado y mi sonrisa estaba ahí :)
En cuanto a Iluminaciones, sólo ha cambiado de dirección! Es ésta http://direccionunica.wordpress.com/ y seguro que serás bien acogido.
creo que esa dirección me la mandó también a mí, pero ahora tiene la entrada vedada
(como verá prefiero no insistir con el otro tema)
nxnawxm!!!
Pues yo he podido entrar sin más... ¿No será tu servidor? Me extrañaría mucho que Iluminaciones te pusiera trabas a ti, que eras visitante asiduo, y él de tu blog.
En cuanto al otro tema, su interjección final lo dice todo! (o eso parece... y ya sé que son mis letritas).
Disculpe, he leído su texto a cerca del acto que organizó la Associació Catalana de Crítics d´Art (ACCA), en homenaje a Alexandre Cirici, el lunes 22 de septiembre, y que -a pesar de su insistencia- las estudiantes d RRPP no la dejaron entrar. Eso mismo les ocurrió -por lo que he sabido- a otras muchas personas: amigos, creadores y familiares que intentaban acceder al acto. A estos los dejaron en la “ p rue” mojándose bajo la lluvia –porque llovía, lo recuerda no?. Algunos se consolaron desgastando el plástico en Vinçon. Yo estaba allí. Era el primer día de otoño y mientras los ponentes de la primera mesa redonda, es decir, los políticos improvisaban sus discursos, y los fotógrafos hacían tartamudear sus disparadores una y otra vez sobre la misma escena de los que ocupaban de los primeros asientos, yo miraba tras los ventanales de la hermosísima Pedrera al hermosísimo Paseo de Gracia y sus edificios que tantas veces había dibujado Cirici en su libro “PAM A PAM”. Estaba viviendo las primeras señales de otoño. Lluvia fina y hojas secas que habían dado fin al verano y se desprendían para dar paso el otoño, iban alfombrando las “ratxolas” de Gaudi del paseo de Gracia. Una plástica como uno de los dibujos que había visto de Crici. Una composición modernista plumilla y tinta china que recreaba una pareja de enamorados abrazados, vestidos con gabardina, sombrero él, pañuelo ella, y paraguas en mano, contemplando -bajo la caída de las hojas de otoño- y junto a una de las farolas de del Paseo de Gracia de Falqués, el hermosísimo edificio de La Pedrera. Creo que era para un anuncio publicitario. Quisiera expresar mi tristeza al ver que tantas ganas y esfuerzo sólo haya servido para hablar mas de los otros que del propio Cirici. No es momento de hablar de los que están, sinó de los que no están.
Solo puedo disculpar su crítica entendiendo que, usted tenia mucha prisa para entrar, y -a la vista está- también salir, ya que, si mal no recuerdo, el ponente del que usted habla que habló sobre Carlos Pazos y que intervino al final del PRIMER ACTO, fue el intelectual, filósofo e impulsor del vanguardismo catalán Arnau Puig. Pues bien, es una verdadera lástima que si finalmente consiguió acceder al reciento, -bien fuera por prisas, por desinformación o falta de interés, usted no se quedase a escuchar a los ponentes del SEGUNDO ACTO. En este segundo acto de abordaron otras dimensiones del polifacético Cirici Pellicer: crítico de arte, creador, docente o diseñador, y lo hicieron estudiosos de la obra de Cirici, estudios a los que han dedicado años de su vida. Así pues, considero ridículo e injusto generalizar, pero sobre todo, opinar de lo que se desconoce. Probablemente, de haber estado allí, de haber escuchado el resto de las intervenciones, su opinión habría sido distinta y habría gustado mas a Cirici. Hacer un acto de humildad, y desmarcarse del colectivo de los “solo hablan de si mismos” es una buena manera de empezar. Esa habría sido una forma bonita de recordar alguien que -como usted expresa- tan querido. Pero sobre todo para una persona que no se cansaba de repetir mil veces: “escric perque m´estimin”. En cualquier caso, es de agradecerle que, gracias a su iniciativa, me haya dado la oportunidad de intervenir en su blog. Desde la polémica o desde fuera de ella, el caso mantener encendidaza la llama de Cirici, este año que se recuerdan los 25 años que ya no esta en tre nosotros Alexandre Cirici i Pellicer (1914-1983) una figura clave en la historia de Catalunya.
En agradecimiento, le recomiendo lea: Una biografia Intel.lectual de Narcís Selles. Ah! por cierto, fue quien presentó el acto. También consolarla de su indignación diciéndole a la viuda de Cirici, Carmen A., -en un primer momento- tampoco la dejaron entrar. Eso no se lo comunico su prima para aplacar su ira?. Eso fue lo que riéndose, –en nuestro encuentro- Carmen abrazándome, me contó.
Usted perdone, pero me atribuye sentimientos que no son míos. Yo no siento indignación ni ira y cuando estuve allí no llovía. A mí me pareció exagerado el criterio de no dejar pasar, pero no sufrí ni me enfurecí con nadie.
A mí nadie me ha pedido que haga un homenaje a Cirici, y puedo permitirme hablar de mis recuerdos de él, aunque a usted no le gusten.
He citado a otros que me aseguraron que salvo Obiols (y el autor de esa magnífica biografía, según me han dicho, y ahí lo he repetido), los demás hablaron sólo de sí mismos. En cuanto a esa tercera parte, yo no podía quedarme y gran parte de la familia Cirici tampoco. Tampoco me interesaba tanto, sobre todo porque el diseño no es un tema que me interese desde un punto de vista teórico. No es esto un informe, ni una crónica periodística, sólo un espacio personal donde yo puedo escribir lo que quiera, y lo hago desde la subjetividad. Comprendo que a usted no le guste, pero nadie le obliga a leerlo.
También Sara, nieta de Alexandre, tuvo que esperar fuera un rato. A mí no me parece indignante, yo sólo he contado lo que fue.
pues a mi me han encantado esas anécdotas tan humanas de un personaje conocido desde el colegio debido a su magnífico Barcelona Pam a Pam! que nos hacía soñar paseando por los barrios aún por descubrir,
bonita crónica barcelonesa
me encanta imaginarte trabajando-leyendo, siempre tengo esa sensación que en ti las lecturas avanzan trnaquilamente, no como en mi caso que siempre están llenas de interrupciones, me da la sensación de que leo como si estuviera en una carrera de obstáculos olímpica!
bien por esa escapada balear!
Gracias! Me alegro de que a ti y a Friks os haya gustado o resonado algo del personaje, aunque a "Laszlo" le haya ofendido.
Mmm, también mis lecturas son interrumpidas y el tiempo se me escapa (según M., es la aceleración de la Tierra) cada vez más... Pero acabaré, acabaré lo de hoy porque ya estoy entrando del todo en ese mundo enfermo y delirante de Hobbs.
A mi també m'ha agradat. László, els escriptors ho fan, això, expliquen el que veuen i allò que els ocorre a través d'un prisma molt personal, i de fet és una de les gràcies principals d'aquest blog, des del meu humilíssim punt de vista. No cal tampoc criticar el que escriuen els altres per reafirmar-se en una admiració per Alexandre Cirici que, al cap i a la fi, comparteixen. Em sembla una mica absurd. I també m'han agradat els links, com el d'escriptors.cat, ideal per conèixer més el Cirici intel·lectual, crític, escriptor. Jo no el conec gaire, la veritat, i és trist, probablement -tinc 27 anys- però gràcies a aquesta entrada m'hi interesso, i això ja em sembla prou elogiable, no?
ARV (amb febre)
Ah, gràcies A.R.V!!! Em sembla que Laszlo m'ha llegit en diagonal, em recomana un llibre del qual jo parlava, em diu no sé què d'una cosina, quan jo parlava dels meus nebots, cunyats, etc., em recorda el que es veia per la finestra (i jo n'havia parlat), i em recomana que demani perdó, o alguna cosa similar. Però els meus records són meus, tant si són d'abans d'ahir com de fa vint-i-cinc anys... Sembla que la febre no et rosega el cervell com als personatges de Peter Hobbs...
El relato de los vendedores me ha recordado al libro de Chesterton que me recomendaba un amigo, El club de los negocios raros, donde se creaban nuevas propuestas ingeniosas. Tendré que hojear libros de C.Pellicer, sobre todo lo de Miró, Gargallo... Creo que no sólo para llegar a buen puerto debe un artista ser esquivado por los críticos, en el caso de Pazos, sino hacer lo mejor que pueda y sepa su trabajo...no?
iluminaciones.
Iluminaciones: quizás yo me explico muy mal, no me has entendido. Estaba hablando de finales de los setenta. ¿Tú sabes lo que era la crítica en España? Sólo reaccionarismo puro y duro. Cirici descubrió y apoyó a Pazos y a otros conceptuales, él sabía sus razones. Y que la crítica aquella les masacrara era en efecto un indicio, un signo favorable y no lo contrario.
Cirici valía la pena también con el románico!
Sí, te entendí, sólo evité el matiz de la época para extender la reflexión de no ser entendido por la crítica a una forma más atemporal, disculpa, es lo que llamar salirse del tema. De hecho, muchos artistas no fueron entendidos en su momento, para perjuicio suyo me temo, y de todos por consecuencia. El tiempo suele corregir estas cosas, pero no siempre..
iluminaciones.
En efecto, muchos artistas no encajan ni son entendidos por la crítica ni el público ni los galeristas. Y eso es algo que a veces depende también, diría yo en plan improvisado, de algo interior, de una parte interna que no quiere ser entendida, que teme el éxito o el reconocimiento o la suerte, o bien que cree que debe ser castigado/a.
Ahora bien, "aquella" crítica de la que hablaba Cirici entonces era otra cosa, carpetovetónica y espantosa.
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