Foto: I.N. Estos liliums los compré, envidiosa de una editora del barrio, a un florista cercano, desesperado de que vayan a arrancar los majestuosos almeces (lledoners) que dan sombra a la Plaça Joaquim Folguera, a diferencia de esa gentuza supuestamente más burguesa (y en realidad analfabeta y zafia) que cree que ni los árboles, ni la tierra ni la frondosidad importan, o que los árboles "están viejos"... Los liliums tardaron tanto en abrirse que casi iba a reclamar y de pronto es una apoteosis de flores carnales y exuberantes, con ráfagas aromáticas que me recuerdan a algo lorquiano.
Acabé la corrección de correcciones de mi libro balcánico y ese hecho me llenó de una intensa felicidad, aunque sólo fuera una fase más, aunque sólo fuera el deber cumplido, o la aproximación al momento en que ese libro (que viajará secretamente a Europa aún en forma de manuscrito) salga a la calle y empiece su vida independiente. Además de felicitarme de lo atinado de las sugerencias del editor, me daban ganas de releerlo todo una vez más...
Luego, una visita al dentista, las malas noticias de Saturno y Némesis me devolvieron bruscamente al suelo, en un aterrizaje forzoso. Estaba lloviendo y ni siquiera mi perspectiva de fin de semana leyendo y escribiendo, sin obras, sin estruendo infernal ni polvo ni sirenas perforadoras de tímpano, podía arrancarme la melancolía dental (ya empezó bajo la fea luz de la sala de espera, y las moléculas de olor que yo, como el personaje de Rick Moody (de quien ya traduje un extraño libro de cuentos), intentaba evitar en vano, mientras leía mi último Agota Kristof, Hier (recién he terminado de encajar mi reseña en los 4.000 caracteres prescritos; allí contaré sintéticamente los ecos de mi borrachera de lectura de sus libros, mi full immersion en Agota Kristof, que ha valido la pena, aunque su desesperanza no fuese teóricamente lo mejor para acompañarme al dentista ni para consolarme de lo que tendré que desembolsar, ¿pero qué libro lo sería?).
Y ahora me volveré al sofá a leer, entre hoy y mañana y tal vez pasado, a Peter Hobbs y a Daniel Handler y a Bergsson (a quienes también voy a reseñar), interrumpiéndome a s'hora baixa para los encuentros sociales o de cualquier especie afín, ya que si no acabaré enloqueciendo y dando voz a las casas como los deslumbrantes psicóticos de la Kristof. Y quien sabe si tal vez reúna el valor para abordar esos dos posibles cuentos que ahora yacen en forma de germen diminuto en uno u otro cuadernillo, antes de que se vuelvan lejanos e irrecuperables.
Ayer me llegó la carta breve y amable de una lectora de La plaza del azufaifo que no sabía mi dirección y me la dejó en un portal de la calle Berlinès, diciendo Carrer del Ginjoler o algo parecido. Por cierto que esta mañana he mirado al árbol desde un ángulo privilegiado y lo he visto más extendido e inmenso que nunca, con el suelo cubierto de azufaifas (he cogido tres o cuatro, para plantarlas) entre la basura que le tiran los vándalos de este barrio ciego y sordo, este barrio destruido y sin apenas belleza, donde la mayoría es ya gente embrutecida, que desdeña los árboles y celebra la fiebre del cemento, ruido y basura del alcalde de Hereuville. Por cierto que hoy, en El País, Patricia Gabancho, en un artículo moderado para mi gusto, señalaba algunas cosas certeras sobre la política municipal. Ah, y anoche se me malogró un post que estaba escribiendo, donde me interrogaba sobre las divergencias en la concepción del tiempo que tengo con una gran parte del mundo, no siempre exclusivamente masculina.
Y una última cosa. En mis lecturas del baño alterno Lavorare stanca de Pavese con La realidad y el deseo de Cernuda y aunque los dos son magníficos, ese libro último late y tiembla, centellea, Cernuda logra disparar tantas hebras nuevas del tapiz inacabable y tanta pasión que...
Vayan a Polis, sobre la que nos viene encima...
18 comentarios:
una de mis flores preferidas: siempre se abren desprendiendo perfume...en este caso parecen aromatizar este florecimiento suyo: congratulaciones!
Gracias, Cacho! No sé si yo florezco o más bien me marchito, pero en fin, suerte que hay miradas menos implacables que la mía. En cuanto a las flores, ellas sí, son asombrosas!
tal vez esa mirada implacable no sea realmente suya.
Hay voces heredadas que simulan hablar con nuestra voz.
Cacho de inteligencia... touché. Son las voces de unas hermanas(tras) que interioricé en la infancia. Las tengo en un cuartucho de mi mente, bastante controladas y torpedeadas (por las miradas masculinas, que aún son generosas conmigo) pero a veces se fortalecen, y con el paso del tiempo, en lo físico es fácil...
preciosa imagen, sí, que anima en este declinar del verano. Ayer leía a Confucio: con la llegada del invierno descubrimos la verdor del pino y el ciprés!
pensaba en ese acto fallido de tu post perdido, en el lapsus, equivocación, qué diría?? (estuve leyendo a freud esta semana)
yo aún saturnina, no me atrevería a leer a Cernuda, me abrumaría la nostalgia. Sin embargo ayer te rencontré en algún cuento de la ginzburg, y luego disfruté también de su tristeza contenida, uno corto y bonito sobre un verano en que ella se siente como los elefantes que se esconden para morir...
bravo por ese despegue de reseñas para la vanguardia. Autorecluida en casa de A. sin ordenador he leído bastante, disfruté de la regla del juego, ganas de que salga tu reseña,
la mía hoy en objeto-a es demasiado pesimista
bien por
Sí, los lapsus, esos signos... No creo que mi reseña de La regla del juego valga la pena, en tan poco espacio no logré decir apenas nada, ni me cupo ninguna cita, en fin, que la enjundia quedó fuera y sólo pude hacer un comentario. Mejor me fue con Agota Kristof, pero ni con el doble de espacio pude decir todo lo que quería... Veremos con Hobbs. Ya me imaginé que te habías quedado autosecuestrada y leyendo... no está mal.
Siempre me ha interesado la lectura con tintes psicológicos o manchados al menos. Y aunque tengo el volumen de Austen de sus cuentos completos, no consiguió engancharme con su empeño de razón y pasión. Casi resultarían mejor aforísmos algo más largos de lo normal en el caso de las reseñas a libros tan ajustadas.. Qué poco espacio para la cultura.
De Kristof encontré La analfabeta, que no está nada mal para la brevedad que contiene. Se agradecen los descubrimientos..
iluminaciones.
La analfabeta muestra algo de Agota K., aunque no tiene el rigor de su trilogía. Si puedes hazte con ella, en francés (Le grand cahier, la preuve, le troisième mensonge), y si no lees francés busca No importa. En catalán sí queda la trilogía y bien traducida por Sergi Pàmies, para quien quiera.
Cuentos de Jane Austen? No sé cuáles podrían ser, sólo he leído sus novelas. Nabokov explica muy bien la telaraña finísima y sutil que construye Jane Austen, aunque acaba diciendo que a él no le gusta. A mí sí, me encantó. Me seducía sobre todo el sentido del tiempo y la atmósfera y la vida de aquellos personajes decimonónicos, que sólo salían si hacía buen tiempo y se mandaban siempre cocehs de caballos con mensajes, y hablaban unos de otros añadiendo la renta en libras anuales, y no se tocaban ni besaban sino que se retiraban distressed a sus aposentos. Pero cuidado con las traducciones! ¿O me estabas hablando de Paul Auster? Pero lo suyo no es pasión sino azar.
Luego te visitaré, Iluminaciones, me voy corriendo...
Disculpa el error, pero hablaba de K. Mansfield, y no sé porqué las emparejé. Aunque razón y pasión podría valer para ambas, se me ocurre. Una curiosa vida que si se tenían las suficientes libras atraería aún más, supongo. Pero quizás lo que he visto en Kristof sea difícil de manterer en un relato largo, tipo novela, no? Como si a Joyce le pidiéramos que hablase de una forma concisa y sin rodeos.
iluminaciones.
Sí, lo de Kristof por fuerza debe ser reducido, breve, diría yo. Aunque algún editor ha juntado su trilogía en un gran libro, donde ella misma desmiente lo que antes ha escrito e inventa mil variaciones.
A mí me encantaron los diarios de K.Mansfield, tan solitarios, y esos cuentos de balneario, tan chejovianos de mirada, ella siempre con su personaje lánguido intentando recobrarse y respirar. Y recuerdo un cuento de verano que me entusiasma, donde todos los personajes están presos de su intensidad y sus vidas parecen a punto de resbalar por una pendiente pedregosa, pero mientras, qué momentos de playa y encuentros y nostalgia. No entiendo cómo no te ha gustado...
rguuzym!
no me diga que no parece una imprecación tántrica...
son sus letritas filtro-colador, aquí abajo
todo bien?
A propósito de su frase:
«(…) aunque su desesperanza no fuese teóricamente lo mejor para acompañarme al dentista ni para consolarme de lo que tendré que desembolsar, ¿pero qué libro lo sería?)…»
¿Ha probado con ALAN BENNETT, "Una lectora nada común", Ed. Anagrama, Barcelona, 2008?
se ha borrado mi comentario de ayer?
Cacho: yo no he borrado nada y aquí veo comentarios tuyos. No sé a qué te refieres, pero deberías saber que que si tuviese algún problema con tus comentarios te llamaría para decírtelo! Y tampoco creo que nadie pueda borrar comentarios de aquí... ¿No será que lo dejaste en otra entrada?
Sí, Cacho, ese comentario estaba obturado ahí por moderar, aunque yo juraría que le había dado paso! Y sí también, bonita agrupación de letras tántricas, esperemos que produzcan un efecto de Aladino en el terreno adecuado...
Rft: No sé si ese libro me consolaría a mí, lo cierto es que me da pereza el tema y etc., pese a los comentarios favorables de amigos. Y sobre todo, para mí, obligada a leer para reseñar (aunque casi siempre cosas que a priori me interesan), y textos de amigos y colegas que me piden corrección u opinión, como yo a ellos, o a leer para investigar para las conferencias que me aceptan, cuando se trata de leer libremente sólo puedo obedecer a mi puro deseo, casi siempre errático y caprichoso y cada vez más definido. E implica renunciar a deseos segundos, cosas que me gustaría leer ma non troppo o que quedan más allá de mi interés inmediato, por loco que éste sea... Pero GRACIAS por su recomendación, que guardaré ahí, por si acaso...
Gracias.
También puede intentar cambiar de dentista...
RFT: Ahora que he encontrado unos que no me obligan a dejarme todo lo que tebgo y mucho más y son buenos artesanos y eficientes, ¡tendría que estar loca para dejarles!
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