Meretriz de Babilonia. Ilustración del códice del Beato de Girona, s. X. (Comentarios del Beato de Liébana al Apocalipsis de S. Juan, s.VIII. Iluminado por la monja Eude con Emeterio, s. X.
"Todo lo que se cae no puedo recogerlo", dice G., que se siente ahora culpable de no poder cumplir ninguna tarea doméstica, incluso las que incumpliría aunque no llevara muletas. Ayer le dejé la cena en la cocina, sin pensar que no podría llevar la bandeja, y se le rompió una de mis tazas favoritas para el té, una taza bajita de porcelana fina, esas que no encuentro en ninguna parte, porque todas son altas y más cerradas, incluso las hermosas de Mariage Frères. Todo lo que él no hace me toca hacerlo a mí, aunque G. se excusa y me da las gracias todo el tiempo. A ratos viene P., pero ella tiene las manos enfermas y vendadas, así que se complementan poco.
Esta mañana me despertó el teléfono. G. me llamaba desde su móvil, desde la habitación contigua (no puede acceder a su cama alta estos días), para decirme que la gata Gilda le miraba, maullaba y pedía su comida. Yo estaba profundamente dormida y en mi sueño tenía que hervir un mueble grande, diría que una cama ¿hervirlo cómo?, pensaba yo, si no cabe en una olla, ni en una bañera... pero ya veía lo bonita que quedaba la madera al hervirse, caía un feo barniz y se convertía en una superficie maravillosa...
El sonido de las muletas de G. por el pasillo me recuerda a Moby Dick, pienso, y de la risa paso al escalofrío. Dice G. que esta casa no está habilitada para discapacitados. "Píllate un tacataca de esos de viejo", le dice al teléfono su primo madrileño, que tuvo una convalescencia importante. "Da vergüenza, pero es lo mejor."
"Haz visualizaciones", me dice E., "imagínalo sobre cuatro soportes, bañado en luz azul, sonriente, imagínalo andando como antes y repite el mantra de la curación: Om taré tu taré turé sohá." Todos mis amigos, muchos conocidos, mi ex familia política llaman y escriben para preguntar por él. Su padre llama constantemente. Ese bullicio solícito y reparador hace más estridente el silencio de mi propia familia, que bailaría sobre mi tumba (y ahora pienso en Stevenson, claro, cómo me gusta esa escena tan alegre de los 15 hombres bailando sobre el ataúd de un muerto y esa rima... Una vez la revisitaron en Popeye. Y cuando mi amigo serbio se rompió una pierna, me mandó un mensaje contándome que un amigo se lo había llevado de fiesta y yo le contesté alguna broma sobre él bailando con la pierna rota y nos reímos un tiempo con eso). También me gustaba el viejo título de Boris Vian. Otra vez, cuando mi amigo serbio estaba deprimido y bromeaba sobre su suicidio, empezamos a hablar de nuestros propios funerales; yo había decidido dejar un testamento prohibiendo la asistencia a mi familia, pero me entró la risa cuando pensé que no haría falta porque seguro que se les olvidaría ir, y cuando alguien les preguntara: ¿Cómo no fuiste?, dirían: "¿Qué me dices? "Se me olvidó por completo!"
Anoche volví a casa con a brisky walk, como diría mi amiga americana, desde la colina del Putxet, tras una cena junto al parque, con un gato atigrado precioso. Su dueña editora me dijo que, si alguien lo llama gordo, ella se ofende. A mí me pasa lo mismo con Gilda, que no tiene la esbeltez de su gato, tal vez porque ella no puede huir al parque, con esa excelente combinación de libertad y riesgos. Una noche, la editora dueña del gato elegante olvidó dejar abierta la ventana por la que entra y el gato se coló dentro de un coche a dormir y desapareció durante tres días. Desesperada, ella colgó carteles por los alrededores, y junto a los suyos encontró carteles del hombre que lo había encontrado. Le preguntamos si el hombre era guapo, porque parecía una historia de comedia americana; pero no.
No lo he contado aquí. Cuando esperaba que su padre trajese al pobre G. dolorido a mi casa, el jueves al oscurecer, e iba renunciando a mi clase de yoga, a las lámparas mágicas de la colina y a todo lo demás, me llegó un sms de JC. Me decía que había comprado una edición inglesa de la Anatomía de la melancolía, ¿te la compro?. Qué detalle, le dije, pero ya me compré la que prologa Alberto Manguel. Entonces llegó G., pálido de dolor y agobio, contando fragmentos del accidente y el hospital. Y otro sms. "Estoy en Laie", decía JC. "Tengo dinero y es casi navidad. ¡Dime qué libro quieres que te compre!" Ese mensaje me llenó de felicidad. Yo estaba sumida en la sombra del peligro pasado y el dolor de G., intentando cuidarle, y de pronto me pareció que alguien me cuidaba a mí desde lejos. Le di varias opciones y una era L'amitié de Blanchot, amigo de Lévinas (y de Bataille; de hecho escribió ese libro a raíz de la muerte-pérdida de Bataille), que a su vez fue amigo de Derrida, y lo encontró, traducido pero bien editado, y me lo compró. ¿Como habría adivinado yo que contendría esos capítulos escritos para mí? "Traducir... Guerra y literatura... Soñar, escribir..." Además, el título era tan adecuado... No quiero acabarlo para podérmelo llevar a Luxemburgo.
Al volver de la cena de ayer, pretendía empezarlo, pero no resistí abrir el celofán del Autorretrato de Man Ray que la editora anfitriona me había regalado y me quedé prendida leyendo sus historias del principio, con Duchamp y Berenice Abbot y etcétera (y pensando inevitablemente en las lecturas y conferencias de Lydia Oliva), sin dinero, pintando y empezando a probar con la foto, en el Nueva York de esa época efervescente... hasta que vi que eran más de las 3.
Por cierto, no se pierdan el post maravilloso de V. sobre el silencio y tantas otras cosas, tan sugerente como sólo ella puede ser, ni tampoco el microcuento que Només Ploraria ha puesto en su sitio.
20 comentarios:
Sobre una tomba oblidada d'una ermita empordanesa, fa pocs dies hi vaig fer unes passes de claqué. No era ben bé claqué, noble ball que no domino, sinó una microparòdia que dona el pego per fer riure. Va ser irrespectuós i irreflexiu, ho sé, però ja saps que hi han coses de les que no me'n puc estar.
(Gràcies per la recomanació, estimada dríada dels boscos)
Ah, i la il·lustració de la monja, deliciosa.
M'ha agradat molt imaginar-te ballant un claquè paròdic sobre una tomba. Diu V. que li agrada la presència saludable de la mort en la vida, quan li explico històries balcàniques, i crec que és veritat. Els mexicans també en saben, de la cultura dels morts dins de l'humor negre, en lloc de la negació. Aquí, per exemple, el suïcidi s'amaga i no se'n parla...
preciosa,no, exquisita ilustración! no he entendido bien, la de encima del caballo terroso es la monja Ende? yo quiero ser ella! una maravilla, en todo caso
creo que es más que terapeútico lo de bailar y escupir sobre las tumbas, incluso lo de imaginar quién bailaría en las nuestras, sano ejercicio de imaginación,
me han gustado los links del amigo serbio, tan guapo en esa foto con ojos de gato y sobre todo ese principio de relato que es casi como una declaración de principios, un maxi mantra, un haiku moderno, "Salir de la ciudad está bien, pero antes hay que salir de casa"
Sí, ese cuento de Igor (que tenía una traducción infecta al castellano y que yo corregí con él delante, para entenderlo) está siempre en mi cabeza, todos los fines de semana, cuando tanto me cuesta salir de casa... Le transmitiré tu comentario y se alegrará. Qué buena lectura la tuya, que lees los links y todo, con tus velocidades increíbles!
Ah, creo que la monja Ende no es sino la mano que dibuja (con su ayudante) a la auténtica amazona, meretriz de Babilonia! Esa monja inspiró a Nancy Spero, una artista americana sobre la que traduzco y gracias a ella la he descubierto, ¡qué personaje interesante! Gracias por tu insight de la muerte y su integración en la vida cotidiana...
como dicen los que dicen poco(son mejores que aquellos que nunca dicen nada y sólo pispean): muy buen post, amiga. Y veo que el niño, aunque dolido, se recupera.
Ha guardado los trozos de porcelana? Tal vez podamos encontrar algo parecido.
cacho de pan.
Felices Fiestas y hasta el 2008!
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Gracias, amigo Cacho... No guardé los trozos, ay, veremos si algún día encuentro... Mañana te visitaré a ver tus nuevos posts
Gracias, Loredana, por la música...
Veo mucha gente herida y un humor desgarrado. Siento lo primero y aplaudo lo segundo.
El dolor de los hijos es el único que nos duele antes de doler, antes de empiece a dolerle a ellos. Yo siempre llevo tiritas en el bolsillo. Me las pongo sobre heridas invisibles, después de echarle una mirada a la foto de mi hija.
Un abrazo
No dejes de escribir, J., siempre me sorprende cómo te inspira este pequeño formato al dorso de los blogs, tus comentarios son siempre high quality. Y sé así que conoces ese dolor y miedo que nunca se pasan, yo oigo el "thump" que aterraba a Ishmael por la casa, veo su pierna y se me encoge el corazón, aunque sé que está a salvo, pero qué locura irracional, la idea de lo que podía haber sido o el no verle como siempre en plena forma viviendo por ahí me destruye. Me doy cuenta de que no sobreviría si le pasara algo, me haría el sepukku, yo, que era independiente, a quien ningún abandono podía causar más que una semana de malhumor, sometida a esta hecatombe del amor materno.Ay ay
bello relato.
impromptu.
Gracias, Impromptu!
ayer dejé un comentario y hoy no lo veo aquí.
ya no recuerdo qué te decía.
era algo incorrecto?
No lo dejaste en la entrada anterior, titulada G? No ´seré yo quien borre tus comentarios, Sr. Cachodepan! Además, te contesté en el mismo sitio!
Ahora lo veo, está aqueí mismo, sólo que pusiste remitente Anónimo y te ha pasado desapercibido...
horror! desconozco mi letra! o mis letras, que es parecido aunque no igual...no soporto ser anónimo, lo siento. me arrojaré de mi ego para hacerme perdonar mi egolatría. besos
Ja ja... Me arrojaré de mi ego suena tan radical como el cuadro de Cole, ya sabes
http://bp1.blogger.com/_aluwouQNa-4/R1bSVexsSxI/AAAAAAAAAnA/MCpVabWn2JE/s1600-h/cole+003.jpg
Llevo lo que va de tarde buscando esto. Al final lo encontré. No me resisto a enviártelo: «Echar hijos al mundo es disparar proyectiles que estallan contra la muerte. Algunos de esos proyectiles esperan el milagro de perforarla y seguir del otro lado».Está en "Descanso de caminantes" de Bioy Casares
Un abrazo.
Oh gracias! Le habría encantado a Lévinas, que habla de la fecundidad como vía de memoria y de lucha contra la muerte...
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