Hace un frío horrible en toda Europa y me temo que allí donde voy será el crujir y rechinar de dientes, al menos para una pobre mediterránea en baja forma. He mirado las previsiones meteorológicas de esa ciudad del norte y todas coinciden, temperaturas bajo cero, cielos grises, lluvia y nieve, tal vez tormenta de nieve. No puedo recordar mi entusiasmo de irme para allá, dos meses antes, cuando compré el billete, aunque sí sé que pensaba en mi síndrome de abstinencia europeo, envilecida por la burramia española, las calles llenas de polvo, grúas y ruido de obras, contaminación y sirenas (temas de los que hablo en mi otro blog hoy, bajo un cuadro misteriosamente contemporáneo de Caspar David Friedrich). Espero que, como me dice L., se me pasen todos estos pensamientos negros al bajar del avión, y entrar en una ciudad civilizada, con bonitos museos, cafés y librerías...
Naturalmente, vuelvo a concentrarme en mi maleta. Los libros que me llevaría son casi todos pesados, con tapas duras, así que he pescado entre ellos Derrida, un egipcio, de Peter Sloterdijk, que encontré ayer en el Librero de la calle Berlinès, cuando iba a buscar ese increíble y gigantesco Barthes, La préparation du roman, que tanto me atrae. Compré ese Sloterdijk por pura identificación, porque leí hace tiempo esa frase que aparece al dorso: "Jamás olvidaré el momento en que mi editor alemán me preguntó, a mi paso por la feria de Frankfurt, en octubre de 2004: '¿Sabes que Derrida ha muerto?'. No lo sabía. Tuve la impresión de ver caer un telón frente a mí. El ruido del pabellón donde se realiza la feria quedó de improviso relegado a otro mundo. Yo estaba solo con el nombre del difunto, solo con un llamado a la fidelidad, solo con la sensación de que el mundo se había vuelto súbitamente más pesado y más injusto, solo con el sentimiento de gratitud por lo que ese hombre había demostrado...". Esa sensación podía parecerse a la mía, en mi caso dividida hasta una milésima parte, pues yo me sentí desamparada con la muerte de Derrida. Y es cierto que el mundo parece más injusto sin él. Tengo la sensación de que mueren los que han sido mis maestros, de cerca y de lejos, todos aquellos que había admirado, esos cuyas opiniones me confortaban porque consideraba afines. Van desapareciendo y mi orfandad intelectual es una sensación dura, como de quien anda bajo un sol agresivo y por el asfalto sin sombras de árboles amigos ni soportales donde refugiarse. Por otra parte, Sloterdijk hace en ese librito (de nombre freudiano, pues alude al artículo de Freud "Moisés y la religión monoteísta") interesantes parejas de pensadores y escritores: Derrida y Freud, Derrida y Mann, y Regis Debray, y Hegel, y Boris Groys...
Otro libro manejable, de bolsillo, que puedo llevarme son las Cartas de la guerra de António Lobo Antunes, y el tercero es La amistad de Maurice Blanchot, que ya cité aquí. No puedo llevarme (no sin sentirme culpable por el peso) Escritoras al frente de Aránzazu Usandizaga, ni mucho menos Sobre la guerra de Rafael Sánchez Ferlosio, ni el Autorretrato de Man Ray. Si me contengo con la maleta, podré regalarme algún librito que encuentre en aquellas librerías.
Y hablando de Sánchez Ferlosios, debo decir que me bajé la película documental de Trueba sobre Chicho SF y empecé a verla y me quedé vivamente impresionada. Cuando la vea entera, a mi vuelta, la comentaré. Sí quería decir aquí que el otro día fui a ver la última de Ang Lee. Creo que el núcleo de la historia me interesó: la protagonista, que se mete en una misión revolucionaria y peligrosa como quien sube a un escenario, intentando ser la mejor actriz, espoleada por la mirada de un camarada que nunca osa abordarla y que claramente no está a su altura; ella sigue jugando hasta el fin, y arrastrada por el deber, se enzarza en la relación física con un jefe de policía perverso, un torturador, y sigue intentando ser la mejor espía, la mejor amante, y se conmueve un momento, tal vez sólo para desempeñar el papel de víctima y morir con los demás presos tiroteada en una cantera, sin aprovechar su pastilla de cianuro. Ese núcleo de la historia me gustó, pero yo hubiera hecho un corto y la película duraba muchísimo más. Me parecía estar en los años setenta, viendo Portero de noche o Il mistero de Oberwald. Tal vez lo que valiera la pena era el cuento que la inspiró.
En cuanto a mis pensamientos negros, se deben al estado en que me ha dejado el accidente de G., una especie de temblor interno, como las ramas de los árboles cuando los pájaros echan bruscamente a volar. Lo cual se añade a otras cosas más innombrables. Y a la propia fecha, que nunca es buena para mí. Echaré de menos no sólo a los amables bloggers que dejan por aquí sus comentarios, sino también a todos esos lectores silenciosos, lectores misteriosos, que sólo el contador registra (y que sólo advierto cuando me molesto en anotar el número), y siempre me sorprende que sean tantos, y la gratitud, que es una de mis fuentes más sólidas de felicidad, me invade con esas cifras.
En cuanto a G., ha cambiado por completo. Vio al traumatólogo, que le arrancó el apósito y le quitó las muletas y recomendó aire y esfuerzo. Anda sin ayuda, ya no se ve obligado a hacer cabriolas para dar un paso evitando el dolor, y precisamente la mueca de dolor ha desaparecido de su cara. La herida va mejorando y le ha cambiado la expresión. P. ya no lleva vendas en las manos. Son los pájaros que remontan el vuelo (y yo el árbol estremecido). Nada como su edad para recobrarse (y pese a todo, me da la sensación de que, cuando se van sus amigos, se abandona un poco, renquea y vuelven a oírse esos gemidos que le consuelan).
En otro orden de cosas, me confirman que en febrero saldrá el libro de la escritora croata (amiga) Slavenka Drakulic, No matarían ni una mosca, que he traducido al castellano y prologado, y sobre todo, que se publica gracias a mi argumentación a favor, aunque fuese indirecta (o precisamente por eso). Ese libro está también en el mío, y para mí, es una buena forma de comprender la guerra de los Balcanes. Se trata de los artículos que ella escribió sobre algunos juicios a criminales de guerra en La Haya. Su análisis es brillante y su elección de personajes muy inteligente. Aunque naturalmente, es un libro terrible y hay que estar en forma para resistirlo, por supuesto, como ocurre con Primo Levi, Victor Klemperer, Imre Kertesz...
Para consolarme, además de ese cuadro maravilloso que he puesto más arriba, cada noche leo al menos un poema de Li Bai (traducido por Anne-Hélène Suárez, naturalmente) y tendré que meterlo en la maleta porque lo necesito. "Las hierbas enjutas invaden el patio yermo, / los musgos oscuros cubren el pozo ruinoso. / Sólo se recrea un airecillo refrescante / que de vez en cuando se alza en la fuente y las rocas.
15 comentarios:
Buen viaje, Bel. Te llevas un baúl lleno de gente... como Pessoa.
Que tengas un buen año (por si no tengo ocasión de decírtelo)
Oh gracias, J!!! A ver cuándo te llevo a ti en un libro también. Y aún me queda tiempo...
Impresionante el cuadro, parece una foto hecha ahora. Me recuerda un Velazquez muy poco conocido, que es la cabeza de un ciervo, un primer plano de la cara de un animal salvaje, parece una foto con un teleobjetivo.
Algo avergonzado debo decir que no reconozco ni uno solo de los libros que te vas a llevar.
Celebro que G este mejor, buen viaje!
feliz viaje...qué suerte que le basten los libros como compañía, y los poemas suaves, sin sangre derramada ni pasiones alteradas.
yo cada tanto tengo que volver al arrabal para bañarme en las oscuras aguas del asfalto. y nunca, jamás, tuve un derrida caminando conmigo.
Bon viatge i bon any nou.
També estic segur que som molts els que estem encantats de poder compartir sensacions, sentiments, pensaments...llegint els teus escrits. A vegades penso que el teu blogg te un perillós efecte addictiu, i no trigarà a ser perseguit per la "autoridad competente":
ajuda a pensar!! quin escandol.
Lo dicho: gracies per compartir tant, molta sort i bon any.
Sí, Frks, creo que he visto ese ciervo, si no lo he soñado! Estaba en el Prado? Recuerdo vagamente haberme extrañado ante ese cuadro... Este iceberg parece mostrar la mirada maravillada del pintor. No conocer esos libros sólo es una suerte, para poder leerlos!
Pero amigo Cacho, no nos engañemos, a mí no me basta nada! O casi nada. En cualquier caso, hay dos factores que me sacian casi del todo y en este momento no los tengo, pero me consuelo con los libros, como Boecio con la filosofía... Y mi cuarto está lleno de ropa posible para una esquimal europea...
Gràcies, Black A., pels teus comentaris simpàtics, aquesta és una de les consolacions del blog...
Si, en el Prado.
Tiempo es lo que me haría falta para leer todo ese enorme monton de cosas interesantes.
Pero como no hay obligación ni es una carrera, es mejor escoger un libro en la librería o la biblioteca, leer la primera página, y sólo si deseas seguir, llevártelo, qué importa que haya muchísimos libros? Mejor que no falten... Lo importante es encontrar uno para el momento, uno que te acompañe, aunque sólo leas unas paginillas en el metro, otras antes de caer dormido, etc...
Correcto, así lo hago, a veces con dos párrafos de una página abierta al azar ya lo dejo. Soy muy indisciplinado.
Incluso de esta manera, y leyendo en la cama con una linterna para no molestar, me fastidia muchisimo la imposibilidad de tener tiempo para todo lo que me interesa.
Sí, el tiempo se escapa! Así que más vale disfrutar de esos fragmentos minúsculos y en cuanto a la falta... siempre estará ahí... habrá que vivir con ella
Ai, i bon any a Black Adder
Fabuloso como las palabras del poema sobrevuelan las cosas.
impromptu.
Pasa con Li Bai! Es maravilloso, no puedo evitarlo, me lo llevo de viaje...
querida, qué post tan intenso y bueno, es un post muy de Li Bai como su "A punto de partir".... rumbo a Lx., de viajes, y maletas ligeras. Me he acordado de parís, yo ahora viajo sin libro, sólo algo de lectura para el avión, ya que nada más llegar me voy a la librería china Le Phenix y me compro algo! deja un huequito para que te quepa algo de vuelta. Escucho ahora (ayer no lo pude hacer) el disco de Chicho Sanchez Ferlosio, sus canciones me suenan a mis 7 vidas, como las de los gatos, a otros lugares vividos, es muy agradable, gracias por el regalo, me está gustando de veras!
He visto que Cacho también habla de la peli de Ang Lee que ahora voy a leer más detenidamente, parece que hayamos visto todos una película diferente, ya te contaré mi lectura psicoanalítica, ahora me dejo llevar por las canciones de Chicho, y te deseo desde aquí el mejor de los viajes liberadores, ya verás, yo pienso como L., que los pensamientos negros se disiparan en cuanto veas la ciudad llena de árboles, piedras, cafés y lugares bonitos,
sabes que te esperamos a la vuelta con cava, sidra y turrón!
me despido con un poema de Wang Wei, que también me ha hecho pensar en el bellísimo cuadro de la imagen
"Del torrente del Zarzal emerge una roca blanca/ Al frío del cielo escasean las hojas rojas/ En el sendero del monte no ha llovido,/ pero el turquesa del vacío impregna la ropa"
Sí, el poema de Wang Wei podría estar bajo el cuadro de Church!
Gracias por tus palabras, tienes razón en el huequito, tal vez me arme de valor y deje a Li Bai, pensando que en realidad llevo su espíritu siempre conmigo! Para que entre otro librillo de la vieja Europa raptada...
Publicar un comentario