lunes, 24 de diciembre de 2007

Scrooge, el espíritu de la Navidad pasada

Ilustración: Arthur Rakham, Alice in W.
Es difícil, casi imposible resistir a Scrooge. Yo huyo todos los años y no sólo de la zafiedad callejera con que se celebra por aquellos lares, sino también de otras cosas. Hace muchos años me fui a la India y allí realmente desaparecía el paisaje navideño, radicalmente y era como entrar en El río, aquella película maravillosa de Renoir. Luego descubrí que me bastaba con cambiar de ciudad. No hace tanto, pasé una nochebuena en Portbou con mi amigo serbio, en una celebración alternativa y algo salvaje, y luego cogimos un tren fantasma que corría vacío mientras todos comían con sus familias. El año pasado estuve en Belgrado, donde la navidad ortodoxa empieza justo cuando se acaba la nuestra, con la nochevieja, y no me quedé tanto, pero allí me visitaban otros espíritus más poderosos que Scrooge, en mi particular entrevista con el vampiro, y luego vino la resaca, que conté en la clausura del Año Freud. Este año acepté la generosa oferta de N. y me refugié en su casa de este lugar de la Vieja Europa, rico e ilustrado, donde en lugar de toscos villancicos, se escuchan conciertos de campanas, música antigua bien tocada, misas de Mozart.
Pero ayer, las llamadas matinales me devolvían a otra realidad más vieja, donde al parecer, al menos antes de cenar, en los prolegómenos de ese encuentro tan mediatizado, todo sigue siendo difícil. "La Navidad es sólo simbólica, pero duele", le dije yo a un comensal visitado por Scrooge, "por eso estoy yo aquí y por eso me voy todos los años. Sólo hay que saber qué le duele a cada uno, qué desea y qué hace y no hace para lograrlo".
Pero notaba en la cabeza el zumbido de ese espíritu de las navidades pasadas, no en vano yo tuve una infancia dickensiana, por lo menos en mi percepción, así que salí a la calle. Pasé un momento por el centre ville, donde todo el mundo se felicitaba, como también en el correo electrónico y las listas, incluso los más ateos y descreídos buscan fórmulas para extender esos anhelos de felicidad, algunos paródicos e inteligentes. Recibí de una psicoanalista amiga un buen cuento de navidad de Calders donde parodiaba la burocratización y reglamentación de la vida cotidiana. Me felicitaron en ese kiosco burlón donde los tres que atienden saludan siempre al unísono con un Bonjour!!! tan exagerado que parece de guasa. "Joyeux Nöel, Madame, voulez-vous un petit bombon?" Me felicitó el anticuario armenio al que le compré un pequeño Ganesh de bronce con verdín para G.
Para olvidar el rincón de Scrooge, me fui a visitar el "otro" Luxemburgo. El barrio de La Gare, donde ya no se veían los visones de princesas rusas (sólo vi dos y se parecían más a esos vulgares y mal cortados que se ven tanto en España) ni los tacones de aguja con anoraks lustrosos, y había muchos más transeúntes africanos y portugueses, y bares y tiendas más baratos, aunque la arquitectura era la misma, vetusta y conservada dignamente (sin disneyficar, insisto) junto con algunos edificios feos, como también en la otra parte (qué fea es la pobre famosa y céntrica Place Hamilius). Estuve considerando vagamente la idea de coger el tren a Bruselas. O a Amberes..., siguiendo las recomendaciones de una amiga anticuaria madrileña. Pero me pudo la pereza, o Scrooge o cierta absurda predestinación final. Leí un buen artículo realista y crítico de Enrique Gil Calvo ("Familias"), donde censuraba la política asocial y la falta de inversión educativa y social del partido que gobierna, y me escandalicé de que un tal Claudi Pérez tratara de convencer a los lectores de que la subida de precios del euro, "según demuestran las estadísticas europeas", "es más una impresión que una realidad". Como el día antes se había revelado que en nuestro país, la subida ha sido del 40% en seis años, sin duda la dirección del periódico decidió matizar para evitar el pánico y convencer a los más incautos.
Volví a casa y en medio de la lluvia de felicitaciones más o menos paródicas inteligentes, apareció en gmail un amigo prestado, canadiense, amigo de amigo, que parecía perdido en Luxemburgo, y en un impulso sin duda debido a Scrooge, acepté su invitación tardía. Pero la niebla empezó a caer mientras corregía mi libro balcánico, otra vez feliz, y la idea de salir empezó a parecerme una locura.
No entiendo dónde o cuándo cambié de idea, no sé cómo fue que volvió Scrooge y me arrojó a la calle vacía: resonaban mis botas en la rue 10 de septembre, por la avenue Monterey, hasta llegar a los bares felizmente desiertos, aunque luego se fueron llenando de refugiados aparentemente contrarios a la fiesta, pero que brindaban igualmente, y yo acabé otra vez cerrando los ojos a la trasposición canadiense en una celebración alternativa, porque nadie puede sustraerse a la visita del fantasma. Y para eso, en Luxemburgo, están las campanas, que hoy no paran. Un email de un poeta amigo, titulado Matem el gall, me dice: "Un altre dia et parlaré dels concerts de campanes..." Ya no sé si iré al bosque, aunque se está abriendo la niebla...

19 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

No sé, como relato está sugerente, abierto; como diario, un poco triste. Nos muestra a alguien que parece llevar la navidad dentro y huye de sí. Creo que era Séneca quien recomendaba escapar de los viajes en las tribulaciones, porque nuestro interior nos acompaña en la ruta.
Me has recordado una cosa que leí en mi adolescencia y que me impresionó mucho; era una cita preliminar en un libro de Wilhelm Reich, de un estudiante ruso que, preguntado acerca del sentido de la vida respondía: "no comprendo la pregunta, ¿qué otro sentido puede tener la vida sino vivir?" Aquellas palabras me tiraron contra la pared del fondo, porque a mí me habían explicado montones de sentidos de la vida y ninguno de ellos se podía vivir, sino más bien soñar.
Y me parece que con los años conseguí convertirme un poco en ese estudiante ruso, porque al leerte todo me sonaba lejano. Tengo pendiente escribir la experiencia de mis hijos, que nunca han vivido la Navidad, ni los reyes magos, y que son todavía pequeños. Yo ya sé que he hecho bien en tomar el camino de la verdad con ellos, pero escritos como el tuyo me lo confirman si cabe, porque me parece que les he evitado el dolor de aterrizar en un mundo ficticio y después verlo deshacerse. Siguiendo con las amebas, ¿por qué introducirlos en una estructura a la que es inevitable que se adapten sabiendo que la atmósfera y las inclemencias son falsas? Y después, adaptados ellos a ese planeta Marte, decirles que no, que deberían haberse adaptado a la Tierra, que es donde viven. ¿Y es que la Tierra no es más bella que el falso Marte? ¿Es más deseable el amor de agenda que el verdadero?
Como ves, el estudiante ruso me disparó duro.

Dante Bertini dijo...

no se puede escapar al fantasma: lo llevamos cosido a nuestras entretelas.
es que lo simbólico de la navidad, mi estimada e inteligente amiga, son las palabras que la nombran y los artilugios que la adornan.
con navidad o sin ella, la realidad, lo real, nos pega en la cara a cada instante, en las presencias y en las ausencias, en ese dolor indefinible que en muchos momentos se hace físico.
aunque siempre es más molesto, parece doler más, en medio de una fiesta.

Belnu dijo...

No, no lo veo, Fesmenota, creo que no has leído lo mismo que yo he escrito o no entiendes lo que digo, pero qué importa, cada cual que sea feliz con lo que quiera, yo aquí con mi celebración vital, que aún sigue. Conocerse y conocer las propias cicatrices no es ser infeliz, y en cuanto a la tristeza, mi felicidada siemopre lleva tristeza, como la vida siempre lleva un reconocimiento de la muerte, sin límites ni contrarios, nada se percibe. Yo estoy contenta de mi hijo como tú d elos tuyos y por suerte hay algo mutuo.

Belnu dijo...

Ay Cacho, no tengo mucho tiempo y contesto con erratas (antes he puesto felicidada), pero quería decirte que al fantasma se le puede sacar a bailar, que es lo que yo estoy haciendo, desde anoche hasta que llegue la hora de recoger velas, se ve que los dioses griegos me quisieron mandar una compensación...

Animal de Fondo dijo...

Claro que con seguridad no te he entendido bien, zbelnu, y claro que prefiero que sea feliz lo que me pareció triste. Mira que dudé esta mañana sobre si escribir o no el comentario, porque sé que a veces digo las cosas con una crudeza excesiva y lo que para mí es respeto lo expreso como disensión.
De cualquier forma, yo sí que he escrito mal, porque lo último que habría querido decir es que pienso que haya un solo camino o que todos debamos hacer lo mismo o seguir el mismo sendero.
No sé bien qué es lo que me encanta de lo que escribes pero es así, aunque no he leído aún Crucigrama, cosa que espero hacer, salvando un prejuicio mío, que he conservado desde la infancia, y que consiste en no leer literatura de gente viva, si puede evitarse. Hoy me he acordado de ti; he comido en una especie de nave industrial ruidosa, frente a un paisaje desolador (pero no dramáticamente desolador, sino desolador a secas). Pensaba en el contraste de tus recorridos con ese baño popular que me estaba dando yo. Sin embargo, me ha chocado sentir -y eso ya no tiene que ver contigo, creo- una suerte de afecto por tanta gente desconocida que estaba a mi alrededor, caras marcadas por años de trabajos arduos, sonrientes frente a copas de vino y gaseosa, afecto que siempre he podido sentir en la distancia y nunca en la cercanía, a mi pesar.
Hace mucho tiempo que aprendí que la comunicación personal no es apropiada para el trasvase de contenidos, que se obtienen mejor de los libros, y que lo importante entre las personas es saber expresar la posición relativa que uno siente. En ese sentido, el resumen de todo lo que he querido decir en mis comentarios es: estoy de acuerdo.

Belnu dijo...

Pero yo sigo sin entender. Disentir no es nada malo! Y se puede respetar y disentir. Tampoco veo ninguna crudeza en tus palabras, simplemente, que no has entendido de lo que yo hablaba, diría yo, y que yo no veo la relación entre lo que tú dices y lo que yo digo! A lo mejor te gusta porque lo malinterpretas? Pero no me enfado, sólo constato. Y por otra parte, si no lees autores vivos, pues no me leas a mí, no vaya a ser que... (es broma)

el objeto a dijo...

a mi lo que me gusta de estos días son los no-tiempos, los parones, una mezcla de sentimiento de destierro y de haberme quedado en suspensión que dura un par de días, aunque me quede en casa, aunque participe de las celebraciones, me sigo sintiendo fuera, con una sensación de extrañeza que no me molesta

Anónimo dijo...

el objeto a y yo avanzamos paralelamente a la navidad..
impromptu.

Belnu dijo...

Yo iba a decir que tú eras así y que admiraba esa capacidad, me parecía una condición única, pero veo que Impromptu siente igual... un tranquilo extrañamiento.

frikosal dijo...

Yo tengo algún punto en común con el viejo Scrooge.

Hay una escena que se repite:

Estamos en Disneylandia, o es Navidad, o cualquier cosa de ese tipo, todo el mundo es feliz con los decorados pero llego yo y digo: todo eso que os gusta tanto en realidad es una inmundicia, una hipocresía, un montaje. Nadie me hace demasiado caso y quedo como un cascarrabias.

Belnu dijo...

Los que quieren defender su mundo disneyficado se irritan mucho si alguien lo pone en cuestión... Yo lo paso muy bien en otro lugar, sin participar de esos ritos, pero si lees más arriba, alguien me llama triste por no compartir esas costumbres. Pero te recomiendo que lo pruebes, búscate una excusa creíble y vete a otro sitio y lo celebrarás con tus bichos. Yo creo que cada uno tiene que hacer lo que le dé la gana, y no creo que haya un "camino de la verdad" navideño ni de ninguna temporada.

Animal de Fondo dijo...

"Yo lo paso muy bien en otro lugar, sin participar de esos ritos, pero si lees más arriba, alguien me llama triste por no compartir esas costumbres".¡Dios mío, qué maravilla entenderse tan poco!¡Traducir de castellano a castellano! Ya en serio, me parecía que cuando reaccionamos somos hijos de lo que nos hace reaccionar, no somos libres. El único modo de serlo es la indiferencia. Si el aduanero o como se llame es capaz de ponerme de mal humor, aparte de manosearme, ha tomado el control de mis emociones. Y esa es la peor forma de esclavitud, que nos hagan bailar al son que ellos quieran, enfadados o contentos según decidan. Aclaración: no quiere esto decir que el aduanero te haya sacado de tus casillas, he querido expresar un paralelismo con la navidad, por lo de reaccionar.
Lo que me parecía triste eran tus palabras -"La Navidad es sólo simbólica, pero duele", le dije yo a un comensal...- y más: "Yo huyo todos los años y no sólo de la zafiedad callejera con que se celebra por aquellos lares, sino también de otras cosas." Y me parecía que no era posible que huyeras de lo externo solamente y por eso deducía que seguramente llevabas dentro de ti algo de Navidad.
Tampoco quise decir que tuvieras tribulaciones por eso, pero es que la cita de Séneca sí tiene tribulaciones, es una palabra que está dentro de la frase y, y, y, y, y...
Repito: Reconocerás que no entenderse en el mismo idioma es, como mínimo, divertido.

Belnu dijo...

A cada uno le parecen tristes o divertidas cosas distintas. Pero es obvio que no me entiendes y eso no ayuda a la conversación. Tú hablas de unas cosas y yo de otras.
Dicen los orientales que la fuerza estriba en conocer las propias debilidades y yo creo que tienen razón. Y que conviene actuar en consecuencia. Si a uno le molestan las alturas, no montará una fiesta en un lugar de vértigo y si en cambio le molesta estar encerrado, no trabajará en una habitación sin ventanas. A quien le moleste estar encerrado le sentará bien huir de los ´sotanos y pasarlo bien en lugares más abiertos y luminosos. (Así que yo lo pasé muy bien en Luxemburgo, aunque para ti sea triste, lo cual es comprensible, habrá gente que si no canta villancicos y come mazapán con su familia se le hiela el corazón. Pues que lo hagan, mientras no me obliguen a mí...)
Todo eso incluye además la idea de que todos tenemos cicatrices, debilidades, limitaciones, porque nadie es todopoderoso. Dice Barthes que cada uno tiene su mapa de signos sensibles. Y eso no es triste sino simplemente realista e incluso puede ser alegre reconocerlos.
A mí, que me manoseara esa mujer en el aeropuerto me sumió en la perplejidad, y escribí al Ombudsman europeo. No me gustaría ser indiferente ni lo pretendo. Me aburriría, y en ese aspecto soy occidental. Pero me sentí de muy buen humor tras mandar mi queja. Somos distintos, además de no entendernos.

el objeto a dijo...

Es que es muy peligroso poner adjetivos a lo que el otro explica,(en este caso triste, indiferente...) en especial cuando el adjetivo parece tener algo de "lo que deberías hacer es..." Nadie mejor que uno sabe lo que debería hacer, aunque para averiguarlo necesite de un mundo donde los demás existan... como ese comment que me han dejado hoy: en la carrera hacia la verdad estamos solos, la corremos solos, aunque sólo sea posible hacer la carrera si hay otros que participan. La verdad no se comparte, en la verdad estamos solos, el resto es compartir la carrera... (en fin, que no sé si me he quedado muy abstracta)

a mi me ha gustado tu etiqueta-tag "política asocial del PSOE", me hace feliz que no seas indiferente, haces mi mundo más habitable, más humano

y me alegro de encontrarme en esos no-espacios con Impromptu

felices no-tiempos, no-espacios a todos, aunque la felicidad no haga feliz a nadie

Belnu dijo...

Oh gracias, Cousin V, por tu sagesse interpretativa y no, no lo veo demasiado abstracto, tienes TODA la razón con lo de adjetivar y el "deberías". Te llamaré...

Animal de Fondo dijo...

Pues lo mínimo es darle las gracias a el objeto a por su explicación tan clara y a zbelnu por su infinita paciencia conmigo; a las dos: Gracias

Belnu dijo...

Vaya, ya no sé qué decir, creo que el mérito es de V., que lo entiende todo en un instante y sabe aclarar!

el objeto a dijo...

hombre no, no tengo mérito, lo que pasa es que yo también corro la carrera con vosotros! gracias las vuestras, y a seguir corriéndola!

Belnu dijo...

Buena respuesta! Aunque yo sé lo que me digo...