martes, 2 de octubre de 2007

O amor natural



Foto: I.N., Jardines de la Casa de Escritores (antigua residencia de Tito), en Cortanovci, Serbia, 2007

En la Filmoteca, ciclo de Heddy Honigmann, de quien ya comenté aquel documental tan potente sobre Bosnia (Goede man, lieve zoon, Good Husband, Dear Son). Hoy O amor natural. Cuando ya estaba dentro, me he dado cuenta de que ya había visto esa película. Pero lo cierto es que la otra vez la vi luchando contra el sueño, durmiéndome y despertándome, sin gozarla. Esta vez me he quedado prendida del hechizo de ese humor de H.H. y esa hábil distancia suya afectuosa, está allí, se oye su voz preguntando, pero a la vez se borra, se relativiza, nunca se impone.

H.H. va con la cámara por Río de Janeiro y les pregunta a la gente por el poeta Carlos Drummond de Andrade y les pide que lean un poema suyo, del libro erótico y póstumo que da título al documental, y los más viejos son quienes lo leen y a través de esas lecturas desvergonzadas y llenas de nostalgia y de humor, recuerdan lo que para ellos fue el sexo y se distancian o identifican y ríen contándolo. El sombrerero de las manos hermosas, que fue luchador en otro tiempo. La mujer que tardó muchos años en sentir placer. La que le habla al poeta y le da las gracias por decir lo que los demás no sabemos decir, las dos viejuzas del autobús que critican su falocentrismo machista con sonrisas amables y sin dejar de maravillarse por los poemas, las que se cuentan en la playa una experiencia única en una roca, la que dice que no siente nostalgia pero llora recordando aquella pasión en el suelo. Se convierte en un documental sobre el amor, la intimidad y el paso del tiempo. Y los poemas de amor terrestre y directo pero lleno de intimismo, ligeros, luminosos, humorosos, pasionales, divertidos, iluminados, ingeniosa celebración vital. Hay uno de culos especialmente inspirado (iridiscentes, opalescentes, de porcelana, sonrientes...) y lleno de gracia. Deberían aprender algunos. Y todo junto, lleno de la asombrosa belleza de la vejez, de las flores marchitas, de las pieles manchadas, de las sonrisas viejamente alegres de esos personajes, de un humor vital y compasivo que estaba también en la película bosnia. Decididamente, soy una fan de H.H.

Lástima que en la Filmoteca han decidido atacar con el aire acondicionado. la próxima vez me llevaré una manta, calcetines gruesos y bufanda de lana. Por cierto, que en la Filmo hay también ciclo de Godard, que está abarrotado de sus seguidores. A mí me gusta cierto Godard, muchísimo, y en cambio su experimentalismo y conceptualismo en este momento me cuesta. Me pregunto si no incluirán la maravillosa Vivre sa vie, esa película tan poética y llena de una fuerza vital melancólica, dramática e irónica que se sale de la pantalla.

2 comentarios:

Gustavo López dijo...

Llegué aquí buscando alguna imagen de O amor natural y encontré tus palabras.
Yo no podría hacer una reseña mejor que la tuya. Me dio curiosidad la entrada que titulaste sólo G. Acaso porque es la inicial de mi nombre.
Después de leer las dos entradas, resolví hacer en días venideros un enlace a tu crucigrama.

Gustavo López dijo...

Santa hizo un regalo inesperado:
http://blogs.elpais.com/blogdebloggers/2007/12/o-amor-natural.html

Así que.
Lo comparto con Honigmann, Drummond y vos. Cosas que pasan.