Foto: La mítica Spiral Jetty, pieza terrestre monumental del también mítico Robert Smithson.
El lunes por la tarde pasé por el kiosco de flores más cercano, que estaba a punto de cerrar. Tenía dalias amarillas y me ofreció dos ramos bajando el precio. Uno para Oriol y otro para mí, pensé. Y me los llevé. Ese hombre es andaluz, de una familia de floristas que ocupan varias esquinas y plazas del barrio. Una vez, en la campaña electoral, le habían puesto un garito de CIU al lado de su kiosco. "No te dejes convencer", le dije mientras le compraba flores. "¿Yo?", se rió. "Soy pobre pero no soy tonto. Debo de ser el único de izquierdas en este barrio...", añadió. "Hay algunos más", le dije yo, "pero están escondidos, derrotados". A su lado, el kiosco de periódicos ha sido durante años de un hombre de extrema derecha que, por suerte, ya se ha jubilado.
Cogí el autobús y luego eché a andar por la desventrada calle Rosselló hasta la Casa del Tíbet. Allí, le pregunté a la recepcionista por las cenizas de Oriol. "Aquí hay cenizas, pero no sé si están las suyas", me dijo. Y añadió que alguien como Chang no sé qué, el monje que se ocupaba, estaba de viaje. Llamó a otro que tampoco sabía. Al fin me dijo que entrase en la sala y hablase con el monje que había dentro. "Ya se entenderán", dijo, con intención. Dejé los zapatos en la puerta y entré al templo, lleno de figuritas, ofrendas y velas. Había un monje tibetano joven, en camiseta, que limpiaba y colocaba unas vasijas. Le pregunté y me señaló la urna de Oriol, con unas rosas ya envejecidas que le había llevado tal vez Guiomar. Puso mis dos ramos en un cubo, al pie. "Sé que ustedes piensan que el espíritu no está con las cenizas", le dije. Y entonces él, en un castellano bastante ininteligible, sembrado de palabras tibetanas de la jerga de los monasterios, me contó (por lo que pude descifrar) que Oriol había estado allí, que habían hecho varias ceremonias, no por él, sino por todos, con trescientas personas, que había estado muy bien, tan acompañado, y que luego, a los 19 días (insistió varias veces en ese número) se había ido, e hizo un gesto con el brazo como si un pájaro saliera volando.
Yo saludé silenciosamente a lo que allí quedara de Oriol, le regalé los dos ramos de preciosas dalias amarillas y me fui. "Habrá visto que tiene problemas con el castellano", me dijo la recepcionista al salir, refiriéndose al monje. Nohiko me dijo más tarde, por email, que Oriol me estaba agradeciendo la visita. Dijo: "La distancia que hay entre este mundo y el otro no cuenta. No es lo que parece. Así que cuando pienses en Oriol, es cuando te conectas con él."
Yo seguí pensando en el a-dieu de Derrida a Levinas, cuando dice que la muerte no significa la nada, sino que el que se queda asume la responsabilidad y lleva al otro consigo. Sé lo que tengo que escribir, en cuanto pueda. Eso me recuerda a Katherine Mansfield en sus diarios, cuando decía que tenía tantos cuentos en la cabeza, pugnando por salir... "Mañana". Así me siento yo siempre, desde hace un tiempo.
Mi amiga la escritora Slavenka Drakulić me invitó ayer a asistir a la Feria del libro de Pula, en Istria, que este año trata de los Balcanes fuera del mito, y en la que participarán el triestino Claudio Magris, Matvejevic, la propia Slavenka, algunos autores turcos (el año que viene Turquía es el país invitado en Frankfurt). Istria está cerca de la joyceana Trieste y tiene que ser un lugar propicio adonde ir, como diría el I Ching. Pero me temo que mi periódico no esté interesado. La feria es a principios de diciembre. Veremos... Y de noche, tarde, escuché la entrevista bloggeriana que una radio inquieta le hizo a Només Ploraria, y él contestaba a las preguntas con esa plácida ironía suya, que no puede ocultar una radical visceralidad, tan reconfortante en tiempos tan tibios (y eso me lleva al magnífico "Que nadie se lamente de que los tiempos son malos..." de Kierkegaard en su Diapsálmata, citado por Eugenio Trías en su Tratado de la pasión, si mal no recuerdo, donde sigue: "yo me quejo de su mediocridad, puesto que ya no se tienen pasiones. Las ideas de los hombres son sutiles y frágiles como encajes... Por eso mi alma vuelve siempre al Viejo Testamento y a Shakespeare... Ahí se odia y se ama de veras, se mata al enemigo y se maldice a su descendencia por todas las generacíones; ahí se peca.").
Ayer, en medio de agitadas conversaciones de compra-venta, negociaciones y cambios de planes telefónicos que culminarán este mediodía, tuve que estar rehaciendo, como involuntaria Penélope , mi corrección de tres o cuatro entrevistas balcánicas transcritas. Al pasarlo de noche, tarde, de un ordenador a otro, me equivoqué y guardé el fichero antiguo sobre el nuevo. Y aún no he acabado. El trabajo penelopiano cuesta muchísimo más que el otro. Casi se apagó mi emoción de descubrir que dos entrevistas que hasta entonces había desdeñado eran casi las mejores, las más personales y sorprendentes, y una de ellas, para mí, escenifica o encierra sin saberlo lo que ha sido la guerra de los Balcanes. Al descubrirlo me siento tan feliz que no comprendo por qué me cuesta tanto y doy tantas vueltas antes de ponerme. Es mi Enigma, que diría V. "Parece que estás señalando algo..."
23 comentarios:
Moltes gràcies! ;-)
Gràcies a tu... Jo encara m'imagino les gràcies con aquelles gerres plenes de mirra, incens i or dels mags o com unes llums que produeixen encantaments, o com l'estat de gràcia de la inspiració, o com el bany de sol que alguns matins cobreix aquesta cadira i la pantalla de l'ordinador. Vestigis de mítica religiosa i de l'artista que ens que queda...
Yo tenía una novia en Trieste.
Parece un cuento pero es verdad. Tenía los ojos verdes y unas inverosímiles manchas naranjas en las pupilas.
Y una largua cabellera con tirabuzones como Lilith
Pero el amor no pudo resistir los fríos que vinieron (Brecht)
cuando leí pariéntesis creí que ibas a hablar de tus familiares...mejor no; yo no tengo y me da algo de nosequé.
las dalias amarillas, ese pájaro que ya ha volado, el ininteligible monje: una historia no filmada de david lynch.
la realidad, esa cosa que casi no existe, es extraña, inexplicable y oscura, como un socavón.
Perica la Pastora! Me encanta tu síntesis de mi post, lo mejora, es casi un poema tuyo. Pero por qué leíste "parientesis", digo yo, si yo no puse esa pérfida "i"...
La idea de pensar que se conectar con alguien pensando en esa persona sería un panacea en el futuro. Pero de alguna forma se podría decir que esa persona vive todavía.
O por poner otro ejempo; cuando el viento bate las hojas de los árboles, ese alguien nos querría decir algo, pero se lo impide la distancia.
El arte tiene que ser algo que quepa en una habitación...en referencia a R.Smithson..
impromptu.
No comparto esa idea del arte en la habitación, desde luego que no, creo que smithson y los suyos mostraron otra cosa y señalaron las heridas de la Tierra y de la historia con sus piezas. O entonces esas baldosas en el suelo de Berlín, los Stolpersteine de Günter Denmig, con los que tropieza el paseante y si quiere, mira y detecta esa huella de la historia, en una habitación perderían todo su sentido. O las esquinas cortadas o las proyecciones de Wodizcko y sus cayados con cámara, bastones del inmigrante o sus carritos de homeless en nueva york, que llevaba a la gente a mirarlos y verlos por primera vez. Hay arte de la calle y arte de la Tierra y es así porque no vivimos ni sufrimos ni soñamos ni pensamos sólo en habitaciones. Y porque la mirada, el pensamiento, el cambio de percepción pueden suscitarse también en el exterior. Pero en fin, cada uno puede pensar lo que quiera, unos defienden sólo el caballete y otros creen que hay que pintar como si fuese el siglo XIX.
Y en cuanto a la conexión, depende de lo que uno entienda por eso. Si recordar es revivir, también es conectar con la esencia de lo que alguien fue a nuestros ojos, ¿y no sabemos muchas veces lo que nos habría contestado? Evocar a los muertos es llamarles, recomponerles, como en Good Father, Dear Son de Heddy Honigmann. Yo no creo mucho más, para mí no se trata de una conversación telefónica, por decirlo así.
preciosa imagen, Zbel, que parece también un indicio, el signo de algo señalado.Esta mañana me levanté sin internet, pero he conseguido piratear la conexión de un vecino, ahora suena la campana tibetana de la meditación de lola, y con el café hemos discutido los planes para nuestros futuros entierros. Me ha gustado el piccolo desdén de E Trías por los desapasionados y cómo habla de un lugar donde regresar, donde se vive la vida verdadera
Mmm, la campana de la meditación y el vecino que reparte su conexión... me alegro de que te guste la espiral gigante, hay algo muy Zabriskie Point en Smithson, romántico y derrotado, como la Tierra... y esa cita de Kierkegaard es maravillosa... Pero no sé si mi mala cabeza podrá con Levinas...
que lindas son las dalias y las flores y el nombre de penelope parece sacado de una cansion. Yo no conosco a las personas amigas de usted que habla pero si son amigos de usted tambien seran buenos y dulces como usted lo es tambien
¡Flores para los muertos!… la ciudad está llena de ellas, con una peculiaridad: de un tiempo a esta parte las viejas floristas han dejado paso a las baratijas de los chinos, que están por todas partes (sólo es una constatación, no un comentario xenófobo), sus flores de tela: una primavera de ojos rasgados, sin aroma, sin vida. Paradójicamente esa muerte dura más, de puro decorativa. Tal vez sirva para componer una vanitas posmoderna.
Tejer y destejer es un ejercicio que, de vez en cuando, desprende epifanías como las que emergen de tu trabajo “penelopiano”. No ocurre lo mismo cuando el relato es una pelota de lana empujada por la garra traviesa de un gato. La obcecación y el polvo de los días convierten esa pelota en la piedra de Sísifo (espero que no te pase nunca).
Un abrazo.
Gracias, Gladys, eso espero!
En cuanto a la bola de Sísifo, Perdedor, ¡yo he sido Sísifo mucho tiempo! O así me he sentido traduciendo sin parar, entretejiendo las palabras de otros, invirtiendo en algo que no era mío aplazando lo que sí era ad aeternum... Por eso ahora me siento tan bien, aunque me cueste tanto y tenga que luchar contra mí misma para osar escribir(me).
Olvidé decir, Petite A... los planes para los propios entierros! Qué tema para un post...
sí, ha sido memorable la conversación. Hoy insistía en que no la incineraran antes del cuarto día, para esperar a que el alma se fuera, y que no quería esquela previa al entierro-funeral, ue en todo caso una posterior, "AYER enterramos a nuestra querida madre" es una "desatada" esta madre-Ikebana, y sí, tendremos que desarollar este interesante género
Estoy de acuerdo contigo en que cada artista elige su discurso, si uno quiere hacer poemas sobre una manzana, porqué va a hacerlos sobre otro tema más trascendente, esto sería un error, como dijo más o menos, creo José Hierro. Esto sería lo privado y lo público. Con lo de la habitación, me refería a un arte al tamaño del hombre, en contraposición a un arte megalómano que a veces se da y que no es el caso de Smithson. Creo que mi mirada es más estética, deformada, y la tuya más pasional, más honda, si me permites, y llevas razón en tu juicio sobre R.S. Si todo arte se hace con rigor, es válido, ya sea el medio; un ordenador o el campo mismo, o un lienzo.
Ah, buscaré imágenes de Denmig.
Y a mí también me gustó el bello pasaje del templo.
impromptu
Es una conversación curiosa la de la "madre ikebana", Objeto a, seguro que si escribiéramos un post todos empezarían a decir cómo quieren organizar sus ritos. Un amigo serbio solía bromear sobre su funeral en una época. Yo quería poner unas prohibiciones de gente no-autorizada a asistir...
Impromptu, yo puse esos ladrillitos alemanes aquí en este blog, hay muchas fotos en Internet, la emoción es tropezar con ellos, le gustaron mucho a Carles Hac Mor y los sacó en su columna del Avui.
Tienes razón en lo que dices, tú eres más riguroso, yo visito el arte o me visita a mí de una manera visceral, y así lo defiendo, en mi ignorancia (eso lo añado yo) o mi intrusismo de siempre. Pienso en esos museos imaginarios de Marcel Brothaers o de aquel artista ruso, Ilia Kabakov?, no sé, hay piezas que me suscitan tantos pensamientos y despiertan tantas cosas en mí que concluyo: no pueden ser malas. Pero claro, como criterio, sé que no es muy fiable o en todo caso es discutible...
Me has traído al recuerdo antiquísimas lecturas de Kierkegaard de las que apenas me queda la emoción del deslumbramiento, porque no sería capaz de repetir ni por aproximación ningún texto. ¿Cómo puedes citar de memoria? ¡Qué envidia! En todo caso, habré de consultar la asociación entre mediocridad y desapasionamiento, justo ahora en que reniego de las pasiones (en realidad, de lo que reniego es de la adicción al apasionamiento, que lleva a la exageración artificiosa de las emociones).
Bella sensación la felicidad del descubrimiento ... No me queda del todo claro, no obstante, qué te cuesta tanto; las correcciones, supongo. Un beso.
No reniegues de las pasiones... La adicción sería, en todo caso, a pasiones negativas, utilizadas como evasión o como representación o como un vehículo para la pintura o la escritura... pero eso es otra cosa. Y qué agotamiento... No, yo creo que deben alternarse. Para descansar de las pasiones físicas y amorosas, están las pasiones políticas, ideológicas, literarias... (no recomiendo las gastronómicas, dejan secuelas)... El amigo Cachodepan me llama memoriosa, pero no es cierto. Recuerdo siempre tres o cuatro cosas, y en cuanto a esa cita, sabía más o menos cómo encontrarla en mi estantería (y no la cité entera, aunque lo haré).
Olvidé contestar Miroslav: lo que me cuesta es todo, no las correcciones, sino todo lo que me haga avanzar en mi libro, cambiar mi situación, acercarme aunque sea a un humilde éxito, salir del cuarto oscuro, dejar de traducir a otros para escribir yo, estar del todo expuesta...
Animo Penelope, que que ya quiero notar el libro en mis manos.
th
Ja ja, ayer avancé bastante, tras un día perdido! Ojalá no hubiera días perdidos...
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