sábado, 7 de julio de 2007

Autoficción y cine

Foto: Jose Aguirre, yo en invierno del 82?, en la puerta de casa de mi padre.

Cuando se construye sobre material autobiográfico, se recibe inevitablemente la confusión de algunos lectores, que se confundirían incluso con la pura ficción aunque fuese histórica o historiográfica ("Ese monje chino medieval, ¿eres tú, verdad?"), casi limitando su lectura a la búsqueda obsesiva de la relación con la propia biografía. Dicen que Marina Tsvietáieva mentía cuando escribía sus memorias y contaba su vida en su ficción, pero cualquier escritura es una construcción, una recombinación, presupone elegir unos fragmentos entre muchos otros borrados, recontextualizarlos, utilizar los silencios y el ruido y las voces según la necesidad de una estructura narrativa. Y no de ninguna supuesta verdad histórica.

Cuando presentamos mi libro Crucigrama ya lo conté: algunos que habían compartido conmigo situaciones reales que yo utilicé luego en mis cuentos optaban por corregir sus recuerdos, convencidos de que la verdad tenía que estar en la letra impresa o en la literatura y no en su memoria. "Yo no recordaba esto...", decían. "¿Pero cuándo ocurrió aquello?" Alguien que quiso verme para hablar de mi libro me reprochó que mis narradoras no fuesen como él me veía a mí misma, "mujeres fuertes, que no caen en esos errores con los hombres". Y otro admiró mi valor por exponerme "tanto". Y para rematar, una joven reseñista me confundió completamente con mis narradoras, diagnosticó que yo no me atrevía a vivir y me ofreció unas cuantas lecciones de moral.

Ahora, con este blog, la construcción de un supuesto diario abierto que a veces se mezcla a la columna de periódico que no tuve en papel, o a mi espacio real en algunas publicaciones, donde lo mismo hay pensamiento que fabulación, o juego que reality bites, moments of being y percepciones reales arrancadas como piezas del puzzle, ilustradas a veces con mis fotografías y autorretratos... tengo la leve impresión de que algunos desconocidos (o que apenas me conocen) se equivocan. Tal vez no entiendan que un vestido de seda viejo pueda ser metafórico. Que su entrada al blog no signifique también la puerta abierta a mi realidad. Me ha parecido detectar incluso una extraña familiaridad en el tono de alguien que apenas me conocía, y en mi perplejidad, he tardado un momento en comprender, en asociarla a su particular lectura. Alguno incluso ha dicho algo sutil pero insólito, o ha sonreído como si hubiera estado mirándome por la ventana de un patio mientras yo me duchaba. Ya sé que todo ha sido muy discreto, siempre dentro de los límites de la cortesía, y que yo puedo equivocarme. Tampoco me siento yo, creo, expuesta en exceso ni vulnerable a lo que piensen otros. Pero me devuelven inevitablemente a la frase de Juan Ramón Jiménez, que ya he citado otras veces

Querida amiga:

¿Usted ha pensado bien en lo que va a hacer? Tendrá usted que pasar por la vergüenza de la literatura. Tendrá usted que tolerar que el médico, el abogado, el zapatero, el político, el pedagogo, todos los que viven de su oficio, le den consejos; el elojio del guardia civil y el dicterio del crítico. Tendrá usted que ver su nombre en los diarios, ser espuesta en los escaparates, en los programas de las recitadoras y los recitadores, saltar de boca sucia en boca sucia en las tertulias de café, tolerar con paciencia ser hocicada diariamente por el cerdo y por el hipopótamo, ser espiada por la zorra, picada por el cuervo. Sus secretos serán públicos. Si es tiempo, todavía, huya de usted misma.

Suyo,
Juan Ramón Jiménez


Ayer fui a ver una película turca, Los climas. La historia era sólo la historia del desencuentro entre hombres y mujeres, la imposibilidad, el fantasma edípico (o mejor, Los hijos de Yocasta de Christiane Olivier) no superado, la búsqueda de la madre y la rabia contra la madre en los hombres, sin salida, y el dolor y la perplejidad de ellas. Pero la forma de contar, las imágenes, la intimidad de la mirada de los personajes con su entorno, con una abeja, unas nubes, la densidad de la nieve envolviendo un avión y mezclándose a la turbulencia de la percepción emocional, la lentitud y el silencio que crea un ensimismamiento, una reflexión muda como se hacía en los sesenta, pero ahora sin excluir el realismo, el encuentro con personajes cotidianos, como el taxista al que fotografía en esa increíble Capadoccia nevada, y al que el narrador desdeña y olvida muy pronto, la extrañeza de ese narrador que sólo se mira a sí mismo y su vacío y no comprende nada más, ni siquiera mira a sus alumnos en la escuela, o el encuentro físico con su ex amante, el gesto primero de búsqueda de una caricia materna que acaba en una especie de pelea adolescente, de sexo de golpes, de forcejeo gráfico. Y algunos trozos de Estambul, qué nostalgia de volver allí, tomar un té en uno de aquellos cafés bajitos de la calle y de ver además esas montañas a las que no llegué.


10 comentarios:

savitri dijo...

"seriedad involuntaria... de una mujer, un hombre, que se van por el foro de esta vida, donde, como en los teatros, creímos un momento en la mentira, y amamos como de verdad, qué triste sí, como de verdad... la verdad, eso era todo, la verdad."

Juan Ramón Jiménez

Belnu dijo...

Gracias por la cita, Savitri

el objeto a dijo...

pues hoy esa cita bonita de JR Jimenez me suena a ejercicio zen, de desprendimiento y al mismo tiempo humildad en el juego de identificaciones que los otros, los que se equivocan, confunden con la personalidad o la identidad. Suena hoy a juego, a lo que tú anuncias.. y quien lo entienda así sabrá mantenerse en el viaje de aquel monje chino que sí, sí que eras tú, y también fue un otro lejano

Belnu dijo...

Era yo el monje citrouille amère? Qué idea tan agradable... He bajado al bronx y he acabado cenando en esa terraza sous les toits, tomates maravillosos de verano, queso de cabra de no sé qué pueblo y ciruelas que parecían cubiertas de rocío, escuchando a otra E contar un juego muy curioso de su infancia. Qué agradable sensaciónd e verano, pese al bochorno, que me ha convertido en menina...

el objeto a dijo...

menina, comment?? sí, yo tnego ganas de terracear y beber cerveza como si nada, viva el mes de julio!

Belnu dijo...

Menina por el pelo, me voy con un pelo reconocible y vuelvo convertida en menina (no da rua, sino de Velázquez...).
Agh, acabo de recibir una mala noticia, pero ¿cómo era eso? Más puñalás da el hambre!

el objeto a dijo...

bad news?? tell me about

Belnu dijo...

Mmm, no sé qué mala noticia sería, en este momento no recuerdo, aunque tengo un cierto poso melancólico, estúpidamente hormonal o de fin de fiesta?

JML dijo...

Un saludo que quizás no lea, porque el tiempo devora al tiempo, pero este comentario encuentra su futuro en el pasado, y en ese desajuste probablemente se extravíe... En fin.

Comparto esa autoficción suya. Yo camino por el borde de alguna de mis viejas fotografías. Soy su fantasma. Es todo tan real en esta ficción que no me sorprende sentir nostalgia. Le aseguro que es mejor deleite que mi "memoria histórica"

Saludos, y enhorabuena por el blog. Téngame por asíduo (si así le parece)

Belnu dijo...

Todos queremos tener lectores! Así que sea bienvenido, el perdedor misterioso que cultiva la autoficción, ahora iré a visitarle.