martes, 15 de mayo de 2007

Viento y barridos

Foto: Manel Armengol, Pins de Cap Norfeu, Cadaqués
El viento, el mismo viento que ha tumbado varias veces a mi pobre castaño de Indias en la terraza y que ha roto la maceta del rosal de pitiminí que me regaló Àngels Ribé (es decir, que no es un rosal cualquiera, sino todo lo contrario), me ha sacudido también a mí, digamos que felizmente, llevándose preguntas y telarañas y revelando una peligrosa desnudez de las cosas, arrastrándome a lo realmente aventuroso.
De pequeña, yo vivía en el país del viento y me gustaba (por destructor, por romántico). En la hostilidad que me rodeaba, el viento sólo podía ser -como el resto del paisaje, como los pájaros que cantaban para mí en exclusiva- un poderoso aliado: si era capaz de descarrilar los trenes, si los barcos naufragaban por él, ¿cómo no iba a poder liberarme de mi encierro y de la Bruja que era mi carcelera? Vibraban los cristales y decían: ya viene la tramuntana. A los locos los llamaban "bojos del vent". Había uno que coqueteaba con los coches, bajaba de pronto de la acera, los amenazaba con cruzar y no cruzaba, se reía, los hacía frenar y enfurecerse... Yo me levantaba sonámbula en las noches de tramuntana. Y pese a todo, temía salir volando.
¿Dije ya aquí que en Belgrado, el viento del Sur, el Koshava, lo trastoca todo? La gente olvida las cosas y llega antes o después a las citas. Aunque no sé si es eximente en casos de asesinato, como el Föhn suizo.
Y ese viento de ayer ha dejado un cielo radiante, que parece casi griego, y con las buganvillas de un color mucho más intenso. Y yo traduciendo sobre Milosevic y Mira Markovic y sus perversiones, leyendo a ratos deprisa a Alice Munro y Grace Paley para mi conferencia coreográfica, intentando hilar en mi cabeza, mientras ando, unas ideas para construir una historia, reprimiéndome todo el día para no estar escribiendo en el sofá, y sufriendo por ello. Como no me den la beca, no sé qué será de mí.

11 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

El viento, a veces, te agarra de muy adentro y te vuelca para llevarte lejos, exactamente, más adentro. Excelente tu entrada de hoy. ¡Y la beca seguro que te la trae la brisa ligera de la mar!

Anónimo dijo...

Ojalá sea como tú dices, Pedro, y gracias!

Dante Bertini dijo...

excelente entrada, de verdad...a veces te arrastra un vendaval de palabras e ideas que suenan más que bien...y eso que hoy mismo le decía a jorge que un viento que arranca palmeras no puede ser muy buena gente.

Belnu dijo...

Gracias, Cacho de Pan (mi propio pan acaba de salir al fin de su máquina, impecable esta vez, tras dos fracasos inexplicables, tal vez debidos al viento). Y es que el viento tiene su parte gozosa también... En Cadaqués había una palmera que se cimbreaba hermosamente y sólo la ceguera de los lugareños acabó con ella, decían que se caería, que era peligrosa... y llevaba ella años meciéndose tan ricamente...¡He visto el azufaifo! Precioso, mil gracias... A ver si me entero de dónde está...

La Muniequera dijo...

el viento que limpia dejará en tu puerta una beca, no sé de qué va, pero te la mereces por cómo escribes!

(y el dibujo de la bohardilla me gustaría verlo, claro)

Belnu dijo...

Oh gracias, Muniequera! La beca es para dejar de traducir unos mesecillos y acabar mi libro balcánico y de paso los otros... sería feliz, feliz... a ver si esta vez me sale.

iluminaciones dijo...

En este caso sería Lo que el viento trajo.. el viento a mi me trae a la memoria a personas que están lejos, com si ese soplido fuera un hola en la distancia.
Escribe, a pesar de la beca...

Loredana Braghetto dijo...

lindo blog tienes!

Belnu dijo...

Es verdad, Impromptu, el viento trae, y curiosamente a mí me trae un recuerdo cuyo objeto debe de andar por Ohio. En cuanto a escribir, lo intento, lo intento...
Gracias, Loredana, ya vi la exuberancia de los tuyos, mucho senso...

iluminaciones dijo...

la obra de teatro?

Belnu dijo...

No, la obra de teatro no, un personaje autónomo que era realmente de allí...