La foto es mía, la he hecho esta mañana, como recuerdo de lo que va a ser destruido
Fue V quien me contó que al venir a mi casa se cruzaba un azufaifo que le recordaba a la China. Ella no sabía de mi historia con el fruto de ese árbol. De muy pequeña, antes de los 5 años, en el colegio de Figueres saltaba yo una tapia prohibida con otras niñas y nos colábamos en un pequeño huerto, rodeado de muros encalados que refractaban la luz del sol, deslumbrante. Allí había un azufaifo porque una vez nos dimos tal atracón de esos frutos rojos que al llegar a casa, la Bruja aprovechó para ensañarse. "¡Esto para que no vuelvas a comer azufaifas!", me dijo. Así conocí la palabra, tan árabe como acequia o aljofar. Aún recuerdo la luz del huerto y el olor y vagamente el sabor de aquella especie de cerezas gigantes, que nunca más había vuelto a comer (se ve que el mandato de la Bruja tuvo éxito) ni a ver. ¡Y tenía el árbol en mi misma calle! Lástima que el descubrimiento me llega justo antes de su muerte. En su política de entregar la ciudad al diablo (los constructores), como ya dije anteayer en Polis, este ayuntamiento permite perpetrar el asesinato del paisaje histórico. Alrededor de mi casa están tirando todas las casitas viejas, todo rastro de lo que fue, para construir sólo fealdad y mediocridad sin identidad ninguna.
Fue V quien me contó que al venir a mi casa se cruzaba un azufaifo que le recordaba a la China. Ella no sabía de mi historia con el fruto de ese árbol. De muy pequeña, antes de los 5 años, en el colegio de Figueres saltaba yo una tapia prohibida con otras niñas y nos colábamos en un pequeño huerto, rodeado de muros encalados que refractaban la luz del sol, deslumbrante. Allí había un azufaifo porque una vez nos dimos tal atracón de esos frutos rojos que al llegar a casa, la Bruja aprovechó para ensañarse. "¡Esto para que no vuelvas a comer azufaifas!", me dijo. Así conocí la palabra, tan árabe como acequia o aljofar. Aún recuerdo la luz del huerto y el olor y vagamente el sabor de aquella especie de cerezas gigantes, que nunca más había vuelto a comer (se ve que el mandato de la Bruja tuvo éxito) ni a ver. ¡Y tenía el árbol en mi misma calle! Lástima que el descubrimiento me llega justo antes de su muerte. En su política de entregar la ciudad al diablo (los constructores), como ya dije anteayer en Polis, este ayuntamiento permite perpetrar el asesinato del paisaje histórico. Alrededor de mi casa están tirando todas las casitas viejas, todo rastro de lo que fue, para construir sólo fealdad y mediocridad sin identidad ninguna.
No me cansaré de repetirlo.
Mientras, he empezado a leer la biografía de Lacan escrita por Elisabeth Roudinesco, y aunque es muy prolija en lo puramente psicoanalítico, y a veces me aburre, otras veces sobresale el personaje, el Lacan joven, odiando tan saludablemente a su familia y la ideología que transpiraba, yendo a ver a Dalí, con su ropa siempre agradablemente extravagante, su extraña mezcla de arrogancia y charme y sus hallazgos, y me subyuga.
14 comentarios:
uy! alfajor leí! "acequia y alfajor"
Yo esperaba que alguien se fijara en esas bonitas palabras árabes, los alfajores son pesadísimos, pero tienen un buen nombre, pero hay más variantes, ¿qué te parece alforfón? Me salió una vez en el trivial... Y hay un visitante por aquí, casi asiduo, con un blog titulado "la acequia"
y almohada y alhelí y aljibe y alfeizar y alhaja y ojalá...
te imaginas rodeados de "lanzagranadOs" defendiendo el árbol de los frutos rojos y esa casa donde quizá era más cercana la felicidad?
el heredero y sus compinches sólo nos dejarán la tristeza, el adocenamiento y esa patética y mentirosa excusa de lo "popular y democrático"...pan de ajo
Qué bonito comentario, pan-de-ajo, suerte que firmaste identificablemente porque la incertidumbre me habría matado, atraída un Anónimo por pura afinidad, qué crueldad.
azufaifo... esta palabra huele a infancia, ésa que se empeñan en destruirnos con cemento y ladrillo. Conseguirán ciudades que no huelan a estaciones, que no sepan a viento y que no tengan significado
Exacto, Pedro, así es y da rabia que sea tan fácil
se me ocurre que quizá tirarán, horror, el árbol...
hace unos años se dijo que todos los árboles de la ciudad estaban catalogados y no se podían echar abajo sin cosecuencias graves...
tal vez llamar al ayuntamiento?
digo, o atarse a él con lazos indestructibles, cual la tita cervera de bonnemaison y los plátanos de madrid o el senyor carod y don zapatero...
Si que es terrible que desaparezcan cosas que existieron durante mucho tiempo, edificios árboles, plazoletas, esquinas.. sólo está la débil memoria, que no siempre es suficiente...
qué tal la conferencia?
Lo de Tita Cervera de Bonnemaison me encanta, Cacho de Pan. Pero voy a investigar lo de los árboles catalogados...
Y sí, Impromptu, me fue muy bien la conferencia, era un público muy afín, lo conté en mi blog Polis, ya sabes, pinchas en http://polis-zbelnu.blogspot.com
y ahí lo encontrarás...
Ay, llamé al ayuntamiento, me dijeron que llamase a la guardia urbana, y en la guardia urbana me han dicho que ellos no tenían nada que ver, pero como he insistido, en mi reencarnación de titacervera-de-bonnemaison, pues me han rellamado ellos y me han dicho que ahora comprobarían si los destrozadores tenían permiso o no. El agente ya me ha dicho: Yo no puedo juzgar si es justo o no, sólo si cuentan con el permiso necesario. Así son las cosas.
en buenos aires, pasaba un señor y te decía:
-oiga, quiere que le arregle la vereda por unos pesos?
-mmno, no, gracias, hay alguna baldosa rota pero está bien, gracias, adiós
cuando salías de tu casa, te dabas cuenta que ya no había vereda que pisar porque TODO estaba roto... Si llamabas a la municipalidad te decían "eso no nos compete"
Oh, Mr. Ed, la pura irracionalidad cruel, que sólo salva la palabra vereda, tan frondosa y bonita, tal vez habría que refugiarse de nuevo a la sombra de las palabras, ya que nos cortan los árboles...
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