viernes, 22 de enero de 2010

Anoche

Foto: I.N., Serie "Mis balcones", 2010.
Cuando me quedé sola, pensé que, en medio de las dificultades, no podía entender por qué me seguían ocurriendo algunas cosas inesperadamente felices, y tal vez por eso me siento aún más agradecida de que ocurran. Luego me puse a leer el librito de Luis Antonio de Villena, Retratos (con flash) de Jaime Gil de Biedma y aunque ya era muy tarde me quedé despierta hasta acabarlo. El prólogo de Ana María Moix era ya precioso. Hablaba de los que se decían amigos del poeta una vez muerto y de que Villena no se atrevía a considerarse tan cerca. Yo no fui, ni muchísimo menos, amiga, ni siquiera conocida, aunque tuve la suerte de verle dos veces, de escucharle durante las deliberaciones del jurado de la Sonrisa Vertical y seguir escuchándole en la comida que siguió. Antes había tenido que llamarle por teléfono un par de veces, ya lo conté aquí, diría que la primera yo estaba tan impresionada (porque sus poemas me habían hablado a mí, y no sólo por mi nombre "Isabel, niña Isabel, ten cuidado/ Porque estamos en España/ Porque son uno y lo mismo/ los memos de tus amantes,/ el bestia de tu marido.") que al menos mentalmente tartamudeaba y lo que él dijo aún me asustó más, aunque me gustara; pero no viene al caso. La cuestión es que ayer, leyendo, le veía con claridad (y oía su voz, su carcajada) en esos relatos de los encuentros de Villena con él, encuentros literarios que acababan siendo encuentros callejeros, donde a pesar de lo festivo y excesivo y de toda esa nocturnidad y cacería que al parecer Jaime Gil consideraba la vida (La vida la recuerdo, pero dónde está), por una Barcelona que yo también recuerdo y que ya no existe y un Madrid que pude entrever en los ochenta, y eran retratos intensos pese a que siempre quedaba en Villena una reserva y un delicado silencio, una forma de mirar y una consideración en esa relación ("yo creo que sí, que puede considerarse amigo de Gil de Biedma", concluía Ana María Moix). El libro me encantó y ejerció un efecto poderoso en esa zona intermedia entre el sueño y la vigilia, como si se hubiera infiltrado por algún otro conducto de mis sentidos.
Al fin me dormí y como la gata me despertó dos veces en la noche con incursiones inesperadas, recordé tres sueños enigmáticos que procuraba memorizar sin anotar, agotada como estaba, hasta que en el tercero logré apuntar algo para mi libro de sueños...
Y sigo buscando sin encontrar y esperando sin que llegue, pero mientras, me escriben lectores amigos. Uno de ellos pasó el 23F en mi casa de entonces y esas cosas quedan en la memoria, dónde estábamos cuando ocurrieron hechos históricos... Sé que he tardado pero ya terminé tu libro de cuentos, que por cierto se puede leer como novela perfectamente. La semana pasada tenía que entregar un guión y cuando venía al ordenador sólo me ocupaba de eso, perdóname Belnu. Te he leído con intermitencia pero también con placer y nostalgia, que los dos somos del 57... Me gustó muchísimo Veraneo (cito títulos de memoria): es muy bueno, muy redondo y bien armado. Y también los últimos, especialmente el primero de los hombres con los que no te casas, donde me parece que no sólo retratas con maestría algunas actitudes de los no-maridos sino que despliegas una franqueza femenina infrecuente y extremadamente valiosa, un tono literario nuevo y fresco, libre de esos remilgos habituales. Te felicito mucho... Yours since February 23rd 1981,
A.T. Otra lectora, pero esta vez de Crucigrama (a mí, como a ella, tampoco me parecía triste ese libro, sino irónico y alegremente melancólico; pero para detectar el humor de otros hay que compartirlo y hubo un lector-escritor que calificó esos cuentos de "deprimentes"...)
Estimada Isabel: Este mes, es para mí unos de esos meses duros por mi trabajo... Harta de tantos números y papeles, busqué leerme algo corto, algo que me permitiera un pequeño paréntesis. Opté por Crucigrama. Resulta que me ha encantado, más que cualquier otro. Me gustan todos, pero este especialmente me ha encantado. Pero... contrariamente a lo que había oído en tu blog... no lo puedo evitar, yo no lo encuentro nada, nada triste o melancólico, todo lo contrario, lo he encontrado alegre, gracioso y encantador. A mí por lo menos me ha levantado el ánimo, más que levantarme el ánimo, me ha producido un ánimo sereno, que es el efecto que más me gusta. Te escribo, por esto. Lo voy a poner en mi blog, pero no voy a poner que es triste, sino alegre. Un beso, Tu lectora
Un escritor que fue corresponsal de El País, cuando le recordé que había calificado en un artículo La plaza del azufaifo de "libro delicioso", me responde en Facebook: "El libro es una joya, como tu memoria". Estos elogios les llegan a mis libros, también al del árbol...
Hace dos días conocí a otro escritor que ha reseñado mi libro (saldrá en un mes) en un diario; había sido poeta antes que novelista y me dijo que en mis cuentos yo iba bordeando las cosas, como se hace en poesía, y en vez del núcleo dibujaba lo que lo rodea y tal vez por eso le había gustado tanto a él. Dijo que los había leído despacio, a sorbos, paladeando cada cuento y no a la carrera; tal vez sea una clave.
Hoy, tras una serie de intentos agotadores en el terreno de lo práctico, he hablado con un amigo seráfico que quiere incluirme en un proyecto sugerente de la ciudad y su narrativa.
Estos días procuro no pasar junto a los árboles cortados, la plaza destruida, las ruinas de la belleza. Anoche me llamó MT, la señora octogenaria y humanista que ha liderado la resistencia contra esta barbaridad y me decía que para consolarse había ido a ver ese Tristán tan horrible, con sólo dos cantantes dignos y una escenografía fea y que dramáticamente le había parecido muy flojo. A mí me gustaba mucho el Tristán.. Esa obertura... Dice mi primo artista del retrato que habría que escucharlo cada semana... Yo dejé esas músicas al morir mi padre, las abandoné, pero las iré recuperando poco a poco.
Mientras, leo un libro para reseñar y tropiezo constantemente con la traducción: "Ahora no, mamá, estoy leudando la masa", dice un niño o una niña en el primer cuento. ¿Quién hablará así? Tal vez es que yo he perdido la perspectiva, pero en todas esas páginas el castellano me parece farragoso, nada fluido, se nota que hay otro idioma detrás, a veces asoma claramente el inglés, otras sólo lo farragoso. Pero a veces los editores prefieren esa especie de traductores. O tal vez sea el corrector. No hace tanto, donde yo traducía "llegaron de Alemania" el corrector me puso "llegaron procedentes de Alemania". ¿Por qué procedentes?, me preguntaba yo. Al fin y al cabo, era una novela...; pero cuando la vi, estaba ya impresa. ¿A quién le preocupa que un traductor haga bien su trabajo?
Para mi sorpresa, a veces me consuela Facebook, convertido en un hervidero de voces, de agitación de distintos niveles (más interesante entre los amigos franceses), de humor, de furia activista, de ironía y de juegos en los que no participo. A veces...
El otro día un hombre que conozco me contó que en su trabajo, le había preguntado a un colaborador: "¿Eres feliz?" y el otro se había ruborizado intensamente. Y otro de la empresa había dicho después: "¿Se habrá creído que eres gay?" Quizás simplemente no esperaba una pregunta tan personal. O quizás pensó en algo que le hacía feliz y que no podía explicar...
Veo que Acantilado publica un libro de Stefan Zweig sobre los celos (¿Fue él?), y de Anagrama me mandan el de Catherine Millet sobre el mismo tema. Recuerdo el capítulo maravilloso de Colette en Lo puro y lo impuro donde confiesa haber llegado al turbulento fondo de ese sentimiento, con todos sus juegos y variantes. Hay otro libro genial de Julian Barnes sobre la misma espinosa cuestión, Before She Met Me (Antes de conocerla) donde habla de los celos retrospectivos y el protagonista es un profesor de historia, obsesionado, claro está, por el pasado... Un buen tema para la literatura, mejor que para la vida.
Seguiré leyendo para reseñar y para olvidar la situación de mis arcas...

4 comentarios:

Dante Bertini dijo...

te recuerdo, por si lo echas en falta, que el Colette descansa en casa, junto a mi cama, llenando de sulfuros y mujeres fumadoras mis angélicos sueños.

Belnu dijo...

Ajá! Lo busqué, lo busqué, y no recordaba... Gracias! Y si además humea... es una buena excusa para un café en tu barrio...

Icíar dijo...

¡Cuántas cosas¡

Me resulta raro verme ahí, pero me gusta, claro está, es una especie de honor, gracias.

También creo que es una clave lo de leer algo a sorbos, paladeándolo, con la mente abierta y vacía al mismo tiempo. Lo que se obtiene, creo que es la magia de la lectura.

Belnu dijo...

A ti, Icíar, por tu lectura...