sábado, 2 de enero de 2010

Al colgar el teléfono

Foto: I.N., Plátanos en Languedoc, 2009
Anoche me quedé leyendo la extraordinaria biografía de JR, tan analítica y llena de insight (como mala, superficial y sórdida es la de DP), que llega hasta el fondo y da claves para comprender a la escritora y el esfuerzo pavoroso, la hazaña que logró con su novela WSS, donde logró eliminar el defecto o la tara que hasta entonces había limitado a todas sus protagonistas, la autocompasión, y lo hizo justamente en el libro donde debía residir todo el victimismo, la venganza y la autojustificación, el libro de su infancia, la causa hasta entonces callada de la fragilidad, la autodestrucción y la vulnerabilidad paranoica de todas esas narradoras suyas, dibujada dramáticamente en el paisaje mágico y terrible de las islas donde había crecido. Y su esfuerzo titánico de siete años siempre quebrada con la miseria, la humedad y el frío, la soledad y el aislamiento, la incomprensión de su entorno rural, sus paranoias y enfrentamientos con los vecinos, la enfermedad de su marido, la imposibilidad lacerante de dedicar esas tres horas diarias a la escritura que necesitaba, aunque siempre acudía algún ser seráfico en su ayuda, como ese vicario al que el hermano de JR le pide que la vigile (convencido de que tendrá problemas), pero ese hermano, que nunca la ha entendido ni simpatizado con ella y que la ayuda sólo por una mezcla de piedad y convencionalismo, no le dice al vicario que es escritora. Y sólo cuando JR le cuenta a ese sacerdote protestante que es escritora y que su mal y su angustia radican en esa imposibilidad de escribir tres horas al día, él, que además de su oficio religioso ha sido siempre literato y ha enseñado literatura entre otros a Evelyn Waugh, la comprende; lee algo suyo y se queda toda la noche despierto, le dice a su mujer que es extraordinario, comprende que se halla ante una escritora importante. Y a partir de ese momento le lleva todo el whisky que necesita y conversa con ella al pie de su cama y le compra una mesita para que escriba acostada, le busca mecanógrafos y acalla como puede las protestas de la gente del pueblo.
Yo la leía para completar mi ensayo de escritoras y fotógrafas, ese libro conjunto con L.O. que tengo que acabar pronto, pero en otro orden de pensamientos, llevo semanas (y meses) preguntándome qué podía leer que me ayudase a abordar mi novela (ya me releí toda la obra autobiográfica de Bernhard, y el efecto fue contundente, pero no me movió). Se trata de la novela de mi infancia y justamente mi problema básico es eliminar la autocompasión, lograr un sesgo, un ángulo implacable que me impida ese victimismo. ¿Cómo simpatizar con la maltratadora Rottenmeyer y con todos los que la aprobaron y se beneficiaron de la situación de impunidad, aunque sólo fuera para desahogarse de sus propias frustraciones? ¿Cómo acoger a esos personajes y la cobardía contra la que me he construido? ¿Cómo mostrar sus lados mejores, sus encantos, enfrentándolos a una niña que sufría su violencia on a daily basis? Y de pronto descubro que estoy leyendo justamente sobre eso, y de ese proceso brutal de siete años de forcejeo vital contra el mundo y contra sí misma para acabar aquella novela maravillosa, y de los recursos que ella usó sin proponérselo, elegidos inconscientemente, que le llegaron por vías diversas, un poema, un sueño, y que la llevaron a superar todos los obstáculos. Al comprenderlo no podía dormir.
También me atenaza la sensación de que he llegado al fin y ahora tendré que traducir sin tiempo para nada más y pasar miserias y sufrir los desplantes que se dedica a los traductores en este país. Hace dos noches soñé que tenía cáncer y me estaban haciendo quimioterapia, pero la enfermedad no me importaba demasiado; mi preocupación principal era cómo justificar que yo hubiera aceptado ese tratamiento, tan contrario a la vida y a todo lo que pienso y deseo, y buscaba la clave en libros jeroglíficos. Luego desentrañé el significado con ayuda de V., la quimioterapia era la traducción, el abandono de la escritura. Y en ese contexto mi deseo, mi urgencia de entrar en esa novela es mucho más grande, tan grande como el miedo que me produce.
Y hoy, le estaba contando esto a V. y le decía que yo no podía usar los recursos de JR, pero que leer sobre su proceso me había llenado de esperanza y que, como escribo a ciegas, no puedo pensar un método e imponerme seguirlo, y ella me decía que me llegaría por uno de esos modos del inconsciente, como a JR, por un sueño o algo así. Luego le he contado de unos retratos biográficos que me interesaban y sólo al colgar el teléfono me he dado cuenta de que le estaba hablando sin saberlo de un posible recurso de abordaje que tal vez pueda servirme. Y me he levantado del sofá y he empezado a escribir. Como me da miedo ese material radiactivo, ese campo minado, sé que no será fácil. No tengo ninguna garantía. Lo que he escrito no es aún nada y he tenido que parar. Pero hay algo muy hondo que se mueve, como esos brillos en el fondo líquido y negro de un pozo.

23 comentarios:

Isabel Mercadé dijo...

Hace muchos, muchísimos años que leí "Ancho mar de los Sargazos". Alguien que no recuerdo (y cuánto lo siento) me lo regaló cuando aún era por aquí una desconocida. Voy a buscarlo y lo volveré a leer. Sí recuerdo que en el libro se decía, o me lo pareció a mí, o lo leí en algún lugar, que la protagonista daba voz a la mujer oculta del Mr. Rochester de Jane Eyre.
Ah sí, Bel, es probable que estés a punto y eso da miedo, como tirarse desde un barco en medio del mar en aguas profundas... pero qué delicia, por otra parte.

Belnu dijo...

Es una novela extraordinaria, aunque para mí sus cuentos también lo son, en otra medida, ella es una de mis favoritas y la incluí en las conferencias de Las Olvidadas.
Cerca? No sé si tanto, pero algo más cerca... Miedo? Pánico diría... Eso supone una lucha entre el deseo y el miedo, lo sé...

´´ dijo...

Hola a Fleur Jaeggy ya la has leido verdad , bueno ahora llegara Haneke con La banda blanca quiza te sirve.

Belnu dijo...

Hola, Francis, sólo leí un libro de Fleur J., en italiano, L'angelo custode, ¿a cuál te referías tú?

´´ dijo...

Yo he leido este :El temor del cielo

http://www.tusquetseditores.com/titulos/andanzas-el-temor-del-cielo

y quiza te puede interesar este otro : Los hermosos años del castigo

http://shangrilatextosaparte.blogspot.com/2007/02/carpeta-fleur-jaeggy-iv-los-hermosos.html

Belnu dijo...

Gracias, Francis, eso pensaba, por los títulos, creo que en La Central los tienen en italiano, mañana me hago con ellos
I beati anni del castigo y La paura del cielo, GRACIAS!

Isabel Mercadé dijo...

Por si no los has leído, tal vez te interese también, para ver el proceso contrario, los documentos autobiográficos que dejó Marguerite Duras "Cahiers de guerre et autres textes" y que han sido traducidos al catalán, "Quaderns de guerra", por Editorial Empúries. La infancia y adolescencia que ahí cuenta están lejos de lo que sus obras de ficción, a pesar de ciertas alusiones, permiten adivinar.
Ah, he encontrado el libro, es de Edit. Noguer, 1976, así que a recordar ese año me he puesto . Y yo que preferiría no hacerlo ;-)

Belnu dijo...

Yo vi una entrevista a la Duras donde contaba, comparando con Barrage contre le Pacifique, su infancia. No he leido esos Cahiers de guerre, en cambio. Diría que la frialdad de la escritura de Fleur Jaeggy podría servirme y Duras siempre me ha servido en cierta manera, sobre todo porque ella también escribía a ciegas: "Escribimos para saber lo que escribiríamos si escribiéramos" y por lo que dijo de la maternidad, que yo siempre cito "une calamité, la seule au monde, merveilleuse", Gracias. ¿Pero cuál es ese libro de Noguer?

Isabel Mercadé dijo...

Es el de "Ancho mar de los sargazos".
Sobre el de M. Duras, no lo tengo, lo leí en la biblioteca. No sé lo que contaría en la entrevista. Te comento en otro lado.

Belnu dijo...

Ah, creo que era la traducción de Andrés Bosch, la misma que publicó Anagrama, diría yo.

el objeto a dijo...

la figura de ese Vicario es genial, para mí es una muestra de cómo uno puede entender algo, aunque no sea propio, y dejarse movilizar por ello, sentirse concernido, pero la magia es entender al otro, y participar de ello, con generosidad, valentía, ésa es la verdadera vida
y de cómo muchas veces estamos menos solos de lo que pensamos,

ah, y Bernhardt, es cierto, me olvidaba, sí, has de recuperar ese calor que te produjo su lectura lúcida y su humor,

y me alegro y me honra mucho que me elijas como interlocutora para esa búsqueda tuya, y que te sirvan mis lecturas a ciegas!

es un placer estar al otro lado de la conversación, porque tal y como tú explicas en el post, es cómo en un buen thriller, tú misma vas mostrando la resolución, la vas desvelando progresivamente, y al final todo estaba ahí, pero el enigma ha permitido hacer un giro más amplio y pasar por nuevos lugares...

en ese miedo que describes, también hay una inmensa alegría! esa joie de la que tan bien hablaba Enthoven

Belnu dijo...

Sí, el vicario es uno de los seres seráficos que ayudaron a Jean Rhys, como Sonia Orwell, como Francis Windham, como dos vecinos amables que le llevaban comida y la paseaban en su taxi en ese lugar rural donde vivió y donde los demás la consideraban bruja... El miedo y la alegría mezclados!? Tal vez... No sé, ya sabes que a mí me cuesta desentrañarlo todo y si no pudiera hablar no podría seguir pensando...! Y no puedo evitar aprovechar ese saber tuyo y esa escucha que están cerca y por los que pronto pagarán muchos!

Jesús Garrido dijo...

Bellas y emocionantes palabras.

Belnu dijo...

Muchísimas gracias, Jesús. Te visitaré...

frikosal dijo...

Estupenda y reveladora entrada, a ver si poco a poco se despeja el difícil camino a esa novela pese a todas las dificultades.

Belnu dijo...

Gracias, Friks, esa espera tuya de la novela, desde el principio, es una motivación para mí. Que alguien crea me es necesario para seguir, precisamente por lo que me cuesta...

´´ dijo...

Vila-matas sobre Jaeggy

http://salonkritik.net/09-10/2009/09/educando_mujeres_correctas_enr.php

Belnu dijo...

Gracias, Francis! lo leí en su momento, no sé si en su web o dónde, pero lo releeré...

Anónimo dijo...

Te pongo esta cita por si te sirve.
"Para escribir la historia de su vida, uno tiene que haber vivido; por eso no es la mía la que escribo. Habiendo padecido, aún joven, una abominable enfermedad moral, cuento lo que me ocurrió durante tres años. Si fuese yo el único enfermo, me lo callaría; pero como son muchos los que sufren el mismo mal, escribo para éstos sin saber si se fijarán mucho en ello; porque aun en el caso de que nadie me prestara atención, habré retirado este fruto de mis palabras, de haberme curado mejor a mí mismo" Alfred de Musset.
Buen año para ti también.
iluminaciones.

Belnu dijo...

Gracias, Iluminaciones! Me gusta mucho la cita de Musset... Coincide con algunas de mis razones y pensamientos sobre la necesidad de esa escritura.

Belnu dijo...

Y feliz año para ti!

Ephemeralthing dijo...

-Pues "leer" un país significa ante todo, percibirlo según el cuerpo y la memoria, según la memoria del cuerpo. Creo que el escritor le está asignado precisamente este vestíbulo del saber y del análisis: es más consciente que competente, es incluso consciente de los intersticios de la competencia. Por eso la infancia es el camino real por el que accedemos al conocimiento más exacto de un país. En el fondo no hay más país que el de la infancia-

Roland Barthes
"La luz del sudoeste"
L´Humanité, 1977.

pd: feliz año!

Belnu dijo...

Oh, Eph, qué cita maravillosa, y de mi querido RB! Mil gracias y feliz año para ti también!