domingo, 27 de diciembre de 2009

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Foto: I.N., Un joven sin cabeza sentado en un parque, Perpignan, 2009
Se acabó mi fuga navideña, por necesidades presupuestarias y otros requerimientos. Lo he pasado muy bien, andando bajo árboles gigantes, viajando en trenes (cuando la huelga lo permitía) por Languedoc, visitando un museo que monta bien sus exposiciones, saboreando deliciosas ensaladas que aquí no existen, y sobre todo, calmando mi pobre espíritu envilecido en BCN, ya que deambulaba por ciudades donde no hay basura en el suelo, sino sólo aire y lluvia, donde la gente no grita en la calle ni en ningún sitio (el otro día comíamos en un restaurante atiborrado, con esa avaricia del país vecino -eso sí- que les lleva a aprovechar cada milímetro de espacio, de forma que apenas puede uno llegar a su sitio sin empujar al de al lado, y sin embargo, ¡no oíamos las conversaciones ni siquiera de las mesas contiguas! No oíamos a los niños, que los había, pero educados, a diferencia de lo que ocurre por estos lares, donde algunos padres parecen pincharles para que lloren, o bien se rindieron al primer griterío concediéndoles sus deseos y ahora ellos utilizan incansables ese recurso), y ni siquiera los grupos de adolescentes que salían de noche alzaban la voz en la calle, y donde no cortan los árboles como aquí, sino que les dejan crecer a su aire y los cuidan como algo valioso.
Lo he pasado bien refugiada en periódicos franceses (en un artículo de Libé, un arquitecto explica los planes de plantar aún más árboles en París para combatir el cambio climático y explica que han comprobado que en los veranos muy calurosos hay 8 grados de diferencia entre París y la banlieue y sólo se deben a los árboles, la verdure, como dicen ellos, de modo que se proponen plantar más en esos barrios... Yo leía y comparaba tristemente a la política municipal de aquí, que incluye la tala de todos los plátanos -el 70% de árboles de la ciudad-, la tala de la Diagonal, la tala de todas las arboledas elegidas para la ampliación de la línea 9, ya que aquí, al contrario que en París, no hay que preservar árboles, ni patrimonio, sino parkings, lo único que valoran nuestros políticos municipales-, sin poder evitarlo), refugiada en tiendas francesas (yo encuentro tesoros en los supermercados gabachos, tienen las cosas que me gustan a mí... Además de los precios... Curiosamente, las farmacias francesas son más baratas que las de aquí, un paquete de kleenex vale 0,30 euros en una farmacia francesa y 0,70 en una española, ¿por qué?; los medicamentos homeopáticos valen una tercera parte (tres cajas de oscilococcinum por el precio de una española, los productos de herbolario y naturopatía también, y no digamos las verduras: las lechugas y tomates son mucho mejores y con mejor precio, los alimentos biológicos -o ecológicos o dietéticos o como quieran llamarlos- están también en los supermercados, y los panes negros de semillas y levadura madre, y hay mucha más variedad de todo, tés maravillosos, infusiones de verbena en todos los bares...), en librerías; cualquier pequeña ciudad tiene librerías interesantes y hospitalarias donde pasar horas entre libros y en cuanto al paisaje humano, me parece mucho más sugerente. De modo que lo he pasado estupendamente, soñando con vivir autrement, he retratado árboles gigantescos que pondré por aquí, árboles que reinan, se estiran y arquean en danzas asombrosas, árboles que parecen recorrer parques y calles a grandes zancadas en cuanto una se da la vuelta.
Celebramos nuestra no-navidad en un lugar civilizado, donde no era obligatorio someterse a ritos familiares, donde parejas o gente solitaria o amigos cenaban también sin más en la terraza de un restaurante, protegida y caldeada por las estufas, para placer de fumadores...
En cuanto a Perpignan o Perpinyà, era un paisaje de mi infancia. Cuando vivíamos en Figueres, lo comprábamos casi todo allí y era tan distinto el mundo rico y pétillante del otro lado de la frontera del triste y pobretón cutrerío de la España franquista... Para mí aquel era el mundo, el mismo que representaba la televisión, pues sólo veíamos la francesa (L'homme invisible!), el mundo libre y humano, el mundo de la cultura y del chocolate y las galletas... Como aquella visión de Le Boulou, que un día comentaba L.: al lado español, un colmado cutre y triste, con dos o tres productos rancios, estilo el de Manolito de Mafalda, y al lado francés, uno lleno de mil variedades de quesos exquisitos, de galletas y yogures y chocolates y tantas otras cosas con las que soñamos de niños, y yo siempre me preguntaba quién compraría en el lado español... Y más adelante, en la adolescencia, íbamos a comprar los libros del Ruedo Ibérico o a ver películas prohibidas que no pescáramos en aquellos improvisados cine-fórums. ¡Y no había vuelto! Pero algunos lugares despertaron mis recuerdos, como la cúpula acristalada de lo que ahora es la Fnac y antes eran unos almacenes que frecuentábamos, al fondo de la calle que se abre en la estación... Y Montpellier era el lugar donde, a los 16 o 17, visitaba a un amigo poeta y entonces exiliado-desertor, cada vez que yo necesitaba cambiar de aires u olvidarme de alguien (lo conté en un cuento). Cómo me gustaban aquellas calles luminosas y tranquilas (ahora demasiado comerciales, aunque todavía luminosas) y la gente en bici o velosolex, y la Universidad y los gritos contra Pasqua en las manifestaciones...
Y volvimos anoche, por suerte a la aún bonita estación de Francia (a pesar de ese suelo tan feo que le pusieron hace unos años), en lugar de la fea, grasienta y maloliente Sants. Eso sí, llovía a mares y no había un solo taxi. Tuvimos que esperar un buen rato para salir de allí, y yo, con la maleta, una bolsa de papel con mis libros, no me sentía con energía como para echar a andar bajo el agua, sin mano para sostener el paraguas.
En estos días sin ordenador he leído el melancólico e inteligente Botchan (compartiendo con él ese desencaje del mundo y disintiendo de quienes se empeñan a comparar a su narrador con el Holden Caufield de Salinger), y el aún más melancólico Kokoro, donde lo no-dicho, la reserva y el silencio se convierten en la parte más espinosa de la soledad, que acaba siendo dramática, y también he leído Obra suspendida de Evelyn Waugh, con esa deliciosa ironía suya y esa fluidez o ese dominio para contar lo que quiere, y su forma de burlarse del espíritu tacaño y mezquino de sus compatriotas y (a pesar de algunos momentos misóginos) su retrato de la mujer inteligente de la que el protagonista se enamora sin apenas esperanza, la mujer de su mejor amigo (¿que parece inspirado en Orwell?), ya augurando su Brideshead Revisited, una auténtica joya, que he leído bien traducida por María Maestro (con buen castellano, a pesar de algún anglicismo discutible, pero nada molesto, casi a reivindicar, como "puerta francesa" por French Window y en vez de la fea "puertaventana") y editada deliciosamente por Treviana. Quelle merveille. Me he reconciliado con Waugh, que me irritó en sus frívolos Diarios hace unos años. Y leí un trozo del arbóreo Un roi sans divertissement de Giono (me encanta la portada de Mylnikov que han puesto en la edición de Folio), y un poco del gracioso Saki. Reprimiéndome fuertemente, no me compré más que libritos diminutos, de esos que los franceses venden a 1, 2, 3 o 6 euros, algo inexistente en nuestro país, y autorizándome sólo libros que necesitara con urgencia para ayudarme a resolver mis problemas puntuales de escritura. Por ejemplo, La Parure y La Maison Tellier de Maupassant, y tres ensayitos de Stevenson que leeré absurdamente en francés, pero que Rivages poche (me encanta esa colección) había reunido como Devenir écrivain. Mientras, sigo leyendo Sanshiro. Ah y me dieron ganas de comprarme esa serie psicoanalítica en 14 dvd's donde colaboran Elisabeth Roudinesco, François Roustang y tantos otros, Être Psy.
En cuanto a la foto de esta entrada, ¿qué puedo decir? Me cayó muy simpático ese pétreo joven sentado en el parque, melancólicamente descabezado, o con la cabeza en otra parte, tal vez en las nubes, como yo misma ("Hombre con los pies en el suelo u hombre con la cabeza las nubes, ésa es la alternativa". T.W. Adorno). Dice G. que ayer fue a buscar olas y que el mar estaba helado. En cuanto a la gata Gilda, se puso muy contenta de verme. Ah, cómo me ha gustado el artículo de Joan de Sagarra en La Vanguardia de hoy sobre la navidad y Francia y ese librito precioso de Gertrude Stein... No puedo sentirme más afín y eso me hace gracia. Si hace veinticinco o veintisiete años, cuando coincidí con él en una mesa de banquete de unos premios culturales y se metió conmigo con su extraña ferocidad, me hubieran dicho que iba a compartir sus afinidades, no lo habría creído. Pero luego, su visión de la ciudad, su afrancesamiento, su manera de leer y de contarlo me han ido cautivando, hace un año o dos escribió sobre mi libro de una forma que no podía no gustarme, y aunque no comemos ni bebemos las mismas cosas, su artículo de hoy encaja perfectamente con mis interrogaciones no sólo sobre la navidad como un espíritu asociado a algo no familiar, sino a un país ajeno donde uno puede sentirse libre, o a la infancia. Y ese gato triestino llamado Maurizio, al que le gusta Bing Crosby... No se lo pierdan. Me he reservado para este momento el artículo de su primo Enrique en El País (al final hay un personaje que conecta misteriosamente con esta foto).

21 comentarios:

JH dijo...

A mi Francia mezclada al invierno siempre me recuerda mi primer viaje a París y algunos poemas de Josep Carner, que aunque en realidad se exilió en Bélgica, conocía muy bien el país vecino.

Belnu dijo...

Ah, ¿qué poemas serán esos? Hace poco volví a leer unos poemas suyos de árboles...
Para mí es distinta, por la gradación, esta Francia del sur, la de mi infancia, la de mi adolescencia, que eran mi esperanza... que París, que fue una revolución...

Ephemeralthing dijo...

Cuando visto esos lugares en los que has estado estos días, mi perspectiva como propietario de una perra hace que me sienta en otro mundo. Con ella puedo acceder a todos los restaurantes, hoteles, bares y cafés sin mayor problema. Recuerdo una primera vez en Arles preguntando a la encargada de un bistrot si podía entrar y me miró como si yo fuese una aparición de otro planeta contestándome sorprendida que por supuesto podía. Dentro del local creo que debajo de cada mesa había un perro, todos, por supuesto, tranquilísimos.
Y ese parque central de Perpignan en el que bien señalizado se menciona que la mitad es para el paseo con perros. Uno se pregunta cuál debe ser la causa de que la vida cotidiana sea algo tan complicado aquí, llena de detalles que hacen que el medio urbano sea una especie de pesadilla constante, incluidas las llamadas al "civismo" de las propagandas municipales.
Por cierto, ese hombre "con la cabeza en la nubes" está en ese parque, supongo, ¿no?.

Belnu dijo...

Sí, el joven descabezado está en ese parque junto al río, que sigue a la avenida de los plátanos...
Por cierto, que el otro día quedé con una amiga, B., en la librería Gàbia de paper (Marià Cubí casi esquina Balmes, que Francis conoce bien), y ella me hacía signos desde fuera porque llevaba la perra y las dueñas le dijeron que por supuesto ella podía entrar con su perra sin preguntar (tiene una boxer blanca llamada Lola, por Lola Gaos), así que me imagino que tu perro, al que me parece conocer por las fotos y que seguro que es mucho más cívico que nuestros políticos municipales, será también bienvenido allí.
Qué bien se estaba en ese parque! Los plátanos han crecido tanto, ya lo decía Bordas, que con este clima podían agigantarse. Pero como dijo un escritor e intelectual gironí en una cena, "els socialistes detesten els plàtans", y yo añado: y todos los demás árboles.

Ephemeralthing dijo...

Conozco la Gàbia de Paper, tiene muchos años y el local es estupendo. Sus propietarias deben ser el tipo de comerciante que yo elijo por ese motivo, el poder ir acompañado de mi perra. En mi barrio ya se hizo la selección, los cafés, restaurantes, farmacia, incluso peluquería, que frecuento me permiten ir con ella sin mayor problema, más bien al contrario, están encantados. Resulta chocante la explicación que dan cuando me encuentro con la negativa y me hablan de una "normativa" municipal. Barcelona y Cataluña, en los pueblos es peor, parece están fuera de del marco civilizado europeo y por lo general todo tiene ese tono arbitrario, depende de las personas con las que uno coincide. En el transporte público berlinés es muy graciosa la advertencia sobre el asunto, se puede viajar con un perro y este no paga billete, pero si es con dos, el segundo ha de pagar medio billete. La primera vez que lo leí en los paneles de avisos no pude contener la risa, ¡cómo esas cosas explican la vida de un lugar!.
Hace tiempo, pero tengo un recuerdo estupendo de ese parque. Es otra de las cosas ilustran las diferencias culturales: siendo que el clima es el mismo en esas ciudades sureñas francesas árboles y arbustos crecen sin ningún problema, ni nadie hace demagogia con excusas, o mentiras, sobre el medio ambiente.

civisliberum dijo...

150% de acuerdo con lo que dices de Francia, especialmente por la limpieza, el ruido y la educacion de "les enfants". También en el aprovechamiento de las mesas pequeñas en los restaurantes (en absolitamente todos), de modo de que para sentarse debes apartarla, sentarte y acercatela otra vez.

Belnu dijo...

Sí, sé que tú frecuentas el país vecino, Civislib, y me alegro de que coincidamos en la percepción. Una vez un periodista aragonés dijo que yo padecía un trastorno ocular que me hacía ver una realidad inexistente en Europa, donde según él todo era tan sucio, ruidoso y sin árboles como aquí

Anónimo dijo...

Hoy leí que han roto la pieza de un escultor que estaba a las afueras de un museo, tal vez eso en Francia no habría pasado, y aunque no gustase lo exhibido. Sobre leer en francés, pienso que si elijo una lengua para la poesía sería la inglesa, no sé si por costumbre, pero de todas formas si el poema es bueno y lo merece, no es relevante en qué idioma esté escrito.
Bienvenida de nuevo.
Iluminaciones.

Belnu dijo...

Iluminaciones! A mí la lengua francesa me subyuga, lo reconozco, me parece de una belleza excepcional, aunque ´no especialmente para la poesía (no tiene esa economía y musicalidad del inglés, lengua poética por excelencia), pero para la prosa! (pese a todo tengo algunos poetas franceses favoritos), a mí cualquier cosa me parece mejor dicha en francés, y entiendo aquello que decía Hélène Cixous de Derrida y ella, que se encontraron refugiados sous le ventre de la langue française...
Es terrible y extraño lo de esos vándalos con una pieza escultórica, ¿por qué? No sé si es cuestión de locura o de burramia.

Belnu dijo...

Eph, me gusta mucho lo que cuentas. Lo del medio billete del segundo perro en Berlín es genial. Y es exacto eso que dices de las excusas de normativas cívicas, como las mentiras del medio ambiente. Pero mira, en algunas playas españolas donde la gente tiraba la basura a la arena y las papeleras seguían vacías, muchos se enfurecían si llevabas perro! Así que "todo encaja", en esa no-lógica primitiva... También se me grabó una escena de una playa del noroeste de este país, donde un hombre brutal golpeó a un perro con una piedra en la cabeza, una amiga mía le gritó al hombre sin poder contenerse: "¡Animal!"

civisliberum dijo...

A diferencia de Francia y siguiendo con el aprecio que se tiene desde tu Hereuville a los arboles, en la Plaça Molina al iniciar las obras de intercomunicación entre las dos líneas de los Ferrocarrils Catalans (6 y 7), se nos comento que era imprescindible durante la ejecución de las mismas que se sacasen de la parte norte de la Plaça dos frondosos y enormes robles (Quercus rober en Els arbres de Barcelona) para situarlos momentáneamente en el Turo de Monterols y una vez finalizadas las obras volverían a su lugar original. Las obras han terminado y en su lugar original unos palos de unos 4 metros (proyectos de arboles) sin hojas ni ramas. Los robles originales imagino que seguirán en el Turó. A los vecinos, si bien las estaciones son mucho más cómodas, se nos ha escatimado la sobra de dos preciosos y frondosos árboles.

Anónimo dijo...

Sí, entiendo esa forma acogedora del francés, de hecho algunos escritores se pasaron a esta lengua, tal vez porque en la suya no encontraban ese refugio, o esa otra forma de estar en casa, entre otras razones. Cixous misma en un librito titulado La llegada a la esritura, apunta: Hay una lengua que yo hablo o que me habla en todas las lenguas. Un lengua a la vez singular y universal que resuena en cada lengua nacional cuando quien me habla es un poeta."..."Y esa lengua yo la conozco, no necesito entrar en ella, brota en mí...la lengua que se hablan las mujeres cuando nadie las escucha para corregirlas."
iluminaciones.

Belnu dijo...

A mí, Civislib, ni siquiera me parecen más cómodas las estaciones, la de plaça molina es un laberinto, la anterior me gustaba y hacer transbordo en gràcia me parecía un mal menor, pasa en todas las ciudades europeas, y el horror de las obras de la plaza, que siguen, y el cemento invasor, no se justifican

Belnu dijo...

Qué buena cita de H.Cixous, Iluminaciones, gracias. Es exacto. Ha sido volver a aquel seminario de ella en el que participé. Yo le dije: Usted está hablando de hospitalidad y ella me dijo: Es exacto, aunque no he dicho la palabra. Yo le dije que para mí Derrida había hablado siempre de ese concepto que para mí, en negativo, explicaba mi infancia y mi ética y que al moirse él m había sentido huérfana y por eso fui a verla a ella. Me mandó una postal muy bonita después, a su vuelta a París

Casía dijo...

que suerte poder viajar por unos días¡¡¡

el objeto a dijo...

qué bueno eso que explicas de las galletas, yogures, chocolates, a nosotros nos pasaba lo mismo cuando íbamos a pasar los veranos a un barrio cercano a Cannes, y aún hoy, uno de mis rituales preferidos y primeros al llegar a francia es ir al super,y comprarme un bote de miel o un té...

yo entiendo perfectamente esa necesidad de posarse ailleurs, de viajar incluso leyendo y dejando que algo de lo de fuera de la vuelta a lo de dentro

pensaba en que cada vez que se vuelve, uno puede volver cada vez menos, y al final, como yo, acabar quedándose fuera,

en cualquier caso, nos alegramos de tenerte de vuelta!!

el objeto a dijo...

por cierto, qué jodido que está lo de Irán! noticias de H.?

Belnu dijo...

Ojalá fuese así, Objeto a, irse quedando fuera, sarebbe bello!!!!

Belnu dijo...

Ninguna noticia de H., leo las crónicas deL País, pero la corresponsal está seguramente tan liada y limitada de movimientos, y además nuestro contacto con H. está también encarcelada! No sé cómo hacerlo, tengo ahí su foto y pienso en él al pasar todos los días y me pregunto qué habrá sido de él y qué podría hacer yo...

el objeto a dijo...

terrible lo de Irán, sí.... y ya hace tanto tiempo...
China también está liada, han encarcelado a Liu Xiaobo, hay matado a aquel chico encarcelado en Urumuqi vaya panorama

Belnu dijo...

Sí, vi lo de Liu Xiaobo en Le Monde o Libé cuando estaba más allá de la frontera! Es horrible, a veces se encarnizan aún más cuando llegan estas fiestas de supuesta armonía y mientras gente indiferente o desconocida se desea casi frenéticamente felicidad en una extraña euforia que me desconcierta, otros se machacan, encierran, matan o alivian su desesperación disparando sobre los demás.... has visto en Helsinki?