Ese espacio silencioso, ese paréntesis esperado, ese racó dels mals endreços o cajón de sastre donde a veces yo también intento encajar todo lo que me sobra o me falta, lo que no puedo hacer durante la semana, lo que deseo y lo que debo, o simplemente no hacer, adoptar una ociosidad que tal vez sólo sea un ritmo algo más perezoso y desordenado, una lentitud que aprovecha el silencio (como si cayera un manto sobre las obras, sobre los llantos de la guardería, sobre los camiones, los autobuses y cláxons y todo el griterío infernal de la semana) para, como mandan los chamanes, turn your senses inwards, escuchar las propias voces internas, y además de leer, escribir.
Pero a veces parece que alguien me haya sustraído ese tiempo, que el hipotético y deseado fin de semana se haya desvanecido, engullido en vida social, en algún encuentro intenso que me adentra en un torbellino, en pedazos de cosas, sin que haya logrado siquiera descansar.
Si pudiera mirar ese tiempo como quien contempla un cielo nocturno y apacible, sin la contaminación lumínica de estas pobres ciudades, las tres estrellas que más brillaban en mi fin de semana (acabado, pasado, desaparecido y enterrado por un pérfido lunes de una semana ya demasiado e imposiblemente llena) han sido la película Faces de John Cassavettes (y esas imágenes y escenas de intimidad, sensualidad empática y rabia misógina, perplejidad de las relaciones, alcohol y dificultad de decir se han quedado impregnándolo todo, sobre todo las caras de ellas, las protagonistas femeninas, tan de cerca, y las multifacetas de lo vital y amoroso, de la vejez y la juventud mezcladas), mi tarde de domingo, dedicada a escribir un largo cuento cuyo título homenajea y parodia una pieza de Dorothy Parker, y la visión de ese recital rodorediano de Casasses, que me descubrió el blogger Iluminaciones y que tuve que poner ahí, conteniendo el aliento. EC ha seleccionado lo mejor de Quanta, quanta guerra y ha añadido alguna de las Flors de Mercè Rodoreda y los dice, con esa entente perfecta entre el piano de Comelade y su voz, con toda su teatralidad natural, su charme trobadoresco. La tristeza de la guerra de Rodoreda, donde la ensoñación infantil, la violencia y la pérdida están entretejidas con la sensualidad, resulta vibrante y espectacular en la voz de EC. Lo he dicho al reverso y se lo he dicho a él: siempre me sorprende que la gente tenga que pagar un potosí para ver un espectáculo de Peter Brook, Bob Wilson o Pina Bausch, por poner ejemplos dignos, y no sea lo mismo para un espectáculo como éste. Al margen de los costes de cada espectáculo (pero yo vi unas cartas de Chéjov y Olga, con Michel Piccoli dirigido por Peter Brook, que no tenían decorado apenas, Ta main dans la mienne) Claro que el setting de Casasses-Comelade-Rodoreda era también propicio, con ese zócalo de mosaico y ese aire de casino antiguo.
En cuanto a mi nuevo cuento-manantial, estoy en pleno extravío, apenas puedo decir nada, es más largo que todos los demás y me pregunto si encajará en el libro, si tendrá finalmente cara i ulls, si lo acabaré o será inacabable, si se transformará en otro libro, si será un fiasco... Después de un mes sin apenas escribir, es una felicidad haber osado intentarlo. Y que mis hipotéticos (¿existen de verdad?) lectores no se confundan: ésta vez no ha sido el bloqueo, no podía excusarme con ese cerramiento de los muros en el que sólo veo piedra o cemento ¡ni siquiera! No, esta vez sólo era yo misma poniéndome excusas para no sentarme a acabar los cuentos pendientes. Fue también una llamada de una editora amiga y una propuesta de la semana pasada que abre la puerta a otro viejo proyecto mío (¿podré hacerlo? Curiosamente no me di cuenta y tuvo que intervenir otra interlocutora cercana, que me desveló la posibilidad en una comida lluviosa de Mandri. "Pero, Bel, eso significa que puedes escribir aquel libro que querías...") la que de pronto me hizo ponerme en marcha con mi escritura: tengo un libro de cuentos casi acabado, esperando mi decisión -incluyo o no en ese libro tres cuentos algo distintos, pero emparentados-, y esperando a escribir uno de esos gérmenes nacidos hace un mes, tres frases anotadas en un cuadernillo... Y de pronto, aquí estoy, de nuevo luchando con las palabras. Porque... Each venture is a new beginning, a raid into the inarticulate... y ese cuento de cuentos (formado por muchos a la vez) se ha levantado como aquellas figuritas de niñas danzantes que recortábamos de una hoja de periódico diez o quince veces plegada y de pronto aparecía un corro y sólo había que pegar dos extremos... ¿Los mantendré juntos? ¿Los separaré? ¿Se los mostraré enseguida a mi amigo serbio, que acaba de enviarme los suyos en castellano? ¿Y qué haré con esos tres otros, distintos y vinculados al mismo tiempo? Nada sé de todo esto, pero revivo aquella sensación placentera de John Gielgud en Providence. De momento, hoy tengo una entrevista pendiente que, por alguna razón, me produce inquietud. Y después... la posibilidad de escritura es un auténtico week-end interior, a pesar del griterío urbano, un espacio silencioso en mi mente donde se escuchan murmullos acuáticos, respiraciones, extraños juegos de luces y sombras, recuerdos fantasmáticos, metáforas que yo misma no sabría descifrar...
22 comentarios:
"ese zócalo de mosaico y ese aire de casino antiguo"
Efectivamente, aire de casino antiguo, decadente, sin horteradas, que lugar tan precioso.
Providence va ser una pel·lícula que em va colpir.
Felicidades por poder asistir al Casasses-Comelade-Rodoreda del IEC. Personalmente me hubiese encantado ir, pero no pudo ser. Soy lo mas parecido a un fan de Comelade y tu escrito me ha hecho poner el CD de Casasses-Comelade "A la manera més salvatge"
Sí, Friks, esos sitios que en bcn se han ido cargando para abrir franquicias de cafés que imitan un modelo inexistente, siempre destruir lo genuino para implantar la nada, como dijo Manuel Delgado.
Nmp, aquesta pel·li sempre em torna al cap, perquè allà John Gielgud escenifica aquest plaer-revenja de l'escriptor, movent els personatges de carn i ossos al seu cap, amb l'ampolla de whisky (es pot substitir per R de D) i rient. Connecta amb Deconstructing Harry de Woody Allen, que a la seva novel·la posa el seu cunyat -Billy Cristal- de gerent de l'infern, i el cunyat el persegueix per matar-lo... i a la novel·la, quan li pregunta al seu cunyat, horroritzat, Com és que treballes aquí (l'infern és com una discoteca) ell diu: Tío, tinc un bon sou, què vols...
No, Civislib, no fui, sino que el blogger Iluminaciones me avisó de esta grabación y la rescaté y al verla no pude evitar hacer dos cosas: colgarla en mi blog y llamar a Casasses para felicitarle. Es el mejor homenaje que he visto a Rodoreda, los mejores textos y la mejor forma de decirlos.
Enhorabuena por la racha creativa y sobre todo productiva, pero espero que no sea a la manera de Gielguld en la película, sino no te vas a recuperar del resacón en días.
Interesante tu puntualización sobre el precio de las entradas dependiendo del artista o el género, supongo tiene que ver con la ley de la oferta y demanda. Estos días voy dejándome caer por el Mercat de les Flors y he estado pagando el mismo precio para todos los espectáculos, independientemente del coste de su producción. La única manera de encontrar sitio a tu propuesta es la de la subvención en un contexto organizado.
Cassases es un regalo, "dice" la literatura sin ninguna impostura, mejor que cualquier profesional de la actuación.
Recordo que els personatges bevien vi blanc. Pot ser? Fa molts anys que la vaig veure.
Fa mil anys que jo la vaig veure, Nmp. Diria que sí, que als dinars exteriors bevien vi blanc, però ell, l'escriptor Gielgud, sol, del llit al sofà, bevia whisky en quantitats industrials. Se'm remou el fetge només de pensar-hi, ha ha
Querida Isabel
Hace mucho tiempo que no intercambiamos ningún mensaje. A diferencia del hombre que te llama demasiado, tal vez soy el que se comunica demasiado poco...
Por cierto, una solicitud: cuando hablas de música, sé un poco más explícita, si puedes. Un día decías que la música te consolaba, pero casi nunca mencionas lo que escuchas (y te consuela), o qué canciones te infunden ganas de ponerte a bailar en el tren (lo que contrasta con tus abundantes menciones explícitas a todo lo que lees).
Tengo muchas ganas de que aparezca tu libro balcánico. Ya nos avisarás a todos tus seguidores.
M.
Es verdad, M! Tienes toda la razón y ya sé a qué se debe... un viejo reflejo ante partners fanático-restrictivos-en-lo-musical que no comprendían mi eclecticismo en gustos musicales, ya que yo no soy ni experta ni analítica con la música y más que la composición cuenta la memoria, la pura sensualidad, las asociaciones, y todo eso es muy libre y abierto! El resultado es que me gustan cosas contemporáneas, pero también rock, soul, pop y fusión, y clásica y etc, todo depende del humor...
gracioso: no había leído tus posts, sin embargo ayer, tomando algo con un amigo en el Flamant, pasó, en rauda bicicleta, el tal Casasses -a quien no conocía de nada- y ahora ato cabos. Lo recuerdo porque me llamó la atención su aspecto, tan hippy de la ibiza prenuclear, y su cara algo desencajada de poeta en trance.
También yo acabo de psar por el Flamant. Pero he llegado a mi casa y el ruido es atroz. Las obras que nunca se acaban, el ayuntamiento que no pone limitaciones de decibelios, el envilecimiento de esta ciudad.
Vengo ahora con mi perra de estar sentado apenas un cuarto de hora en un banco del paseo de Gracia haciendo tiempo para resolver un asunto. Asiento que me ha costado encontrar en el mar de motos aparcadas.
¿No se ha convertido en una de las calles más feas y desagradables del planeta?. El aspecto de la gente es terrible, casi todo el mundo vestido como nuevos ricos con una ausencia de atractivo que asusta.
Los locales y tiendas no apetecen ni sugieren nada, asemejan en su conjunto una feria de muestras provisional. El ambiente sonoro es infame, de una cacofonía que llega a impresionar de lo absurda.
En fin, sólo eso.
O no, también: hoy a la hora del café una compañera muy pimpante a compartido con todos los de la mesa que ayer estuvo cenando con el alcalde Hereu y no sé quién más. Le he preguntado por el humor del alcalde y me ha contestado que excelente. Menos mal.
Dejando aparte la antipatía profunda que me inspira la segunda parte. Sí, el passeig de gràcia es una desgracia. Una amiga me decía hace poco que no comprendía el contraste entre esas tiendas de lujo y los turistas paupérrimos que comen mendrugo de pan en los bancos de gaudí, porque no les llega ni para el pans and co, mucho menos para comprar en esas tiendas. Es una pobre calle absurda, ruidosa, estilo autopista. En eso mismo quieren convertir la Diagonal. Y no nos dejan una acera que no tengamos que compartir los peatones con las motos y las bicis.
Me alegro por el hallazgo. Esa intención de decir, la asertividad de la palabra, de un texto que desconocía, me acercará seguramente a leerlo.
Ahora recuerdo a un poeta suicidado bajo un tren de Madrid (Pedro Casariego Córdoba) que decía que era innecesario escribir un poema, que la importante poesía estaba en la cabeza, y allí bastaba. Casassas tal vez rompe como nadie ese silencio en aquél espacio...
Y el interesante Cassavettes.
iluminaciones.
Tengo un libro de poesías completas de Pedro Casariego Córdoba, pero ignoraba lo del tren. Tantas veces he visto o entrevisto o sabido de ese gesto a mi lado! La primera vez de pequeña, cruzando las vías en Vilassar para ir a la playa y de pronto, mi abuelo intentando taparnos los ojos con ademanes desagradables y tal vez de una moral estrecha, como extendiendo la culpa a nosotras, condenando la curiosidad de la gente, y yo pensando solo en aquel hombre, mientras mi hermana preguntaba por qué, yo no tenía que preguntar, yo lo sabía muy bien.
Ayer un hombre israelí que intentaba curar mi dolor del brazo con feldenkrais me dijo: Te gusta cantar, verdad? Se nota que para ti las palabras son importantes también por el sonido, articularlas, para ti hablar es importante...
Parece una obsesión agotadora y aburrida hasta el no va más, pero ante la evidencia resulta inevitable hablar de ello, pensar en ello una y otra vez. Se trata de una cuestión cultural y eso no se cambia ni en siglos, pero cuando las administraciones invierten los presupuestos públicos en llevar a la práctica ese mal gusto y falta de cultura uno puede suponer que la contestación podría servir para pararles un poco los pies o por lo menos tocarles las narices.
Así como ayer nada más penetrar en el Paseo de Gracia el escenario me pareció feo y desagradable, hoy he pasado por la Rambla del Prat y la sensación ha sido la contraria. No recuerdo el tiempo que ha pasado desde su reforma pero los árboles, acacias creo, han crecido lo suficiente como para crear un paisaje y atmósfera urbana normal, hasta con cierto encanto.
De repente he visto colgando en los troncos el fatídico cartel de PiJ: "Propera intervenció a l´arbrat". He pensado que es una cuestión cultural, de gusto y estilo. No pueden concebir una copa de árbol creciendo sana y libre, han de darle una forma concreta como si se tratara de un bonsai, buscando una estética amanerada y kitsch. He pensado también que probablemente hasta los vecinos (algunos) de la calle habrán pedido esa intervención. Lo dicho, una cuestión cultural.
Acabo de terminar de leer "El corazón perdido de Asia" de Thubron. Hace algún tiempo dejaste un mensaje en mi blog a propósito de una reseña que escribí sobre este autor, comentando que habías traducido este libro que acabo de leer.
Comparto con thubron su forma de viajar así que me he identificado mucho. No tengo ni idea sobre la dificultad de traducirle pero a juzgar por sus descripciones no creo que fuera fácil.
Un saludo y ¡gracias!
No sé si será bueno o no, evitar esa visión a esa edad, aunque necesaria no sea, el niño sabe, incluso sin ver, por la mirada de los adultos. Sí, no hay publicado mucho de Casariego, entre su poesía codificada y sencilla, y algo de prosa o especie de manifiesto personal. Estoy seguro de que hablar alivia el dolor de brazo...
Me alegro por las noticias sobre el árbol.
iluminaciones.
No, Ilumins, ciertamente no era bueno, negar la realidad no suele serlo, y además su censura nos abarcaba, parecía que fuéramos culpables también (tal vez la mirada siempre lo es; pero él se excluía de toda culpa)del suicidio de aquel hombre.
Gracias, Fer. No fue fácil traducirle, pero me gustó mucho su viaje y luego tuve ocasión de conocerle y conecté.
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