Foto: I.N., Autorretrato en la colonia de escritores de Čortanovci, Vojvodina, Serbia, 2007
Un editor me ha propuesto incluir fragmentos de mi blog en una antología de narradores contemporáneos. La propuesta me ha hecho ilusión: ya era hora de que algún editor de este lento país empezase a valorar este medio. Hablaré de ese libro en cuanto me autoricen, de hecho no tardará mucho en salir, pero además, tiene otra vertiente interesante. El libro va acompañado de un CD con los relatos leídos por sus autores.
Hoy he ido al estudio de grabación, no muy lejos de mi casa. Una representante de la editorial estaba allí, para templar mi tendencia a la aceleración en la lectura, sabida por todos los que me han escuchado alguna vez. La técnica de sonido que regenta ese estudio era una fina profesional, tenía el oído de un gato y detectaba cualquier intrusión de timbres o roces indeseables, aunque el criterio era una grabación cercana, no perfecta ni de actores, donde no importaba demasiado oír pasar una página. Además, ella sabía cortar y pegar sin costuras cuando hacía falta.
A mí me gusta leer en voz alta, aunque sea el resultado de un absurdo entrenamiento de pequeña (yo era la narradora de todas las representaciones teatrales y lectora de todas las ceremonias en el colegio de monjas del que luego me expulsarían, me hacían leer evangelios en misa, y textos en el aniversario de la fundadora, etc. Cuando me negué, empecé a caer en desgracia. Pero había algo gracioso en marcar con mi voz los gestos y rituales de tanta gente). Y es verdad que leer los propios textos es algo especial, porque cada palabra se colorea con la intención, con el sentido que le ha dado quien la eligió en un texto, y el texto se llena de una vida fogosa y ardiente, de humor o de cualquier clase de pasión. Así que lo hemos pasado bien las tres y yo estoy contenta por este blog, que empieza a ser reconocido.
Antes, a mediodía, he tomado algo con un amigo agente literario. Él es medio alemán, así que estaba muy de acuerdo con mi anterior post sobre Heddy Honigmann y la desmemoria de este país. Me ha comentado, con su humor inteligente y tranquilo, que aquí, últimamente, los editores no se atreven, no se arriesgan a descubrir ningún talento extranjero y prefieren esperar a que se haga famoso en el resto de Europa Occidental, teniendo que pagarlo a precio de oro y perdiendo la posibilidad de tener derechos mundiales. Se supone que la función del editor es descubrir talentos, pero aquí casi nadie lo hace (se hacía en los setenta). Él había intentado vender a un autor del Este durante años, a bajo precio y con derechos mundiales. Cuando ya lo han comprado en dos países europeos y ha salido una poderosa crítica llena de elogios en uno de esos países, entonces un editor que antes no lo quería, ha dicho que quería comprar todas sus obras (que ahora valen más, y los derechos ya no son mundiales).
"Deberíamos emigrar", me ha dicho, ya en la calle, en medio del fragor del tráfico y sus humos imposibles en la Travessera de Gràcia, y hemos hablado de la vida en Berlín, donde la vivienda, los restaurantes, la comida son bastante más baratos que en Barcelona, pero los trabajos culturales se pagan bastante mejor, hay mucho menos tráfico y contaminación, parques frondosos con árboles de verdad (no de juguete, no ramitas como aquí) y con el cambio climático, ya ni siquiera hace el frío de antes. "Mi problema", le he dicho yo, "es que no sé alemán. Si no, hace tiempo que viviría allí..."
8 comentarios:
creo que mi contestación a una acusación injusta aunque espero que no malintencionada, ha quedado colgando en un terreno de nadie...
o es que ahora tengo vedada la palabra?
Yo no he recibido más contestación, ni por supuesto te he vedado la palabra, pero la verdad es que cuando contesté a tu primer comentario, furiosa, no sabía que eras tú. No soporto que alguien trivialice sobre lo que fue aquí la represión: una cosa es que los políticos españoles (catalanes incluidos) sigan teniendo maneras autoritarias, abusivas, pero otra muy distinta es que la cárcel, la tortura, las ejecuciones sean lo mismo que esto. Y pensé que era un joven desmemoriado quien hablaba... Pero no me llegó más
árboles enanos y bosques repletos de boletaires gritones.
"Deberíamos emigrar" sí.
Qué pesadilla lo de los bosques llenos de boletaires chillones. Si yo pudiera financiarme allí, si pudiese aprender alemán poniéndome un chip en la nuca un momento, aunque fuese un progrma básico, ya lo refinaría leyendo al grass del tambor de hojalata, a rilke, a kafka y a bernhard...
Mi querida Isabel:
Su sueño es el destino irónico de nuestros padres y abuelos emigrantes. Seguro que ellos no tuvieron tiempo de disfrutar los parques frondosos. La vida cultural es mala en todas partes, porque la cultura es la hija no querida. La desmemoria sólo redunda en esa orfandad sobrevenida. Ya que no se puede huir del país, hagamos que el país huya de nosotros, como Mahoma y la montaña: convirtamos el desacuerdo en destino.
Un saludo (aunque no pueda oírlo, me ha gustado “leer" en sus palabras el color de su intención; una sinfonía muda)
Gracias, Perdedor(?) Pero la vida cultural es muy pero que muy inferior en españa que en el resto de europa, no hay más que ver la miseria de los precios con que se pagan los trabajos culturales, y comparar con nuestros colegas del resto de europa.
Totalmente de acuerdo, aquí la cultura está en un segundo plano, aunque según que sectores, unos más que otros, y salir al exterior ayuda en la perspectiva claro.
impromptu.
Qué alivio cuando aparece alguien que se da cuenta de la realidad! Hay gente que niega lo obvio y yo tengo poca paciencia, lo reconozco. Porque si hay que discutir no sólo de lo visible sino de los hechos (como esos taxistas que en la época del PP negaban que la vida hubiera subido con el euro y las cosas empeorado para los que trabajan)que más nos condicionan, qué pereza... o tener que situarse en lo más atrás en los valores, tener que discutir sobre la pena de muerte o soportar chistes de camioneros misóginos o defensas de valores patriarcales, yo ya no tengo paciencia ni tiempo. Prefiero discutir de lo que dudo, de lo que me hace avanzar...
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