miércoles, 18 de julio de 2007

Otra imagen del azufaifo

Foto: Manel Torres, retrato de Joaquima, delante del azufaifo de Arimón, hace 50 años


Yo disiento de los que dicen que hay que preservar sólo algunos edificios catalogados, sólo algunos árboles singulares y monumentales. Para mí las ciudades son lugares donde la historia se deposita en estratos y no comprendo esa arrogancia de los arquitectos y urbanistas, convencidos de que sus intervenciones y obras, incluso los bloques de pisos mediocres, construidos con materiales forzosamente más baratos que la piedra, el mármol, el hierro y la madera de antes, tienen más sentido que todo lo anterior y se sienten con derecho a derruirlo todo. Me gusta esa otra imagen del azufaifo.

Puedo comprender que haya que sacrificar algunas cosas, pero como excepción, no como regla. A mí me gustaba más la ciudad de mi infancia, aunque no fuera nuestra, sino de la policía (y eso no lo añoro). No es que no reconozca algunos logros de la Barcelona de Maragall, las fachadas y esgrafiados limpios, el mar azul en lugar de aquella negra balsa de petróleo, algunas mansiones privadas recuperadas y hechas públicas, las primeras restauraciones de Ciutat Vella, la recuperación del mar para La Mina y el Besòs...

Pero después, he visto caer edificios como muelas arrancadas, casitas con jardines, no sólo mansiones y palacios, edificios bonitos y dignos o casitas populares con aire casi rural, para ser sustituidos por mala arquitectura y densa fealdad que se extiende como les ganglions de misère de Camus. Y en esas sustituciones también se borraba la historia de la ciudad, convirtiéndola en una gran galería comercial, muda de signos inteligentes.

Contemplo una panorámica del Sant Gervasi de antes de la guerra, con el Putxet lleno de bosques de pinos frondosos, que nos han enseñado dos amables señores republicanos y progresistas de Sant Gervasi, Torres y Bosch. Me gustaba más que ahora el tren de Sarrià con su estación al aire libre en lugar de esa verde pesadilla de baldosas kitsch, o las aceras llenas de hojas del passeig de la Bonanova, o la frescura de los árboles al pasar frente a la antigua Escola de Puericultura abandonada (ahora convertida en bonsai Vil·la Florida, con su fea reforma), o la quietud de la plaza Lesseps, o la sensación de que se podía pasear por la ciudad y pensar (la figura ya imposible del flaneûr) o la visión manchesteriana del Poblenou y su patrimonio industrial del XIX y principios del XX, o aquellos márgenes pre-Rondas o el final de la ciudad donde viví.

Yo quería seguir viendo el país republicano que no conocí y sus restos. Recordar una Barcelona menos compradora y autocomplaciente, la Barcelona revolucionaria o la Barcelona social, crítica, resistente, que ya no existe. Desde casa de mi madre en la Diagonal veía el antiguo Hospital de san juan de dios y en el patio había un rótulo rojo y negro que curiosamente nadie se había molestado en quitar: "Hospital del proletariado, CNT/FAI", decía, y yo lo contemplaba con los prismáticos desde mi balcón, con una emoción adolescente y roja.

Cuando llegué a esta casa, el patio de manzana estaba lleno de jardines semiabandonados y casitas. Ahora no queda nada, sólo nuevos edificios feos con patios de cemento o baldosas (queda, sí, el jardín de suelo de pizarra, con un ciprés gigante: hoy he visto posarse un pájaro enorme y gris, con cola larga, como un buen augurio). Tan impersonales como la gente ignorante que los habita. Por eso prefiero a los octogenarios, que vivieron en ese otro mundo.
Necesito el paisaje del pasado para refugiarme, la historia me reconforta, ante los barrios nuevos siento un extrañamiento, me veo a la intemperie, oteando, como quien busca la protección y la sombra de los árboles o como los peces que boquean fuera del agua. Una amiga mía huía de las casas viejas porque según ella tenían fantasmas. A mí me tranquilizan esos fantasmas, imagino que estarán plácidos en su sitio en lugar de ver sus huesos y su dignidad falseados y borrados, como los fusilados en el Camp de la Bota bajo la mentira del Fòrum. Sigo creyendo que la historia, vista o rastreada en las calles, en la silueta de las casas y en los nombres, da significados necesarios para orientarse. La memoria está también en esa arquitectura y ese paisaje que nuestros urbanistas desdeñan y entregan a las constructoras.

Mañana pondré los links. Ahora me voy a acabar los Cuentos de Odessa de Isaak Babel, esas historias de judíos rusos, donde las crueldades y la dureza de todo se mezclan y atropellan con el asombro de su mirada y la excentricidad y locura de sus personajes, son cuentos al galope, en una especie de cabalgata histórica de pequeñas trayectorias y mi admiración hipnotizada me lleva a doblar páginas y marcar o anotar frases que son epifanías.


Mañana el azufaifo en tv3 a las 10am.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

qué hallazgo esta foto!

Belnu dijo...

Sí, tengo más, esos señores octogenarios encantadores me las prestan todas, me han prometido una de su suegra con cabras en la calle de al lado, etc., las iré poniendo, pero ésta es tan alegre, cómo le gustaba su Joaquima al fotógrafo, y ella parecía tan contenta con su vespa y el azufaifo...

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cuando a estas fotos se les borra el fondo, como hacen con saña nuestros urbanicidas, nos dejan las imágenes-fantasmas como ecos de la memoria. La sonrisa de esta mujer de la motocicleta ya no es la misma sin las ramas del azufaifo.

Belnu dijo...

Exacto, esa frescura... los árboles están reflejándose en sus ojos sonrientes

nancicomansi dijo...

Yo también me "metería" a vivir unos cuantos años atrás...no soy retrograda (bueno, un poco "retro" si...)pero creo que "aquí" está muy mal entendida la renovación y el reciclaje...todo tiende dramáticamente como muy bien dices tú, a la impersonal y mil veces vista, galeria comercial...se perdió el sabor de las particularidades, lo intrínseco y genuino, todo son franquicias...
Y luego el horror "posmoderno" de las "plazas duras" (que bien llamdas, por cierto...) todo cemento, sin apenas árboles, sin vegetación...

Barcelona es dificil de visitar ahora, y de vivir, con tu sensibilidad al respecto, ya nos lo cuentas tú, querida...

un abrazo

nancicomansi dijo...

SI!!!! la foto preciosa...creo que me inspirará un dibujo, con tu permiso, claro...

Belnu dijo...

DEsde luego! Y creo que el autor se pondrá contento de saber que su querida Joaquima en vespa te inspiró...

Belnu dijo...

Gracias, Nancicomansi, seguiremos resistiendo...

Anónimo dijo...

Mi infancia profesional fué en La Rotonda.Recuerdo la Suite que tenia Tita Cervera y el segundón Tarzán Lex Barker ( El original fué Jonny Weismuler, nacido en Transilvania-Rumania,fué campeón olímpico de natación en Berlin), el servicio de Room Service era cada día una velada operística, teniamos junto a nosotros Alfredo Kraus y su pianista J.Tordesillas,
Servir a Rock Hudson, George Chakiris de West side story. ect. Nuestra tarjeta gratuita para subir permanentemente al tranvia azúl, funicular y todas las atracciones del Tibidabo. Que emoción de crio, pasar toda la tarde admirar Barcelona desde la atalaya y reventar de emoción en los autochoques.Ahora tánto como mis recuerdos de La Rotonda, se trata de conseguir entre todos la salvación del Azufaigo y creo que la iniciativa de poner todos una BANDEROLA DE COLOR VERDE MANZANA u otra prenda de éste mismo color, pañuelo, corbata, polo o prenda más íntima, ayudará a que nuestra lucha séa más vistosa.¡Bravo maestros de la fotografía que nos ayudan a ilusionarnos una vez más!
La Taula

el objeto a dijo...

la imagen es perfecta, creo yo, para ilustrar también nuestra ilusión con todo lo que habéis conseguido Ninca y tú, con lo que uno siente al pasar por arimón estos días y ver al árbol resplandeciente ante el muro amarillo que hace resaltar su belleza. Me ha gustado la imagen de ese flaneur im-posible ya en barcelona, en el que me suelo convertir siempre que puedo o lo necesito, aunque sea durante un fugaz paseo entre tarea y tarea, robándome tiempo, dejándolo todo para regresar a una ciudad in-visible pero real en el recuerdo, en lo que aún puede relatarse y que por lo tanto existe

el objeto a dijo...

oye, y es verdad, ¿dónde está el blog de nomésploraria?? se fue ? ;-(

Belnu dijo...

También yo sigo andando a horas raras, esquivando multitudes ruidosas y sus conversaciones inexistentes o deprimentes, buscando, oteando rincones, esgrafiados, casas aún bonitas, árboles... anoche, al volver de una agradable tertulia, acariciaba con los ojos los troncos lisos y elegantes de los plátanos de passeig de gràcia, con sus brazos en alto, las mangas arrugadas en los codos... qué bonitos en esa especie de humilde altivez frondosa...
Y sí, Nomésploraria cerró su chiringo en un impulso, le echamos de menos, he recibido alguna mariposa suya como consolación, de esas debutantes principescas vestidas para bailar sobre las flores, te enseñaré alguna

Belnu dijo...

Sí, la época era bien gris y policial, pero entonces no imaginábamos que la peor degradación arquitectónica y constructiva vendría en plena ´democracia! Todo nos llegó tarde.