Ilustración: viñetas de Calvin y Hobbes escandalizados por la tala de árboles, que me manda un periodista de La Vanguardia.
Ayer bajé al Eixample a un brunch muy agradable con amigos, que empezó Enric Granados abajo, en un entorno ajardinado y tranquilo, y acabó prolongándose en La Valenciana, entre frivolidad y lenguaje psicoanalítico, una combinación maravillosa para mi gusto, muy curativa para mis batallas perdidas por salvar árboles.
Mientras bajaba Muntaner andando en el ritmo silencioso y sin tráfico del domingo, decidí posar la mirada sólo en las casas bonitas y los árboles que me gustaran, esquivando completamente lo feo y terrible; y aunque lo hice por capricho, acabó resultando terapéutico.
Estaba pensando que me resulta muy difícil luchar contra la lentitud de los fines de semana: es una especie de rebelión interna. Ya que sigo trabajando, la diferencia es hacerlo mucho más despacio, de tal modo que las mañanas se pierden en pura ociosidad de desayuno, teléfono en el sofá, periódicos, algún café con amigos... y sólo después de comer logro ponerme a escribir algo, en el caso de ayer un prólogo a un libro balcánico que acabo de traducir. No logré ver las películas que tenía que ver para el Projecte de Memòria històrica, pero lo haré en esta semana sin falta. Antes que nada, espero resolver ese misterioso insomnio que me ha atacado desde hace una semana; algo me despierta como una voz baja que me llamara y luego me cuesta conciliar el sueño. La acumulación de esas noches insuficientes me conduce a un estado de agotamiento peligroso para mi ánimo.
Mientras corrijo unos textos terriblemente escritos de arquitectos arrogantes, artífices de la transformación de la ciudad, siento deseos de enviarles las dos fotos, la de la casa del azufaifo, al lado de la espantosa imagen del edificio que los de Supportis piensan construir en Arimón/Berlinès, en el lugar donde antes estaba la bonita casa del azufaifo. Esos arquitectos elogian lo que se ha hecho y se hace en Barcelona y comentan las reacciones de los vecinos ignorantes y retrógrados, que no pueden comprender sus intervenciones, y se asombran de que antes fuese tan fácil derribar y ahora enseguida, la gente ponga el grito en el cielo. En un momento dado, uno de esos arquitectos, hablando del Fòrum, considera que esa zona reunía desechos, lugares de los que la ciudad quería liberarse, y en la misma lista pone la depuradora, la incineradora y el lugar de los fusilamientos del Camp de la Bota. Es curioso que alguien pueda pensar y escribir que ese lugar de la memoria es algo que la ciudad desea olvidar, algo comparable a la incineradora y la depuradora. ¿Qué ciudad desea olvidar su historia?
Y ahora me permitiré ser errática y digresiva o unir las cosas sólo por un hilo obsesivo, ahora que me he convertido en defensora de un árbol (ya que no escribo la columna que propuse y esto es sólo un cuaderno abierto a quien quiera leerme). Una vez, hace muchos años, íbamos andando por un bosque y yo le conté a mi ex cuñado escritor que Freud, citando a Schopenhauer, decía que las relaciones humanas podían escenificarse como dos erizos en una cueva. El frío les obliga a juntarse para soportar el frío, pero si se juntan demasiado, se pinchan. A él le gustó tanto la idea que hizo una marca en el tronco de un árbol para rememorar la revelación.
9 comentarios:
Me parece que compartimos la opinión sobre algunos arquitectos y su incapacidad de pasar desapercibidos, de adecuarse al entorno sin chirriar.
Es una discusión que tengo a menudo con amigos del gremio y no lo entienden.
(Passo per la Central i el busco :)
Yo se lo decía incluso a los estudiantes de arquitectura que vinieron a mis clases literarias: todos los arquitectos deberían estar en la cárcel! Junto con los constructores, claro. Sólo dejaría salir a los buenos restauradores... Espero que encuentres algo de interés en mi Crucigrama...
yo sería un poquito más sádico: los haría vivir por el resto de sus vidas en los engendros que perpetran.
Ojalá... Aunque tal vez les gustara? Dentro de un rato mira en mi blog Polis...
Si los arquitectos no saben hacer casas, teatros, auditorios, etc. que sirvan sin problemas para vivir, asistir a espectáculos y escuchar música (tengo una colección tan larga de reproches conretos con nombres y apellidos en los que están desde los menos conocidos a los más renombrados...), ¿qué les enseñana en las carrera?
No lo había leído con atención: "A él le gustó tanto la idea que hizo una marca en el tronco de un árbol", ¡qué inicio de novela!
Para mí, el problema es que el mundo está demasiado construido y que lo lógico sería restaurar y aprovechar y no tirarlo todo, con la arrogancia de creer que lo nuevo es siempre mejor, arrasando la memoria...
Y en cuanto a la historia del bosque, tiene algo literario, sí...
Si gorda gusta de albariño fanmakimangui es fan de hill street con pinta de policia municipal. eta matalos nunca fue lema afortunado sin probarel pulpo de Yokohama. Carapapa
Uf, debo de estar obtusa, pero no entiendo nada, no sé quién es gorda, pero el vino blanco no me sienta ya bien, culpa de la combinación de alcohol y azúcar. En cuanto al lema Eta mátalos me gustaba para las películas malas y para los arquitectos y constructores, una frivolidad, ya lo sé.
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