jueves, 20 de octubre de 2011

Y después


Foto: I.N., Venice Beach, L.A., 2011
He intentado dejar reposar mi novela, aunque me cuesta, porque vivo en ella, hay unas raíces carnosas que nos entrelazan y no puedo separarme y la oigo latir en mis sienes. Y anoche G. se empeñó en que quería leerla y hacer anotaciones, de modo que se llevó el manuscrito a su habitación y cuando vuelve a casa me habla de lo que lee. Así que no desconecto del todo. Y es que, antes, gracias al coro de tres, empecé a descubrir qué ocurría en esos capítulos dudosos, qué era lo que me faltaba y me sobraba, qué era lo que había abandonado y por qué. Lo cual no significa que sea fácil reformarlo, pero ahí está y es emocionante. Me cuesta dormir, porque en mi interior se agitan ideas y tonos como burbujas hacia la superficie. Veremos si lo consigo. Lo he contado en facebook y algunos se confunden y creen que estoy sufriendo o que debo abandonar. ¿Pero cómo iban a saber?
Me he pasado el día intentando traducir los textos de Dalí. Creo que no he contado aquí que la noche de la manifestación fui a la inauguración de la Fundació Joan Miró. Hacía meses que la esperaba, desde que traduje algunos artículos de ese catálogo. Aunque sólo hubiera sido por ver a esos paysans catalans con sus estilizadas barretinas voladoras, o las esculturas, o esos cielos suyos o los collages, o las tres mujeres rodeadas del vuelo de un pájaro o la canción con fondo blanco. Miró siempre me maravilla y los marcos de algunos de esos cuadros también ayudan a la teletransportación. Me gustó también ver La masia y el âne y sus paisajes alucinados y todas sus épocas excepto los recortes. Me dicen que la Fundació de Palma está publicando sus cartas (me gustaría leerlas) y me pregunto si publicarán también sus maravillosos cuadernos de notas. En la inauguración había demasiada gente; tendré que volver un día laborable a una hora rara. Además, yo estaba tan agotada de la larga manifestación que echaba de menos un lugar donde sentarme. Un artista amigo de otros artistas amigos hizo allí un comentario anti-15 M, dijo que vendrían los manifestantes a destruir las pinturas de Miró. Yo le dije que al contrario, Miró era de los nuestros, como lo demostraba su pieza apoyando a Puig Antich o su Aidez l'Espagne. El que hablaba era uno de esos personajes derechizados, tan cómodos materialmente y con la panza tan llena que han perdido sensibilidad para comprender lo que está ocurriendo. ¿Y eso es un artista? Pero Miró no era así y le dejé sin argumentos...
¿Qué ocurrirá? También llevo días batallando para conseguir salir de este extraño hoyo material. Tengo algunas visiones de mí a modo de Li Qingzhao, huyendo con quince carros de libros (¿pero quién arrastraría mis carros?) al otro lado de la frontera, intentando sobrevivir en Perpinyà, poniendo un café librería de viejo en una choza o quién sabe qué. Por una parte es el desierto económico, el trabajo esclavo, lo que no llega, aparte de las amenazas bancarias de las que todo el mundo habla, que me obligarían a dejar mi casa, y por otra la atmósfera fascistoide que estalla por todas partes, en las medidas y recortes que aplican, en las declaraciones de los políticos, en las propuestas de la ceoe, etc. Me gusta esta casa y me dolería mucho perder mis libros y tener que irme ¿y qué sería de Rufus? Y al mismo tiempo se me ocurren ideas, quién sabe si en un momento así, en que todo tiembla...
No sé si encontraré ese camino para reformar mis últimos capítulos fácil o difícilmente, si tardaré días o semanas, pero no voy a alejarme mucho de mi novela. Hoy me ha llamado una conocida periodista de El País para hablar de Maeve Brennan. Espero que salga pronto... Sueño con vivir en otro lugar. Hoy me he encontrado a B., que se marcha a probar suerte en Berlín, a ver qué tal soporta el frío y la falta de luz, según me ha dicho, porque aquí no ve esperanza. También me ha llamado A.M., que es aún más pesimista que yo y está horrorizada. Pero me ha dicho, como también me lo dijo anteayer A.G., que al buscar "iglesia de Cadaqués" les sale una imagen mía de los 18 años. A mí me alegran los libros, por eso no puedo alejarme de la escritura... He vuelto a mis ejercicios matinales y al gimnasio alemán. He leído un artículo de EVM en El País. Hoy ha salido mi reseña de Clemens Meyer en La Vanguardia. Me cuesta imaginar lo que viene después...

7 comentarios:

Emma dijo...

Yo siempre quise marcharme y ahora vivo en Bruselas, y a veces no me gusta vivir aquí. Por eso he de advertirte, cuando te vas es muy difícil encontrar un lugar donde almacenar los libros y ser un extranjero no es tan divertido, los impuestos son muy altos, y los contratos de alquiler abusivos. Sé que España se está poniendo imposible. Pero hay que resistir. Tú siempre lo dices. Espera un poco más.

Belnu dijo...

Perdona, Emma, pero en cualquier ciudad francesa exceptuando París los alquileres son más bajos que en BCN o Madrid, y en toda Europa se paga la mitad que aquí por la telefonía móvil y fija e Internet. Además, la fruta y verdura es más cara en España y los fármacos no digamos. La comida bio es la mitad de precio en Alemania. Y los alquileres berlineses son mucho más baratos que en BCN, y no digamos el supermercado o la telefonía. Y las tarifas de los traductores son tres veces más que en España en toda Europa (excepto las antiguas repúblicas soviéticas, claro y lo que fue el bloque del Este). Otras profesiones también se pagan mejor. Y aquí, excepto si eres muy rico, que entonces no pagas impuestos y evades tranquilamente, los impuestos no son ninguna tontería y encima sólo sirven para pagar dietas extras a los políticos. La educación está a la cola de Europa en inversión por estudiante, y eso se nota. Ahora se van a cargar la seguridad social, se la están cargando ya, que era el servicio público más importante que teníamos los de aquí

Belnu dijo...

Con mi speech me olvidaba saludarte y decirte que me alegro de que me leas y que yo añoro los árboles de Bruselas

Anónimo dijo...

Coincido con Emma. Yo también vivo en Bruselas y no es nada barato. Nada. Y los árboles son muy bonitos, pero el clima... me pone el ánimo gris.

Belnu dijo...

A mí me gusta Bruselas, excepto por el clima que efectivamente es gris. Pero la subjetividad existe. Todos somos distintos. A mí, por ejemplo, no me gusta el ruido tremendo de las obras durante todo el día, el tráfico excesivo, el polvo, la contaminación, los árboles talados una y otra vez y sustituidos por ramitas raquíticas, la gente barriguda que llega en coche o moto hasta la puerta de su casa, los maleducados que empujan y no saben pedir perdón ni dar las gracias y hacen sus necesidades en la calle, en fin, el ambiente de este país.

Anónimo dijo...

En todas esas cosas le doy la razón y comprendo que es muy fácil hablar desde la distancia y olvidar lo negativo que también tiene nuestro país. Y, sin embargo, y como persona que vive fuera, a veces desearía poder volver.

En fin, que comprendo muy bien todo lo que expone, que es una sensación, sin querer dramatizar, un poco de desgarro, para quienes están y para quienres miramos con añoranza desde lejos.

Paso prácticamente todos los días por aquí, quiero que sepa que admiro profundamente su trabajo.

Un saludo muy cordial desde Bruselas.

Belnu dijo...

Gracias, Anónimo! Todos queremos siempre lo que nos falta y todo acaba por cansar. Yo necesitaría un entorno más civilizado, aunque sé que añoraría el sol y el mar, pero sólo eso. Si supiera cómo, intentaría cambiar, y pasar dos semanas de sol aquí y vivir ailleurs!