Fue un sant jordi muy extraño y agotador. Pero el que voy a contar nunca ocurrió, es sólo una de esas reconstrucciones ficticias que me caracterizan, así que permítanme que metamorfosee las cosas a mi antojo.
Por la mañana estuve en las Ramblas, en la mesa del librero de la calle Berlinès, que no estaba (pero le sustituían ayudantes familiares y afines), rodeada de libros y de una muchedumbre apretujada que tan pronto pedía productos antilibrescos (libros de fútbol, nacionalismo barato-romantizado de un actor que quiere ganar dinero, cuentos de una autora estereotípica de autoayuda) como libros de verdad, ¡Max Aub!, Dublinesca, Stefan Zweig, Werfel. Vinieron algunos a por el mío, psicoanalistas, una chica de la radio que nos entrevistó y fotografió, una italiana de facebook que llegó diciéndome Finalmente! Y yo tardé un poco en reconocerla de las pequeñas fotos de fb, ¿Finalmente? Era ella, guapa y crítica e irónica Lella G.! Me hubiera ido a tomar un café con ella.
Había algunos de esos ejemplares de las Ramblas que parecen salidos de una foto de Diane Arbus. Dos mujeres franco-argelinas con aire irritado y huraño y una perra semicaniche con ojeras y sentada en brazos de la mujer como un niño mirando a la gente con espiritual desdén, dos gays culturistas locos montando una escena de Genet y dos mujeres que literalmente parecían aprenderse las recetas de memoria... etc. Yo apostaba conmigo misma el tipo de libro que pedirían los transeúntes y me equivocaba. Pero todo era bastante alegre bajo los plátanos desmañados y majestuosos que aún no ha talado el alcalde arboricida, lamenté no llevar la cámara...
Al salir pasé por los lavabos de un hotel cuyo setting me reconstituye de hordas y ruido, y me fui directamente y por error al infierno contemporáneo de woody allen (aquella discoteca de Reconstructing Harry, ¿recuerdan?). Uno de mis distribuidores me había ofrecido generosamente un lugar para firmar. Esta fiesta es ya tan masiva que resulta difícil no desbordarse y organizarse pensando en todo. El único libro de mi editor era el mío y yo estaba situada entre un encantador de serpientes, que vendía su libro dando la mano a los mirones, presentándose a la gente que pasaba, preguntándoles su nombre e hipnotizándoles para que lo comprasen. Ése era su secreto de la abundancia. Y a mi izquierda una mujer, autora de un cuento de autoayuda en una antología sobre enfermedades, me contó que su hijo padecía una de ellas, no recuerdo el nombre, un síndrome que atribuyen a la genética y que consiste en que los pacientes no tienen sensación de saciedad ni pueden quemar calorías y por tanto son siempre obesos. Yo quise preguntarle si a aquel chico no debería además escucharle un psicoanalista porque había una metáfora tan poderosa en todo aquello, ¿cómo cerrar los ojos y los sentidos a eso?, pero estábamos muy cerca, en la misma celda, como quien dice, y temí por su estado de ánimo y el mío y me reprimí. Para rematar mi desazón, observé que nadie de la horda de transeúntes que pasaban llevaba bolsas de libros ni libros en la mano, sino bolsas de moda. Había algunos ávidos y tenaces recolectores de folletos y puntos de libro, como en la feria de muestras. De pronto vi una bolsa de Laie. Iluminada, me incorporé, pero era Romà Gubern, con la inflexible y eficaz responsable de prensa de Anagrama y otro escritor no identificado, que venían de firmar y por supuesto no se acercaron ni vieron mi extraño estand, donde el pulpo de la autoayuda devoraba el espíritu de mi libro con sus jugos humeantes. Un niño se detuvo fascinado ante la portada de muñequitos. Una señora se detuvo, cogió mi libro y preguntó: I aquest? Pero su hosco y viejo marido, sin mirarlo, exclamó: "No! És una tonteria!!!" Yo repetí su frase en voz alta, como protesta y la señora me miró asustada mientras se alejaban. La autora del cuento sobre la enfermedad observó: Si en estos tiempos, el marido decide incluso sobre un libro, que no es un coche!... El Passeig de Gràcia no se parece a Rambla Catalunya en Sant Jordi. Y la acera del Boulevard es muy distinta y mucho peor que la otra, donde la Casa del Libro al menos vende libros, y está Jaimes, donde una vez firmé victoriosamente mi Crucigrama, con mi amigo serbio... Pero en la otra orilla no había un solo lector, excepto del encantador de serpientes... Yo sólo quería salir de allí, obligada a contemplar el analfabetismo en multitudes que miraban los libros como si fueran pelotas o lámparas, los volvían del derecho y el revés, sin leer nada, y los dejaban. La autora del cuento sobre la patología comentó que era muy extraño que nadie leyera el dorso de portada, o la pestaña o la primera página. Para mi fortuna, vinieron tres amigos. Uno, un vasco traductor del ruso y buen conocedor de la cultura serbia, llevaba el libro leidísimo para que se lo firmase. Otra era una amiga del colegio, que lo había comprado en La Central. Y la tercera lo compró para una amiga y me rescató de allí, y salimos con mi espíritu desmochado y mustio, por la calle llena de rugidos de coches y sirenas y hordas...
Luego al fin llegué a casa y me sentí restaurada. Comí un mendrugo de mozzarela de búfala con tomates pequeños y me fui al gimnasio alemán, que estaba agradablemente vacío y luminoso. Hablé por teléfono, me duché despacio, aplacé las traducciones y redacciones urgentes que me pedían por email. Y ya era hora de la tercera firma. La caseta de La Central, protegida de la lluvia y con la sensación libresca-casera que esperaba. Aunque a mi lado firmaba sin parar el autor catalán de un libro de portada sólo comercial con un título que prometía que todo acabaría por saberse. Sus compradores no se desorientaban, venían todos muy profesionales, casi de uniforme, con el libro comprado y la bolsa, sin titubear ni preguntar: ¿Lo pago primero? Yo no osé preguntarle qué era lo que se sabría, me habría conminado a leerlo. Por allí andaban viejos amigos y conocidos, Ramón de España y su millonario comunista, David Nel·lo, pero no pude departir mucho con ellos. Firmaba también muy seguido Suso del Toro. Pero a mí me llovía entre las rendijas de los toldos y cuando abrí el paraguas se ofrecieron a cambiarme de lugar. Y me fui al lado de un poeta amigo de mis amigos, con su Premi Carles Riba, y ya empezaron a venir algunos amigos generosos, una lectora imprevista que me cae muy bien y que me descubrió con La plaza del azufaifo (había trabajado mucho con ella, siempre todo por email, traduciendo sus textos urbanos, y tenía una imagen precisa; me sorprendió descubrir la real, guapa y joven como ya sabía, pero distinta y con los ojos brillantes). Apareció G., que quiso regalar un ejemplar de mis cuentos a una amiga leída de ojos negros. G. iba con alguien que me preguntó sarcástico: ¿Dónde están tus amigos? Y luego un antiguo compinche de las épocas antifranquistas que habría reconocido algunas historias y personajes de mis cuentos, habría reconocido el paisaje de la época, que fue el suyo, lo habría pasado bien, pero prefería no hacerlo. Dijo que no iba comprarlo ni leerlo, si acaso en septiembre, cuando acabara su tesis, pero por su gesto podría haber dicho en el siglo XXII. Me sorprendió su visita, que me pareció un statement, y en ese sentido, siempre agradezco las aclaraciones sobre la posición de cada uno. Así una sabe a qué atenerse. Y luego, arropada y recogida por T., nos fuimos al Maldà, donde estrenaban el documental de la Belle Elaine sobre los muertos. Una película que aún estoy procesando, pero llena de unas imágenes o una mirada espectacularmente afín, con momentos y personajes magníficos e hilarantes, llena de humor negro y de intensa mirada atenta a los ritos de la muerte, a la forma en que algunas personas viven siempre con sus muertos, que son los posos de la memoria, y cómo los objetualizan para mostrar esa presencia, y cómo se sienten arropados con sus fantasmas, como niños que juegan a las casitas, y la textura macrovista del paisaje, el silencioso y llano Empordà y la algarabía de México, y a la vez hay en la película algo deshilvanado y desconcertante, un no mostrarse del todo, un montaje que aún tengo que procesar. Allí estaba Selma Ancira y hablamos del viaje a Crimea, que no podrá ser este año sino el que viene, porque tenía que ser precisamente entre mayo y junio, pero me hace mucha ilusión. Y estaba lleno de amigos a los que me hacía ilusión ver y hablar, pero yo estaba muerta, muerta por las horas prisionera en un zoo metafórico en el passeig de Gràcia con un público tristemente ágrafo y yo sólo me había sentido desterrada. Así que me fui sin beber ni apenas hablar con un grupo de amigos, andando hasta que nuestros caminos se birfurcaron.
Por cierto, hablando del día después: me sorprende que los periódicos y voces influyentes de la supuesta izquierda o los que se llaman republicanos que objetan sobre la canonización falsamente democrática del personaje fascistoide y corrupto del coi por nuestras dudosas instituciones hayan esperado al día después de las exequias con honores para hacerse oír. Si eso no es un pacto... Y si esto es una democracia, que no se atreve a romper ni siquiera con los brazos alzados y los conmemora así... Lo dijo L.O.: ¿Alguien se imagina a la conservadora Angela Merkel homenajeando a un ex nazi? Lo que yo vi ayer en el Passeig de Gràcia forma parte de lo mismo, esa deprimente y sumisa desmemoria.
11 comentarios:
Gracias por hacerme vivir con tu magnífica redacción lo que me habría gustado vivir realmente en uno de mis días preferidos del año, el Dia del llibre y St. Jordi.
Creo que ha sido un Dia del llibre extraño, tienes razón, y no quiero pensar que haya sido por la influencia del ambiente ceremonial por la muerte de un "franquista- democrático-dictador-capitalista". ¿Qué historias se escribirán y editarán ahora sobre la vida y muerte de este "capitalista-democrático" familiar?
¿Dirán que fue un santo que sacó de la pobreza a la sociedad catalana? ¿Bautizarán con su nombre el Estadi de Montjuïc apartando la dignidad y memoria histórica del "president Lluís Companys"? Lo estoy leyendo en la prensa, como tantas barbaridades. ¿Qué le ha pasado a la sociedad catalana o "barcelonina"? Hace años oí decir al ex presidente Jordi Pujol, tras la movida del "tripartit", "Catalunya está perdent la seva dignitat". Y acertó, no se puede decir mucho más. Echaron del país un fascista capitalista industrial gritando "Samaranch fot el camp", y los mismos que lo echaron lo recibieron para que trajera medallas de oro... llevo años diciéndolo pero ya no hace falta decirlo más. Estamos en una sociedad esquizofrénica, y sólo se salvan algunos grupos de sensatez y dignidad... no quiero perder del todo la esperanza en que pronto la sociedad catalana recupere la memoria y el sentido de la realidad y la dignidad. Ya han dicho siempre los grandes historiadores que "las sociedades acaban haciendo aquello que critican", están haciendo otro monumento al vellocino de oro, olvidando la dignidad de "Companys" por un "amigos para siempre".
Descanse en paz, y sobretodo, vivamos en paz y dignidad.
Gracias Bel.
La sociedad es la que es, cutre e inculta, donde cualquier programa de Telecinco (Salvame de Luxe, etc etc) tiene audiencias millonarias que L'Hora del lector o Anima (de TV3) jamas podran alcanzar; un medico (por asi llamarlo) que implanta silicona en las tetas de una famosa, es mucho mas reconocido que una eminencia en oncologia o neurocirugia; un pseudocantante de Operación Triunfo vende mas discos que cualquier musico profesional; y cualquier comico televisivo y mediatico vende mas libros que una buena y comprometida escritora.
Ayer pase por el Paseo de Gracia y me largue por la angustia que daba tal multitud, era como el metro en hora punta, las larguisimas colas del libro de Crakovia me impresionaron, mas aún viendo las caras de los que aguantaban la cola. Por suerte cedi al fetichismo y compre un libro de Flavia Company (bloguista) que me dedico.
Qué disfrute de entrada. Ha sido casi como un viaje. Me he divertido, como con tus apuestas mentales por el tipo de libro que elegía el púlblico y que nunca acertabas; y no veas, el verte sentada entre un encantador de serpientes y una escritora de libros de autoayuda (supongo que será la parte de ficción, pero no me hubiera importado que me pasara si yo fuera tú, jajaja).
Años hace que no recordaba la palabra 'mendrugo', palabra para mí tan graciosa.
En fin, cuánto dinamismo y riqueza y mil cosas más.
El final es lo que me ha agriado un poco la entrada. Son temas que creo que no sirven para nada y que sin embargo tienden a dividir. Sacar una y otra vez lo mismo. No conozco la trayectoria de Samaranch en el COI. Leí tu entrada en Polis. Pero es que, que estuviese integrado en la época franquista, no lo hace fascista. También se adaptó perfectamente a la época democrática, que es incluso de más tiempo ¿no? ¿entonces qué es, fascista o es democrático?¿qué etapa es la que lo tiene que etiquetar? ¿y por qué hay que hacerlo?
Icíar, perdona, pero léete la prensa extranjera o las hemerotecas, Samaranch siguió defendiendo al para mí innombrable dictador como el mejor gobernante (y sus asesinatos y torturas iban en el paquete)durante su época del COi, tuvo en ese mandato múltiples denuncias por corrupción, metió en el COI a dictadores africanos y otros criminales y corruptos, hizo negocios particulares con su posición y fue acusado de modos dictatoriales en su mandato. Hay un libro de Jennings y declaraciones donde se detalla todo. Hay fotos de él con el brazo alzado junto a nazis. Él nunca se arrepintió. Como contestó Paul Preston a una señora que en una conferencia le preguntó si tenía algo personal contra Fr, el dictador, y él dijo: No, señora, pero yo soy demócrata y a los asesinos en serie hay que juzgarles. Un país no puede ser democrático sin juzgar ni revisar las atrocidades comettidas en la dictadura. Y si eso divide, más daño hace a la salud mental del país oculatr, enterrar y no hacer justicia. Este país no es una democracia ni lo será hasta que no se encare con sus desaparecidos y sus atrocidades, y eso lo dice The New York Times, que no es sospechoso de ser de izquierdas
Isabel, no pretendo discutir. Si es como dices (por supuesto no tengo intención de ahondar en la personalidad Samaranch a estas alturas) y las doy por buenas. Es decir, si durante su mandato en el COI cometió todo tipo de aberraciones En un país democrático, ante las denuncias y acusaciones, están los Tribunales. Supongo que allí se abran resuelto estos temas. Si no fuera así, un país no deja de ser democrático porque ahora nosotros no tiremos tomates (por mi parte sería efecto contagio, pero sin datos, solo con rumores….) sino porque cuando la Justicia pudo hacer algo, lo permitió, es decir, permitió lo que dices, contrataciones a dictadores, mando dictatorial, etc, etc. Sin embargo ahí siguió el Sr. Samaranch, y digo yo, ¿es a él a por el que hay que ir?¿es que no estábamos en una democracia para impedirlo? Ya no habían excusas. No estábamos en una dictadura donde teníamos que simular sumisión. Estábamos en una democracia, donde se puede denunciar. Si es como dices, y no se reparó, sino que siguió en su puesto, habría que ir a por el sistema que lo permitió, digo yo (y el sistema no era ya el franquismo)
Pero sigo disintiendo y oye, no soy yo la única que piensa como pienso, conozco juristas e historiadores que lo afirman. No tiene nada que ver con ese ejemplo banalizador que pones de tirar tomates. Crees que Nuremberg consistió en tirar tomates? Pues aquí falta Nuremberg. Y ese pacto de silencio que se hizo no es legítimo. Y esa supuesta democracia nuestra no es legítima porque nunca rompió con la dictadura ni depuró responsabilidades. Las últimas elecciones legítimas y democráticas en España, me decía hace poco una historiadora, fueron las de 1936.
Eva, la cita de Pujol no me gusta. Los 26 años de gobierno de CIU arruinaron la educación pública, el medio ambiente y tantas otras cosas, y luego vino el Tripartit a continuar sorependentemente su política.
Belnu he leído tu texto sobre Sant Jordi y me ha hecho sentir mucho de lo que viví ayer, paseándome dos horas por la ciudad (mi cuerpo no resistió más). ¡Tanta gente, tanto ruido...! La verdad, es que acabé yendo a piñón fijo, sabía lo que buscaba, y disfruté muy poco en comparación con otros años. El exceso de figuras mediáticas me molestó bastante. Que al lado de un gran escritor se llevara todos los aplusos un presentador, actor de la tele, en fin, no sé, a mí me parecía lucinante.
En cuanto a la entrada y los comentarios respecto a Samaranch, decir que estoy totalmente de acuerdo contigo. Por casualidad me topé con el entierro cuando yo iba al Ajuntament a escuchar a José Luis Sampedro quien hizo el pregón. Parecía que se enterraba a alguien adorado por todo el mundo (de dónde salían tantos fans? O es que la gente sólo quería ver a los Reyes y princesitas?) Recordaba todo lo que había escuchado sobre este "santo" en casa y alucinaba.
Hoy he ido con mi padre a la concetración en defensa del juez Garzón y de la recyuperación de la memoria histórica. No creo que sean temas que no sirvan para nada. No se trata de buscar divisiones que, por qué ocultarlo, ya las hay. Se trata de hacer justicia.
Mar: me alegro mucho de que coincidamos y de que hayas ido a esa manifestación. Yo debería haber ido también, pero me era imposible. Como dices, no es dividir, es hacer justicia. Es lo que nos separa de Europa, ellos, tras la Guerra Mundial, juzgaron y aclararon, y por eso la gente en esos países la gente es crítica y activa y no miedosa y sumisa como aquí.
qué buenos todos estos datos (memoria) que expones aquí acerca de este personaje que se me presenta extraño (como extranjero) en ese "funeral de estado" al que se sumaron todos los medios con profuuuuunda emoción... leer y ver semejante despliegue tras su muerte me dejó extrañado, con muchas preguntas... unas cuántas al menos, contestadas aquí!
Sí, Ed, es un indicio claro de que aquí nunca se ha roto con el franquismo ni el nazismo, a diferencia del resto de europa, donde hay leyes que prohíben esas cosas y sería imposible honrar oficialmente a un ex nazi ni haberle mantenido cargos y pensiones, etc, y encima hiper corrupto y autoritario, con no sé cuántas denuncias
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