lunes, 10 de noviembre de 2008

De la vida social y otras cosas

Foto: I.N., Corteza de árbol en Collserola, 2008
Un espíritu riguroso y casi monacal se apodera de mí a veces tras varios días de agitada vida social, con cumpleaños escorpinianos incluidos. Sostiene ese espíritu que todo lo externo es inconsistente, e intenta culpabilizarme por no haberme centrado en la escritura solitaria. Cierto, ayer dediqué la tarde a escribir o intentar escribir mi libro urbano, o pensarlo mientras lo escribía, pero eso no es suficiente para el monje que me habita, que censura mi falta de sueño nocturno y considera que debería haber empezado al menos dos artículos pendientes, uno de memoria histórica y otro de azufaifos y ciudad. Debería haber avanzado más en mis investigaciones de autoras para las conferencias, debería... Todo esto me recuerda a los diarios de Tólstoi: aquel desequilibrio constante entre lo que se proponía hacer y lo que realmente hacía. ¡Pero él escribió Anna Karenina!, pensaba yo incrédula ante la censura férrea de su súper-ego furibundo. Acabó por abrumarme. Dios le da a uno un don, escribió aproximadamente Truman Capote, y se lo da con un látigo. Para autofustigarse. He leído un librito contemporáneo en el que la autora exponía-deconstruía ese proceso suyo de escritura, con fustigamientos mezclados al humor, su búsqueda de un ángulo y de conversaciones imaginarias para no contar o contar sesgadamente y deprisa... Me hizo pensar en aquel libro sorprendente que me prestó V. una vez, La locura Wittgenstein, donde una psicoanalista era visitada por el filósofo, que se le aparecía (como la Filosofía al pobre Boecio encarcelado antes de su ejecución) en las situaciones más difíciles y lanzaba sus frases casi crípticas, que a ella le permitían hacer sus descubrimientos, sin preocuparse por hacer el ridículo...
El sábado, en el Babelia, Muñoz Molina hablaba de los árboles, de una exposición que los defiende en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid mientras aquí sólo los maltratan y cortan. El artículo era bonito y la foto también, pero su queja parecía presuponer que en todas partes del mundo arrancan y talan los árboles sin límites legales, para construir, y no consideraba que en otras partes del mundo (y en general en Europa) las leyes los protegen, no como aquí, donde predomina el mismo viejo y furioso impulso arboricida que Stendhal atribuía con razón a los españoles, un impulso que se extiende a aquellos que acuchillan los árboles para grabar sus nombres, que les hunden basura en sus huecos, que les atan cables eléctricos y adornos navideños estrangulando sus ramas, que los cortan porque "les tapan la vista", pero sobre todo a aquellos responsables que los podan mal y a destiempo, cuando ya están enfermos o cuando es arriesgado, que mandan cortarlos con cuaqlquier motivo o sin él (tranvía, metro, montaña rusa, bicing, cualquier pretexto es bueno para dejarnos sin su sombra, sin su tierra, sin su oxígeno), y aún más a esos arquitectos antisostenibles (¿cómo se atreven a hablar de sostenibilidad y de ahorro de energía si deciden cortar árboles que han tardado un siglo o medio para crecer y empezar de nuevo con otros? ¿De dónde sale ese desprecio?). Que vayan a Alemania, a Inglaterra, a Francia y propongan sus barbaridades arboricidas y verán cómo se les oponen. Esas talas salvajes que se practican aquí no forman parte de ningún progreso y a mí me sigue escandalizando que nuestras leyes no pongan límites. Por cierto que L.O. me mostró un libro precioso y antiguo de casas retratadas por una fotógrafa americana, FBJ. Allí, los árboles se fundían con la arquitectura, reseguían o contrapesaban sus estructuras formales, entablaban juegos de luces y sombras y reflejos con las fachadas. Todo era tan bonito... Había muchas casas altas de madera combinada con altas y dobles chimeneas de ladrillo formando cenefas, había escaleras y molduras y chimeneas y una amplitud y unos espacios que por comparación, me hacen pensar que vivo en el puro embrutecimiento y la reducción máxima, pero sobre todo el silencio de aquellas casas llenas de viento, árboles y pájaros, sin obras ni griterío ni tráfico ni humos. Tal vez lo más sugerente era eso: la combinación de silencio, murmullo de hojas y juego de luces y sombras de los árboles inmensos que las acariciaban.
A veces, en los periódicos, aparte del suplemento literario y de artículos como el de V.M de ayer, encuentro consolación en la carta de algún lector crítico que no mienta. Ayer había dos cartas que me interesaron: Una hablaba de la vergüenza y tristeza de la plaza Lesseps. La otra de las mentiras y la pasividad sobre el aumento del coste de la vida en estos últimos años, sobre ese atraco a mano armada que nos practican sin que nadie lo limite.
Citaré a V.M. (aunque mi blog no esté entre sus elegidos), que decía el mes pasado: "Se hace difícil volver, pero ya he vuelto. Lo que sucede es que me hago fuerte en casa, me resisto a salir. Temo que hayan iniciado la destrucción de la Diagonal, y eso ya no quiero ni verlo. Que no quiero verla, que decía Lorca. Aunque, de hecho, esa destrucción la iniciaron hace años, cuando la transformaron en intransitable y hasta altamente peligrosa para los paseantes. Pero ahora parece que la cosa va todavía más en serio. Se intenta copiar la ejemplar destrucción de la plaza de Lesseps de estos últimos 40 años. La plaza Lesseps, sí. Ese icono total de nuestra inigualable incompetència."
Dadas las circunstancias, no es extraño que esta noche haya soñado que la fachada de casa se abría a un paisaje urbano distinto, a un escenario como de cuadro de Edward Hopper, y yo seguía en Nueva York. Y qué diablos, es posible que siga ahí. Después de todo, nada nos dice dónde nos encontramos y, como diría Mark Strand, cada momento es un lugar donde nunca hemos estado."
Pasar por ese lugar horrible que es Lesseps es una tortura y produce indignación y tristeza. Los responsables municipales de ese desaguisado quieren ampliarlo a la Diagonal, a la plaza Joaquim Folguera, a todas partes. Se supone que ellos no necesitan oxígeno para respirar o tendrán preparado retirarse a una ciudad francesa cuando acaben de torturar a los envilecidos barceloneses durante años de obras y polvo, dejando la ciudad convertida en una autopista. Y los arquitectos que han diseñado ese horror deberían estar entre rejas.
Otra cosa que me cuesta entender son esas tertulias de gente que no sabe nada. Esta mañana he oído un fragmento de una y daba vergüenza. Si se trataba de decir boutades sobre las noticias centrales, al menos podrían haber sido más ingeniosos. ¿Pero a quién le interesa la opinión de gente que no sabe nada ni parece capaz de pensar? Ayer también, en una sección de El País que me repele tanto como las páginas de sucesos, hablaban de las madres inmigrantes que se ven obligadas a dejar sus hijos en el país de origen: la lista de consejos y recomendaciones (al parecer, de una pedagoga) para superar ese trauma era completamente banal. Pero en este país a los medios ni se les ocurre como en Francia preguntar a un psicoanalista, que al menos vería más allá de sus narices y podría reflexionar en lugar de dar recetas como "hay que usar palabras de amor en las conversaciones telefónicas... La risa es muy útil..." Uno se imaginaba a la madre que intentara reírse al teléfono porque es útil o impostara expresiones amorosas porque se lo han aconsejado. Como si lo importante en cualquier caso, lo que transmitimos, no estuviera debajo y no fuese inconsciente y poderoso. La mediocridad y la estupidez (esto me recuerda a John Malkovich en una película de los Coen, encañonando a un tipo: "Usted representa la estupidez del mundo, contra la que siempre he luchado". En esa película, que debe mucho al Superagente 86, excepto en el para mí insoportable exceso de violencia, también parodiaban las conversaciones telefónicas con un ordenador, que todos sufrimos en estos tiempos) suele tener más éxito que la complejidad y la reflexión o los interrogantes. Ayer V. trataba de algo parecido en su blog respecto a los que hablan de China y los editores que deciden publicar lo mediocre y engañoso antes que lo iluminador.
Hace un sol magnífico, casi calor. Se ha despertado e intensificado el dolor de mi brazo, planteándome nuevas preguntas amargas y desesperación.
En El País, un artículo habla (someramente) de los posibles efectos de la crisis en el mundo de la cultura, los museos, las ventas de libros, las entradas de teatro en NY. Por una parte, se dice que en la crisis necesitamos más libros y más arte, más exposiciones. Los libros son los regalos más baratos que podemos hacernos, añaden. Pero las entradas de teatro son demasiado caras. Ante la crisis, dice El País en esa sección frívola, las drogas se abaratan. ¿Y la comida? Los precios de los productos básicos son astronómicos en este país, y más aún en mi barrio. Es una vergüenza.
Otro elemento que se añade al panorama desolador de desierto cultural, gobierno del mercado y sus lobbies por encima de todas las cosas y destrucción de la enseñanza y el humanismo es el siniestro proceso de Bolonia: lo explica muy bien José Luis Pardo.
Yo sigo picoteando un poema de Lavorare stanca de Pavese casi todas las mañanas. Anoche rescaté a Li Bai y a Alejandra Pizarnik en busca de un poema que hablase de la muerte, por si acaso acabo asistiendo a una sesión poética en Cadaqués, con ese tema. Podría leer uno de mis dos o tres favoritos en ese punto. O tal vez debería escribir algo, ya que para mí, Cadaqués siempre está relacionado con la muerte de mi padre y con la imposibilidad de soslayar su ausencia allí. Y como siempre, dudo si ir. Me entristece la sensación de vacío que me produce el lugar, abarrotado de una gente desconocida, zafia y ruidosa, de coches y motos, sin los viejos conocidos de antes, con la construcción excesiva y descontrolada invadiendo las montañas y la costa, destruidos los antiguos caminos de grillos y muros de tierra seca y sustituidos por más asfalto. Pero hay un paseo hasta el faro de la Sebolla o de Cala Nans que me gustaría tanto repetir, en solitario (si aún montase me gustaría hacer justamente a caballo ese recorrido que ahora hago a pie), cruzando los puentes de piedra, por la montaña aterrazada y con aquella luz... Es la misma luz de los poemas de ese libro de Pavese.

31 comentarios:

civisliberum dijo...

Es curiosa la diferencia entre las ciudades mediterraneas y las ciudades nordicas. Mientras que en las mediterraneas, en teoria mucho más humanas y con una vida comunitaria mucho más activa se degradan irremediablemente, las ciudades nordicas, con un caracter más individualista y mucho menos sociables, son mucho mas agradables y la vida en ellas mas placentera.

Ephemeralthing dijo...

Es una cuestión cultural que supongo sirve para medir el grado y profundidad del pensamiento medio de un país y, me atreveré a decir, su sensualidad. Parece que nos hemos convertido en auténticos puritanos.
No sé si recordarás hace unas semanas que "lloraba" la tala de una enredadera y dos cipreses con solera del jardín junto al que paso cada día al ir a trabajar. Era para rediseñarlo, en su lugar han realizado el proyecto de algo parecido a un jardín japonés, ridículo y rematadamente kitsch, con jardineras de "madera" y caminitos de piedra. Ya está inaugurado.
Todo eso con dinero público, pues se trata de una propiedad estatal, una comisaría.
Yo no sé si estos "gustos culturales" pueden cambiarse, todo el mundo aquí, rico o "pobre", con formación académica o sin ella, tiene la misma pretensión por la apariencia, sin considerar lo material, práctico y con estilo, fuera de las modas.

Leí la carta sobre "Lesseps", es magnífica. Pobres vecinos.

Belnu dijo...

Sí, Eph, ese es el estilo de aquí. Los jardins de vil·la florida en mi barrio, lo que era un jardín umbrío y frondoso con su microclima más fresco y que tapaba los edificios espantosos de detrás, tras 17 años de reivindicarlos la associació de veïns, ¿qué les dan? talan 70 de los 85 árboles, dejan unos pocos bien separados, anuncian un jardín de hierbas aromáticas (diminutas, casi de microscopio) y se acabó el microclima, la espesura, la frondosidad, ahora eso sí hay un gran parking, muro de cemento en vez de piedra, y quedan al descubierto los peores edificios. Era mucho mejor (más sensual, en efecto) cuando estaba cerrado, lo cuidaban mejor los homeless.
Y ya que lo dices, por ejemplo, por qué a la gente de este país le parece bien todo ruido de obras y sólo se queja de lkos ruidos nocturnos, de los ruidos festivos, de que la gente lo pase bien?

Dante Bertini dijo...

lo peor es que a veces, muchas, el verde es piadoso, oculta los edificios mediocres, los balcones rebosantes de objetos inútiles que los dueños de casa no quieren ver y nos lo arrojan a los ojos para jodernos, la terminación paupérrima de los edificios de diseño -¡ridículos, que todo lo fabricado por el hombre lo es!- y, sobre todo, la desverguenza de algunos mal nacidos que no contentos con forrarse robándonos, ni siquiera tienen el buen gusto de hacerlo con cierta elegancia.

Belnu dijo...

Bien dicho, Cacho!

Fran Invernoz dijo...

Das luz con tus textos, la luz necesaria e imprescindible de la literatura.

Anónimo dijo...

Yo se de un pino que no esta en un pinar sino que se alza o se inclina sobre la carretera que lleva a Colmenar Viejo, en el municipio de San Agustin de Guadalix. Esa carretera, antaño arrullada por el bordoneo de las cigarras en verano y por ventiscas en Otoño, ahora esta flanqueada por terribles vacias blancas urbanizaciones, mentiras aullantes y el pino sigue alli. Todavia no lo han tocado. El tronco es grueso y las ramas son frondosas y si sopla el viento puedo olerlo. Y cada vez que vuelvo a la casa de mi madre lo miro, si subimos a comer a Miraflores o a Manzanares, pasamos con el coche y parece que solo yo lo veo y rezo por el en silencio. Tengo miedo por el. Se que tiene mas de cien años. Mi madre me lo dijo. Y yo quisiera hacer algo antes de que lo talen. Porque se que acabaran con el tarde o temprano. Y no se que hacer. No se que hacer.

Belnu dijo...

En primer lugar, conseguir que un ingeniero agrónomo o un botánico o profe de ecología o experto te haga un informe diciendo su edad aproximada, su valoración. Y con ese informe en mano a Parques y Jardines y si hay peligro a la prensa. Se trata de que lo declaren bien de interés local. No es tan difícil, yo lo logré con el azufaifo. Seguramente algunos expertos ya lo conocen. Llama a programas de radio, escribe cartas al periódico. Mándame si quieres una foto, la podemos poner en el blog. O ponla en alguna web de alguien. Es importante poner las cosas en Internet, la prensa lo ve...

Belnu dijo...

Martín B.: gracias, pero la verdad es que ese comentario me abruma.

Anónimo dijo...

Muchas gracias Isabel. Voy a intentarlo.Te contare el resultado. Gracias.

Belnu dijo...

Gracias a ti, Emma. Si no encontrases expertos, yo puedo preguntar a los nuestros, que conocerán tal vez a alguien de la zona. Sobre todo, no abandones. Aunque este país tenga ese espíritu arboricida y nuestras leyes apenas protejan lo verde, es un momento importante y esto tiene que cambiar. Intentarlo también te consolará!

Anónimo dijo...

Tienes razon Isabel porque si veo que se muere sin que yo haya intentado hacer nada sera mucho mas triste que si hubiera hecho algo. Supongo que contactar con un experto sera cuestion de enviar una carta al colegio de ingenieros forestales? Debe de haber muchos ingenieros de esos en España, no? La verdad que estoy un poco perdida pero soy buena buscando. Te encontre a ti! Te hare saber si necesito ayuda, no te preocupes.

Belnu dijo...

Ingenieros técnicos agrónomos, profesores de botánica, especialistas diversos. Si me das tu email no lo publico y te doy alguna web o dirección para que les preguntes...

Ephemeralthing dijo...

"Civi" menciona una serie de tópicos que demuestran que los estereotipos son falsos. La reconversión del espacio público en lugares incómodos e invivibles demuestra muy poco gusto por la sociabilidad, por lo menos no "organizada", no gregaria.
También, además, este es un país de sordos, como dice de Azúa. ¿Será que tenemos, perdón, no puedo ser más honesto al excluirme, "tienen" los sentidos embotados?. ¿Tu crees que la "gente" se queja de los saraos nocturnos?. A mi me parece que ahora ni eso.
Lo de las obras, ya ves: hasta una inmobiliaria potente y de prestigio como Vértix se vende con el eslógan "Construim a prop teu". Es de risa, como sacado de un guión de Berlanga.

ps: @emma: ¡adelante!, defender y proteger la belleza es algo poco común pero no por eso hay que doblegarse.

Belnu dijo...

No es que lo crea, Eph, es que lo sé: Tanto en el Raval como en Gràcia (y creo que en otros barrios) hay asociaciones formadas contra el ruido nocturno, sólo nocturno, yo recibo todos los días sus noticias, ellos lograron que se cerrase La Paloma y otros locales, son tenaces y no paran. No sé cómo haces para no verlos, están en las radios, escriben regularmente cartas a los periódicos, el ayuntamiento les recibe.
En cambio NADA contra el ruido de obras ni de transportes. Nada absolutamente. Aunque construyan "a prop seu", yu ahora no hay nadie que no tenga obras a prop seu.
Yo he discutido con ellos alguna vez, a mí me alucina que todo el mundo simpatice con las obras y las motos y los camiones de basura y detesten sólo a los que se divierten de noche con esa ferocidad.
Y la guardia urbana lo mismo. El otro día les vi pidiéndole documentación y multando a un ciclista que había dejado un momento la bici en una acera vacía de Muntaner. En ese momento pasó una moto ensordecedora y que traspasaba todos los límites de decibelios, y paró en el semáforo, ellos ni se volvieron, no les interesaba.

Ephemeralthing dijo...

Acabo de ver una película del 93 cuyo autor es Eric Rohmer. La tomé prestada en la biblioteca municipal que está cerca de casa y se llama "El árbol, el alcalde y la mediateca".
¿La viste?, si no, te recomiendo encarecidamente que la consigas. Está llena de ideas, llena, sobre todos los temas que nos preocupan.
Ocurre que, la France c´est la France, et l´Espagne c´est l´Espagne, pero de todas formas puede ser un referente interesantísimo.

Anónimo dijo...

Curioso tema el de las elecciones, que sólo podemos resolver nosotros, de modo privado. A parte de circunstancias. Tal vez A. Karenina se escribió en un compresión de tiempo, dejando el resto de tiempo para otras cosas. Es verdad que el don es de dos direcciones, cuando se trata de cierto tipo de dones, tienen puntos de extenuación que no tienen otros trabajos, por decirlo así.
el silencio que se da en el campo es único, no se da en ningún otro lugar, y me atrae la imagen de salir de una casa por la ventana, bajando por la rama de un árbol. Y Pizarnik se acerca peligrosamente a Beckett...incluso lo supera?
iluminaciones.

Belnu dijo...

Iluminaciones, a veces creo que escribes muy ensimismado o con mucha prisa y por eso no te entiendo. ¿Qué significa "una compresión de tiempo"? Y por qué? Yo creo que la mentalidad superyoica y culpable de Tólstoi era completamente ajena a sus resultados, siempre habría estado insatisfecho.
Extenuación tampoco es la palabra que yo usaría para la creación, es decir, a mí me extenúa trabajar para otros, traducir lo de otros, corregir lo de otros, pero no mi escritura. El autofustigamiento y el bloqueo no son agotamiento, sino otra cosa que tiene que ver con viejas heridas internas, con voces negativas interiorizadas en la infancia, con esa función paterna, etc.

Belnu dijo...

Ah, Eph, muchas gracias por la recomendación. Ya sabes que me encanta Rohmer y esa película diría que no la he visto, espero que no sea una de esas que consigo para comprobar que ya la había visto... de todas formas Rohmer es Rohmer, y la France... Ayer me decía una amiga francófila: Me gustaría ver qué pasaba si un alcalde de París decidía talar árboles del Bois de Boulogne para hacer una montaña rusa. O un alcalde de Londres en Hyde Park. La gente le saltaría a la yugular y no ocurriría. Aquí van a cortar todos los plátanos y palmeras de la Diagonal y los arquitectos aplauden y la gente se queja e indigna con sus amigos pero no hace nada para evitarlo. Joaquim Folguera lo mismo.

Anónimo dijo...

Hola Isabel:

acabo de terminar tu libro del azufaido prologado por E.V-M, que encontré por casualidad el otro día en "La Central del Museo de Historia".

Conocía la historia de la salvación del árbol de cuando ocurrió, a través de la prensa y sobre todo del Flick de "Miss Giuisante", que luego (lo descubro en tu libro) ha resultado tener nombre y apellido.

Tengo que decir que he quedado consternado tras la lectura del libro, por vuestro esfuerzo, pero también por la correspondencia con nuestra Teniente de Alcalde... ¡No tiene pérdida!.

Para que veas que no todos los arquitectos somos arboricidas, te remito a esta obra que hicimos en Madrid hace unos años: Espacios Libres de Daoiz y Velarde (http://www.andresmartinez.es/index.php?id=27&l=1&ini=0&fin=5#marca_38).

Los ancianos y niños (que siempre son los mejores críticos del espacio público) están encantado y llenan ese espacio de 170ytantos árboles todos los días; a mí con eso me basta. Un fuerte abrazo, y hasta pronto. Am

Belnu dijo...

Gracias, Andrés. Me alegra que lo digas. Sé que hay arquitectos no arboricidas y arquitectos que sí tienen escrúpulos, aunque de momento predominen por desgracia los otros. Iré a ver vuestro proyecto...! Yo he visto ciudades (francesas y alemanas, inglesas) donde sí se hacen las cosas bien, se respeta el patrimonio arquitectónico, se respetan y preservan los árboles y se restaura sutilmente. Por ejemplo, Nîmes. O Luxemburgo....

Belnu dijo...

Lo he visto, Andrés, y tiene buena pinta. Lo único que no veo es el tamaño de los alcorques. Piensa que en Francia son tres o cuatro veces más grandes que aquí.

Anónimo dijo...

Me refería a la posibilidad de que Anna Karenina hubiera sido escrito en una especie de concentración, o de torrente. En una suerte de resolución temporal fragmentada, que no le quitaba demasiado tiempo al cabo del día. Gracias por la aclaración.
Sí, en la creación hay dos vertientes, a la que tú te refieres, y que es placentera. Y la que escribir es una especie de lucha, de desgaste emocional importante, contradictorio.
Disculpa la poca claridad del comentario anterior
iluminaciones.

Anónimo dijo...

Isabel,

es curioso que menciones esto, porque los alcorques fueron uno de los puntos que más se discutieron de este proyecto: son alcorques de hormigón, perforados para que pase el agua pero se puedan pisar, y formados por 4 piezas triangulares de 1m de lado... es decir, que tenían en total 2x2m. Veo que en tu libro una de las grandes preocupaciones es la compactación de la tierra, y eso también tratamos de resolverlo aquí con "zanjas anti-compactación".

Un fuerte abrazo, y enhorabuena otra vez. Am

Belnu dijo...

No te preocupes, Ilumin... a veces tus comentarios me parecen herméticos, pero siempre interesantes. Por eso pregunto. Y es posible que sea yo la que se vuelve obtusa por momentos!
Y por otra parte, pues no sé, pero creo que su problema era que se condenaba demasiado, que se censuraba y autoexigía, pero eso no tiene que ver con las horas al día que le ocupase Anna Karenina, sino con su espíritu superyoico y su tendencia a fustigarse.
A mí me cuesta ver la parte negativa de la escritura. Creo que el autofuistigamiento procede de otra cosa, y aunque la escritura te esclavice, la felicidad que da, no sé, la forma en que permite resituarlo todo...

Belnu dijo...

Andrés, cómo me alegro de que justamente temas como esos os preocuparan. Es una suerte que haya arquitectos como vosotros. Justamente en mi blog polis acabo de hacer un post donde hablo de esto y de esos "otros" arquitectos, arrogantes, que consideran que todo merece ser derrumbado y talado para construir lo suyo encima... A mí me gustaba Alexandre Cirici porque tenía una conciencia muy grande de lo que había que preservar junto a lo que había que innovar. Ahora no parece haber nadie así...

Anónimo dijo...

La arrogancia de los arquitectos tiene mucho que ver con la manera en que se enseña esta disciplina en las Escuelas de Arquitectura, y dentro de ellas en los Departamentos de Proyectos. Aunque esto, querida Isabel, no sea autóctono y causado por nuestro retraso cultural, sino mal crónico y extendido por las Escuelas de todo el mundo. Buen fin de semana, Am

el objeto a dijo...

pasé por aquí durante la semana pero no dejé comentario,

apareció sinólogo en mi blog como por arte de magia para decirme muy amablemente que había proyecto de traducir uno de los ensayos de Billeter, por los que yo clamaba!
a ver si es verdad

muy bonito lo que dice VM de la ciudad y sus visiones newyorkinas,
y esas casas que evocas rodeadas de árboles, arquitectura tree-friendly, que aquí parece imposible,

hoy el diario Avui se atrevía al menos a decirlo en la portada, que Lesseps era dura, gris y fea, a poco de acabar las obras

sigo pensando en tu idea de que deberíamos contratar a alemanes verdes en nuestros ayuntamientos a cambio de que vengan aquí de vacaciones

Belnu dijo...

Bueno es saberlo, Andrés, gracias por la información. Yo tuve alumnos de arquitectura en la UIC (les daba cursos cortos de literatura para iluminarles en un proyecto u otro; cuando trabajaban en asuntos turísticos yo les daba Literatura y viajes, cuando hicieron un proyecto de frente marítimo yo les daba literatura y el mar), eran alumnos muy muy ignorantes pero soñadores y receptivos, llenos de curiosidad; me dijeron que vendrían 10 o 15 y venían 28 de los 29 que eran; fue una buena experiencia. Yo les decía que no construyeran, que se dedicaran a restaurar, que ya hay demasiado construido en el planeta y se reían

Belnu dijo...

Qué bueno lo del sinólogo que apareció con Billeter bajo el brazo! Pero si la idea de contratar alemanes verdes era tuya! O no? Alguien me lo dijo a mí, creía que eras tú... Es una idea genial. Pero hay que irlos renovando para que no se contaminen del lugar

Anónimo dijo...

personalmente, no creo que la escritura tenga un lado negatrivo, no más contratiempos que los que ya sabeís los escritores. Me refería al esfuerzo, el desgaste en lo emocional, al enfrentarse casi constantemente con los pensamientos, y retraducirlos en escritura. Darles una posibilidad de vida a parte, independiente. Aunque siempre esté la posibildad de corrección. En pintura ocurre algo similar, esa lucha, ese dar de más que en otras profesiones no es imprescindible arriesgar. Sin embargo, hay creadores que no se enfrentan a esto, y es un placer la escritura, digamos, que escriben con cierta facilidad...
iluminaciones.