miércoles, 9 de enero de 2008

Libros, proyectos, escritura, tiempo


Ilustración: Kees Van Dongen
En esta casa, los libros llegan a oleadas, como el correo. El cartero no suele venir nunca los viernes, por ejemplo y no sé por qué. A mí, que me encantaba la idea del cartero francés rural, en bicicleta, y siempre me intrigó aquel artista alucinado llamado facteur cheval (ese doble sentido de la palabra francesa tenía su miga) y sus construcciones delirantes, me molesta el desdén con que se mira el correo por estos lares. Una vez, hace años, el director general de correos declaró que el correo ya sólo se usaba en medios rurales. ¿Será por eso que venden esos sobres tan feos en correos? En cambio, los gabachos han organizado premios literarios de cartas para fomentar el correo terrestre, y los libros de correspondencia, que empiezan tímidamente a publicarse aquí, allí tienen tradición (a mí me encanta la literatura epistolar). Para rematar el problema de los envíos, se ha estropeado el portero automático de mi edificio y ya nos han dicho que hasta la semana que viene no se arregla, de modo que los mensajeros van dejando notas de aviso y se marchan, creyendo que no estamos... y algunos amigos susceptibles creen que no les queremos abrir o que nos hemos contagiado de la sordera generalizada...*
La cuestión es que entre ayer y hoy me han llegado La Psychanalyse en France 1 y 2, de Yann Diener y Elisabeth Roudinesco, descubierto gracias a V., magnífico portafolio doble bien editado y preciosamente maquetado, que traza la particular e intensa historia (de amourhaine) del psicoanálisis en ese país, de la mano de artistas y escritores (Baudelaire, Rimbaud, Lautremont, Breton, Mallarmé, Crevel e tutti quanti), intelectuales, psicoanalistas, etc., en una edición inteligente y rigurosa, que demuestra el distinto nivel del país vecino (me lo manda el Ministère des Affairs Étrangers, como soy de Figueres, ¡he guardado el sobre! Pero sé que también lo tiene el librero de la calle Berlinès). También Masa y poder (en este caso Crowds and Power, una edición vieja y barata en inglés) de Elias Canetti, que encargué en librero de viejo por la red, y el libro de Celdoni Fonoll de Cossetània donde se homenajea a nuestro azufaifo y del que hablo en Polis, dos libritos bien editados y audaces de Melusina, Flor de farola de Millán (un libro con poética callejera!) y La cebolla de A. Moresco, y una pequeña delicia de Maurice Sendak que regalaré a un niño amigo, Chicken Soup With Rice.
Todo esto ocurre en días agitados, de traducción y escritura. Al fin di por acabado mi último cuento, sin la aprobación de mi crítico habitual, que puso objeciones estructurales. Y sin embargo, yo creo que se equivoca, puesto que la estructura interna del cuento tiene sentido para mí, se basa en lo simbólico, pero creo que tiene peso. Disentir de su criterio me entristeció en un primer momento, pero luego reforcé mi idea con un cambio sutil y decidí que el cuento "iba a misa" y sentí una especie de liberación, algo como crecimiento. Después de todo, pensé, él y yo no leemos de la misma manera. Por ejemplo, entre El malogrado y El sobrino de Wittgenstein, de Bernhard, él prefiere el primero, por la estructura, y a mí me parece más árido, me hastía, y en cambio El sobrino de Wittgenstein tiene una luz, la amistad y la afinidad de esos dos personajes, la proximidad del fracaso y la locura, el entorno mediocre, su dificultad de encontrarse en el hospital, todo eso está siempre conmigo. A mí me gustan algunas novelas irregulares, no redondas. A él no. Para mí, es más importante que un libro me cambie la percepción, me haga pensar, se quede en mi cabeza. Para él, lo estructural y el lugar del libro en la historia de la literatura es más importante. Así que por fuerza, un día u otro teníamos que disentir también en lo mío.
* Tengo la sospecha de que por aquí, todo el mundo se ha vuelto sordo. Las sirenas suenan cada vez más estridentes en la calle, la gente habla por el móvil a gritos, o pone su i-pod a un volumen atronador en el metro, los coches tocan la bocina para todo, los autobuses y camiones y el propio metro emiten chirridos y estruendo incomparable... y nadie parece darse cuenta. Una vez conocí a un taxista que tenía un oído hipersenible. Enseguida me dijo que oía mi reloj de cuerda, y que se había mudado a La Floresta, donde el apareamiento nocturno de las ranas (una noche increíble de primavera) y el aullido de un perro lejano no le dejaban dormir. ¿Me estaré volviendo como él, o será que el resto de la población de este país disfruta del ruido?
Mientras, proyectos de libros, de conferencias, y tiempo que se escapa... y un extraño temblor en las pestañas, tan delicado como el aleteo de una mariposa.
Ah, quien quiera leer mi artículo sobre Vollmann que salió ayer en La Vanguardia Cultura/s, puede encontrarlo aquí.

19 comentarios:

Miroslav Panciutti dijo...

Es cierto que el correo postal está en absoluta decadencia y me temo que acabará extinguiéndose, al menos para el envío de cartas. Algo parecido puede que le pase a los libros, que se reducirán a objetos singulares de lujo, en ediciones muy limitadas, mientras todo el mundo lee a través de aparatitos como el que recientemente ha sacado Amazon. Nuestros fetichismos se acabarán con nosotros ... o, a lo mejor no.

Me hace gracia, de todas maneras, que a tu casa lleguen oleadas de libros por correo. Yo casi nunca encargo libros, soy siempre de adquisiciones en librerías (aunque algunos he encargado, que es un fastidio lo de vivir en una provincia pequeña y alejada). En todo caso, me he propuesto reducir el flujo de entrada de nuevos libros hasta encontrar un equilibrio con mi ritmo de lectura.

Y una pregunta tonta: ¿por qué te encargas Masa y Poder en inglés. Es uno de mis libros preferidos (en relación a uno de mis temas preferidos, también); lo tengo en español y siempre me ha parecido una traducción bastante correcta. ¿Acaso es por qué piensas que la traducción al inglés es mejor? Un beso

JML dijo...

Tienes razón, Bel, las cartas ya no llegan, pero sí los cargos de la hipoteca. Algo hemos ganado y algo hemos perdido con el mail; escribimos más y anhelamos menos, pero así son las cosas. Los epistolarios, los diarios… aquí los consideramos una forma menor de literatura. No tienen más gancho editorial que el que proporciona una vida fraudulenta. Como la novela no me sale, tendré que pensar en cambiar de vida si quiero publicar mis cartas y diarios (¿?)

Belnu dijo...

Porque lo encontré barato, viejo y aún con el transporte me salía mejor, Miroslav. Y a mí me mandan libros que no me compro, yo escribo en la Vanguardia, ¿recuerdas? Y a veces llegan a paladas.

Belnu dijo...

Sí, es el problema, cuesta encontrar un editor que publique correspondencia y menos si no es de alguien muy famoso... Claro que todo depende, una simple cartas al editor de Kafka o de Pessoa es maravillosa, o de Walser o Hölderlin (Sigfried Unseld, El autor y su editor), pero en cambio las de Nabokov no tienen ninguna huella suya, tal vez se las encargaba a Vera?
Y Miroslav, los anglosajones suelen traducir bien y no tan libremente como los franceses, así que si tengo que buscar un autor traducido, porque no leo su lengua original, no me importa que sea en inglés. Leí a Chalamov en italiano y luego en inglés, claro que en castellano no existía, se había agotado! Ahora Minúscula lo ha reeditado.
A mí me gusta mucho iberlibro, porque encuentras libros agotados, algunos baratos, otros caros, en librerías recónditas, como la Leibniz de Cacadelos, León, o El buscón de Salamanca...

civisliberum dijo...

Al citar al cartero frances con su bicicleta de inmediato me ha venido a la memoria la pelicula de "Jour de Fete" de Jacques Tati, quizás no sea la pelicula que me guste más de Tati, pero por eso no deja de ser una pequeña maravilla.
Leí tu critica de La Vanguardia sobre Vollmann y aunque la novela esté muy bién, tal como escribes sus casi 900 pag. producen un cierto respeto.

Belnu dijo...

Ah, me gustó esa película, y aún más Les vacances de Mr. Hulot, en fin, todo Tati. Y sí, ese cartero...
En efecto, creo que su editor le suplicaba: por favor, haz un libro más corto... pero Vollmann es así. Y claro, tienes que ser muy bueno para alargarte tanto impunemente...

Anónimo dijo...

Bonjour Isabel ! je suis très content que le porfolio vous soit finalement bien arrivé, et qu'il vous plaise tant. Merci pour en avoir parlé dans votre blog, j'aime bien comme vous dites "intensa historia de amourhaine", c'est tellement juste!!
amitiés,
yann

hombredebarro dijo...

Me alegro de que hayas terminado tu cuento: esa sensación de libertad que se produce al darlo por concluido, aun cuando tenga en contra,o precisamente por eso, la opinión de alguien, es impagable. Tanto como la de haberlo escrito. Y tan extraña.

Belnu dijo...

Gracias, HdB. No es la opinión en contra lo que me alegra, sino la sensación de haber descubierto y reforzado una vía en ese disentimiento. Cuando le pedí que lo leyera no sabía, ahora sé lo que quería escribir y por qué tiene sentido esa estructura interna. Algo he aprendido en el proceso! Estas cosas nos pasan sólo a los que escribimos a ciegas. Tres personas con criterio han entendido enseguida esa lógica interna del cuento. Y eso no quita que vuelva a confiar en su criterio cuando acabe otro... Lo malo de los cuentos es que la felicidad se acaba pronto. Ya estoy batallando mentalmente con otro posible, sin verlo claro...

Belnu dijo...

Ay, olvidé contestar aquí a una cosa. Yo no creo eso de que desaparecerán los libros en papel ni que se reducirán a ediciones limitadas. Al menos, mientras sigamos vivos los de mi generación... luego ya no sé ni me importa.

Anónimo dijo...

y el cuento que terminaste lo publicarás en...?

(me encanta esta imagen que pusiste)

Belnu dijo...

Sí, esa imagen podría ser casi tuya!
Pues no sé, tengo tres cuentos que considero acabados y dos o tres más que empujan para salir (como los conejitos que vomitaba aquel personaje de Cortázar en Carta a una señorita en parís), y cuando tenga unos cuantos empezaré a apretar yo a los editores... Pero antes tengo que llevar la historia del azufaifo a un editor interesado y hacer una selección del blog para otro! Y acabar mi libro balcánico. Y traducir...! en fin, casi suerte que quitaron la peli que iba a ver esta tarde, haciendo novillos...

Dante Bertini dijo...

me encanta van Dongen, sobre todo esta imagen tan rompedora, tan cubierta de semanario femenino, y su nombre Kees, muy besucón según como se lo lea...
terminó sus días en mónaco, supongo que rodeado de mujeres como esta.

Belnu dijo...

Ajá, te sabes la vida de todos los artistas, Cacho! Igual que Lydia. me encanta eso...

Anónimo dijo...

Te recomiendo a Shel Silverstein y sus magníficos libros, que pueden ser también para niños. Siempre he imaginado que el cuento se escribía en poco tiempo, que la inspiración se iba desparramando día a día, frenándo su deriva. Que una vez en el camino del relato corto, sólo había que contener el aluvión de frases, de palabras, enlazando solamente sus ideas.
impromptu.

Anónimo dijo...

corrígeme si me equivoco.
http://www.shelsilverstein.com/indexSite.html

Belnu dijo...

Nunca he distinguido ´genéricamente entre cuentos y relatos y aunque por aquí llamamos nouvelle a la novela breve, en Francia llaman nouvelles a nuestros relatos o cuentos. Los míos no son infantiles ni de momento ilustrados (aunque yo tengo pasión por los cuentos clásicos infantiles y sus ilustradores ingleses, pero no conocía a Silverstein, gracias). En cuanto a la manera en que se escribe, en mi caso, cada cuento tiene su ritmo, algunos son muy lentos, otros parecen escribirse solos, pero es la primera mano. En los cuentos la poda y los cambios posteriores son más difíciles y lentos que esa primera mano. Y a veces hay que abandonarlos en esa primera o segunda o tercera mano y al cabo del tiempo, encontrarlos o recordarlos y reescribirlos, cuando ya un@ ha entendido lo que les faltaba. Buscaré un Silverstein para regalar a un niño amigo. Toda la buena literatura infantil era siempre también para adultos, mira The Taylor of Gloucester de Beatrix Potter, o para comprender su sentido otro, Psicoanálisis de los cuentos de hadas de Bruno Bettelheim, y Roald Dahl o aquella maravilla de Quentin Blake que yo le compré a G. en francés Les cacatoès...Y siempre siempre Arthur Rakham

Gladys Pinilla dijo...

A todas las personas que mencionó no las conocí pero me gusta mucho lo que escribe con todo corason y su retrato se la ve muy guapa.
Le metieron una encerrona al reverendo.

Belnu dijo...

Gracias, Gladys!
Ahora voy a ver lo del reverendo