miércoles, 26 de septiembre de 2007
En Serbia
martes, 25 de septiembre de 2007
Viajar, viajar
Llego derrotada de la carrera de obstáculos que es viajar en estos tiempos. Cinco veces he tenido que abrir el portátil, colocarlo en una bandeja, en otra la funda con mi bolso, en otra la chaqueta y el chal, quitarme los zapatos, soportar ese manoseo con mecanismo-pretexto, pasar por cuatro controles de pasaportes, llevar el pasaporte a otra cola donde lo sellaban en Zurich, esperar antes de embarcar porque la policía suiza necesitaba copiar unos datos de los pasaportes y documentos de unos cuantos (en la ida descubrí que mi DNI caducaba) ciudadanos de la Unión Europea. Cuando se lo cuento a los serbios, me dicen: Imagina lo que te harían si llevaras un pasaporte serbio... ¿Pero de qué nos sirve estar en la UE? En Zurich, cuando recogía mis cosas, descalza, dando bufidos, y la agente me ha pedido mirar no sé qué del bolso, he dicho Oh, my god! y ella me ha sonreído, como si todo esa mascarada humillante y nazi que nos imponen sólo para lograr nuestra sumisión y reducir nuestros derechos y acostumbrarnos al maltrato y la criminalización del viajero tuviera gracia. Yo la he mirado con toda mi furia, y con estupor a un ciudadano suizo que también sonreía. Hay viajeros tan acostumbrados y sumisos que siguen todos esos rituales con actitud voluntariosa y auténtica destreza, sacando el ordenador, colocándolo todo en bandejas a toda velocidad... como niños en un colegio religioso y autoritario, que intentan demostrar al cura o la monja de turno lo buenos que son y cómo superan a sus compañeros rivales en un estúpido concurso de modales...
Antes, viajar era un auténtico placer, a pesar del cansancio. Ahora han logrado convertirlo en una pesadilla. Cuando al fin, después de todo un día de aeropuertos detestables (ya ni siquiera puedo apreciar el buen gusto y el lujo silencioso de los aeropuertos germánicos y suizos, mis preferidos, pues la policía es tan rigurosa y metódica como corresponde al resto), de la horrible y ridícula promiscuidad de los aviones, de los sucedáneos de comida, de la falta de tiempo, de las colas, del cambio de temperatura constante, de todos los obstáculos, la maleta aparece en la cinta y la sufrida viajera puede llegar a su casa, el agotamiento vence al alivio. En el aeropuerto de Belgrado, tuve que pasar dos controles idénticos de bandejas y rayos equis. "But I just passed another X ray control", le dije a otra agente, con la vaga esperanza de que fuese un error. "Security reasons", me respondió. "But why twice?" insistí yo. "This is Serbia!", me dijo ella encogiéndose de hombros, como si reconociera una locura particular.
Mañana haré la crónica de mi viaje a Serbia. Con links. Lo prometo... Incluso intentaré visitar los blogs amigos... Como anticipo, una imagen de un paseo que di por la orilla del Danubio, con una poeta japonesa y una serbia, en la primera mañana de Cortanovci... Y en el blog Polis, junto con otra foto serbia, mi texto de la Festa del Ginjoler...
Y aunque aparentemente no venga a cuento (pero sí viene, aunque sólo yo sepa por qué) una frase inspiradora, en la lista de psicoanalistas del librero de la calle Berlinès, Carlos Bermejo nos recuerda: "Definición Lacaniana de Ciencia = Paranoia dirigida. Es decir, que sería paranoia plena si el sujeto de la ciencia, exterior a su discurso, no la controlase mínimamente." Un pensamiento muy reconfortante para mí, if I may say so... Por cierto que el propio librero me recomienda un artículo de Agamben que se publicó hace tiempo sobre esos controles, lúcido y tristemente acertado. En aquel momento se refería sólo a la política de Estados Unidos. Ahora, se ha extendido a Europa. ¿Dónde refugiarnos? ¿Cómo resistir?
viernes, 14 de septiembre de 2007
Alrededor del azufaifo, lectura andante y más
A punto de partir
jueves, 13 de septiembre de 2007
La Festa del Ginjoler necesita sillas
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Todo lo que el distrito nos ha negado lo estamos consiguiendo, poco a poco y a nuestra medida. El Mercat nos dará electricidad, un amigo músico nos ha encontrado equipo de sonido a precio accesible, pero no nos llega para sillas.
No todo el mundo aguanta de pie un recital poético-musical de dos horas o tres. Por eso pedimos a todos los que sepan de sillas o puedan conseguirlas nos avisen o las traigan.
Por favor, sed generosos con las sillas.
Este mensaje se autodestruirá en 24 horas.
GRACIAS
NOTA BENE. Mi artículo Balcanes: Dos intelectuales en Kosovo salió en Letras Libres de septiembre. Puede verse en mi blog de artículos de memoria histórica...
miércoles, 12 de septiembre de 2007
FESTA DEL GINJOLER
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En La Vanguardia
El jinjolero es un árbol aquí algo raro, que por esta época del año madura unos pequeños frutos más bien ásperos que no tienen aprecio comercial alguno. Y además pincha, porque sus ramas son espinosas.
Por eso dicen en Mallorca que en todo jinjolero anda emboscado un moix, o gato: porque araña. Pero, aunque no pueda abrazarse, el jinjolero es un árbol mágico. Sus frutos tienen algunas virtudes antiespasmódicas. O incluso también narcóticas. Se ha dicho que es el fruto –¿prohibido?– que comen los lotófagos en el célebre pasaje de la Odisea. Y en Italia, de alguien que está flipado, o un poco tonto de amores, le dicen que “está en caldo de jínjoles”...
El jinjolero es la madera reina para la construcción de instrumentos de viento. Las gralles viejas todas son de azufaifo. También lo eran las mejores castañuelas. Su madera tiene unas propiedades sónicas muy especiales. Es densa y sin poros, pero blanda para ser trabajada. A diferencia de las maderas africanas como el ébano, o como lo puedan ser las de los frutales del país, la madera del jinjolero le da al instrumento un timbre particular.
El jinjolero de Sant Gervasi se ha salvado gracias en especial a Isabel Núñez, que ha sido la dríade de este árbol. En la mitología griega la dríade era la ninfa protectora de los árboles. Escribe Feuerbach en un pasaje de La esencia de la religión que “los griegos creían que cuando un árbol era abatido, su alma, la dríade, se lamentaba e invocaba la venganza del destino contra el sacrílego”.
lunes, 10 de septiembre de 2007
Vuelvo
Algunos privilegiados muestran tanto espíritu en el cuerpo como en el alma, de modo que es perfunctorio alabarles el intelecto. Los libros de Juan Benet son muy buenos, pero no son nada comparados con haberle visto en vivo con un mazo de folios en la mano y perorando sobre la teodicea de Leibniz, sobre la que no tenía ni puñetera idea. Carlos Trías era uno de estos individuos magníficos, y por eso su ausencia física es más dura de sobrellevar que la de otros que también han escrito libros, pero que eran más cansados de mirar."
viernes, 7 de septiembre de 2007
Una foto borrosa
jueves, 6 de septiembre de 2007
Pensamientos, sueños, cuentos
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lunes, 3 de septiembre de 2007
Esta mañana
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