Siempre que veo llover desde mi mesa de trabajo, me acuerdo de ese título de García Márquez, aunque de la historia sólo me queda un rastro vago sinestésico, y la sensación del encantamiento que entonces me producía su escritura, recién descubierta, y del momento en que leí ese relato, incluso lo asocio a una habitación de la casa de mis padres que se mezcla con una habitación de la historia. Es parte de la magia de algunos libros, que se quedan entretejidos con un momento de la vida. ¿O tal vez sólo ocurre cuando se es muy joven?
Llueve y llueve y también llueven mensajes en la lista de traductores, que se consultan múltiples dudas unos a otros, y yo traduzco juicios a criminales de guerra balcánicos, haciendo de tripas corazón y admirando a jueces como Florence Mumba, y sigo organizando poco a poco mi viaje a Kosovo. A trompicones. Con cada una de las tres cabezas del pozo del cuento de Grimm actuando por su cuenta, lo cual multiplica los riesgos e imprevistos. Ayer leí a un periodista de The Guardian, Simon Tisdall, advirtiendo que si los rusos vetan la independencia de Kosovo, podría haber una nueva guerra. Pero mi asesor de El País opina que los rusos no vetarán, y en cualquier caso, los problemas no empezarían a verse hasta mediados de mayo, y no en Pristina, donde apenas hay serbios. Así que mi riesgo principal siguen siendo las maniobras inesperadas de las tres cabezas del pozo.
2 comentarios:
que esto es sarajevo? recuerdo una calle exactamente igual en lausanne, otra en lisboa y lyon, y te diría que hasta sevilla centro se parece...esto es la globalización? qué bien: puedo quedarme en casa muy tranquilo.
Pues es Baskarsija, que lleva al barrio turco, y si sigues andando cambia, no sólo por las madrassas y por las esquinas con terrazas de sombrillas rojas, muy balcánicas, con gente que toma café (y fuma) a todas horas, con vaso de agua, y muchos helados, y luego pues eso, juegos de té y jarritos turcos y sillas y mesas bajas y tapizados de tela bosnia (que es muy parecida a la mallorquina)...
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