martes, 31 de octubre de 2006

Obras

Foto: ? En el patio de manzana de mi casa, uno de esos patios caóticos de sant gervasi, están tirando la penúltima casita con jardín que quedaba, con gran estruendo de obras. Una a una han ido cayendo con sus árboles para convertirse en feos pisos sin gracia, sin personalidad ninguna. Siempre lo digo: todos los constructores deberían estar en la cárcel. Ayer el fiscal de medio ambiente declaró que habría que derribar todas las viviendas ilegales. Ojalá que prospere. Al menos ayudará a mitigar algunos problemas. Nuestro paisaje es irrecuperable. Alguien me lo dijo el otro día: "Hemos destruido este país con saña". Es verdad, no queda casi nada. Y la amargura de ver cómo crece la fealdad alrededor queda justamente debajo del polvo y el ruido infernal que me rodea mientras escribo. Hace muchos años redacté un programa electoral del Psc y prometían mejorar "les màquines-eines" para que no hicieran tanto ruido. Nunca lo hicieron, ni ellos ni nadie. Todo lo contrario, todos los ayuntamientos han vivido de la construcción y las obras, contribuyendo a multiplicarlas sin ningún escrúpulo. Cuando se habla de ruido, sólo aluden a los bares nocturnos, con suerte a las motos, pero apenas nadie dice nada de las obras, de los camiones de basuras, las ambulancias, los autobuses y metros municipales, el ruido inmenso que hay en esta ciudad sucia, y que en otras ciudades se controla. Una vez llamé a la Guardia Urbana porque no podía trabajar, del fragor y la vibración de unas obras en el edificio de al lado y me dijeron que no había limitación, mientras entrase en el horario establecido. Escribí al Psc, a Iniciativa. Me llegó una carta de Clos diciendo que Barcelona era pionera en la lluita contra el soroll. Falso. Lübeck sí lo fue, Barcelona ni siquiera tiene el famoso "mapa del soroll" de otras ciudades. Imma Mayol me dijo que sí había una normativa que limitaba, pero si la Guardia Urbana la desconoce, ¿de qué nos sirve?

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