Foto: I.N., Una casa hospitalaria en Formentera, 2008
Anoche acabé tarde y no pude ponerme con el posible nuevo cuento, cuyo embrión duerme en un cuadernillo ibicenco, junto con otros que de momento (eso me pareció en mi lectura tardía) no prosperarán. Pero antes, la lectura de una amiga me cuestionó dos cuentos: en uno de ellos creo que era una limitación suya, pues ella es virginal y una escena ardiente en unos lavabos públicos o una palabra prohibida podría bastar para hacerle perder el hilo. Justamente de ese cuento mi amigo serbio decía: "cuando hay un hilo claro y casi todas las frases son necesarias, es fácil hacer alguna corrección...". Pero el segundo, que tiene un título estival y que para mí se integra en la miniserie que llamo secretamente "vírgenes suicidas", es un cuento del que yo dudaba y que mi amigo serbio también encontró poco claro, aunque V (que siempre ve los significados simbólicos y las metáforas a primera vista... ventajas del espíritu lacaniano unido a su afición filosófico-poética china y a su trayectoria teatral y de bailarina) lo vio enseguida muy bien. La cuestión es que las críticas de todos ellos me ayudan a pensar. Volví a leerlo y me di cuenta por primera vez de lo que yo había querido contar con ese cuento. (Me da vergüenza confesar que sin esas discusiones, muchas veces no sé (conscientemente) nada de lo que he escrito, pero es así. Sin embargo nunca he oído una voz que me dictara, como dijo una escritora catalana que le ocurría). Una a una las metáforas se me fueron revelando. Añadí entonces una frase al final del primer párrafo que introducía mejor la clave del cuento. Y ahora, diga lo que diga cualquier lector, estoy segura de ese cuento y así va a misa.
En cambio, el último que escribí, justo antes de irme a Ibiza, con un título equino y que les leí a V. y a A. en una playa, tiene ahora un pequeño interrogante. Yelena me pidió cuentos y le mandé unos cuantos. Esta mañana me ha llamado para comentármelos. Una sugerencia suya me ha hecho pescar una frase superflua y antichejoviana en ese cuento del título estival, que he suprimido agradecida, y ha coincidido conmigo en que con la nueva frase añadida en plan clave (que le he leído al teléfono) se entendía mucho mejor. A ella le ha gustado mucho mi última historia, pero me preguntaba si no sería mejor acabarla antes y la verdad es que tendré que pensarlo. Veremos si mi amigo serbio opina lo mismo. Pero sobre todo, veremos qué opino yo con otra lectura muy atenta.
Mientras escribo, estoy recuperando unos fideos udon con alcachofas y curry que ayer se me pasaron un poco y los recaliento con ese método de no remover hasta que se vuelven hipercrujientes y se les da la vuelta como a una torta en la sartén sin nada. He llegado a comprar el periódico por los pelos. El perfil de McCain (ese Caín, creo que le llama un conocido fiscal progresista) da escalofríos. Su compañera de lista es terrible, tiene todo lo peor, aunque a J. le gusta su aspecto y le propongo que se vaya a seducirla, tal vez así podría retirarla y que nos dejaran en paz. Le sugiero a mi amiga americana que se tape la nariz y vote. Cada vez más, las elecciones van a ser cuestión de taparse la nariz para votar contra lo peor, votar al que nos parezca menos malo. Pero cada vez es más difícil votar a nadie, aquí y allí. Por cierto que Pierre Assouline, aprovechando una cita del discurso de Obama, habla en su blog del poema de Langston Hughes (amigo de Cartier Bresson, que le retrató) y su dream deferred: me encanta esa elucubración metafórica sobre lo que ocurre con los sueños pospuestos, si se secan como una uva pasa al sol o maceran o huelen como la carne podrida, o se les forma una capa de azúcar glas o pesan como una carga o estallan... Y la cara de Langston Hughes, que parece a punto de bailar, reírse o sumirse en su celebración poética melancólica y alegre de la vida.
Mientras, me pregunto si resistirá mi parte investigadora el vacío balcánico. Se me han ocurrido otros proyectos que incluyen viajes arriesgados. Tal vez si mi libro balcánico prospera, no me nieguen una beca... O tal vez debo olvidar esos proyectos y simplemente atreverme a esa novela siempre postergada, rehuida, a la que algunos cuentos le quitan dentelladas...
En Ibiza empezó a pasarnos algo repetido. Cualquier cosa que surgía en la conversación, aparecía en el periódico al día siguiente o bien alguien ajeno lo nombraba o... La tendencia no ha terminado. Ayer mi vecino, que ha vuelto a la escritura y está entusiasmado e inmerso en su nuevo libro, me habló de Ariadna auf Naxos y en El País aparecía programada en una tv. Ha habido muchos más ejemplos, ayer y hoy, en periódicos y en comentarios ajenos. Es gracioso e inexplicable, como cuando alguien nos recuerda muchísimo a otro y no podemos compartirlo.
Un amigo librero y escritor me dice que le gusta esa heterogeneidad de mis libros y yo, acostumbrada a verlo como dispersión inexplicable, dicotomía, intereses mezclados, obsesiones diversas que me componen (la literatura, la memoria, la resistencia política, la ética), me quedo pensando un momento. Por cierto que su reseña sobre La plaza del azufaifo se distribuirá ahora.
He quedado con T. para ir al cine y aún no sé si veremos qué. Ah, y qué libro maravilloso me dejó JC., Leonardo Sciascia scrittore editore ovvero La felicità di far libri. Son las reseñas, los informes de lectura que escribía ese escritor siciliano (a veces sobre libros suyos, en tercera persona!), de Diderot a Soldati, cualquier cosa, su estilo es sintético pero es pura prosa, sus interrogaciones, sus imágenes... me encanta. Leo todos los días una reseña, como si fueran poemas. Me ayuda a pensar. Por cierto que JC está visitando una ciudad que siempre pisaba en sueños y tiene billete de retorno en una fecha peliaguda. En un arrebato le mandé mis recomendaciones para esa ciudad de ciudades, aunque él no las necesitaba. Espero que haya descubierto las razones de sus visitas oníricas y que me lo cuente pronto.
Vayan a POLIS, sobre los recortes de derechos a los ciudadanos europeos y la política internacional. Dedicado a aquellos que me acusan de idealizar Europa. Y sobre la basura y la contaminación en nuestras playas y nuestra ciudad.