jueves, 7 de abril de 2011

En el bosque

Foto: Josep Liz. Mi encuentro con la sequoia catalana, 2011
El sábado pasado fui con dos buenos amigos a ver las sequoyas del Montseny, y aunque en el bosque de hayas aún era invierno, entre los árboles grises y desnudos crecía de vez en cuando un acebo verdísimo, y las lluvias habían dejado un rastro brillante de arroyuelos como espejos o lágrimas gigantes. Las sequoyas gigantescas parecían majestuosas y refulgentes allí en medio con sus troncos rojizos y yo intentaba contagiarme del misterioso optimismo de mi amiga. Fue un paseo rápido y bien aprovechado porque por la tarde, yo tenía una maratón cinéfila con la Otra Bel. Queríamos ver Misterios de Lisboa, una película de Raúl Ruiz que nos hipnotizó y ató a la butaca con su irónica mirada burlona de lo folletinesco o de los códigos de la novela romántica (lo apuntó mejor que yo la Otra Bel), de trama efectivamente muy ibérica (ah, esa hoz triste de lo patriarcal, que siempre siega el espíritu y el cuerpo y los árboles), pero contada con un refinamiento y una forma de filmar sokuroviana (no sólo de El arca rusa, sino también The Sun) y que también me recordó un poco al Resnais de L'année dernière à Marienbad.El día que conocí a mi amigo serbio, al salir del café de Gràcia donde habíamos quedado, él me acompañó un trozo andando hacia mi barrio, bajo la lluvia, y en ese trayecto oímos cantar un mirlo y yo le dije que era un anuncio de que se acaba al fin la oscuridad sucia y el mal tiempo y llegaría la primavera y él me dijo que la primavera le deprimía. Muchas veces he oído hablar de la astenia primaveral y sé que a muchos les desasosiega la llegada de esta estación, mientras que a mí me restaura, aunque una vez, a los 15 años, estuviera a punto de morir precisamente en ese momento.
Iba a quedar a comer con un amigo y me he dado cuenta de que mi cumpleaños es la semana que viene. No sé aún cómo lo celebraré, tal vez de una forma homeopática pero significativa porque en cierta manera me siento como si hubiera resucitado después de este invierno ensombrecido y mortuorio. Hace dos días, al volver de mi segunda clase como profesora invitada en mi antigua facultad de la UAB, me sacudió una especie de felicidad física con el aire y los pájaros. Volvió a agitarme unas horas después, como una efervescencia, al salir de una conversación donde hablamos de la mal-dición y surgió un posible deseo escondido en mi sueño (¡la bolsa o la vida!), y sentí el alivio de ese poner las cosas en su sitio. Esa madrugada me desperté, pero no sentí ese angst que me ha asaltado últimamente, sino una extraña calma.
También vi un programa de Philosophie en arte tv donde Cynthia Fleury hablaba con Enthoven del valor, y obviamente me hablaba a mí. El valor no es lo contrario del miedo, decía el anuncio, como yo escribí aquí hace tiempo (y fue a parar a La plaza del azufaifo), sino la capacidad de superar ese miedo. Los valientes, decían, son los que tiene el arte de empezar. Y oír eso fue tan reparador que no podría explicarlo. Casi como si yo fuese uno de aquellos Ivanhoes a quienes nombraban caballeros. Ese paso al acto, ese cogito del valor nos convierte en sujetos de nuestra vida, decía Fleury mirando a Enthoven, que tiene una extraña belleza inexpresiva, no filosófica, pero belleza al fin y eso sería imposible en este país. El valor, decía Enthoven, es una paradoja. Responde a una intuición por la cual yo gano mi sujeto. Hablaban de Sísifo, de cómo alimentar el valor, cómo recobrarlo, cómo lograr que no te abandone. No tener miedo del propio miedo. Y Cynthia Fleury proponía hacer cada día un pequeño gesto que significara renunciar un poco menos a nuestro deseo.
Tal vez yo necesitara escucharlo para enfrentarme a lo insólito de esas madrugadas en las que no me reconozco, atenazada por esas amenazas médicas y esotéricas -que viene a ser lo mismo porque no hay diferencia entre esos supuestos microscópicos y esas interpretaciones de Jacques le fataliste-, y lo curioso es que mi valor de siempre reaparece al levantarme, cuando salgo al sol... El otro día lo vi salir. Era viernes y tenía que dar la primera clase en la UAB, y como mi desayuno y abluciones son largas, me levanté a tiempo para verlo. Primero había una luz azul, de ese tono fugaz y emocionante que precede al amanecer, y el aire estaba lleno de pájaros, y la pobre ciudad del cemento parecía un pedazo de naturaleza, a pesar de las casas feas con sus antenas. Y entonces salió la bola de fuego, salió Ra, y Rufus y yo estábamos allí, salió para nosotros y nos envolvió como una mano enguantada de oro, en un ritual que parecía significativo.
El programa de arte tv sobre el valor también hablaba de algo que yo siempre digo de este país. Que aquí nadie tiene valor. Nadie se atreve a apostar por algo que no esté ya canonizado y valorado por todos. Nadie se atreve a arriesgarse, a señalar. Por eso es un país tan aburrido. Los conferenciantes nunca cambian. Los entrevistados apenas tampoco. Sólo cambian los que vienen de países donde sí hay gente buscando talento. Aquí el talento sólo sirve si lo descubrieron en otro lugar. Cuando alguien ocupa un cargo, se pone rígido y no se atreve a seguir su olfato, si lo tenía, sino que sigue el camino ya hecho. Nadie tiene el arte de empezar.
Por cierto, olvidé ver el programa de libros donde salí como lectora de cuentos el miércoles pasado, hacia la mitad, aunque mi intervención es tan pequeña que no vale la pena buscarla. En un blog linkeado en hobby horse, hablaban del cumpleaños de EVM y he decidido celebrarlo y felicitarle a mi manera sesgada escuchando esta entrevista de ese mismo programa, donde habla de Dublinesca y de escribir de una forma obsesionada y de Pepín Bello. Yo hoy he reunido mon courage y he vuelto a mi novela y ahí sí reconozco mi viejo self.
Es una época difícil, de vacas flaquísimas, en la que se trata para mí de usar mi resiliencia de hormiga de Figueres y seguir con esa tenacidad de Sísifo de la que hablaban Fleury y Enthoven, esa paradoja del valor de aceptar el fracaso cotidiano, de ser su propio fénix, en mi caso de traducir sin fin, miserablemente, de leer y leer, envuelta en mi manto de libros, intentando no dejarme envenenar por lo que ocurre en el mundo, por la desesperanza de todo, por la depravación y la mentira de los políticos, por la tristeza de Fukushima, de mi sensación de no poder salir de esas dos películas de las que hablé en Bellaterra (1984 y El huevo de la serpiente) y que resumen el estado de este planeta, y por las frases agroreras de quienes intentan traspasarme su miedo.
Y en celebrar todo lo que funcione, aunque sea pequeño, todos esos intercambios fluidos, como las conversaciones asombrosas que han surgido en medio de todo, con sus descubrimientos, y también como las clases, que forman parte de esa corriente paradójica y sorpresiva que desmiente a los cenizos, clases donde celebramos el cine o la literatura.
Pero el caso es que hay algo, una especie de risa ebria en el aire, o la primavera (me encanta esta versión de Rammstein de Frühling im Paris, Liebe ist für alle da, y cómo cantan el "je ne regrette rien", o así), o tal vez sean los cuencos tibetanos de la Belle Veronique, que parecen capaces de neutralizar mis madrugadas con un efecto maravilloso.
Y de pronto, con la típica demostración burlona de que la vida sólo es una sucesión de paradojas, hay pequeñas buenas noticias solapadas que no pueden ocultarse debajo de los escombros de los periódicos, noticias mías, naturelich, noticias o gestos que me hacen bailar, con las irónicas botas de NS. No es sólo eso. Anoche en la cena cuidada y generosa que me prepararon, riéndose ya en la puerta, P. me decía que naturalmente que tenía que celebrar mi cumpleaños. Y creo que tiene razón. Es casi obligatorio celebrar también a mis amigos, que me han cuidado en mi invierno tenebroso como agasajaban a los protagonistas de los cuentos, con simbólicas marmitas gigantes de poción mágica. Aunque sea en una celebración secreta.
El día de Sant Jordi firmaré SINRAZONES a las 11 de la mañana en la mesa de La Central, Rambla Catalunya - Mallorca.
Y el martes 24 de mayo, a s'hora baixa, presentaremos SINRAZONES DEL OLVIDO, Lydia Oliva y yo, en la librería La Central de la calle Mallorca 237, con Anna Caballé y nuestra editora de Icaria, Anna Monjo.

22 comentarios:

JML dijo...

Yo también creo en eso, la redención de los pequeños actos privados. No es poco en estos tiempos, siempre que tengamos un jardín que cultivar, como Candide (entiéndase, un libro que leer o que escribir).

Me gusta esa idea del "arte de empezar", aunque para mí ese paso al acto siempre ha sido un anuncio de catástrofe. No sé muy bien por qué, y creo que tampoco quiero saberlo.

Saludos primaverales.

Belnu dijo...

Gracias, JML! Pero ese paso al acto sería simplemente el acto de decir, por ejemplo! Para mí, el valor consiste menos en luchar en las guerras o hacer parapente que en arriesgarse a decir en cada momento lo que crees que es!
Saludos primaverales también

Anónimo dijo...

Qué bonito y qué alegría, Bel, al decir que te sentías como esos "Ivanhoes nombrados caballeros" me has hecho visualizar la magnífica fotografía que pusiste el año pasado por Sant Jordi, vestida como tal con tu espada y todo, una fotografía preciosa que imprimí y guardo. Así que no dudo de tu fuerza "Ivanhoe", y la primavera ayuda y nos da ejemplo de ese renacer, metáfora del Ave Fenix.
Me encantaría que volvieras a poner tu fotografía vestida de Sant Jordi.
Una abrazo*

Belnu dijo...

Gracias, Eva, por ese comentario tuyo tan amable y encourageur!!
Aquí está la foto, http://isabelnunez-zbelnu.blogspot.com/2009/04/misteriosa-reaparicion-de-sant-jordi.html
seguiré tu consejo y la pondré en sant jordi

Anónimo dijo...

¡Ah! ¡bendita primavera! yo también la siento en mi, se sincroniza conmigo y me dan ganas de salir a olerla, a verla en el mar y en las montañas. Me saco los zapatos en el parque pisando la hierba fría mientras miro los árboles en flor con la música de las abejas. Te invito a "mi parque" para ver la primavera. Es el parque de Santa Amelia, donde hoy me acabé los cuentos que nos propusiste el martes. Me gustaron mucho. Los comentaremos........ un abrazo primaveral. No te olvides de mirar la luna creciente con Rufus. Es una sonrisa también primaveral que invita a la alegría porque sí. VAO

Belnu dijo...

La Belle Véronique en persona! Qué bien que te gustaran los cuentos y que te descalces en ese parque, que debe de estar esplendoroso estos días! Y sí, miraré la luna creciente con Rufus y visitaré tu parque de santa amèlia!!!

Anónimo dijo...

Me ha gustado tu nuevo post, sobre todo cuando machacas al país y narras lo del fenix y cómo lo entrelazas lo uno con el otro. En suma, es valiente lo que dices aunque este lector ya no puede encontrar tanto valor para la vida cotidiana. Pero lo que importa es poder explicarlo y que parezca convincente. Y ¿tú no citabas muchas veces a Eliot, "the cruellest month"?
I.

Belnu dijo...

Gracias, I. Yo cito siempre a T.S.E., pero por "the only wisdom we can adquire is the wisdom of humility/ humility is endless" o con aquello que dice de la escritura "and so each venture is a new beginning, a raid into the inarticulate", y "With shabby equipment always deteriorating/ In the general mess of imprecision of feeling,/Undisciplined squads of emotion!!"
Pero siempre disentí sobre que abril fuera el mes más cruel, para mí está bien abril después del invierno sucio.
Sí, lo único que importa es poder escribir.

Clarice Baricco dijo...

Sentirte como un diario y que en algunas escenas ahí estoy, a lo lejos, mirándote.
El contagio de los árboles. Debe ser.
Un placer leerte.
Abrazos.
G

Ephemeralthing dijo...

"Somos unos bárbaros insensibles si destruimos algo que somos incapaces de crear, ...". Estaba viendo un documental del 97 sobre M. Mastroianni y sin yo saberlo al principio dice el monólogo del Dr. Astrov de "El tio Vanya". Pensé que era el propio Mastroiani que creaba el discurso, ... me olvidé que era un buen actor. Ya sé cual será una de mis próximas lecturas y también buscaré esos sequoyas, tengo que verlos y sentirlos.

Qualunque dijo...

Me ha encantado tu entrada! Pareciera que me hablaras a mí cuando has hablado del valor, del miedo, del arte de empezar.

En unas semanas dejo Barcelona tras 5 años aquí, dejo incluso este país para cambiar muchas cosas.

¿Valor?¿Miedo?¿Arte? Lo único seguro es que empezaré muchas cosas nuevas. Espero que el olfato me haya llevado a tomar una buena decisión.

Me encantaría ir a la presentación de tu libro, pero me parece que ya no estaré por aquí. Aún así os seguiré leyendo. Es siempre un placer, una extraña complicidad.

Belnu dijo...

Gracias, Clarice! Reconforta saber que estás ahí entre los lectores invisibles!!!

Belnu dijo...

Eph, Chéjov es siempre la mejor lectura! Y las sequoyas reconfortan, ahí en pie

Belnu dijo...

Qualunque, cómo me gusta que todo eso te haya hablado, y cómo me alegra por ti ese cambio valeroso! Sobre todo, no dejes de contarme la suite!

Dante Bertini dijo...

asténico y alérgico, entre mirlos y mares tarraconenses y mirlos y humos barceloninos, me admira tu primaveral entusiasmo...

Belnu dijo...

Yo siempre fui partidaria, Dante, es mi tiempo, tú naciste en otoño, n'est-ce pas? A mí esta luz, los pájaros, me devuelven a mí, y éste ha sido un invierno tan horrible para mí...

Isabel Mercadé dijo...

Muchas gracias por esta preciosa entrada. Ojalá sea contagiosa. Recuerdo que en mi primer comentario a este blog decía que me daba la impresión de que eras una persona valiente, aunque a ti en aquel momento, por alguna paradójica razón ;) no te gustó el adjetivo.
Y mil gracias por todas esas citas que no merezco.
Y, aunque ya lo haya dicho, de nuevo muchísimas felicidades por la firma y la presentación del magnífico libro. Espero que sea recibido como se merece.

Belnu dijo...

Gracias, bel M! Yo he intentado siempre ser valiente, aunque eso no significa que no tenga miedo, claro, como ya dicen C. Fleury y Enthoven, le courage n'est pas le contraire de la peur. Sólo se me ocurre que me molestara por haberlo malinterpretado y porque no te conocía. Me explicaré: hay gente que no entiende que la autoficción es una construcción como cualquier otra y cree que cuento mi vida estilo tv y me llaman valiente por esa razón, y eso me pone nerviosa. Tal vez fuera eso. En cualquier caso, siento de verdad haber sido injusta en ese principio. Suerte que no me guardaste rencor!

Isabel Mercadé dijo...

¡Ah, pero era una broma, era sólo para hacer reír! A ti es imposible guardarte rencor.

Belnu dijo...

Me alegra oír eso, Bel M!

Stalker dijo...

Un árbol y un libro ("Sinrazones del olvido"): dos ocasiones para el abrazo.

Buscaré ambos, libro y árbol, en una incursión lobuna.

Es una noticia estupenda que la primavera te regenere y te de el agua viva, el temblor y la nervadura,

abrazos

Belnu dijo...

Stalker! Ha sido un invierno tan helado y amenazante... Efectivamente, este tiempo, aún con sus cambios y nubes, es regenerador. Ayer celebré mi cumpleaños y mezclando la sensación de la luz y el aire con la gratitud, me di cuenta de que cada vez me reconozco más, tan encogido tenía el espíritu últimamente... Sólo me falta volver a la novela