Foto: I.N., Árboles poderosos en la calle, Madrid, 2009
Llegué a casa a medianoche. Vi físicamente mi libro y me pareció radiante. Estuve leyéndolo y la excitación de pensar que todas esas historias vibrantes y agazapadas saldrían a la arena pública me sacudió el sueño, unida a un incidente insospechado que supondrá un retraso -una semana, tal vez- en la distribución.
En Madrid, ciudad desventrada, pero ciudad arbórea pese a los ataques, fui a recomponerme a la Fundación March, con los dibujos de Caspar David Friedrich porque su adoración romántica de los árboles, la naturaleza, su posición ante lo que dibuja como sagrado, esa espiritualidad misteriosa y refulgente de su obra ("Lo divino está en todas partes, incluso en un grano de arena" y "Una pintura no debe inventarse, sino sentirse" o "El auténtico arte se concibe en un momento sagrado") es justo lo contrario que lo que están haciendo en Barcelona, destruyendo la belleza, arrebatándonos las mejores esculturas, los viejos árboles, la sombra, las plazas humanas, la tierra, las farolas antiguas, todo lo que nos pertenece.
Por la noche había estado en el Café Central (adonde nos llevó precisamente el editor de Cafè Central), escuchando a unos jazzistas daneses rodeada de un público variopinto, unas viejuzas toulouselautrecquianas, un camarero estilo Pierre Clementi, unas chicas vestidas de rojo escarlata que devoraban montañas de ensalada, unos apasionados forofos del jazz y mucho humo (Me dice Alberto H. que el supuesto camarero pierreclementiniano es en realidad un intelectual, se llama Fidel M. y prepara una revista literaria con Borja Casani). A la mañana siguiente teníamos las deliberaciones del jurado, que yo contemplé como una lucha de samurais o una campaña napoleónica. Me gustó poder aportar algo a ese terreno de la traducción e intentar que prevaleciera la ética desde mis humildes posibilidades. Paseé por el Botánico con una amiga que me trajo una especie de picnic de Yellowstone. Y tomé un té con otra, en esa casa suya donde nada rompe la belleza. Y volví en tren, con la reina de la traducció y el editor de CF, yo dormitando entre timbres de teléfono porque la gente de este país, si no le prohíben y multan es incapaz de seguir una norma de consideración: bajar el volumen.
Creo que voy a aceptar una larga traducción que pinta bien. Y en la espera de mi libro y de la traducción, leo Las almas muertas de Gogol en una antigua -lustrosa y llena de gracia- versión castellana de Laín Entralgo y buen prólogo de Valverde. Qué ilusión volver a encontrar a Chíchikov, desde este momento mío, con ese ruido de trompa que hace al sonarse y que le granjea extrañamente el aprecio del criado, y ese criado que lee lo que sea, sin importarle el contenido, por el puro placer de descifrar las acumulaciones de letras y que duerme vestido, y la burla del jardín público y la mentira política, y "el ciego hocico de los cerdos" asomando en el paisaje.
Ayer leí (siempre a fragmentos) el capítulo que Cees Noteboom dedica a la tumba de Mary McCarthy y me pareció maravilloso, se convirtió en uno de mis preferidos de ese libro. Hoy he descubierto otra joya, el texto de Alex Capus que incluye como crónica de la muerte de Stevenson.
Hoy el Districte Sarrià Sant Gervasi había convocado falsamente al grupo de resistentes defensores de los almeces de la plaza Joaquim Folguera. Ha venido el jardinero sabio Joan Bordas, que no entiende que haya que destruir una de las plazas con mejor sombra de la ciudad con mayor densidad de habitantes por metro cuadrado y el menor índice de parques y arboledas de Europa, hemos medido los troncos más gruesos, me ha explicado que esos árboles, si los trasplantaran a un lugar mejor, resistirían tal vez, pero no volverían a ser lo que son y no podrían en ningún caso volver a la plaza (en peores condiciones) y medrar. Me ha vuelto a contar la diferencia de cómo se trabaja en Europa y aquí, donde no se cumplen las normas europeas y se permite que los trabajos que incluyen intervenciones en el arbolado las dirijan empresas de construcción, no elegidas por el gremio de jardinería. Y los hoyos profundos que cavan en Londres o en las ciudades alemanas para plantar, y las razones por las que los árboles enferman aquí. Me ha hablado del azufaifo, que le apasiona, y me ha dicho que él ha plantado miles de azufaifos en los jardines sin que se los pidan, porque para él un azufaifo es un árbol aquí tan importante como el olivo. Y pese a toda esa tristeza de derrota y al horror que anunciaban en El País de ayer, escucharle y aprender un poco de su sabiduría arbórea y humanista me produce una extraña esperanza.
Han muerto el antropólogo Claude Lévi-Strauss y el escritor Francisco Ayala, más luminarias que se van de nuestro despoblado cielo. Habrá que ir a ver la proyección celeste del doktor Frikosal del viernes, pero antes...
Lean aquí mi artículo de hoy en La Vanguardia Cultura/s.
Miércoles 3 a las 19.30, presentación en La Central (de la calle Mallorca) del libro de Álvaro de la Rica, con Nora Catelli, Xavier Pla y Sergio Vila-San Juan.
15 comentarios:
Handsome tree. The beauties among us.
Yes! But in Barcelona they try to expell and destroy all these beauties...
oh, viste una expo de d.g. friedrich, ya me contarás, qué gusto.
sí, cuando viajas ves como tratan la verdura. Nada más aterrizar en frankfurt en el taxi que me conducía a la ciudad pasé unos kilómetros de paisaje, estuve a punto de decirle al taxista que redujera la velocidad, no sabes que festival de colores los árboles del verde al amarillo, ocres, rojos, granates y el horror de Bremen se salva por unos mini parques en las fortificaciones que son de ensueño y en medio de esa nada de ciudad, nos pasamos todo el domingo por la tarde paseando por allí a pesar del frio. Yo le dije a R. que yo necesitaba como mínimo estar un par de horas rodeada y caminando por ese paisaje, que para mí eran vitaminas.
L.
Sí, L., ese espectáculo de la naturaleza del que hablaba V. Woolf en "On Being Ill" (Estar enfermo) y que nosotros ya casi no sabemos lo que es, si no es por algunos viajes
Aprovechando el día de difuntos yo también me paseé entre las tumbas de Nooteboom. Ese pequeño gran libro que prefiero degustar a sorbos, intermitentemente, porque las miradas atentas no siempre precisan continuidad. Me consta que le tienes querencia a ese libro y no me extraña.
Sigo atento a tu libro, con la caña preparada.
Saludos
Gracias, JML! Tú lo has dicho bien, leerle es una manera magnífica de aprovechar el día de los muertos. Yo también lo leo como tú y me encanta. Alguien atribuía a esas lecturas uno de mis accesos melancólicos y se equivocaba, ese libro restaura mi espíritu, como Caspar David Friedrich, y en cambio leer el periódico o comprobar al salir los desmanes arboricidas me sume en la melancolía.
La "imagen" del paisaje romántico es uno de mis temas preferidos hoy en día. Cuando paseo por Collcerola no puedo sustraerme de ella.
Me sumo a las citas de Friedrich: "El pintor no debe pintar sólo lo que ve ante él, sino también lo que ve dentro de si mismo". Imagino y envidio tu disfrute visitando la exposición, ¡además de dibujos!.
Me gusta lo que dice Bordas sobre los olivos y los gínjolers. A menudo estoy en un lugar rodeado de olivos y almendros y por ahí, entre ellos, también hay tres gínjolers.
Yo no tengo mucha idea de arboles (ni de tantas otras cosas) pero lo del señor Folch en plan experto "independiente" me parece de juzgado de guardia. Resulta sospechoso ser el experto "de cabecera" del ayuntamiento, de REE en el tema de la MAT y de tantas otras empresas...
Espero poder pasar algún día por J.Folguera y aportar mi granito de arena pero últimamente voy de bólido ...
un saludo
Sí, Eph, hay muchas frases de CDFriedrich que podríamos seguir citando. Qué envidia esos paseos tuyos... Pero hay que ir muy temprano o en días raros, porque los fines de semana está lleno de barcelonins...?¿
No te preocupes, Qualunque, habrá más ocasiones. Ayer un conocido profesor y brillante crítico literario de la Universitat de Girona me decía que en su opinión "els socialistes detesten els plàtans" y me explicaba cómo en Girona los están arrancando todos, en todos los entornos.
Sí, Balthus también ve eso sagrado de la pintura, aunque también escribe que los dedicados al arte contemporáneo son unos imbéciles; unos artistas que no saben nada de pintura.y dice, pintar como se reza y ritualmente. Tomar lo que puede darnos como una gracia...
Creo que el sentido práctico de la arquitectura nuchas veces arruina gran parte de las ciudades y otra sensibilidad haría milagros en el diseño de espacios, entre una combinación de adaptar nuevas construcciones, con conservar lo que se puede y merece preservar o remodelar. Por poner un ejemplo, un simple pinar cambia la perspectiva de la mirada, da profundidad y otro sentido al espacio, tal vez sin darnos cuenta.
Yo últimamente leo bastante al azar, guiado por la intuición. O por la necesidad, quién sabe.
iluminaciones.
Sí, Balthus es más contradictorio. Yo quería hablar del respeto casi zen que tiene Caspar david Friedrich por los objetos más humildes, por una barca, la ropa tendida o cualquier elemento natural, con qué seriedad se sitúa él, observando, aprendiendo, como si fuera una hormiga...
Tienes razón, esa perspectiva es la que falta, un pinar, un poco de tierra, lo que antes se entendía tan bien... Y sí, quién sabe por qué razones internas nos acercamos a una u otra lectura y cómo en cada momento necesitamos de esto o de aquello...
Sí, veo la seriedad de R.Walser también ante lo que ve, sin velos de por medio, sin demasiados adornos, a la hora de dejar que las cosas entren en él, detrás de cada objeto que observa, de cada situación, un poco como dices de Friedrich.
iluminaciones.
Exacto! Robert Walser, Iluminaciones, completamente de acuerdo, es ésa la posición...
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