domingo, 1 de noviembre de 2009

Fugaz

Foto: I.N., Gilda en su vigilancia cazadora matinal, 2009
Alguien que vivía en Ciutat Vella solía decir que le costaba más atravesar la ciudad e ir a la parte alta que dirigirse al aeropuerto. Yo recuerdo con nostalgia cómo me gustaba coger aviones cuando no había nadie en los aeropuertos, ni teníamos que pasar esos controles de estilo nazi, ni se sentía uno como parte de un rebaño apretujado en un camión. Aún más, G. comentaba hace poco del tiempo en que Stefan Zweig viajaba por Europa sin necesidad de documentación, ni apenas fronteras. Justo antes de que estallara el horror. Anoche, en una fiesta de cumpleaños, alguien bromeó sobre mi condición (hormiga de Figueres), porque para mí, irme a Madrid ya es un acontecimiento. Lo cierto es que siempre me cuesta más ir a Madrid o a Cadaqués o a Vigo de lo que me preocupaba ir a Sarajevo o a Kosovo, o eso me parece. Y eso que Madrid fue mi ciudad de acogida durante unos años locos, y me refugiaba durante semanas entre mis hospitalarios amigos y recorría el Paseo del Prado y la Morería y aún ahora, cuando logro andar bajo los árboles, rodeada de esos nombres que me recuerdan al Monopoly, recobro aquel espíritu. Siempre añoro quedarme más tiempo, pero no me decido. Las cercanías son relativas, dependen de otras cosas, y por si acaso, yo me llevo el espíritu de Li Bai.
Por suerte existen los trenes, aunque atravesar la fealdad brutal y grasienta de Sants siempre me altera. ¿Cómo refugiarse de eso? Parece imposible. Acabo maldiciendo a esa gentuza que diseñó esa estación y nos arrebató la belleza de las estaciones de siempre, arrinconándolas y olvidándolas, mientras que en toda Europa las conservan. Mañana por la noche estaré de vuelta y espero que el martes recibiré al fin mi libro.
Alguien hablaba de bosques en un blog amigo y en cambio aquí, ayer un ruido siniestro destrozó la mañana y al bajar a la calle tuve que ver cómo desgraciaban en una de esas podas-escabechinas al sauce maravilloso de la escuela de al lado, y cuando me fui, el arboricida estaba encaramado a la magnífica palmera con su ruidosíma sierra. Oí gente que pasaba y siempre repetían, como si nada, para explicar el estruendo: "Es que están cortando los árboles", con la indiferencia de quien ve arreglar la acera, algo lógico y común. En una encuesta sobre la Diagonal se decía que al 38% de la gente consultada no le preocupa que corten los árboles, y añadía misteriosamente: "Quieren un paseo verde". ¿Qué pensará esa gente encuestada, tan posfranquista y antieuropea? ¿Que el verde puede aparecer mágicamente en un día? ¿No les importa esperar setenta años, sin sombra, sin oxígeno, con más ruido -y en vano- a que crezcan esos palitroques? ¿Cómo habrán hecho esa encuesta? ¿O es que sólo interrogan a los más embrutecidos y estúpidos? La democracia no existe sin educación, lo dijo Broggi en sus memorias, y así es. Es tan fácil engañar a la gente, empezando por algunos periodistas...
Dejo a G. y a la gata durmiendo. Qué momento de silencio...

8 comentarios:

frikosal dijo...

Está preciosa Gilda, menudo book le has hecho. Sin educación pública no hay democracia, he dicho yo siempre.

Isabel Mercadé dijo...

¡Preciosa la foto de Gilda y de tu rincón! ¿Sabes que hasta los extranjeros enamorados de Barcelona que no quieren ver más allá están horrorizados con el plan de la Diagonal? "Ma, ¿por qué? Si está buena así" me decía un italiano al que ni siquiera le importa demasiado el medio ambiente.
Espero que el viaje haya ido muy bien y el libro... para él mis mejores deseos.

nomesploraria dijo...

Las estaciones de este país son asquerosas. Las de la línea Barcelona Mataró –qué fue la primera– han desaparecido y no queda ni una de las originales.
Me gustaría algún día ir a pintar acuarelas de las pocas estaciones que quedan por ahí.

Belnu dijo...

Gracias, Friks! Gracias, Bel M. Sí, hazlo, Nmp, hay que hacerlo porque pronto sólo nos quedarán fotos de la belleza perdida!
Es horrible lo que están haciendo, y me han dicho que hoy salía en el país de aquí todos los árboles que pretenden cortar, qué salvajismo!
Madrid es todo zanjas, está todo en obras, una locura, pero allí no talan como aquí pese a todo y los árboles son enormes... pero aquí, talan y quitan las farolas bonitas y antiguas y las ponen de autopista. Sí, Bel, es una guerra contra la belleza, contra la naturaleza, contra la historia. Mañana lo repetiré al dorso.
Lo único bueno al volver es que me he encontrado mis primeros ejemplares del libro. "Algunos hombres... y otras mujeres" ya existe! Qué ilusión

Anónimo dijo...

ENHORABONA pel LLIBRE!!!
Efectivament deu fer molta il·lusió, però que consti que als teus lectors també. Aquesta vegada ens has de dir a quina llibreria els hi fa mandra vendre'l, que l'anirem a comprar casualment allí...
La Gilda està preciosa, espero que no tingui la mania de la meva siamesa d'amagar-se als armaris i protestar a posteriori si la tanquem inadvertidament.
Respecte a les estacions, fixa't que fins i tot les més interessants, com la de Les Planes, que hauria d'estar catalogada i especialment mimada, s'ha acabat convertint en una mena de decorat cutre de Blade Runer per obra i gràcia de la burrocràcia tecnològica, les normatives de "seguridaz" i la indiferència general.
Has d'animar al teu amic a que comparteixi les aquarel·les si finalment es decideix i arriba a temps...
Black Adder

Belnu dijo...

Moltíssimes gràcies pel comentari i per la idea, Black Adder! Un amic madrileny em va dir, amb Crucigrama, "Déjame que yo lo pida. Eso impresiona a los libreros"... La veritat és que el llibre tornarà a sofrir un retard, esperem que d'una setmana, perquè hi ha hagut un d'aquests incidents imprevistos i extraordinaris. Però l'he vist físicament i queda radiant, o així m'ho sembla a mi, i hi sortiu tots els meus lectors silenciosos o invisibles del blog, a la pàgina dels agraïments...

Ephemeralthing dijo...

La nueva estación de Pl. Molina/S. Gervasi, aunque sea de metro, es un ejemplo de como no hay que hacer las cosas. Otro más.
Me siento ridículo cuando me reconozco con las mismas frustraciones y deseos que cuando era joven y vivía bajo la dictadura. Entonces cuando salía fuera "devoraba" todo lo que aquí no estaba al alcance. Ahora, por ejemplo, soy capaz de dedicar ratos y más ratos a fotografiar las viejas estaciones de tren y metro que encuentro fuera de aquí. Las berlinesas son una maravilla, esas columnas de hierro jónicas me dejan pasmado, y una de las imágenes que corre enmarcada en alguna de las estanterías de casa es la de una vieja postal con un tren a vapor entrando en la estación de Friedrichstrasse. La estación sigue igual.
Por cierto. ¿conoces el bar de la Gare de Lyon parisina, "Le train bleu"?. Extraordinario: http://www.le-train-bleu.com/

Belnu dijo...

Cada vez que salgo confirmo que no estoy loca y que la belleza que aquí se destruye y desprecia, allí se valora. Pero fíjate, Eph, incluso en una ciudad desventrada y ruidosa como Madrid, de cada m2 de verde de aquí allí hay 98 (me lo ha dicho hoy Bordas) y se nota. Y allí no les ha dado por quitar las farolas y ponerlas de autopista o de destruirlo todo, hay muchos más cafés y edificios, barrios enteros decimonónicos conservados sin apenas nada nuevo-feo-mdediocre. Le train bleu! Lo conozco, sí, pero no había visto su web. A mí me da rabia porque aquí teníamos estaciones preciosas, como triunfo norte y francia, pero las marginan para mandarnos a esa fealdad grasienta de sants.