Ayer estuve rehaciendo un cuento viejo, es decir, intentando aprovechar una historia que siempre quise escribir y que ha vuelto a mí en múltiples ocasiones. La nueva versión corregida ya no chirriaba, pero le faltaba algo como el núcleo duro, el hueso, lo que para mí le daría sentido. Entonces me fui a cambiar un libro que ya tenía (cogí unas cartas entre Rilke y Lou Andreas Salomé, que me pareció haber leído muchos años atrás, en mi época deslumbrada por ellos dos, cuando lo busqué todo, la biografía de Lou, sus correspondencia con Nietzsche y Rilke, los Cuadernos de Malte Laurids Brigge, las Elegías de Duino, las Cartas a un joven poeta y al final sus Completas, aunque esa traducción célebre nunca me convenció por una cuestión de estilo. Rilke hablaba de las distracciones que le impedían escribir: ""mis sentidos se ocupan sin pedirme permiso de todo lo que me molesta. Que se produce un rumor... renuncio a mí mismo y paso a ser ese rumor... huyendo de la claridad, una vida anónima se ha refugiado en mi interior, se ha retirado a un lugar más alejado y allí vive cxomo los habitantes de una ciudad asediada, entre privaciones y aflicciones"), y luego fui a buscar el helado para la cena a un lugar artesano que me había recomendado la propia V.
Y fue entonces, mientras andaba, ya sin leer, cuando me asaltó la solución. Hay algo en ese gesto de andar que precipita el pensamiento y ayuda siempre a resolver los problemas de escritura. He leído en The New Yorker que algo similar les pasa a algunos científicos y que Henri Poincaré resolvió su clave para la geometría no-euclidiana subiendo a un autobús y atribuyó su repentina comprensión matemática al "trabajo inconsciente"; el autor del artículo "The Eureka Hunt" (Jonah Lehrer) recomienda dar un paseo cuando tienen un bloqueo o dificultad en resolver una teoría, "go to a walk or a journey". En mi caso, faltaba la parte oscura. Faltaba el conflicto, la vieja tristeza, la exposición excesiva al peligro de mi narradora en aquellos tiempos para ella pasados, faltaba el reverso de lo que había contado el cuento. Por qué era importante aquel personaje tan físico, casi sólo sonrisa placentera como el gato de Cheshire, y en qué consistía su reserva silenciosa y crítica hacia la narradora, su sonrisa que la perdonaba, lo que no decía. Así que llegué, metí el helado de higo en la nevera y me puse a ello a toda prisa. Pero el tiempo se desvaneció en ese proceso y al mirar la hora, me di cuenta. Había prometido llevar el hielo de la cena y tenía que pasar por la gasolinera antes de dirigirme al Putxet. Dejé mi cuento a medias, emocionada. Por el camino, una llamada telefónica me impidió ver el paisaje destruido. Llegué cuando todos los demás comensales estaban ya en la terraza. La cena fue agradable, todo estaba delicioso, predominaron el sentido del humor y las experimentaciones tecnológicas, ya que una misteriosa inquietud o una vibración de viaje o quién sabe qué parecía impedir a los invitados franceses concentrarse de verdad en ninguna conversación de fondo.
Sólo a la vuelta, al acompañar a los franceses hasta Balmes para que cogieran su taxi, vi el hueco de los árboles arrancados, esas dos placitas pequeñas pero umbrías que humanizaban ese itinerario y que el ayuntamiento ha decidido destruir también. Cuando acaben con esta ciudad, no quedarán rincones de sombra, ni verde que no sean matorrales o ramitas escuálidas, pero tendrán, eso sí, una red de metro poderosa que permitirá a los pocos turistas que sigan viniendo llegar en metro de la borrachera de las Ramblas a la montaña rusa que tanto emociona a Hereu (Alguien debería obligarle a viajar en ella sin fin). Y eso si la política de subcontratar una y otra vez e ir pellizcando el presupuesto de las obras no lleva a que se caigan los edificios como en el Carmel. Perdonen mi rabioso pesimismo; no puedo evitarlo.
Anteanoche leía el rápido e intenso esbozo biográfico de Josep Palau i Fabre en sus Poemes de l'Alquimista y las descripciones de Guillamon, Perejaume, Triadú sobre el personaje, atravesado por esa especie de llamarada vital, y algunos de esos poemas que le reflejan aleteantes.
Volviendo a mi escritura. Esta mañana me he asomado al cuento, justo antes de salir a por el periódico en el último momento. He acabado de meter lo que creía que faltaba. Y diría que sí, que ahora lo tengo. Seguramente tendré que pulir y sacar brillo, pero creo que está ya... En este momento necesito con urgencia algún lector inteligente para al menos oírme leerlo y notar así los posibles fallos o sobre todo, si el cuento tiene realmente sentido. G no puede: ¡se va corriendo a la playa! Me ofrece escucharlo más tarde. G es un interlocutor interesante. Por un lado, no puede comparar mucho, ya que no ha leído demasiado. Pero por otro, su lectura suele ser profunda e inteligente, tiene un instinto indudable para la literatura y una escucha que sólo podría calificar de psicoanalítica, aunque sea sutilmente.
Tengo que seguir investigando para una cronología balcánica que le falta a mi libro. Todas las que veo son demasiado exhaustivas en unos aspectos, silencian otros y resultan tendenciosas. Ayer me encontré a Simona Skrabec en la librería y hablamos de esa dificultad. Y dos visitas que hacer esta tarde. On verra bien...
8 comentarios:
Durante unos días no voy a leerte/os, mañana salgo de casa con la maleta antes de las 8. La comida ya la haré en Berlin.
Estés/éis bien por aquí.
Auf Wiedersehen!
Bon voyage, Eph, y recuerdos a esa ciudad hospitalaria...
todo estaría en su sitio si no estuvieran en un sitio privilegiado los que están en él.
Un niño tonto jugando con un gran juguete, arrancando árboles viejos (y mal cuidados)a los que no otorga ningún interés (no hacen ruido, no encienden lucecitas ni asustan a la gente, pero, básicamente, no dan DINERO) para poner arbustos pagados a precio de oro.
Felices cuentos y a seguir palante.
Algunos, más libres, huyen a Berlín.
Pero Cacho, si Eph sólo va de veraneo... Y sueña con un feliz retiro arbóreo y civilizado allí.
Y algunos podemos viajar en otoño y primavera, fuera de temporada, con los aeropuertos no tan repletos...
Pero sí, ese niño mongoloide y aumentado que destruye la ciudad... si hubiera infierno él lo pasaría en una montaña rusa eterna en un calor bochornoso y también eterno, sin sombra de ningún árbol, sólo rodeado de ardiente cemento...
Borges se imaginaba el paraíso en forma de biblioteca,
Chapuis lo prefiere como un gran Servicio Estación,
para el niño bobo, gran Pepín Cascarón de la total tontería, lo que tú describes como infierno sería un edén maravilloso.
Mmm, no sé, yo le imagino ahí atado a la montaña rusa sin descanso, plan Naranja mecánica...
Lo del servicio estación tiene gracia. Y el mal humor y desdén de los empleados también lo ubica en el Paraíso Chapuis?
Veo que a pesar del calor tu no paras... Eres como una hormiguita incansable que trabaja y disfruta, trabaja y se divierte pero sin pausas, porque si el cuerpo esta quieto y relajado la cabeza está en un torbellino de cosas por hacer.
Desde que te conozco y que te leo cada vez que se algo sobre algún árbol, me acuerdo de vos, ultimamente me acuerdo mucho y n presisamente porque las cosas que lea sean positiva, no todo lo contrario...
Ayer en la portada del Periodico (creo) lei que en las carceles de Barcelona plantarían árboles y pondrian piscina... que chsite de mal gusto es ese, no por los presos, sino porque quitan arboles sin descaro y pretenden plantar esquelñetos arboreos en las carceles??? Donde está la verguenza???? En la revista HOla de la semana pasada en la sección Mundo Singular hay una nota que se titula: "Objetivo: Salvar uno de los árboles más antiguos de Australia" Habla sobre el boab más antiguo del mundo que está allí pesa 37.000 kilos y ha sido arrancado porque impedía la construcción de una autopista, es un ejemplar de 750 años, algunos llegan a 1500 años. Pues lo tranplantarán a 3200 kilometros de donde estaba... Yo me pregunto sobrevivirá?? En algún lugar del planeta habrá gobernantes que quieran una calidad de vida mejor para los habitantes??? o solo importa el dinero???
Besitos guapa!!!!! Y sigue escribiendo que espero poder leer tus cuentos pronto, otro libro en el horno...!!!!!
Gisela, no comparemos. Lo que se hace aquí con los árboles sólo puede compararse a lo que se hizo en Grecia. En otros países se discute para salvarlos, pero se los preserva en general. Aquí se cortan todos y se podan mal, y cuando defiendes uno la gente te dice que vaya tontería, hay cosas más importantes (que tampoco les hacen reaccionar), etc.
No hay más que pasear por cualquier otro sitio para ver la diferencia.
Gracias por tu apoyo!!!
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