miércoles, 2 de abril de 2008

El cielo está enladrillado

Foto: Manolo Laguillo, Viendo pasar el tiempo 2006
Ayer vi (gracias a mi último asesor cinematográfico) De battre, mon coeur s'est arreté, un extraño western inmobiliario-musical, donde el cow boy parisino contemporáneo se debate entre el sucio y violento negocio inmobiliario (apalizan a los inquilinos que no pagan o a los okupas para echarlos y recuperar los pisos) y los conciertos de piano y su profesora china, que no dice una palabra de francés. Tal vez lo mejor sea la expresividad de Romain Duris, un cruce entre el Alain Delon de Le Samuraï de P. Melville y Pierre Clementi en Belle de Jour, que transmite muy bien esa mezcla de rotura y violencia desesperada con una dulzura infantil.
Anoche, bajo la densa capa de polvo de la descalabrada portería de mi casa tenía guardado un regalo, el libro Les Habitués de café de Joris Karl Huysmans, uno de esos magníficos libritos que se publican en Francia, con las páginas sin abrir, en este caso de Séquences. Era un detalle de mi anfitrión anti-ruidos. La introducción me recordó a un antiguo amigo heredado que desayunaba y comía siempre fuera porque, decía "Yo, si no veo un camarero, no metabolizo". Dice el autor de Au rebours que "ciertos brebajes presentan la particularidad de que pierden su sabor, su gusto y su razón de ser cuando se beben en otro lugar que no sean los cafés. En casa de un amigo o en la propia devienen apócrifos, como groseros, casi chocantes..." Y sigue: "Todo hombre -si no es alcohólico- comprende que una absenta, preparada en un comedor, no procura placer a la boca, es inconveniente y vacía." Lo de la absenta tiene gracia. Yo no he vuelto a probar ese brebaje desde los tiempos en que en el bar Marsella conservaban las magníficas cucharillas largas perforadas art déco, tampoco ahora lo soportaría mi higadillo, pero esa bebida sólo podía tomarse allí. Huysmans prosigue hablando de esa clientela "otra" de los cafés constituida por artistas y escritores, que se reconocen y saludan sin hablarse, como una vez me contó uno de los Sales, que desayunaba en el Melitón de Cadaqués cada mañana estival a la misma hora, y cada año volvía a encontrar en esas fechas a una señora francesa que se sentaba en la mesa de al lado. Si no la veía se preocupaba (obsesionado por la muerte como estaba, le preguntaba al camarero), pero en cuanto la veía, la saludaba y volvía a abstraerse, aliviado, pues si ella le hubiera dirigido la palabra, no habría vuelto al Melitón, y sin embargo necesitaba su compañía silenciosa. Creo que este Sales ya no va a Cadaqués, sino que se limita a su adorada (burlonamente) Vallclara, y probablemente la señora tampoco esté ya en el Melitón ni en este mundo.
He vuelto a casa, a pesar de que los ruidos continúan, a ratos terribles, pero de pronto se detienen y ese silencio se convierte en un placer de dioses. Sigo traduciendo y corrigiendo para los japoneses, no sin obstáculos, pero animada por la idea de que mi libro del azufaifo saldrá pronto. De hecho en la web del editor lo anuncian ya. También vuelve a moverse el proyecto de una versión en audio de mi Crucigrama. Unas chicas emprendedoras han montado una editora de audiolibros, Llibres de veu, y van adelante. Es curioso porque en este país apenas existe la audioliteratura (y hay público: por ejemplo, todos aquellos lectores que ya no pueden leer, por edad y problemas de la vista), a diferencia de lo que ocurre en le pays gabache, donde se edita mucha literatura en cd, clásica y contemporánea, con voces de escritores o de actores y cantantes, pero por lo visto, los editores de aquí tardan mucho en contestarles, se niegan a cederles los derechos para dos años siquiera, con el pretexto de que tal vez un día los usen ellos, ¿y por qué no dejarlas que hagan la prueba? En este país, algunos editores son una gente muy particular. Por ejemplo, muchos no quisieron la versión digital de las traducciones hasta mucho después de que empezara (pero nunca compensaron a los traductores del dinero que ganaron con ello, como en otros países, al contrario, les bajaron las tarifas contando los caracteres con Word; en eso no son especiales). Otros compran derechos de libros que nunca publican, evitando así que otros lo hagan, ¿pero con qué beneficio?. No parecen interesados en publicitarse en los blogs, de 370-400 visitantes diarios deben de parecerles poco, mientras siguen anuciándose en revistas literarias con menos lectores. Todo eso a diferencia de los (editores) franceses y de los anglosajones, que hace mucho tiempo que empezaron a explorar y financiar esos sitios.
La mosca que puse aquí ha generado algunos comentarios interesantes. Yo debo confesar que tengo mixed feelings respecto a las moscas. Naturalmente, no me gusta que me toquen, y comprendo siempre a aquel chico que recorrió toda una larguísima playa corriendo perseguido por un tábano. Los tábanos son aún peores y más difíciles de ahuyentar, excepto fumando. Pero me encantan los estampados de moscas, los grabados, y una vez tuve unos pendientes antiguos de plata vieja en forma de mosca que desgraciadamente perdí. Me acuerdo de un septiembre en una casa hermosa, casi palaciega de Mallorca, entre Deià y Soller, y del porche y la luz magnífica de las tardes donde nos mecíamos, hablábamos y agitábamos paletas antimoscas entre risas y sans résultats. Allí conocí a Esther, si mal no recuerdo. También me producía una melancolía inexplicable aquella cancioncilla que cantaba G de pequeño en el colegio: "Una mosca volava per la llum i la llum es va apagar. La pobra mosca es va quedar a les fosques sense poder volar". La expresión "la pobra mosca" nos daba a él y a mí mucha pena. Como G estaba acostumbrado a hablar con todos los bichos, objetos animados e inanimados que nos rodeaban, y yo a ponerles voz, cualquier cosa era posible.
Acaba de llegar mi manuscrito de La plaza del azufaifo para corregir cambios. Lo ha traído un mensajero con rasgos de esquimal, un castellano impecable y un esparadrapo en la nariz. Ahora me debato entre la traducción y mi urgencia de que ese libro llegue a las librerías. Si ahora tuviera los tres deseos del cuento, o mejor, la lámpara de Aladino, le pediría que durante una semana, los días tuvieran unas horillas más, para acabar a tiempo y holgadamente. Pero tengo tantos deseos que es difícil elegir...
En cuanto a la foto, siempre me sorprende cómo Manolo Laguillo logra detectar y mostrar la belleza aún en el paisaje urbano más dudoso de uralita y melancolía. Tal vez sea como la belleza de las moscas. A mí esa imagen me recuerda también a la historia que conté en mi cuento "Amílcar", sobre una buhardilla cerca de Virrei Amat. Dice Laguillo sobre esa serie suya, Viendo pasar el tiempo: "Se trata de una secuencia, de una serie de fotografías, que dura lo mismo que la pieza del vihuelista en cuestión (Esteban Daza). Son 16 fotos que hice, una tras otra, y sin apenas mover la cámara de sitio, a lo largo de unos minutos en un día de viento, lo que hacía que las nubes se moviesen y que la luz cambiase. En fin, que seguro que te lo imaginas..." Yo, que no sé nada de técnica fotográfica, no me imagino lo que él supone, sino seguramente algo distinto. Pero la imagen me recuerda a lo que veo ahora mismo más allá de la terraza donde la gata duerme y justo debajo del lugar donde los obreros celebran su ritual de cemento y ruido, sin protegerse ni protegernos.

24 comentarios:

Anónimo dijo...

Como Lobo Antunes, él con más fundamento de causa por su oficio de psiquiatra, pero con idéntica firmeza, me opongo a la errónea, abusiva y desacreditante -para los enfermos- utilización de la palabra "esquizofrénico" para escribir, como se hace en la nota del libro LA PLAZA DEL AZUFAIFO, "...una ciudad esquizofénica". N i n c a

Belnu dijo...

Lo siento, no soy yo quien escribe ese texto, y siento que sólo hayas visto eso en vez de alegrarte conmigo de la noticia.

Anónimo dijo...

¿Quién es Lobo Antunes? Qué pereza el lenguaje políticamente correcto y qué peligrosa esta manía de los psiquiatras por poner nombre a las enfermedades y luego buscarles un medicamento/antídoto. Repito, qué aburrido lo políticamente correcto.

Anónimo dijo...

No acabe mi gozo por el libro reducido a cabeza de Jívaro
pues sabido es que es
g r a n d e.
T'he escrit al teu mail.
Ninca

Anónimo dijo...

Buenas noches, Bel.
Dejo mi huella.Ça va?,à demain..:)
Jazzy

Joana dijo...

Així que ha sortit el llibre?
Per Sant Jordi me'l podré comprar?
Seràs a les Rambles firmant?

Records de la teva neboda.

Belnu dijo...

Noo, Joana, el llibre sortirà al juny, si tot va bé, a Sant Jordi no firmaré... I holaaa...
Yo no comparto esa idea, aunque entiendo que cada uno tiene su mapa de puntos sensibles, pero no se puede negar que algunas palabras tienen significados distintos según el contexto, y no se pueden prohibir, hay que tener en cuenta el contexto... simplemente. Y lo siento, Ninca, pero para mí eso no reduce mi libro en ningún sentido, por mucho que a algunos les gustaría. No es así. Hace falta algo más para reducir un libro. Si pensara así, pensaría que mi libro Crucigrama era un desastre porque una tonta me dio lecciones de moral en su reseña. Sólo faltaría! Entonces los libros estarían pendientes de un adjetivo-hilo?... No comprendo, de verdad...
De Lobo Antunes me gustan y mucho sus crónicas periodísticas, no me interesa su oficio y nunca me tentaron sus novelas.

Belnu dijo...

Hola Jazzy! Sí, ça va, mais c'est tard...

Anónimo dijo...

Decía -se echa de ver que mal expresado- que mi gozo por el libro del ginjoler -que es grande- no se puede reducir al tamaño de una cabeza de Jívaro.
Nada de nada de "reducir libros". ¡Qué cosas!
Y al gandul profesional que ni tan siquiera escribe quién es, que siga en la inopia sobre Antònio Lobo, y cual papagayo con frasecitas al uso.
Ninca

Belnu dijo...

Me alegro de haber entendido mal. DE todas formas tal vez esté yo muy obtusa pero sigo mosca con la cabeza de jívaro. Espero que tampoco se refiera a mi editor! Tal vez no use las palabras que plazcan a todos, pero yo sólo tengo palabras para defenderle: ojalá hubiera más como él, y no me refiero naturalmente a lo que te ofende, sino a todo lod emás, que es mucho más importante.

Belnu dijo...

Acabo de releer el texto de la web de Melusina y no me parece nada peyorativo el uso de la palabra para ningún enfermo. Habla de una ciudad dividida entre dos realidades o embarcada en una lucha por enterrar los muertso bajo la alfombra del diseño. Es una metáfora, pero no me parece que sea ofensiva en ningún caso. Una cosa es lo que pensemos de esa actitud concreta y otra lo que pretende decir el adjetivo, que es tanto como decir contradictoria, dividida, debatiéndose, bidireccional... Deberías releerla con más distancia, N, y verías que en el adjetivo no hay nada más. Otra cosa es que tú no lo usarías o que no te guste, pero esperar que nos gusten todos los adjetivos ajenos sería impensable, y en cualquier caso, no justifica llamar a nadie "cabeza de jívaro"...

Anónimo dijo...

Ufff qué pereza (viva la pereza!) esta señorita Ninca tan susceptible para con los que usan en vano la palabra esquizofrenia y tan laxa para con ella y su retahila de improperios a diestro y siniestro. Y repito, ¿quién es Lobo Antúnez' Auuuu!!

Belnu dijo...

Lobo Antunez es un escritor portugués que escribe 24 horas al día, que sólo vive para escribir y que define su enfermedad con una palabra fea, literatosis (parece un mal aliento literario) pero con genialidad, y dice algo que yo siempre cito, porque me pasa tambien. En cuanto empieza a sufrir, piensa: ¿Y esto, podría aprovecharlo para un cuento?" Lo citaba Vila-Matas, que creo que es amigo suyo. No, Lobo Antunes no merece que hablemos mal de él. Ahora bien, su parte psiquiatra de orientación anti-psicoanalítica No me interesa nada, y las etiquetas de enfermedades menos...

Belnu dijo...

Quise decir Antunes

Anónimo dijo...

Bel, sé perfectamente quién es Lobo Antunez, "el Arguiñano de la literatura". Yo prefiero leer a Maturin, Leiris, Drieu LaRochelle, Marcel Schwob o Jean Lorrain o Javier Pérez Andújar. Para que además de vago, no pienses que soy analfabeto. Perdón, porque igual no se puede decir analfabeto y hay que decir tonto del culo.

Belnu dijo...

Tú sabes mi nombre pero yo no sé el tuyo. Está bien, don Anónimo, ya me extrañaba que alguien desconociera a Lobo Antunes (con ese), no vamos a hacer listas de escritores, yo quería sólo reivindicar la parte que me gusta de él.

Anónimo dijo...

i jo que no+ volia dir que la cançó de la mosca m'ha fet tornar 30 anys endarrera. la marta i l'anna navés, molt petites elles, la cantàven amb accent arbequí, el que donàva: "i lo llum sa va apagar, i la pobra mosca va quedar a les fosques, i la pobra mosca ja no va volar..."

abraçades, 7 o 8

Belnu dijo...

Molt més bonica amb accent arbequí! La llum sa va apagar m'agrada molt. Però la gràcia era que la mosca fos protagonista d'una cançó i que hi hagués pietat per a ella, com també les arracades de mosca, que la consideressin motiu de bellesa...

nomesploraria dijo...

Faig com la Jazzy i deixo una petjada.
:)

Belnu dijo...

De mosca o de fèlid?

nomesploraria dijo...

DE MOSCAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!
NO, NO, DE MOSCOT!

Belnu dijo...

Ha ha de borinot brunzidor de vellut groc i negre, segur

nomesploraria dijo...

El mític Frikosal em va ensenyar l'abella més gran que hi ha. I resulta que la tinc a la meva glicina.
És un burinot negre i majestuós

Belnu dijo...

No em sorprén, sí que és llegendari
Jo vaig veure un borinot gegant fent burla a la Gilda que era també majestuós, vellutat, gegantí... potser eres tu, com sempre, disfressat