lunes, 4 de diciembre de 2006

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J.A. Millán ha puesto esta imagen en http://jamillan.com para que cualquiera pueda cogerla y utilizarla como protesta contra los excesos de los controles de seguridad de los aeropuertos, que violan la intimidad y privacidad de los pasajeros y les someten a un trato de sospechosos, sin tener en cuenta la presunción de inocencia. En cambio, parece que algunos pueden transportar alegremente polonio y materiales radiactivos sin problemas. Un piloto de Iberia contaba el otro día que le quitaron el cortuñas y él protestó por lo ridículo, y les recordó que los pilotos llevan un hacha en cabina, por si hay alguna emergencia, y como él decía, los de las Torres Gemelas no eran pasajeros, sino pilotos y él podría secuestrar el vuelo o estrellar el avión, un peligro mucho más grande que ningún cortauñas. Pero le quitaron el peligroso cortauñas. Y es que la farsa nos afecta a todos. En el mismo blog dedicado al tema, Millán registra su queja al El Defensor del Pueblo Español y añade artículos y consideraciones muy interesantes sobre la cuestión. Por cierto, ya he recibido la respuesta del Defensor del Pueblo Europeo homepage, al menos dan constancia por escrito y por correo terrestre de mi protesta, prometen investigar si es admisible y me adjuntan consderaciones legales sobre esa admisión.

2 comentarios:

Dante Bertini dijo...

sigo visitándote...
no sé por qué, tal vez por el estilo de libros que escribí o simplemente porque soy un poco exhibicionista, todo esto de la intimidad me preocupa poco...tampoco tengo cortinas cubriendo mis ventanas: si alguien goza mirándome vivir, que lo haga...mientras no me moleste.

Juan Manuel Grijalvo dijo...

Todo esto de los aeropuertos pasa de castaño oscuro.

Se me ocurren dos ideas para aligerar el problema.

Una sería enviar sistemáticamente los equipajes por alguna agencia de transportes, evitando que vuelen en el mismo avión que los pasajeros. Otra es que los viajeros frecuentes sean provistos de una pulsera u otro medio de identificación que les evite la colosal pérdida de tiempo que está causando tanta tontería. ¿Acabaremos con un chip RFID metido en el cuerpo, como los abducidos de "Expediente X"?

Por otra parte, uno se pregunta qué intereses hay detrás de los contratos con las importantes empresas que venden a buen precio toda esta seguridad privada.