jueves, 13 de enero de 2011

Mi texto de adiós a M, leído esta mañana en Collserola

Foto: Recordatorio de M, diseño y realización de Pati Núñez, 2011
Marisa parecía haber venido al mundo a otra cosa: a pintar, a vivir entre pájaros, a ocuparse de temas de salud y farmacopea. Pero tenía una especie de pasividad entregada al destino: se dejó casar y tuvo seis hijas. Vivió siempre bajo la autoridad y la voluntad de otros: su hermana, su marido, y al final también sus hijas. Tenía el cutis más suave que nunca he visto y cuando se casó, el aire de una niña. En las fotos de joven parece soñadora y a la vez terrestre y decidida. Hay un retrato suyo de los sesenta, con perlas y las cejas gruesas y arqueadas, donde de pequeñas nos parecía la mujer más guapa del mundo. En la que fue su casa de la Diagonal, cultivó siempre un refinado y loco desorden, de objetos en proceso de transformación: cajones atiborrados de telas y cientos de vestidos deshechos, esperando una reforma. Armarios llenos de aparatos por arreglar. Incluso ya mayor, era capaz de montar un andamio y pintar la pared de la escalera. Hacía reparaciones eléctricas por afición y restauraba las muñecas rotas o les hacía vestidos. Fue creyente, excepto en la época de su divorcio, cuando consideró que dios la había traicionado. Para ella, la separación fue tan injusta que apenas fue consciente de lo libre que se había vuelto su vida. Luego volvió a sus ritos, de manera silenciosa, haciéndolos encajar con una mentalidad esotérica que yo había instigado para distraerla, cuando se sentía abandonada. Sabía echar las cartas de una manera muy especial, que a veces me irritaba y otras me hacía sonreír: según ella, todo lo malo ya se iba y lo demás, era positivo. Le gustaban los pájaros, los recogía, los curaba y arrullaba y se le posaban en la cabeza y los hombros, le murmuraban y hablaban. Adoraba las lagartijas, con las que mantenía conversaciones en su terraza. Quiso muchísimo a su loro, que desayunaba tostada mojada en café con leche y cenaba tortilla francesa y a veces, de noche, él le quitaba con el pico el rimmel de las pestañas, en una particular simbiosis no recogida por los libros de ciencias naturales. En los últimos años, una de sus hijas tuvo la feliz idea de regalarle a su perra Nannie. Siempre prefirió no saber, ni recordar las cosas difíciles, lo que dolía; temía la verdad y prefería escaparse, aunque eso la llevara a situaciones más complicadas que las que procuraba evitar. Empezó a perder la conciencia hace unos seis o siete años, progresivamente, en ictus sucesivos. Olvidó los números y ya no podía echar las cartas. Se volvió incapaz de elaborar sus mejores recetas: un día olvidó poner puerros a la vichysoisse. Se perdieron para siempre sus míticas croquetas, que nunca nadie supo hacer como ella. O sus finísimas empanadas. Empezó a perderse por la calle y en vez de llegar a mi casa me buscaba en un lugar donde yo había vivido veinte años atrás. Por suerte, durante mucho tiempo recordó mi número de teléfono fijo y me llamaba extraviada desde lugares inverosímiles. Después de pelearse con todas las cuidadoras, imaginando robos estrambóticos de telas y destornilladores y luchando contra la humillación de que la vigilaran, vivió feliz en esa residencia modernista donde bailaba en las fiestas y se sentía al fin tratada como una dama. Le ha costado mucho alejarse del mundo. Hace unos días, en la clínica, le recordé todos sus embarazos, partos, biberones, cuidados en la enfermedad, tantos años de trabajo en la crianza y le dije: “Ahora te toca descansar e irte con tus pájaros.” “Desde luego”, contestó, con una mueca burlona. Estaba muy delgada, como un mosquito, pero conservaba la fuerza para arrancarse los tubos y pelearse con las enfermeras que venían a cambiarla. Cuando le leyeron el texto que le escribí como despedida, repitió mi nombre y añadió un misterioso “cristal, cristal”. Dicen que la relación con la madre siempre es tormentosa. Es inevitable exigirle lo que a veces no puede dar. Marisa no supo cuidarse ni protegerse del mundo, ¿cómo exigirle que cuidara de nosotras? Lo hizo a su manera, en el terreno que dominaba casi a la perfección: la alimentación, la salud, las enfermedades. Y a pesar de sus flaquezas, nos transmitió sin saberlo pasiones suyas, que cada una heredó a su manera, como por ósmosis: una receptividad especial a la naturaleza, la sensibilidad hacia la belleza, el arte, el cielo, los pájaros, las lagartijas, un cuidado en lo gastronómico, la idea de cuidar en lo físico, ese eterno proceso de deconstruir y reconstruir la indumentaria, no sabría decir si alguien heredó sus habilidades de electricista y bricoleur. Siempre fue muy despistada; daba la impresión de vivir en las nubes, con sus pájaros. Yo lo escribí en un cuento: iba a por el listín de teléfonos y volvía con el mando del televisor. Desconfiada, escondía las llaves de su armario y no podía encontrarlas. Pero hace dos veranos perdió la memoria y las palabras y entonces empezamos el duelo. Yo no podía evitar pensar que ella, que siempre quiso cerrar los ojos a lo real, había logrado dolorosamente su objetivo. Hacía mucho tiempo que ya no estaba, pero ahora que se ha ido, ¿por qué esta absoluta y pavorosa sensación de soledad?

47 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquestes paraules teves, estimada Bel, magnífiques, de comiat a la teva mare, diuen molt de tú i d'ella.
Rep tot el carinyo dels Lacruz, Ninca

Belnu dijo...

Moltíssimes gràcies, Ninca!

odette farrell dijo...

Oh Dios qué bello escribes....es maravillosa la imagen que nos regalas de tu madre Isabel!

Lamento tu pérdida y te abrazo muy muy fuerte

Belnu dijo...

Gracias, Odette! Quería escribirte hace tiempo y decirte que al fin estaba adentrándome en la novela y feliz! Esa felicidad -y otras!- me han ayudado a resistir estos días tan duros del final de M. Luego, la pérdida simbólica, ese hilo umbilical invisible doblemente roto duele y se siente un vacío. Tendré que consolarme en ese trípode mío, hecho de palabras y de afecto...

Anónimo dijo...

Un text magnífic, Isabel.

Una forta abraçada.

"El librero de la calle Berlines"

civisliberum dijo...

Un adeu precios.

Anónimo dijo...

isabel, també et faig un peto, d'aquells que agraden en moments com els que estas passant..

tsétsé

Riada dijo...

Qué bonito, Isabel. :)

Belnu dijo...

Gràcies, moltíssimes gràcies, llibreter del carrer Berlinès!

Belnu dijo...

Gràcies, Civislib! I gràcies Tsetsè!!! Y gracias, Riada!

Cabo Leeuwin dijo...

Me ha encantado ver a M. en esa fotografía, porque refleja un estado que varía mucho del final de enfermedad, tos y tubos que hemos vivido en tus palabras.

Tiene una belleza tan serena que me ha transmitido una gran paz.

En cuanto a la idea de hacer un recordatorio con una fotografía de joven, me ha impactado, es genial.

M, ha sido un placer conocerte.

Esta noche dejaré una vela encendida en mi Cabo Leeuwin.

Anne

nomesploraria dijo...

Preciós i emocionant.

Una abraçada Isabel

Luis Vea dijo...

Lo siento mucho Isabel. No sé que decir. Siempre es una gran desolación no por ello menos esperada.
Besos

Luis

Miquel Sas dijo...

¡Qué mirada! De una belleza y una inteligencia tan fatales que nunca podría encontrar su lugar.

Belnu dijo...

Gràcies, Nmp!

Belnu dijo...

Gracias, Luis!

Belnu dijo...

Gracias, Anne, por las palabras y por la vela encendida en el cabo

Belnu dijo...

Gracias, Sas. Si la dividieras, hay un lado de la cara que parece inocente y el otro muy duro. Los dos aspectos coexistían en M.

Miquel Sas dijo...

Más, mucho más que dureza o inocencia. Esa lejanía le permitía ser todo o nada.

Belnu dijo...

No sé lo que quieres decir, Miquel. Si lejanía significa frialdad, dureza, sí.
En cualquier caso, en las fotos de giovinezza no se puede concluir, la expresión o la luz o su falta, como decía un amigo, se modifican con el espíritu y el carácter, según en lo que se convierta uno, y entonces sí se puede concluir

Emma dijo...

Anoche soñé con mi madre, a quien también he perdido. Creo que nunca antes la he mirado con tanta hondura, gracias a esto que has escrito. Un abrazo.

Belnu dijo...

Gracias, Emma!

Dante Bertini dijo...

me gusta recordar a los que fueron en un momento especial de su vida, enteros y brillantes, alejándome del morbo habitual de los periodistas, que prefieren el morbo de la decadencia senil. Suelo hacerlo en el blog y conmigo mismo en los perfiles exigidos. También fui ese joven de mirada esperanzada, ese niño de sonrisa inocente. ¿Por qué obviarlo?
Precioso texto, gracias.

Belnu dijo...

Gracias, Dante. Sí, sí y sí

Unknown dijo...

hermana querida, he vuelto a leer, con calma, el texto que leiste ayer en el funeral
es precioso... precioso
y me parece que has hablado también por todas nosotras
gracias bonita

Belnu dijo...

Gracias a ti, Cris!

Icíar dijo...

Madre mía, 6 hijas, pensaba que eran 4.
Un retrato muy humano y generoso.
Otro abrazo de esos de mantita

Icíar dijo...

Y se entiende que os pareciera la mujer más guapa del mundo, es que realmente ... Qué guapa.

Belnu dijo...

Gracias, Icíar! Bien me viene!
Bueno, supongo que todas las niñas piensan que su madre es muy guapa

Anónimo dijo...

la pavorosa soledad....
cuando muere una madre es cuando nos hacemos mayor de golpe. Pasamos de ser niñas a mujeres adultas, y no importa la edad que tengamos en ese momento.

Un abrazo Isabel!!

Kathy

Esther Planas Balduz dijo...

Isabel,
Una coincidencia increible
pasar por tu blog , sobre
todo porque hace menos de una
semana que tengo una computadora
que me permite reencontrarme
de nuevo con este mundo de publicaiones y blogs que tanto
echaba de menos...
Siento por ti , en estos
momentos, y te envio mi
solidaridad que es lo unico
que creo que puedo aportar.
Tu madre ha tenido la suerte
de que parte de su existencia
y del sentido de tal, lo pueda
escribir una de sus hijas con
la sensibilidad y poetica con la que tu la escribes..
xxx

Belnu dijo...

Gracias, Katty. No, no es mi caso, no lo creo y no sólo por la edad. Yo no pude nunca ser niña con mi madre, aquí es otra cosa lo que se mueve: lo que no pudo ser, lo equivocado, lo doloroso de la infancia, y además, los lazos con el pasado, las raíces simbólicas, ahora que mi padre tampoco está, la memoria

Belnu dijo...

Oh Esther, no sabes cómo me importa tu mensaje, de verdad, dime dónde puedo encontrarte, te buscaré

JH dijo...

Exaordinario texto, Isabel, a la altura de ese adiós. Un fuerte y afectuoso abrazo.

Belnu dijo...

Oh gracias, José!

Anónimo dijo...

Bel, acabo de leer la carta de despedida a tu madre. Sinceramente, cuando apenas se encuentran palabras, tú las has convocado y te han acudido. Por lo que se ve, ellas no te abandonan y tu, generosa, nos las ofreces. ¡Cuánta belleza!
Dicen que la pérdida es la sombra de la posesión pero…¿Y lo que no se ha tenido?
Te deseo calma, la tristeza justa y buena compañía.
“Cristal, cristal”… sin duda tu madre te supo frágil, delicada y valiosa, como tus lectores.
Cuídate mucho, un fuerte abrazo, luisa

Belnu dijo...

Mil gracias por ese comentario tan bonito, Luisa. Lo que más me gusta es lo de la tristeza justa. A veces me cuesta explicar a la gente que no se trata simplemente de animarse sino que hay que dejar salir esa tristeza, encontrarle su sitio, su pequeña habitación junto a las cosas alegres. Si no, las lágrimas se acaban convirtiendo en toses, sarpullidos, tumores, quién sabe qué

jarta dijo...

Dolç adéu.
Ho lamento, Isabel, una abraçada.

Belnu dijo...

Gràcies, Antídot, de veritat

Anónimo dijo...

Quan he llegit el text, he anat recordant la conversa que havíem tingut per telèfon. M'ha agradat el text perquè és ben diferent dels que s'acostumen a llegir en aquests moments, té un to molt respectuós, una dosi considerable d'amor de qui hi ha tingut problemes i els ha sabut perdonar. Isabel, has fet un retrat de la teva mare diàfan, dur i molt tendre. Quan la mare et va dir "cristal" podria referir-se a la transparència d'aquest mineral, mineral apreciat per la bellesa, duresa, i amb tantes cares com la vida, cares o pensament... em sembla que et va dir la paraula més bonica que et podia dir, ella també se'n va anar amb pau.
Una abraçada,
Teresa

Belnu dijo...

Oh gràcies, Teresa! M'agrada molt aquesta idea i la idea que se n'anés en pau

´´ dijo...

Es muy bonito el texto, un abrazo.

Belnu dijo...

Gracias, Francis! Hace ilusión "verte" por aquí

Anónimo dijo...

Siempre que "espío tus escritos" me "tocas" en lo más profundo de mi ser.Esta carta me emociona de una forma que no te puedes imaginar.Te deseo todo lo mejor que se pueda desear a nadie.Te mando toda la Fuerza y Amor;todo el ÉXITO para ti que lo tienes bien merecido.

Belnu dijo...

Oh gracias, Anónimo! Que te oigan los dioses griegos... En este momento me vendría tan bien una buena racha de suerte!

Unknown dijo...

Ya sé quién es "M".
Y ya comienzo a saber quién es "I".
Una pintora de trazo extremadamente fiel y delicado.
Y ya comienzo a embararme de mi suerte...Un fuerte abrazo.
Carlos

Belnu dijo...

Gracias, Carlos, por tu doble lectura y tus palabras!