Foto: I.N. Rufus al sol, asomado a mi ventana, 2010
He vuelto un poco a la escritura, el capítulo séptimo de la novela, no sin dudas, y sobre todo sin saber cómo seguiré porque ahora el camino no es tan claro y me da la sensación de que vaya a ser muy corta. Quién sabe. Pero qué felicidad volver.
Esta noche he tenido uno de esos sueños míos en que tenía que atravesar un lugar muy difícil, recorrer la cornisa de un edificio alto, gateando sobre una lona, y sabiendo que después tendría que volver a hacer el mismo camino sin caer en el vacío. Luego me encontraba a G., que me contaba algo difícil, algo que tenía más que ver conmigo que con él, porque seguramente, en mi sueño, le hice representar mi papel para poder seguir soñando sin despertarme. Pero yo agradezco los sueños, aunque sean pesadillas, porque siempre parecen decirme algo y su lenguaje me fascina y admira como una maravillosa creación, un juego de máscaras mejor que la escritura, que lo desafía todo. Pese a todo, me he despertado llena de dudas y aprensión, pensando que no tenía que irme de viaje. Pero al salir el sol ya había cambiado otra vez de opinión. Me iré, me iré, a pesar de mi inquietud y mis dudas, creo que me vendrá bien airearme, aunque me llevo el ordenador y seguiré trabajando allí.
He ido a comer y después he tenido una pequeña celebración privada e improvisada en un espacio nuevo, con la luz de la tarde entrando por un gran patio de manzana y ese fueguecillo me ha protegido el resto del día, como la escritura.
Al atardecer, aún en la estela de Saturno, he ido al funeral de un hombre, mi tío, que se fue del mundo alegremente, despidiéndose de todos, bromeando y organizando incluso el vino que quería que bebieran a su salud. Su mujer y sus hijos, mis primos, estaban aún transfigurados y agradecidos por esa despedida tan feliz. El texto que han leído estaba lleno de afecto y de gratitud, y también de alivio de que todo quedara tan pacífico y en su sitio. Parece tan fácil, pero es muy difícil ver una muerte así: supone haber hecho bien las cosas en la vida y yo he salido de allí llena de admiración. El acto estaba lleno de gente y me ha alegrado verles. Al salir se veía la luna llena inmensa en un cielo helado.
Ha habido, estos días, gente que está lejos me ha escrito para decirme que sentía la muerte de M., con un gesto generoso, más allá de los obstáculos, de los viejos conflictos o de la lejanía. Sigo traduciendo, intentando repartir las horas en las distintas cosas y sin pensar en lo que queda para no inquietarme. Uno de esos trabajos consiste en revisar un libro muy sugerente, que hace ilusión leer. Estos días he leído poco y sólo fragmentos. Me han llegado dos libros que parecen seguros para llevarse de viaje.
El azufaifo vuelve a estar amenazado, así que mañana viernes iré al pie del árbol a hablar con una televisión local, y he llamado al jardinero experto, a la traductora radical, al abogado patrimonialista, al librero de la calle Berlinès y a algunos vecinos más para que hablen en favor del árbol. Y es que el Ayuntamiento se niega a darnos esa placita y quiere construir en ese terreno, y si construyen, el árbol morirá, tardará quizás dos o tres años, pero morirá, mientras que si lo dejaran en su jardín sin construir nada podría vivir otros cien años. Está catalogado, es el ejemplar de azufaifo más grande que existe documentado en Europa, pero a nuestros políticos no les importa.
Rufus, gato salvaje, estaba empeñado en que le acompañase otra vez a la terraza hace un momento, quizás animado por la luna. La comunicadora de animales con nombre ruso, que es como un hada madrina, me ha sugerido un tratamiento para mi gato. Esta mañana en Arte Tv anunciaban un reportaje alemán en el que habían podido filmar cómo hacen los gatos para caer de pie en cualquier circunstancia. Al verlo, otra vez Rufus se ha levantado y se ha acercado a la pantalla para verlos de cerca. Es un gato inteligente y contemporáneo, que ve la televisión. Todos los días vienen pájaros a visitarnos...
Sigo al día siguiente...
Anoche Rufus estaba alterado con la luna llena y no paraba de correr por el pasillo y patinar arrugando la alfombra de la entrada o llamarme para que saliera con él a la terraza y se había levantado un viento helado. Yo tampoco podía dormir, así es que me puse a leer el primero de los Cuentos de lo extraño de R. Aickman, que era justo lo que necesitaba. Incluso escribí un poco del capítulo octavo de mi novela, que esta mañana he continuado, robando espacio a mis trabajos pendientes. He mirado las temperaturas de las dos ciudades adonde viajaré, en la primera, donde estaré sólo tres días, hace primavera, en la otra, frío como el de aquí, aunque un poeta cubano que ha viajado around the globe y me ha llamado y contado historias cómicas y ensoñadas, me dice que allí la sensación es más fría y que Jack London declaró que nunca había pasado tanto frío como un verano en esa segunda ciudad (aunque he leído que la cita se atribuye a Mark Twain, pero ninguno de ellos lo dijo realmente). Pero el poeta me ha hablado de algunas maravillas de ese lugar y mi espíritu aprensivo y dudoso, seguramente atado al duelo y la desolación, ha empezado a quitarse telarañas y simplemente to rejoice. Luego me ha llamado la arquitecta que intenta salvar la Rotonda: el ayuntamiento ha aprobado la licencia al horrible promotor que pretende destruirla, en una clara descatalogación. Y eso sí, he logrado reunir a la traductora radical, el jardinero sabio, un trío de ilustres facebookianos, las defensoras de la Rotonda y el librero de la calle Berlinès al pie del azufaifo. Seguiremos resistiendo. No nos rendiremos tan fácilmente, politicastros enemigos de los árboles. Luego le he improvisado una pasta a G. y me he vuelto al gimnasio alemán, a falta de otros ejercicios más felices, que postergaré para s'hora baixa. Los recordaba desde las máquinas y sonreía yo sola. No había apenas nadie en el gimnasio. Sigo traduciendo textos de Leon Golub y escuchando a Ben Harper.
10 comentarios:
Entre tantas cosas que comentas, como siempre, me quedo con la tan civilizada costumbre que teneis de leer textos vuestros para despedir a los muertos. Me parece una cosa fundamental y en mi familia no se hace. Yo tengo dicho si se diera el caso, que espero que tarde mucho, en mi entierro lean un texto del blog en el que mando al infierno a una serie de personas mientras yo me quedo en el cielo mirando lagartijas.
Esperemos que lo del azufaifo se arregle, ojalá fuera un punto de inflexión. Aquí en la ciudad-dormitorio no hay esperanza pero la gente no se da cuenta. Si hay alguna pintada inteligente corren a borrarla y la prensa está absolutamente a su servicio.
Un afectuoso saludo
"Es un gato inteligente y contemporáneo, que ve la televisión"
Friks, la primera novela que escribí (y deseché, por razones que no vienen al caso) surgió a raíz del texto que escribí para el funeral de un amigo que murió de sida. Por un momento pensé que iba a especializarme en textos fúnebres: es inevitable pensar en lo que fue la vida de alguien cuando se muere, o cómo lo conociste o qué trato tuviste o lo que no le pudiste decir. Me gusta tu idea de que lean un texto tuyo en tu funeral, voy a empezar a pensar en uno mío para mi ocasión. Una vez, un amigo deprimido que sólo pensaba en el suicidio y yo estuvimos organizando a quién prohibiríamos que asistiera a nuestro funeral y nos reímos tanto que se le pasó un poco. Recuerdos de Rufus
La orografía sentimental, qué maravillosa imagen en tu anterior post, que junto con tu admirable defensa arbórea, me remite a las pinturas de Guo Xi y al respecto y devoción por la naturaleza que expresa en ellas y en sus tratados de hace un milenio: « Les nuages et les vapeurs de paysages réels ne sont pas les mêmes pour les quatre saisons. Au printemps, ils sont clairs et diffus, e été riches et denses, en automne dispersés et fins, en hiver sombres et solitaires. Quand de tels effets peuvent être vus en peinture, les nuages et les vapeurs ont un air de vie. La brume autour des montagnes n'est pas la même selon les quatre saisons. La montagne au printemps est claire et séduisante comme si elle souriait. La montagne en été a une couleur bleu-vert qui semble diffusée dessus. Les montagnes en automne sont lumineuses et belles comme si elles étaient fraîchement peintes. Les montagnes en hiver sont tristes et tranquilles comme si elles dormaient. » ("Monts et rivières").
Sí, viaja, viaja, seguramente a algún lugar más civilizado que Hereuville (pronto Triastown)y relátanos cómo cambia esa orografia del ánima.
Saludos arborescentes
Gracias, J.L.R., creo que era orografía de los estados de ánimo, yo apenas sé qué son los sentimientos, tal vez me muevo más en las emociones y las sensaciones porque todo cambia rápidamente y lo que más cambia es el ánimo. Da gusto leer esa descripción de nubes y brumas en cada estación de Guo Xi. Yo tuve un amigo arquitecto de San Petersburgo que tenía una teoría particular de las estaciones en esa ciudad, que según él eran ocho y no cuatro. Hacía unos dibujos maravillosos y le habría gustado el tratado chino que citas. No sé si hay esperanza para esta pobre ciudad, pero mientras vivamos aquí habrá que resistir a esos pitecántropos
A qué ciudad viajas Isabel en la que Jack London tuvo frío en verano?
Espero que todo se haga cada vez más propicio para que puedas escribir!
Emma, yo en el blog no digo más que lo que quiero decir, así que no voy a contestar preguntas directas en los comentarios!!! Mejor que cada cual concluya lo que quiera
No importa, Isabel, lo entiendo y además creo que ya lo he averiguado!
Ja ja, me lo imaginaba! Pero no te fíes de las apariencias. En realidad, nada está decidido...
viajas y escribes y vas a funerales...de esto último abunda, vaya a saber por qué (tengo la respuesta pero no quiero dármela)
Espero que en algún momento Rufus y tú muestren sus narices.
Sí, Dante, me preginto si todo estará tan conectado
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